HUMOS DE COLORES




A partir de la acumulación de residuos a causa de un consumo creciente e incontrolado y de la falta de atención histórica sobre la separación y el reciclaje, los colectivos que revisamos estos temas vemos con preocupación el surgimiento de soluciones mágicas, que prometen liberar del problema a los gobernantes que hoy atraviesan las crisis de las montañas de basura.

            La incineración está prohibida por ley en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en un sinnúmero de municipios. Algunos han iniciado sensatamente planes de separación y reciclaje más o menos exitosos. Pero para las grandes ciudades, está apareciendo en el horizonte la figura de la incineración bajo nombres de fantasía.
Gasificación, pirólisis, arco de plasma, valorización energética, suenan a los oídos de los gobernantes tapados de basura, como soluciones elegantes “de punta” para salir del “problema de la basura”.
            Grave error: primero, no es “el problema de la basura” sino “el problema del consumo”, tierra de nadie y de todos que, gracias a la publicidad, a la obsolescencia programada, a la percibida,  y a la credulidad de las personas se oculta haciendo creer que el punto de intervención está en la bolsa de residuos y no en la mano irreflexiva que se extiende hacia la góndola.
            Segundo, todos esos nombres de fantasía encubren incineración: calientan los materiales a altas temperaturas, creando residuos gaseosos, sólidos y líquidos. Los gases se someten a posterior combustión, en un proceso que emite contaminantes peligrosos. Estas tecnologías son consideradas como “incineración” por la Unión Europea, pues emiten los mismos sub-productos tóxicos que otros incineradores, como dioxinas, furanos, mercurio, metales pesados en general, material particulado, monóxido de carbono, cloruro de hidrógeno, dióxido de azufre y un largo etcétera. Muchos de estos contaminantes son cancerígenos, e incluso a niveles muy bajos representan una amenaza para la salud pública, ya que se bioacumulan, es decir, se amontonan dentro de nuestros tejidos grasos además de transmitirse a traves de la leche al bebé.

            En Argentina es temerario el avance de estas tecnologías encubiertas, en un horizonte de ausencia de control sobre las viejas tecnologías existentes. Además, tampoco hay estudios epidemiológicos ni voluntad de hacerlos en estos temas, por lo cual el impacto que hoy ya se evidencia en torno a los incineradores existentes queda en la neblina y sólo se ve materializado en los “mapas de la muerte” que vecinos voluntariosos, víctimas de los humos, han salido a confeccionar.

           Por otro lado, el engaño se completa con el tema energético, puesto que estas mágicas tecnologías en caso de que logren recuperar energía, ésta representa una muy pequeña fracción de la energía que podría haberse ahorrado con estrategias más eficientes como el reciclaje y la reducción, puesto que requieren una altísima cantidad de energía para funcionar.

            El mundo de la incineración descubierta o encubierta tiene la corrupción como acompañante. Empresas que se presentan con antecedentes en otros países, que resultaron falsos; EIAs de dudosa legitimidad, etc. proyectos fantasma, imprecisos, sin capítulos técnicos visibles, incompletos, negadoa a la vista de quienes los solicitan, como el CARE, Ezeiza, González Catán, adonde los habitantes se hallan en alerta constante.
            Tememos que una vez más engañen al vecino con estos nombres de fantasía y sea la prometida solución una caja de Pandora de la cual, sin control alguno, salga más contaminación y más deterioro para la salud.  

Lic. Silvana Buján BIOS Argentina RENACE
Coalición Ciudadana Antiincineración Comité Consultivo GAIA
silvanabujan@yahoo.com.ar  Foto: elblogverde.com

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