Vacunas ‘venenosas’
Los nombres más prestigiosos en el campo de estudio del sistema inmunológico humano han empezado a relacionar ingredientes de las vacunas ampliamente utilizados como el aluminio… con la aterradora proliferación de enfermedades autoinmunes como el autismo o el alzheimer.
Mientras en las campañas públicas de propaganda los movimientos “anti-vacunación” son tildados de “traficantes de miedo” o de “retrógrados”, un creciente grupo de investigadores de vanguardia empiezan a confirmar lo que estos movimientos llevan denunciando desde hace años. Nosotros reproducimos este texto que nos ha llegado a la redacción. Cada cual que extraiga sus propias conclusiones. Los nombres más prestigiosos en el campo de estudio del sistema inmunológico humano han empezado a relacionar ingredientes de las vacunas ampliamente utilizados como el aluminio… con la aterradora proliferación de enfermedades autoinmunes como el autismo o el alzheimer. Además, se ha identificado un nueva síndrome post-vacuna: Síndrome Autoinmune Inflamatorio por Adyuvantes (ASIA por sus siglas en inglés). Cerca de 3.000 médicos y científicos de todo el mundo se reunieron recientemente en el 9º Congreso Internacional de Autoinmunidad (ICA) en el Nice Acropolis Convention Center en la Riviera Francesa. Se programaron decenas de seminarios y mesas redondas centrados en las causas y tratamientos de las enfermedades autoinmunes y se dedicó una jornada entera al 3er Simposio Internacional de Vacunas ICA niza. Ignasi Rodríguez-Pintó, un autoimmunólogo del Hospital Clínic de Barcelona y ex miembro de la preeminente Center Zabludowicz de Enfermedades Autoinmunes en el Sheba Medical Center de la Universidad de Tel Aviv, anunció la creación de un registro mundial de afectados por el síndrome ASIA. El síndrome ASIA se identificó por primera vez en la revista Journal of Autoimmunology en 2011 por parte del Dr. Yehuda Schoenfeld, fundador del Centro Zabludowicz. El ASIA incluye un amplio espectro de fenómenos neurológicos e inmunes aparecidos tras la inyección de vacunas y que son el resultado de la exposición a sus componentes, incluyendo el aluminio. Entre los síntomas del ASIA encontramos: debilidad, ansiedad, erupciones cutáneas, fatiga crónica, trastornos del sueño y el inicio de una serie de enfermedades autoinmunes, desde el lupus eritematoso hasta la artritis reumatoide, que a veces hacen aparición años después de la reacción inicial.
YEHUDA SCHOENFELD
ASIA también es apodado “el síndrome de Schoenfeld”, debido al Dr. Schoenfeld, que ha publicado más de 1.700 artículos en la literatura médica y es considerado como la principal autoridad del mundo en el campo de la autoinmunidad (enfermedad que se produce cuando ciertas proteínas del cuerpo pierden su “privilegio inmune” o estado protegido y pasan a ser considerados por el propio cuerpo como cuerpos extraños o invasores, siendo atacadas por el sistema inmunológico) “ASIA es un concepto amplio que incluye cualquier factor ambiental que desencadene enfermedades autoinmunes“, dijo Ignasi Rodríguez-Pintó. “Casos como el síndrome de la Guerra del Golfo, que resulta de la exposición al escualeno químico (un componente de las vacunas utilizado por personal militar durante la Guerra del Golfo) o como el caso de la Siliconosis (síntoma autoinmune provocado por la exposición al silicio de las prótesis y los implantes mamarios), ahora se estudiarán bajo el paraguas del síndrome ASIA”, dice Rodríguez Pintó. El registro se creó en enero de este año como una herramienta para permitir a los investigadores el análisis de casos del síndrome ASIA a nivel mundial, con el fin de comparar las manifestaciones clínicas después de la exposición y para comparar la eficacia de los tratamientos. En su primer mes de funcionamiento se confirmaron 283 casos, un 73% aparecidos tras la vacunación, especialmente tras recibir la vacuna contra la hepatitis B. Según un artículo publicado en julio de 2013 en la revista Inmunologic Research: “Se ha demostrado que la exposición de los seres humanos y otros animales al aluminio a partir de diversas fuentes puede tener consecuencias perjudiciales sobre el sistema nervioso, especialmente en los adultos”
CHRISTOPHER SHAW
Entre los autores de estos estudios encontramos al canadiense Christopher Shaw, presidente investigador de la Universidad de la Columbia Británica que describe al aluminio como “insidiosamente peligroso”. “La toxicidad del ión aluminio es ampliamente conocida”, dijo Shaw en el simposium. “Su toxicidad fue reconocida ya en 1911 y las evidencias desde entonces son cada vez más claras. Especialmente grave es su papel en el desarrollo de la enfermedad de alzheimer y del autismo”. “El aluminio es una neurotoxina. No hay ningún nivel del sistema nervioso sobre el que el aluminio no tenga un impacto negativo, sea a nivel molecular, genómico o celular”. Shaw informó sobre sus investigaciones con ratones inyectados con dosis de aluminio equivalentes a las incluidas en las vacunas: los ratones mostraron una pérdida progresiva de la fuerza muscular y de la resistencia y a nivel celular una profunda pérdida de las neuronas motoras. Él y otros investigadores también demostraron “déficits de interacción social” y elevados niveles de ansiedad entre los ratones vacunados. La próxima investigación de Shaw demostrará el impacto del aluminio en las proteínas de los genes, en la expresión de los genes y en su relación con el autismo.
STEPENHIE SENEFF
La investigadora del MIT (instituto Tecnológico de Massachussets) Stephanie Seneff presentó un resumen de los estudios que describen el efecto de aluminio sobre la glándula pineal y los trastornos del sueño entre los enfermos del síndrome ASIA. ROMAIN GHERARDI
El investigador francés Romain Gherardi explicó el estudio realizado por su equipo en 2013 que describe una meningoencefalitis severa en ratones después de la vacunación con una dosis equivalente a la que recibiría un ser humano. El equipo encontró depósitos de aluminio encapsuladas en los macrófagos (células inmunes encargadas de engullir partículas invasivas del organismo), así como también en los ganglios linfáticos, el bazo y el tejido cerebral, tan sólo cuatro días después de la inyección de la vacuna y que pueden hallarse incluso un año después de una sola inyección. “Las partículas de aluminio usadas en las vacunas son biopersistentes y neuromigratorias”, concluyó Gherardi. “Estas propiedades han sido subestimadas previamente y explicarían eventos adversos neurobiológicos”.
LUCIJA TOMIJENOVIC
Otra investigadora canadiense, Lucija Tomljenovic, describe los mecanismos que intervinieron en la muerte de dos niñas: una de 19 años de edad, que murió mientras dormía durante los seis meses posteriores a la vacunación contra el Virus del Papiloma Humano (VPH), y una niña de 14 años de edad, que murió en su bañera 15 días después de una segunda vacuna contra el VPH. Tomljenovic tomó muestras de tejido del cerebro de las niñas y encontró evidencias de que el aluminio estaba actuando como un “Caballo de Troya” en el cerebro, induciendo un ataque autoinmune que causó una hemorragia cerebral. Aunque no se trate de un estudio en humanos, el experimento del investigador veterinario español Lluis Luján con ovejas expuestas a vacunas que contienen aluminio fue aún más significativo.
LLUIS LUJÁN
Luján destacó las “consecuencias devastadoras” de una campaña de vacunación obligatoria contra la fiebre catarral ovina múltiple en España en 2008 en el que murieron animales en masa y que han sido ahora reconocidos como la versión ovina del síndrome ASIA. En su estudio de 2013 investigando las causas subyacentes de la epidemia, descubrió que sólo el 0,5 % de las ovejas inoculadas con vacunas de aluminio mostró una reacción aguda durante el periodo inicial, entre los dos a seis días. La reacción se caracterizaba por una serie de signos nerviosos incluidos letargia, ceguera transitoria, estupor, postración y convulsiones. Oveja adulta afectada por ASIA: cachexia extrema, caída de la lana, enrojecimiento de la piel, atrofia muscular y debilidad generalizada, seguida de muerte. Sin embargo, se manifestó una segunda fase retardada del efecto de las vacunas contra la fiebre catarral ovina, mucho más amplia y letal que se manifiestó en el 50-70% de los rebaños y a veces incluso afectó a casi el 100% de los animales en rebaños determinados. La reacción se desencadenaba frecuentemente por la exposición al frío y comenzaba con un comportamiento anormal, caracterizado por un estado de agitación en el que las ovejas se arrancaban la lana a mordiscos compulsivamente, seguido de rojez aguda de la piel, debilidad generalizada, pérdida de peso y temblores musculares hasta que los animales entraban en fase terminal, no podían sostenerse sobre sus patas, caían en estado de coma y finalmente morían. Las autopsias revelaron “necrosis neuronal severa” y aluminio depositado en el tejido nervioso. “Se supone que debemos equilibrar los beneficios de las vacunas contra los efectos adversos”, dijo Luján. “Se nos vende que las vacunas solo tienen efectos beneficiosos y se ignoran el resto de efectos, nadie quiere oír hablar de eso”.
PELIGRO, PELIGRO
Es cierto que muchas personas no quieren oír hablar de las últimas investigaciones que vinculan las vacunas con enfermedades incurables y debilitantes. Las enormes implicaciones del síndrome ASIA y la toxicidad del aluminio como adyuvante en las vacunas que se usan en todo el mundo parece no haber penetrado aún en la conciencia médica. Las políticas de salud pública apenas fueron mencionadas, aunque se señaló que nuevas vacunas siguen siendo añadidas a los programas de vacunación pediátricos sin tener en cuenta la carga tóxica de aluminio. ¿Y cuál podríamos considerar una dosis tolerable de neurotoxina en la vacuna de un recién nacido? “En primer lugar, la prioridad debería ser no hacer daño”, expresó un científico aparentemente frustrado vinculado a la FDA de EE.UU. “Cuando sabemos que algo es una toxina, no debe ser suministrado a las personas y menos a las personas sanas. Hemos escuchado suficientes evidencias hoy aquí de que el aluminio es una toxina. Podríamos debatirlo, pero, basado en mi experiencia, el aluminio ni siquiera es un buen adyuvante”. Nadie ha planteado desafiar a los gigantes farmacéuticos para que se retracten de usar aluminio en la elaboración de las vacunas, aunque estos científicos del Congreso Internacional de Autoinmunidad (IAC) quizás son los mejores candidatos para hacerlo.
VÍCTIMAS “ASIÁTICAS”
Las víctimas del síndrome ASIA son víctimas de un sistema que ignora el problema del aluminio como adyuvante. Sus síntomas, incluso si se producen inmediatamente tras una vacunación, no son reconocidos por los médicos, impregnados por un siglo entero de enseñanza dogmática de las vacunas. Los pobres enfermos son llevados de un especialista a otro y con frecuencia terminan tratados por psiquiatras. Sarah Jensen, miembro del consejo del Foro de vacunación de Dinamarca, tiene la intención de incluir en los datos de registro del síndrome ASIA a cerca de 200 casos de niñas danesas, en su mayoría entre 14 y 25 años, que han sufrido graves complicaciones de salud tras la inyección de la vacuna Gardasil contra el cáncer cervical. Pero Jensen supone que la mayor parte de las víctimas de Gardasil (al igual que los que dicen que el daño de la vacunas es un mito) nunca han oído hablar del síndrome. Aunque muchos médicos e investigadores del IAC consideran que se puede solucionar el problema simplemente sustituyendo el aluminio por algo “más seguro”, hay cuestiones más fundamentales provocadas por el estudio del síndrome ASIA.
La toxicidad del aluminio se ha subestimado y negado públicamente durante casi un siglo, pero ¿qué podemos decir de otros ingredientes como los contaminantes virales de ADN (que también se discutió en el congreso) o de los propios agentes infecciosos? ¿Qué pasa si todo el modelo de vacunación es el reflejo de la arrogancia de un paradigma médico en el que se ha subestimado claramente la espectacular complejidad del sistema inmunológico humano? La mayoría de las ovejas de Luján no mostraron efectos agudos a la vacunación de forma inmediata. ¿Cuánto dura esta latencia en los seres humanos? Recordemos que las ovejas de Luján sufrieron los efectos de la toxicidad del aluminio tras una sola dosis. ¿Qué pasa pues si una sola inyección de aluminio provoca enfermedades neurológicas o inmunológicas años o quizá décadas, más tarde? En ese caso, el síndrome ASIA solo sería la punta de un gran iceberg. Gracias por leer, comentar y compartir las notas.
Fuente: http://www.logicaecologica.es/ Fuente original: http://vidasana.org/ - IMagenes: lahoradedespertar.wordpress.com