El TTIP: incoherencia democrática
Odalys Padrón
Con el Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) entre Europa y Estados Unidos como una espada de Damocles sobre Europa la democracia, o lo que llamamos democracia, que dista mucho de serlo, agoniza. Esta semana, entre estertores, hemos visto la luz al final del túnel. Las filtraciones efectuadas por Greenpeace Holanda sobre los documentos secretos del TTIP han reforzado las denuncias realizadas por muchos colectivos sobre los intentos de anteponer los beneficios empresariales a los intereses de la ciudadanía.
El rotundo no al TTIP de Francia nos devuelve la esperanza. El presidente francés ha sido tajante: “no aceptaremos nunca que se cuestionen nuestros principios esenciales, por eso, en este momento, Francia dice no”. El responsable del Comercio Exterior francés explicó la negativa argumentando que “nosotros queremos defender nuestras pequeñas y medianas empresas, la agricultura, el medio ambiente. No tendría ningún sentido haber hecho la COP21 (Cumbre del Clima) en diciembre en París y unos meses después firmar un pacto que la deshace”.
Es de agradecer a Francia esa valentía política o coherencia, tan escasa en nuestros días. Los europeos pagamos, generosamente, a unos europarlamentarios que a la vista de lo acontecido no nos representan, tan sólo representan sus intereses personales. No es entendible que un político permita acuerdos secretos, cuando es un representante del pueblo, o debería serlo. Salvo honrosas excepciones, no hemos visto indignación ante un acuerdo secreto, un acuerdo que se oculta y que a todas luces es contraproducente con los intereses generales. Lo lógico, lo esperable, lo políticamente correcto es que el Parlamento Europeo en bloque se hubiera manifestado contra la opacidad, el ocultamiento de la información porque hablamos de democracia y la información es tan básica como votar.
¿Cómo puede parecerle a un demócrata, sea cual sea su ideología, coherente que se firme un acuerdo para que los documentos de la negociación no sean públicos hasta 30 años después de concluidas las negociaciones? ¿Cómo permitieron que la información sólo fuera accesible a los coordinadores de la Comisión de Comercio Internacional (INTA), o sea sólo un parlamentario por grupo? ¿Cómo permitieron que se hablara de sanciones administrativas o incluso de procesos penales si revelaban toda o parte de la información?¿Cómo permiten que los lobbies corporativos manejaran más información que los europarlamentarios y los ciudadanos? ¿Son conocedores los europarlamentarios del significado de democracia?
Es deleznable comprobar la corrupción que existe en nuestra política. Porque mirar para otro lado, es corrupción aunque a alguno le hiera su sensibilidad. En este país hablar claro molesta. Quieren tenerte etiquetada y controlada. Ser coherente y crítica es peligroso para el poder establecido. Necesitan etiquetarte para intentar desprestigiarte. Yo abogo, como siempre lo he hecho, por la libertad de expresión, por ser coherente con mis principios y valores aunque a los “seguidores” de algunos partidos les moleste cuando pones negro sobre blanco sus incoherencias manifiestas.
Como dice Walter Riso “el respeto por nosotros mismos y por nuestros valores debe anteponerse a cualquier temor o deseo de agradar” Es inaudito no oír, por los responsables políticos, quejas contundentes contra el TTIP dado que atenta contra el bien común beneficiando única y exclusivamente a las empresas multinacionales que no sólo conseguirán mayores beneficios con productos de peor calidad, sino que doblegarán gobiernos. Pretenden rebajar los estándares alimentarios (ver Ostracismo del TTIP en el Pacto de Gobierno), acabar con los derechos de la ciudadanía (ver El TTIP, una pérdida de derechos), doblegar a los gobiernos limitando su capacidad legisladora (ver Mutis por el TTIP en la investidura) y como colofón Greenpeace Holanda nos advierte de la presión que está haciendo EE.UU. para eliminar la cláusula, que Europa tiene en vigor, para impedir que ningún artículo salga al mercado sin previamente haber demostrado que no es dañino, los americanos pretenden imponer el principio de comercialización, o sea, que salga el producto al mercado y luego ya se verá si es dañino.
Se acercan unas elecciones, tal como relatamos desde las primeras declaraciones de los cabezas de lista, dato fácilmente contrastable con la hemeroteca, es necesario que tengamos la cabeza fría siendo críticos y coherentes. No debemos dejarnos engañar por un marketing político cuyo fin es la manipulación. Es una tarea difícil porque “en todas partes cuecen habas” pero como decía Martín Luther King “siempre es el momento correcto para hacer lo correcto” aunque sea difícil, duro y te cuestionen por ello.
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