Salidas del laberinto capitalista: Decrecimiento y postextractivismo
En medio de estas crisis polifacéticas, la crisis ambiental generalmente no se asume como parte de otra más amplia. Sumado a ello, aquellas personas y movimientos que sí ven la crisis ambiental como parte de la crisis civilizatoria global son presentados como unos pocos que están en contra del progreso, unos antidesarrollistas que no reconocen la lógica capitalista como un mal necesario del cual no es posible salir. De esta manera, el modo de vida imperial se presenta como un proceso irremediable, incluso deseable, ante el cual solo resta resignarse y adaptarse.
Salidas del laberinto capitalista: Decrecimiento y postextractivismo nos propone un diálogo norte-sur, o más bien entre los diversos nortes y sures de nuestro planeta, que incluye los “sures” del norte y los “nortes” del sur.
Alberto Acosta y Ulrich Brand escogen esos dos conceptos porque “el decrecimiento y el postextractivismo son una suerte de dúo de expresiones relacionadas de una misma realidad global” (p. 168). Un decrecimiento en el norte está relacionado a un postextractivismo en el sur, y viceversa. Además, ambos conceptos tienen una estrecha relación con la actuación de los movimientos sociales, aunque de maneras distintas. En cuanto al postextractivismo, la relación es muy directa ya que se trata de una propuesta de los mismos movimientos que sufrieron las violaciones de derechos humanos y la destrucción de los ecosistemas en sus territorios. El caso del decrecimiento es un poco distinto porque “por lo general los movimientos no nacen como actores del decrecimiento; más bien, con sus luchas y reivindicaciones, entran al nivel político-conceptual del decrecimiento de manera implícita y, cada vez más, también explícita” (p. 105).
La riqueza de presentar ambas nociones, postextractivismo y decrecimiento, como dos caras de una misma realidad radica en que coloca en el centro del debate las relaciones de producción, extracción, uso y consumo que vinculan estos nortes y sures de nuestro planeta. ¿Por qué resulta de suma importancia hacer hincapié en estas relaciones? Porque, en medio de estas crisis polifacéticas, la crisis ambiental generalmente no se asume como parte de otra más amplia, lo cual habilita soluciones paliativas como las propuestas por la economía verde. Sumado a ello, aquellas personas y movimientos que sí ven la crisis ambiental como parte de la crisis civilizatoria global son presentados como unos pocos que están en contra del progreso, unos antidesarrollistas que no reconocen la lógica capitalista como un mal necesario del cual no es posible salir. De esta manera, el modo de vida imperial se presenta como un proceso irremediable, incluso deseable, ante el cual solo resta resignarse y adaptarse.
Este libro es una invitación al debate; nos convoca para pensar conjuntamente sobre las posibles salidas del laberinto capitalista con una percepción crítica del actual momento político que vivimos. Los autores nos colocan ante un dilema: “Hablamos de modos de vida insertados en una lógica imperial que subordina la naturaleza y el trabajo a las insaciables demandas de acumulación de capital; así de simple, así de complejo” (p. 168). Ante este desafío, decrecimiento y postextractivismo se entienden como respuestas emergentes ante las crisis neoliberales y posneoliberales en los contextos europeo y latinoamericano.
Un eje central para reflexionar sobre salidas posibles ante estas crisis es el fortalecimiento de otras lógicas económicas. Los autores afirman: “Requerimos otra economía para otra civilización” (p.132). La destrucción producida por el crecimiento económico y, en particular, por la forma de acumulación capitalista exige una evolución económica alternativa, que necesariamente se tiene que basar en otras lógicas económicas. Concluyen: “Esta nueva economía deberá ser pensada desde la búsqueda y construcción de opciones diseñadas y aplicadas con una visión holística y sistémica plasmada desde los derechos humanos y los derechos de la naturaleza, asumiéndolos como punto de partida y no de llegada” (p. 177).
Salidas del laberinto capitalista: Decrecimiento y postextractivismo nos propone un diálogo norte-sur, o más bien entre los diversos nortes y sures de nuestro planeta, que incluye los “sures” del norte y los “nortes” del sur.
Alberto Acosta y Ulrich Brand escogen esos dos conceptos porque “el decrecimiento y el postextractivismo son una suerte de dúo de expresiones relacionadas de una misma realidad global” (p. 168). Un decrecimiento en el norte está relacionado a un postextractivismo en el sur, y viceversa. Además, ambos conceptos tienen una estrecha relación con la actuación de los movimientos sociales, aunque de maneras distintas. En cuanto al postextractivismo, la relación es muy directa ya que se trata de una propuesta de los mismos movimientos que sufrieron las violaciones de derechos humanos y la destrucción de los ecosistemas en sus territorios. El caso del decrecimiento es un poco distinto porque “por lo general los movimientos no nacen como actores del decrecimiento; más bien, con sus luchas y reivindicaciones, entran al nivel político-conceptual del decrecimiento de manera implícita y, cada vez más, también explícita” (p. 105).
La riqueza de presentar ambas nociones, postextractivismo y decrecimiento, como dos caras de una misma realidad radica en que coloca en el centro del debate las relaciones de producción, extracción, uso y consumo que vinculan estos nortes y sures de nuestro planeta. ¿Por qué resulta de suma importancia hacer hincapié en estas relaciones? Porque, en medio de estas crisis polifacéticas, la crisis ambiental generalmente no se asume como parte de otra más amplia, lo cual habilita soluciones paliativas como las propuestas por la economía verde. Sumado a ello, aquellas personas y movimientos que sí ven la crisis ambiental como parte de la crisis civilizatoria global son presentados como unos pocos que están en contra del progreso, unos antidesarrollistas que no reconocen la lógica capitalista como un mal necesario del cual no es posible salir. De esta manera, el modo de vida imperial se presenta como un proceso irremediable, incluso deseable, ante el cual solo resta resignarse y adaptarse.
Este libro es una invitación al debate; nos convoca para pensar conjuntamente sobre las posibles salidas del laberinto capitalista con una percepción crítica del actual momento político que vivimos. Los autores nos colocan ante un dilema: “Hablamos de modos de vida insertados en una lógica imperial que subordina la naturaleza y el trabajo a las insaciables demandas de acumulación de capital; así de simple, así de complejo” (p. 168). Ante este desafío, decrecimiento y postextractivismo se entienden como respuestas emergentes ante las crisis neoliberales y posneoliberales en los contextos europeo y latinoamericano.
Un eje central para reflexionar sobre salidas posibles ante estas crisis es el fortalecimiento de otras lógicas económicas. Los autores afirman: “Requerimos otra economía para otra civilización” (p.132). La destrucción producida por el crecimiento económico y, en particular, por la forma de acumulación capitalista exige una evolución económica alternativa, que necesariamente se tiene que basar en otras lógicas económicas. Concluyen: “Esta nueva economía deberá ser pensada desde la búsqueda y construcción de opciones diseñadas y aplicadas con una visión holística y sistémica plasmada desde los derechos humanos y los derechos de la naturaleza, asumiéndolos como punto de partida y no de llegada” (p. 177).
En el caso del postextractivismo, hay propuestas explícitas de los movimientos indígenas que consisten en construir economías plurales a partir de las propias formas económicas de grupos indígenas y también de otros, formas ahora reconocidas en las Constituciones de Bolivia y Ecuador. Estos son los puntos de partida fuertes de los movimientos anti y postextractivistas, aunque los autores también destacan que los propios movimientos no llegan a cuestionar suficientemente los términos de sus propuestas alternativas. Subrayan, sin embargo, el núcleo de esta propuesta, que es la necesidad de un doble encuentro con la naturaleza y con la comunidad para una plena vigencia de los derechos humanos y de la naturaleza.
El debate sobre el decrecimiento se basa también en la existencia y el surgimiento de formas económicas alternativas, y es aquí donde los autores señalan que aún falta problematizar las relaciones dominantes de poder. El reto consiste en “desacelerar cambiando la economía y realizar una transformación socioecológica que incluya cambios profundos de imaginarios y relaciones de poder; prácticas económicas, políticas y culturales diferentes; otras formas de procesar los conflictos a diferentes niveles, empezando por limitar los intereses dominantes y su poder” (p. 131). Sumado a ello, los debates acerca del extractivismo y postextractivismo buscan romper con la dicotomía sociedad-naturaleza, y hacen explícito el ímpetu decolonial de la ecología política, cuestionando la colonialidad de la economía mundo en la que nos movemos, enfatizando la relevancia del Estado ─que puede tener una forma más o menos colonial─ y de las constelaciones geopolíticas.
En este devenir, los autores destacan que decrecimiento y postextractivismo son conceptos necesarios pero no suficientes. Describen varios problemas a los que se enfrentan estas propuestas, entre los cuales uno emerge como central: la existencia de un ADN extractivista en nuestras sociedades. Como afirma Maristella Svampa en el prólogo, “lejos estamos, sobre todo en América Latina, de la descolonización del imaginario del consumo, tan vinculado con el éxito social y la construcción de la subjetividad” (p. 12). Se establece así una tensión entre los deseos de consumo y los requisitos de sustentabilidad. Pensamos y deseamos individualmente, tendencia que hoy se ha exacerbado con Gobiernos neoliberales que incitan a depositar en el individuo la responsabilidad exclusiva sobre su propio destino, estimulando una competencia extrema muy alejada de los valores de solidaridad y comunalidad necesarios para pensar y dar forma a otras opciones de vida. En este contexto, avanzar en el diseño de alternativas implica un gran desafío que los autores destacan repetidamente a lo largo de las páginas: se necesita un cambio de dirección tanto a nivel macro (instituciones económicas y políticas) como micro (valores y aspiraciones individuales). Se requiere un cambio social integral a la vez que la contextualización de experiencias concretas. Entonces surgen algunas preguntas desafiantes: puesto que estas alternativas implicarán, para muchos sectores de nuestras poblaciones, resignar comodidades y aspiraciones de consumo, ¿cómo hacer para que los principios y las prácticas del decrecimiento no se vuelvan un paradigma represivo? ¿Cómo instalar globalmente el paradigma de que “podemos estar mejor con menos”, que parece tan ajeno a la mayor parte de nuestras sociedades?
Nos encontramos en un momento complejo, con el resurgimiento de respuestas autoritarias (neoliberales en América Latina y derechistas en Europa), en el que es imprescindible radicalizar la democracia, las visiones plurales, las acciones colectivas, la igualdad y la equidad. Este libro nos brinda, además, una exhaustiva bibliografía sobre los ejes de debate propuestos a lo largo de sus páginas, en diversos idiomas (sobre todo, castellano, inglés y alemán). Así, decrecimiento y postextractivismo son, precisamente, puntos de partida para pensar las salidas, que, si bien indican “lo que no se quiere más”, deben ser superados porque no dan pautas de hacia dónde caminar.
Los autores destacan que no se trata de encaminar una vía predeterminada, sino de un proceso abierto, en construcción colectiva, que recoge historias de lucha y resistencia, y se basa en experiencias y propuestas. Como afirma Maristella Svampa, es un pensamiento en transición, lo que nos lleva a “pensar en la incomodidad” (p. 12), en la incertidumbre, en el marco de muchos caminos posibles y no libres de dificultades. A pesar de ello, el camino elegido por los autores parte de la esperanza, aunque reconoce y explicita las limitaciones y dificultades. Nos invitan a desprendernos de los conceptos de partida (decrecimiento y postextractivismo), que carecen de atractivo simbólico, al mismo tiempo que enfatizan otras nociones, como buen vivir, vivir bien, buenos convivires, bien común, que sí avanzan en propuestas concretas hacia una vida digna.
A partir de los desafíos que plantean los prefijos de- y post- de los dos conceptos discutidos, el libro intenta evidenciar las posibilidades que pueden emerger de un debate conjunto. Por ello, uno de sus mayores aportes es precisamente esta invitación a pensarnos en común. Como destacan los autores, se hace imprescindible multiplicar espacios heterogéneos de intercambio y revitalizar la discusión política como “espacio vivo” de la sociedad. Este cambio debe partir de situaciones y experiencias existentes. Se trata de una transición, no de un corte abrupto, en la cual hay mínimos comunes, con diversidad de objetivos y caminos y diferentes temporalidades para cada proceso. En conclusión, este libro explicita el reto sociocultural que enfrentamos, y nos convoca para construir propuestas basadas en la afirmación de que lo que interesa es la reproducción de la vida, y no del capital.
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* Investigadora del Fondo Austriaco para las Ciencias (Universidad de Cambridge – Universidad Autónoma de Barcelona – Universidad de Viena). isabella.radhuber@gmail.com
** Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y docente del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina.
El debate sobre el decrecimiento se basa también en la existencia y el surgimiento de formas económicas alternativas, y es aquí donde los autores señalan que aún falta problematizar las relaciones dominantes de poder. El reto consiste en “desacelerar cambiando la economía y realizar una transformación socioecológica que incluya cambios profundos de imaginarios y relaciones de poder; prácticas económicas, políticas y culturales diferentes; otras formas de procesar los conflictos a diferentes niveles, empezando por limitar los intereses dominantes y su poder” (p. 131). Sumado a ello, los debates acerca del extractivismo y postextractivismo buscan romper con la dicotomía sociedad-naturaleza, y hacen explícito el ímpetu decolonial de la ecología política, cuestionando la colonialidad de la economía mundo en la que nos movemos, enfatizando la relevancia del Estado ─que puede tener una forma más o menos colonial─ y de las constelaciones geopolíticas.
En este devenir, los autores destacan que decrecimiento y postextractivismo son conceptos necesarios pero no suficientes. Describen varios problemas a los que se enfrentan estas propuestas, entre los cuales uno emerge como central: la existencia de un ADN extractivista en nuestras sociedades. Como afirma Maristella Svampa en el prólogo, “lejos estamos, sobre todo en América Latina, de la descolonización del imaginario del consumo, tan vinculado con el éxito social y la construcción de la subjetividad” (p. 12). Se establece así una tensión entre los deseos de consumo y los requisitos de sustentabilidad. Pensamos y deseamos individualmente, tendencia que hoy se ha exacerbado con Gobiernos neoliberales que incitan a depositar en el individuo la responsabilidad exclusiva sobre su propio destino, estimulando una competencia extrema muy alejada de los valores de solidaridad y comunalidad necesarios para pensar y dar forma a otras opciones de vida. En este contexto, avanzar en el diseño de alternativas implica un gran desafío que los autores destacan repetidamente a lo largo de las páginas: se necesita un cambio de dirección tanto a nivel macro (instituciones económicas y políticas) como micro (valores y aspiraciones individuales). Se requiere un cambio social integral a la vez que la contextualización de experiencias concretas. Entonces surgen algunas preguntas desafiantes: puesto que estas alternativas implicarán, para muchos sectores de nuestras poblaciones, resignar comodidades y aspiraciones de consumo, ¿cómo hacer para que los principios y las prácticas del decrecimiento no se vuelvan un paradigma represivo? ¿Cómo instalar globalmente el paradigma de que “podemos estar mejor con menos”, que parece tan ajeno a la mayor parte de nuestras sociedades?
Nos encontramos en un momento complejo, con el resurgimiento de respuestas autoritarias (neoliberales en América Latina y derechistas en Europa), en el que es imprescindible radicalizar la democracia, las visiones plurales, las acciones colectivas, la igualdad y la equidad. Este libro nos brinda, además, una exhaustiva bibliografía sobre los ejes de debate propuestos a lo largo de sus páginas, en diversos idiomas (sobre todo, castellano, inglés y alemán). Así, decrecimiento y postextractivismo son, precisamente, puntos de partida para pensar las salidas, que, si bien indican “lo que no se quiere más”, deben ser superados porque no dan pautas de hacia dónde caminar.
Los autores destacan que no se trata de encaminar una vía predeterminada, sino de un proceso abierto, en construcción colectiva, que recoge historias de lucha y resistencia, y se basa en experiencias y propuestas. Como afirma Maristella Svampa, es un pensamiento en transición, lo que nos lleva a “pensar en la incomodidad” (p. 12), en la incertidumbre, en el marco de muchos caminos posibles y no libres de dificultades. A pesar de ello, el camino elegido por los autores parte de la esperanza, aunque reconoce y explicita las limitaciones y dificultades. Nos invitan a desprendernos de los conceptos de partida (decrecimiento y postextractivismo), que carecen de atractivo simbólico, al mismo tiempo que enfatizan otras nociones, como buen vivir, vivir bien, buenos convivires, bien común, que sí avanzan en propuestas concretas hacia una vida digna.
A partir de los desafíos que plantean los prefijos de- y post- de los dos conceptos discutidos, el libro intenta evidenciar las posibilidades que pueden emerger de un debate conjunto. Por ello, uno de sus mayores aportes es precisamente esta invitación a pensarnos en común. Como destacan los autores, se hace imprescindible multiplicar espacios heterogéneos de intercambio y revitalizar la discusión política como “espacio vivo” de la sociedad. Este cambio debe partir de situaciones y experiencias existentes. Se trata de una transición, no de un corte abrupto, en la cual hay mínimos comunes, con diversidad de objetivos y caminos y diferentes temporalidades para cada proceso. En conclusión, este libro explicita el reto sociocultural que enfrentamos, y nos convoca para construir propuestas basadas en la afirmación de que lo que interesa es la reproducción de la vida, y no del capital.
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* Investigadora del Fondo Austriaco para las Ciencias (Universidad de Cambridge – Universidad Autónoma de Barcelona – Universidad de Viena). isabella.radhuber@gmail.com
** Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y docente del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina.
Fuente: http://www.ecologiapolitica.info/