El complejo nuclear francés y la relación civil-militar.
“... et sans nucléaire militaire, pas de nucléaire civile” (“y, sin nuclear militar, no hay nuclear civil”). Estas fueron las palabras del jefe de estado francés Emmanuel Macron en su visita a finales de 2020 a Le Creusot, uno de los puntos más importantes de la industria nuclear francesa. En efecto, los usos civil y militar de la energía nuclear estuvieron, están y seguirán estando absolutamente ligados. Esto lo evidencia el proyecto de investigación NUWARD.
El año 2020 terminó con una declaración de amor por parte de Macron a la industria nuclear: “nuestro futuro energético y ecológico depende de la energía nuclear”. Añadió: “Nuestro futuro económico e industrial depende de la energía nuclear”. Macron pronunció estas palabras en un discurso en Le Creusot, Borgoña, el corazón de la industria nuclear francesa. El pueblo industrial Le Creusot es un importante lugar de producción de componentes para las centrales nucleares, y para armas nucleares.
La industria nuclear, en crisis
Sin embargo, los últimos años no han sido una etapa dorada para la industria nuclear francesa, sino más bien una de plomo. Sigamos con el caso de Le Creusot: la forja para componentes de reactores saltó todas las alarmas en 2016 por una serie de irregularidades. Se reveló que, durante años, había habido falsificaciones. Más que componentes, se forjaba fraude. En vez de retirar estas piezas, se falsificó varios informes, afectando la credibilidad de las inspecciones de seguridad. Este escándalo afectó al nuevo proyecto en construcción, el reactor de poder evolucionario (EPR), que terminó en una tumba de mil millones de euros.
Junto con el caso Le Creusot, toda una batería de inexactitudes y fallos arrojaron una luz no favorable sobre la industria nuclear francesa. La construcción de un nuevo EPR en Flamanville, junto con otros en el extranjero, acabóo en los titulares tras años de retrasos y sobrecostes. El constructor, el gigante EDF, no quiso afrontar el coste de la debacle a solas, así que también culpó al otro gigante Areva. Sin embargo, desde 2018 Areva ya no existe.
Para prevenir la bancarrota, el estado ha inundado a Areva con subsidios sin fin. Se dividió a la compañía en la empresa pública Nueva Areva (Orano), responsable del ciclo de uranio, y la división de construcción Areva NP (Framatome), que incluye la forja Le Creusot. Mientras tanto, el 80% de EDF es público, y afronta increíbles deudas de hasta 41 mil millones de euros a finales de 2019, de acuerdo con el Ministerio de Economía francés.
El ADN nuclear, la identidad francesa
Así que el objetivo es resucitar un sector en crisis. Y el discurso de Macron ante los directivos de Framatome llegó en el momento adecuado. Por un lado, hay intereses económicos, dados los problemas de EDF. Por el otro, existe una identidad francesa y capacidad militar que se basa en el estatus nuclear del país. En el periodo post-guerra, la imagen de Francia se ha basado en su sector nuclear. En Le Creusot, Macron no solo alabó a los presentes, también anunció la construcción de un nuevo portaaviones. Que funcionaría a base de energía nuclear, por supuesto.
El proyecto NUWARD: un ejemplo
Entre los presentes en Le Creusot no solo se encontraba Framatome, sino también EDF, Orano y el contratista de defensa Grupo Naval. Todos los presentes formaban un híbrido entre gobierno y empresas privadas, entre intereses civiles y militares. Con la excepción de Orano, todos conectados con el reactor modular pequeño (SMR) conocido como NUWARD. La última esperanza blanca del lobby nuclear.
NUWARD comenzó hace diez años, cuando se comisionó a los contratistas EDF, Grupo Naval (entonces DCNS), la nuclear estatal, el centro de investigación energética CEA y la entonces Areva con los estudios iniciales. Se invitó al poco a TechnicAtome (antes, Areva TA), un especialista en los sistemas de propulsión nuclear marina, para el diseño preconceptual. Finalmente, en septiembre de 2019, todas las partes presentaron su proyecto NUWARD ante la Conferencia General del Organismo Internacional de la Energia Atómica, en Viena.
Insistieron entonces en los beneficios de NUWARD como una potencial exportación para el mercado energético global. En que era necesario para satisfacer las crecientes demandas energéticas en un contexto de mayor población y crisis climática. Una vez más, se alababa la nuclear como una solución climática. Se pretende que el pequeño NUWARD, con una capacidad de 340 MW, complemente un EPR con una capacidad de aproximadamente 1700 MW.
Las aplicaciones civiles no son las únicas, sin embargo. El nuevo portaaviones, destinado a reemplazar el retirado de Gaulle a partir de 2038, se propulsará a base de energía nuclear. Detrás del proyecto, TechnicAtome y el Grupo Naval. La nueva generación de submarinos franceses, ahora mismo en desarrollo, se adscribe al programa Barracuda, que mantiene una base nuclear, para la satisfacción de TechnicAtome y el Grupo Naval. De acuerdo con ASAF, la asociación de apoyo al Ejército francés, este programa supone una oportunidad de acumular conocimiento para aplicar al terreno militar.
De la investigación a líder en armamento
Un vistazo más atento a los miembros del proyecto y sus actividades muestra que la relación militar-civil no es nueva. Por ejemplo, el Grupo Naval, la CEA y TechnicAtome guardan una conexión militar mediante Barracuda. El Grupo Naval, que se autodenomina como “líder europeo en defensa naval”, es propiedad en dos terceras partes del estado francés. En un 33%, por el contratista de defensa Grupo Tales (a su vez, propiedad en un 33% del estado francés). Junto con sus proyectos mayormente militares, el grupo se mantiene activo en el sector civil, como con el caso de EPR4 o mediante proyectos energéticos offshore.
Mientras tanto, Grupo Naval es propietario en un 20% de TechnicAtome, cuyo principal negocio es la propulsión marina nuclear. Es más, la corporación busca negocio en el sector civil. Por ejemplo, fue responsable del sistema de seguridad de Hinkley Point, en Reino Unido. TechnicAtome surgió en los 70 del instituto de investigación estatal CEA, que retiene acciones de la empresa, junto con el estado y con EDF (propiedad estatal en un 85%).
Se puede entender la CEA como un símbolo de la interdependencia en la industria nuclear, tan civil como militar. La CEA fue fundada tras la Segunda Guerra Mundial, y supervisa toda investigación nuclear francesa, tanto civil como militar. A día de hoy, es enteramente pública. Debemos notar los privilegios que retiene: solo responde ante el presidente y no queda sujeta a ningún control sobre su financiación, al contrario que otras instituciones gubernamentales.
France Nucléaire, Quo vadis?
Para el jefe de estado francés, abolir la doble dimensión civil-militar de la nuclear no tiene sentido alguno. Es más, ilustra la coherencia entre la autonomía estratégica y la independencia energética. Y esto queda evidente ante el público, como ocurrió en Le Creusot.
Por tanto, para el estado francés no solo resulta esencial apoyar la decadente industria nuclear civil. También resulta imperativo. Lo hace no solo con la compra de acciones (como con Areva). Durante años, Macron ha ejercido de lobby en Bruselas para que se de mayor prominencia a la energía nuclear como parte de la estrategia climática de la UE, con la esperanza de recibir dinero del Green New Deal.
La masiva ayuda estatal queda destinada a la energía nuclear civil francesa, porque el presidente francés no puede permitirse, ni se permitirá, renunciar al componente civil. Como remató Macron en Le Creusot: “nuestro futuro estratégico depende de la energía nuclear”.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/desconexion-nuclear/el-complejo-nuclear-frances- - Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International. Traducción de Raúl Sánchez Saura. Imagen de portada: El presidente de Francia, Emmanuel Macron, varando un submarino nuclear.