“Las necesidades artificiales están destruyendo el planeta”

Entrevista con el sociólogo Razmig Keucheyan: En septiembre de 2021 se publicó el libro del sociólogo Razmig Keucheyan Las necesidades artificiales. ¿Cómo salir del consumismo? Keucheyan es profesor de sociología en la Universidad de Bordeaux, Francia. Entre sus últimos libros se encuentra La naturaleza es un campo de batalla. Ensayo de ecología política y Hemisferio izquierda. Una cartografía de los nuevos pensamientos críticos.

Por: Josefina L. Martínez

En tu libro te refieres a la paradoja de las necesidades en el capitalismo. ¿Puedes explicarlo y darnos un ejemplo actual?

El capitalismo satisface muchas necesidades, pero su misma satisfacción conduce a la aparición de necesidades siempre nuevas. Más concretamente, promete satisfacción, pero a la larga proporciona una eterna insatisfacción al consumidor. Todos hemos experimentado este fenómeno en cierta medida: la compra no apacigua la necesidad de comprar, o sólo la apacigua durante un corto periodo de tiempo. Se desencadena una nueva necesidad de comprar. La publicidad y la "financiarización de la vida cotidiana", es decir, vivir a crédito, son dos de las principales causas de esta tendencia. Por otra parte, es evidente que existen enormes desigualdades en cuanto a la satisfacción de las necesidades. En el capitalismo, la satisfacción de las necesidades depende del poder adquisitivo. Sin dinero, algunas de las necesidades más básicas simplemente no serán satisfechas, o lo serán mediante servicios públicos. Por lo tanto, una de las paradojas de las necesidades en el capitalismo es que, por falta de dinero, muchas necesidades esenciales de las personas de todo el mundo no se satisfacen, mientras que las personas que pueden permitírselo son capaces de satisfacer necesidades "artificiales" mediante el consumismo. Esto es absurdo. La única manera de salir de esta contradicción es desconectar la satisfacción de las necesidades de la lógica del dinero y de los mercados. Esto es urgente, ya que la proliferación de necesidades "artificiales" también está destruyendo el planeta, porque lleva a producir y consumir demasiadas cosas.

Las tendencias ecodestructivas del capitalismo plantean una paradoja adicional, la experiencia de la privación sobre lo que antes se consideraba como algo dado para siempre. Los bosques, el agua limpia, el aire respirable... Como resultado de esta privación, ¿surgen nuevas resistencias?

La privación es un concepto que tomo prestado del gran psiquiatra británico del siglo XX Donald Winnicott (1896-1971). Se interesaba por los casos de trastornos mentales entre los niños que tenían su origen en una necesidad antes satisfecha que ya no lo estaba: casos de privación, como él los llamaba. Cuando los padres se divorcian, por ejemplo, el niño ya no disfruta de un entorno emocional estable, pero el recuerdo de ello puede volver a perseguirle. Según Winnicott, esto puede llevar a diversas formas de rebelión, o incluso de violencia. Enseñó que la rebelión era una forma normal de hacer frente a la necesidad no satisfecha durante mucho tiempo. En mi libro, doy un significado político a este concepto de privación. La crisis medioambiental puede interpretarse como una forma de privación colectiva: las necesidades que antes se satisfacían -agua limpia, aire respirable, etc. - ya no están disponibles, o son cada vez más escasas. El sentimiento de privación que experimentan muchas personas da lugar a nuevas formas de resistencia o reivindicaciones políticas. En mi libro me interesó especialmente el movimiento por el derecho a la oscuridad o dark-sky. Se trata de un reciente movimiento social internacional que lucha contra la contaminación lumínica, es decir, el exceso de iluminación en entornos urbanos y naturales, que provoca enfermedades entre los humanos, altera los ciclos naturales de vida de animales y plantas, y hace desaparecer la oscuridad nocturna. La idea de que la oscuridad es una necesidad humana básica, y que hay que luchar por recuperarla, me parece muy interesante, y propia de una nueva forma de movimiento social surgida en el contexto de la crisis medioambiental. Por lo tanto, como en Winnicott, este es un caso en el que la privación lleva a la resistencia.

Tú dices también en el libro que desde hace varias décadas la crisis ambiental es objeto de militarización y que los grandes ejércitos del planeta se preparan para “guerras del clima”, ya que ven la crisis climática como una batalla campal en la cual la creciente escasez puede producir conflictos extremos. ¿No estamos hablando entonces de situaciones catastróficas, de una inusitada violencia, y la posibilidad de estallidos sociales más generalizados?

Sí. La militarización de la crisis climática, con la creciente posibilidad de “guerras verdes” o “guerras climáticas”, es un tema que elaboré en mi anterior libro, La Naturaleza es un campo de batalla (traducido al español por Clave Intelectual, 2016). Las grandes potencias y sus ejércitos llevan décadas preparándose para un mundo en el que los recursos (petróleo, agua, etc.) se vuelven escasos, las migraciones climáticas podrían desestabilizar regiones enteras, especialmente en el Sur Global, y las catástrofes naturales tendrán consecuencias perturbadoras. Los ejércitos consideran que tendrán un papel importante en la gestión de este caos climático. Curiosamente, en la mente de los militares, por ejemplo en los ejércitos estadounidense o francés, esto conecta con otro tema: el terrorismo. Muchos estrategas militares creen que el caos climático provocará más pobreza y desigualdades, y que esto fomentará las redes terroristas en el Sur Global, que prosperarán gracias al caos. De ahí que consideren que su papel no sólo es el de mantener la paz, sino también el de garantizar o restablecer la “seguridad natural”, es decir, gestionar los recursos y los ecosistemas para que la pobreza no crezca completamente fuera de control. Es lo que he llamado el “nuevo ecologismo militar”. En cualquier caso, que el mundo en el que nos adentramos se vuelva cada vez más violento es ciertamente una posibilidad. Pero no es inevitable y, en mi opinión, las fuerzas políticas y sociales de la izquierda deberían defender que las transformaciones profundas de nuestro sistema económico -para ser claros: el fin del capitalismo- es la única manera de contener la violencia dentro de ciertos límites.

Para leer la entrevista completa: https://www.laizquierdadiario.com/Las-necesidades-artificiales-estan-destruyendo-el-planeta 

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