Paiche: el pez invasor que avanza sin trabas por los ríos amazónicos de Bolivia
Un criadero artificial del pez llamado paiche (Arapaima gigas) en un lago del departamento Madre de Dios, en Perú, fue rebasado por una repentina crecida de sus aguas producto de fuertes lluvias. Las corrientes arrastraron a los peces jóvenes al cauce del río Madre de Dios y allí hicieron su nuevo hogar. En este afluente cruzaron de un país a otro y, en 1976, se vio a la especie por primera vez en Bolivia. Sin embargo, fue en los últimos 15 años que este pez de enorme tamaño revolucionó la vida de las comunidades que viven a las orillas de los ríos de la Amazonía boliviana, pues encontraron en él un importante motor para su economía.
por Ivan Paredes Tamayo
A pesar de esta bonanza, los problemas ecológicos que probablemente causa este pez no han sido suficientes para que el gobierno de Bolivia lo catalogue como una especie invasora y, hasta ahora, se le considere únicamente como una especie introducida. Para lograrlo, expertos coinciden en que “se necesitan más estudios para verificar qué variedades de peces están en riesgo con su presencia”.
En tres claves, explicamos la situación de este gigante de las aguas dulces amazónicas de Bolivia.
¿Cómo es el paiche?
Este pez nativo de zonas adentradas en el norte de la Amazonía no tiene enemigos naturales en los ríos bolivianos. Es un depredador por excelencia y se obsevaron ejemplares de tamaños descomunales de más de 3 metros de largo. El pez puede llegar a pesar más de 300 kilos y su carne es considerada “muy deliciosa”.
Se calcula que su expansión alcanza una velocidad promedio de 33 kilómetros por año. Luego de adueñarse de la región del Madre de Dios, el paiche también encontró en los arroyos y lagunas del norte de Bolivia las condiciones ecológicas para su reproducción y eventual dispersión por el interior del país. El paiche deja sus huevos en las orillas de los ríos y su proceso de reproducción se está dando con éxito en los afluentes bolivianos.
La presencia del paiche en Bolivia se ha convertido en uno de los casos paradójicos de invasión de una especie exótica, pues en su área de distribución natural —Perú y Brasil— se encuentra amenazada por la sobrepesca.
La pesca del pez invasor
Desde 2011, la pesca anual del paiche en el norte boliviano se ha triplicado y la especie representa alrededor de tres cuartos del ingreso anual de un pescador profesional. A pesar de los beneficios económicos que estaría representando, sus impactos a la biodiversidad son poco estudiados y la regulación y control de este tema por parte del Estado destacan por su ausencia.
“El paiche ocupa un lugar muy importante en las cadenas de valor y ha desplazado a las especies nativas en la pesca, como el surubí, el pacú y otras más. Ahora están pescando un 70 % de paiche porque es más fácil”, dice Paul Van Damme, biólogo y director de la Fundación Faunagua, organización no gubernamental dedicada a la investigación y manejo de los recursos hidrobiológicos y los humedales de Bolivia.
Aprovechamiento de esta especie
Del Arapaima gigas se aprovecha todo: su carne, su cuero y hasta su lengua. La carne se comercializa en las principales ciudades del país y el kilo cuesta hasta 60 bolivianos (8,5 dólares) en mercados de La Paz. Del cuero se hacen carteras, billeteras y otros accesorios. Este insumo se trabaja en ciudades orientales de Bolivia. Su áspera lengua se deja secar y se utiliza como lija o rallador de cocina; también se la pulveriza y se la ingiere para combatir los parásitos intestinales, según la cultura tradicional.
Los efectos del paiche para otros peces y el ecosistema
Van Damme asegura que no existen investigaciones en Bolivia que puedan corroborar qué especies nativas fueron fulminadas por la presencia del paiche. Lo cierto es que uno de ellos, el tucunaré (Cichla ocellaris), un pez que habitaba en el río Paraguá, ahora ya no se ve en esa zona.
“Asumimos que el impacto del paiche es bastante grande porque es un depredador que come peces nativos. Esta especie, más que ningún otro pez, consume todo lo que cabe en sus enormes mandíbulas ganchudas, además de tragar semillas, hojas, piedras y lodo. Los expertos coinciden en que es un brutal carnívoro y destructor del ecosistema.
Los pocos estudios realizados coinciden en que, para mitigar el impacto negativo del paiche, se debe regular su aprovechamiento y controlar a la especie hasta que no represente un problema para otras especies, pues admiten que el paiche ocasionó la disminución de peces nativos en su paso por los ríos amazónicos bolivianos desde hace más de 40 años.
Fuente: https://es.mongabay.com