Chile: Todo contra el negocio forestal

Hay varios documentales que explican el problema de los monocultivos. Varios reportajes de prensa. Varias/os especialistas en temas de madera, de bosque, de forestación. Aún así, se publican columnas de opinión, en medios hegemónicos, en las que se señala que el problema de los incendios forestales se debe a la incapacidad del gobierno. Si hay algo en lo que el gobierno ha sido, es y probablemente será, incapaz de detener esta forma tortuosa de tratar a la tierra, de cuidar al propio país del que tanto se vanaglorian los patriotas. De esta tierra, de la cual el Estado se siente dueño, como si la propiedad realmente fuera algo valioso.

Por Elisa Massardo


Ahora, después de que se han quemado más de 400.000 hectáreas (casi 300% más que el periodo anterior), que hemos pasado cerca de un mes con nubes de humo en todo el país, arruinando aún más el aire que está asqueroso hace décadas; que hemos gastado más agua y arrojado más químicos de lo que podíamos imaginar, en apagar el fuego de la industria que más agua consume al año; ahora que vienen brigadistas a nivel internacional, para -insisto- apagar el fuego de esta industria que solo aporta cerca del 2-3% del PIB anual (dependiendo del informe que se lea); cuando ya se ha confirmado la muerte de más de 10mil animales; ahora, es cuando se debe poner fin a una de las empresas coloniales que más éxito ha generado en el mundo.

Fuente: escenarioshidricos.cl en https://www.infraestructurapublica.cl/consumo-de-agua-en-chile-quienes-gastan-mas-y-cuanto-influyen-los-hogares/ Publicado en enero, 2022.

Porque no van a decir los aristócratas y burgueses chilenos que vendieron esta tierra a los europeos, que no sabían lo que estaban haciendo. Porque sí, desde los inicios de la República ellos viajaban a las europas y veían sus lindos bosques de árboles nativos que se mantienen hasta el día de hoy en sus carreteras; mientras acá donde habitan las/los latinas/os, las/los indias/os, las/os otras/os sin importancia, las/los bárbaras/os, saqueaban, robaban y vendían las tierras -como lo siguen haciendo-, al mejor postor para que el negocio forestal haga sus porquerías sin precaución alguna. Y viene, entonces, el ministro de agricultura a hablar de ¿un royalty? Cuando tiene toda una región quemada, gente que perdió sus casas, sus trabajos y ¿piensa en cobrar un impuesto específico? Que, por lo demás era improbable porque la industria forestal es “renovable”, lo cual no garantiza nada más que más incendios a futuro.

Claro que el gobierno tiene responsabilidad, pero no por demorarse en llamar a las empresas privadas para que ayuden -acción que, en todo caso, podían hacer por sí solas-, o en llegar tarde en la vigilancia de los incendios intencionales, o en lo que quiera decir la oposición. Tiene una responsabilidad imperiosa y ahora puede realizarla. Y no, no es tan superfluo como regular aún más el negocio forestal, según indicó el Presidente; tampoco es como dice la ministra Tohá, que el gobierno tiene una agenda y este tema, a nivel impositivo, puede quedar para otro gobierno. Porque las agendas son móviles y deben responder a los problemas del minuto, no solamente centrarse en su planificación y sus estrategias, eso es lo que hacen los gobiernos autoritarios que no ven más que a sí mismos. Los gobiernos como este, que se dice progre y consciente de la Pachamama, de la paridad y de la igualdad, bueno, así como todos los otros, tiene la misión de trabajar los temas urgentes. No más industria forestal en este país, que ya se hace pedazos con la minería y las empresas de energía. Paremos unos minutos, recordemos ideas, nociones que se manejaron durante la campaña porque las promesas ya se saben -desde siempre- ficticias, y pensemos en crear nuevos procesos de financiamiento, nuevas formas de trabajo y no busquemos desgastar más esta naturaleza artificial que nos quema.

Por último, no olvidemos que eliminar la industria forestal, sí, dejaría sin trabajo a un número importante de personas (cuya contratación estuvo a la baja en los últimos años); pero a la vez liberaría millones de hectáreas (más de 2 millones en 2018), que podrían utilizarse para otras formas de generar trabajo, esperemos que más digno; y, de paso, ayudaría a eliminar el famoso delito de “robo de madera”, que ayuda al crecimiento de la sobrepoblación de las cárceles; contribuiría a disminuir la escasez hídrica; mejorar las condiciones de la erosión del suelo; pero, nada menos importante, ayudaría a tener un verano más seguro a todas las regiones y personas afectadas el próximo 2024. Es más, ni siquiera es necesario limitarla del todo, sino solamente reducirla a un mínimo no riesgoso, lo que no se logrará solamente con una mayor regulación, un impuesto o más policías supervisando que no existan incendios intencionales.


Fuente: https://www.elciudadano.com/columnas/todo-contra-el-negocio-forestal/02/23/

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