La amenaza del uranio en el territorio australiano
Hace 70 años comenzó la minería de uranio en la región de Kakadu y el extremo norte australiano. Desde entonces, la historia del uranio de Kakadu ha causado dolores y titulares pero, por fin, ha llegado a su fin con el cierre de la mina de uranio Ranger en 2021. Lo importante ahora es pasar de la preocupación por el daño de la actividad minera a preguntarnos cómo rehabilitar los espacios naturales destruidos y contaminados.
Rebecca Lawrence
Dave Sweeney
Instituto de Medioambiente de Sydney, Fundación por la Conservación de Australia
Australia tiene un historial bastante deprimente en cuanto a la rehabilitación de minas. Muchas se abandonan sin más, y las rehabilitadas suelen fracasar, lo que apunta a la necesidad de monitorizar y gestionar estas zonas de manera constante. En muchos casos, las compañías mineras y sus accionistas se retiran, obligándose a las comunidades indígenas a vivir junto con legados tóxicos y a solas en su lucha por la limpieza por parte del gobierno de los espacios naturales. Dos operaciones de Rio Tinto en Mary Kathleen, en Queensland oriental, y Rum Jungle, en el Territorio Norteño siguen sin una rehabilitación adecuada y suponen una fuente continua de destrozos medioambientales. Esta rehabilitación fallida y la tendencia de pasar los gastos privados a las arcas públicas ha de evitarse a toda costa con Ranger.
Y, sin embargo, todo apunta a que se repetirá la historia de siempre. Todavía no sabemos gran cosa acerca del cierre y rehabilitación de Ranger. Pese a que ya ha sucedido, el operador de la mina, Recursos Energéticos de Australia (REA) sigue sin pronunciarse. Por ejemplo, no han provisto de modelos de los caminos recorridos y los volúmenes totales de los restos tóxicos, que saldrán de la zona y pasarán, lo más probable, por el Parque Nacional de Kakadu.
Otra omisión clave en el plan de cierre es la ausencia de la más mínima investigación previa sobre sus efectos sociales. No se ha prestado atención a las poblaciones aborígenes, que han sufrido de manera desproporcionada la minería de uranio, o cualquier estudio sobre cómo les iba a afectar el cierre. Esta omisión supone una profunda injusticia social, inconsistente con las expectativas de la ciudadanía ni con los mayores estándares internacionales.
No han provisto de modelos de los caminos recorridos y los volúmenes totales de los restos tóxicos, que saldrán de la zona y pasarán, lo más probable, por el Parque Nacional de Kakadu.
REA es parte del grupo global Rio Tinto. Rio, propietaria de REA al 86%, ha recibido fuertes críticas por su destrucción del patrimonio aborigen en la Garganta de Juukan en la región de Pilbara, al oeste. Como accionista mayoritario de REA en Ranger, existe un serio peligro de que, de nuevo, no estén a la altura. De que la rehabilitación sea una chapuza y que no pongan una financiación estable para el cuidado de Ranger tras la clausura. Existe el requisito de que la empresa aisle desechos tóxicos durante 10.000 años, pero ¿cómo se va a hacer eso sin financiación para dicha gestión?
La Commonwealth presionó entre bambalinas para que se abriera la mina de uranio de Ranger a principios de los 80. Y, ahora que la mina ha cerrado, no se les ve por ninguna parte. No hay ningún proceso regulatorio claro para la rehabilitación y control de las minas clausuradas, ni tampoco de cómo financiarlos o llevarlos a cabo. Una rehabilitación exitosa depende de que la Commonwealth fuerce a REA y Río Tinto a asumir decisiones honestas y responsables. Pese a la retóricas responsable, ninguna empresa minera lo hará por voluntad propia, ya que lo que les preocupa son las libras, dólares y euros. La Commonwealth debe dar un paso adelante y asegurar que el medioambiente de Kakadu y su población humana estén protegidos y que se declare la zona como Patrimonio Mundial para que reciba las atenciones que merece.
Otro problema esencial para el éxito de la limpieza y clausura de Ranger son los plazos tan poco realistas que se han impuesto para la rehabilitación. Ranger es la mina de uranio australiana que ha estado activa durante más tiempo. Se impuso pese a la oposición explícita de la población local, que durante 40 años han sufrido las polémicas operaciones en un entorno tropical monzónico. Y no cualquier entorno tropical: la mina es una zona industrial rodeada por el Parque Nacional más grande del país, Kakadu.
El Parque Nacional de Kakadu es Patrimonio Mundial por partida doble, dado su gran valor natural y cultural. Esto obliga a que Ranger sea rehabilitada para que pueda incorporarse a este entorno único. Lo cual no es sencillo y los planes a día de hoy no están a la altura del deber. El periodo de rehabilitación se extiende de enero de 2021 a enero de 2026. Cinco años no bastan para reparar de manera estable y significativa un panorama tan afectado. En consecuencia, toman atajos y malas decisiones, en vez de dedicar el tiempo y las atenciones necesarias.
El pueblo mirarr y gran parte de la sociedad civil están exigiendo a la Commonwealth y a la empresa que extiendan el período de rehabilitación para afrontar la complejidad de este desafío y aumentar la posibilidad de un éxito.
El cierre y limpieza de Ranger es un duro examen sobre el compromiso, la competencia y credibilidad de Río Tinto y la Commonwealth. Ambas partes tienen una responsabilidad para corregir décadas de daños medioambientales y disrupciones comunitarias.
Sin mayor claridad, financiación, tiempo y transparencia, el futuro de Kakadu queda lejos de estar asegurado. Y este es un precio demasiado caro. Hay muchas personas en Australia y todo el planeta a las que les preocupa la rehabilitación de Ranger y hace falta mucho trabajo, y muy delicado.
El desafío queda claro: es considerable. Y ahora nos toca estar a la altura.
Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International. Fuente: https://www.elsaltodiario.com/desconexion-nuclear/la-amenaza-del-uranio-en-el-territorio-australiano - Traducción de Raúl Sánchez Saura. Imagen de portada: La mina de uranio Mary Kathleen, clausurada, no ha limpiado su entorno y sigue contaminando zonas naturales. Fuente: Beyond Nuclear International BEYOND NUCLEAR