Tiburones: Los cazadores cazados
El documental “Sharkwater” denuncia el tráfico a nivel mundial con las aletas de tiburón.
Steven Spielberg ha hecho un buen trabajo. Si aún hoy hay nadadores que surcan las aguas frente a la playa con un poco de miedo al monstruo que podría estar acechando en las profundidades, la culpa también es de la película “El tiburón blanco”, cuya primera parte se estrenó hace 33 años. Desde entonces, según parece, el depredador no logra deshacerse de la imagen de devorador de hombres.
Rob Stewart, fotógrafo submarino y creador del documental “Sharkwater”, quiere cambiar eso. Dice: “Es un hecho que los tiburones no comen seres humanos. Si lo hicieran, me hubieran devorado hace mucho tiempo.” El canadiense tiene que saberlo: ha grabado sus protagonistas durante cuatro años. Su objetivo: todo el mundo debe darse cuenta de que los tiburones no son nuestros enemigos, sino seres bellos e inteligentes, huidizos e injustamente temidos.
© Rob Stewart
Como prueba, Stewart muestra en su película espectaculares imágenes, por ejemplo, una escena en la que él abraza un tiburón de arrecife caribeño, de unos dos metros de largo, y lo acaricia como si se tratara de un cachorro. Y proporciona estadísticas: según estas, los tiburones sólo matan a cinco personas cada año; los elefantes y los tigres, a cien; y en los accidentes de tráfico se mueren 1,2 millones de personas al año.
Pero “Sharkwater” tiene un subtítulo: “Cuando los tiburones mueren”. Pues Stewart también quiere llamar la atención sobre el llamado “fish finning”. Sobre todo en las aguas de Costa Rica, cada año se capturan millones de tiburones con largas cuerdas equipadas de ganchos. Su carne prácticamente carece de valor, pero las aletas se venden en el sureste de Asia como costosa delicia culinaria: es un negocio que mueve miles de millones de euros. Por eso, los pescadores cortan las aletas a los peces y tiran los cuerpos al mar.
Rob Stewart vivió las prácticas de los cazadores de tiburones por primera vez en abril de 2002. Estaba de excursión frente al litoral de Costa Rica para rodar idílicas imágenes submarinas, junto al ecologista y cofundador de Greenpeace Paul Watson, del Sea Shepherd Conservation Society. Después de pocos días se toparon con furtivos que cazaban tiburones. Aunque el “Ocean Warrior” surcaba las aguas con una invitación del presidente de Costa Rica, el barco fue amenazado por cañoneras y la tripulación fue llevada a juicio. El proyecto de Stewart dio un giro: hasta 2007, rodó en 15 países más de 400 horas de material para mostrar cómo las poblaciones de tiburones son aniquiladas a nivel mundial y qué gigantesca industria se oculta tras los sucios negocios de la mafia de las aletas de tiburón.
Los tiburones ya existían hace 450 millones de años, mucho antes de los dinosaurios. Son supervivientes natos. Pero en los últimos 30 años, afirman los expertos, su número se ha reducido en un 90 por ciento a nivel mundial –a manos del hombre-.
Fuente: www.sharkwater.de