‘El bosque invisible’





Fitoplancton rodean las Islas Malvinas 15 de enero de 2008 satélite y sensores Terra-MODIS

Por: Norberto Ovando *

Adital -

Existe una conciencia internacional acerca de la importancia de conservar los bosques tropicales y otras áreas forestales, llamados "pulmones del planeta". Pero aún no se ha logrado concientizar acerca del rol de la fotosíntesis oceánica. Sin embargo, los océanos contribuyen en el 50% del total de la producción primaria mundial. El fitoplancton marino representa por lo tanto "el bosque invisible".

El satélite Terra captó una concentración de plantas microscópicas que crecen y se multiplican sobre la superficie del océano Atlántico sur. / NASA 2007
Fitoplancton



Algunos escritos dicen que el creador del microscopio Anton van Leeuwenhoek, fue quien observó por primera vez, en 1676, el fitoplancton, vocablo compuesto por las palabras Phyto Fito= "Luz/Planta" y Plancton= "Flotante/Suspendido".

 

Fitoplancton / Imágenes NASA
Científicos de la NASA tienen la teoría de que hace 3.500 millones de años el mundo cambió para siempre. La aparición de pequeños organismos con la habilidad de convertir la luz del sol, calor, agua y minerales en proteínas, carbohidratos, vitaminas y aminoácidos marcó el inicio de la vida.
Estas plantas unicelulares conocidas como fitoplancton, son la base de todas las demás formas de vida en el planeta tierra. El fitoplancton marino es consumido por las más pequeñas y las más grandes formas de vida: Desde microscópicos crustáceos hasta las enormes Ballenas
El fitoplancton marino es responsable de producir el 90% del oxígeno de la tierra.
Observación satelital
La distribución del fitoplancton queda restringido a la capa más superficial del océano dada las condiciones que requiere de presencia de luz para poder realizar la fotosíntesis.
Se distribuye por todos los mares y océanos del planeta Tierra siendo fundamentales en el mantenimiento de la concentración de oxígeno en el océano y en la atmósfera.
Muchos factores se combinan para hacer que el Océano Atlántico frente a las costas de la Argentina sea un ecosistema altamente productivo. En esta región, los ricos nutrientes aportados de la Antártida se mezclan con el agua salada y de mayor temperatura que fluye del sur de Brasil. Otra fuente de nutrientes es la de Río de la Plata, el gran estuario que a través de los ríos Paraná y Uruguay vacía en el océano sedimentos ricos en hierro. La infusión de agua dulce de los ríos también lleva la escorrentía agrícola y otros nutrientes hacia el océano. Entre la surgencia creada por la convergencia de las corrientes y el flujo de nutrientes desde el Río de la Plata, las aguas del Atlántico Sur son un paraíso para la vida

El fitoplancton, se reproducen gracias a los nutrientes presentes en las aguas del sur argentino, producto de la interacción de las corrientes oceánicas de las Islas Malvinas y de las corrientes originadas en la región antártica que convergen en las costas de la Patagonia argentina, proporcionando el "fertilizante" que ayuda al crecimiento de estas microscópicas plantas marinas. El efecto resultante es la extensa franja de brillantes tonalidades verdes y azules formada por una densa concentración de plantas microscópicas que se observa en las imágenes satelitales, a lo largo de las aguas continentales del sur argentino.
El aumento de las temperaturas oceánicas en los últimos años ha provocado el descenso de la producción global de fitoplancton. Sin embargo, las evidencias sugieren que a pesar de ello, la producción de fitoplancton en las aguas del sur argentino se incrementó levemente, por lo que la comunidad científica se encuentra siguiendo desde el espacio a este fenómeno, para analizar sus causas y efectos.
Como sumidero de carbono
Por otra parte, el fitoplancton juega un importante papel en el ciclo global del carbono. Al igual que como todas las plantas, el fitoplancton absorbe el dióxido de carbono atmosférico, convirtiéndose en un depósito fundamental de los gases efecto invernadero.
El papel asignado al océano como sistema que controla el cambio del clima se percibe más claramente cuando se conoce su capacidad para absorber, cada año, unas dos gigatoneladas de CO2 desde la atmósfera (una gigatonelada equivale a mil millones de toneladas). Esa enorme cantidad de carbono es retenida en las aguas profundas oceánicas durante centenares o millares de años, o es sepultada en los sedimentos durante millones de años.
Este proceso de transporte de carbono desde la atmósfera hacia las aguas profundas y los sedimentos oceánicos suele identificarse como la "bomba biológica oceánica", y es que realmente se trata de un bombeo continuo mediado por la actividad de organismos que habitan las aguas superficiales del océano. Las algas microscópicas que constituyen el fitoplancton absorben el CO2 que se ha disuelto en el agua en contacto con la atmósfera para, como cualquier planta verde terrestre, sintetizar materia orgánica con la ayuda de la energía de la luz.
Investigadores liderados por el profesor Michael Behrenfeld de Oregon State University  determinaron que, "El fitoplancton del océano, parece que no es capaz de absorber el exceso de CO2 producido por el hombre". "Aunque se creyó en un pasado que parte de ese exceso podría ser fijado por este fitoplancton, la escasez de hierro le impide realizar ese trabajo".
También señaló que "la productividad en los océanos decrece cuando el clima es más cálido", y que, por lo tanto "hay una relación inversa entre el aumento de las temperaturas y la disminución de producción de fitoplancton".

El hierro de los fondos marinos
La cantidad de hierro que emerge de las profundidades a la superficie marina podría influir en el cambio climático más de lo que se creía.
Un grupo de científicos franceses y australianos opinan que la existencia de hierro en las profundidades marinas y su impacto en el crecimiento de microalgas en el mar es un factor que afecta al clima porque esos organismos son capaces de convertir el CO2 de la atmósfera en materia orgánica que es transportada y almacenada en las profundidades marinas.
George Russ desarrolló un proyecto a gran escala, mediante el cual planea arrojar varias toneladas de hierro en aguas del Océano Pacífico Sur, sobre un área de 10.000 kilómetros cuadrados, cerca de las Islas Galápagos, esperando estimular el crecimiento del fitoplancton, con el hierro actuando como una especie de abono a gran escala.
La teoría de Russ es muy simple: a más hierro, más biomasa, más oxígeno, y lo más importante, menos CO2. Menos CO2, sería igual a menos efecto invernadero, y por ende, menor calentamiento global.
El investigador oceanográfico estadounidense Paul Falkowski expresó  su preocupación por el cambio climático global ya que, según dijo, va a traer consigo "menos nutrientes en capas superficiales del océano, es decir, menos fitoplancton y menos producción, y eso significa menos peces".
Advirtió que "cuanto menos producción haya de fitoplancton menos organismos se irán acumulando de sedimento" y por lo tanto "se formará menos petróleo".
El investigador recordó la importancia de este conjunto de organismos, ya que los depósitos de petróleo provienen de "fitoplancton que se ha ido muriendo a través de los periodos geológicos".

Conocimiento
El fitoplancton, como dijimos es el primer eslabón de la gran cadena alimenticia del mundo acuático y por ello está considerado de alto valor ecológico.
Para un país como el nuestro con una gran actividad pesquera, el conocimiento de la dinámica de los productores primarios es vital para desarrollar modelos predictivos de pesquerías.

* Vicepresidente / Asociación Amigos de los Parques Nacionales (AAPN). Experto Comisión Mundial de Áreas Protegidas (WCPA) de la UICN. Red Latinoamericana de Áreas Protegidas (RELAP)

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