Cuba empieza a temerle a la sequía
IPS
La población cubana considera a los huracanes el desastre natural más devastador que azota a esta isla caribeña. Pero comienza a temerle por igual a la sequía, un fenómeno silencioso que este año podría alcanzar una intensidad sin precedentes.
“La sequía es tan grave como los ciclones. Ahora mismo toda la vegetación está amarilla y cualquier cosa puede producir un incendio”, contó Odalys Ramírez, una mujer de familia campesina que vive en el pueblo de Quivicán, en la provincia de Mayabeque, colindante con la capital y de las más afectadas por la crisis.
“Al menos no sufrimos problemas con el agua en las casas”, detalló la mujer, de 41 años, que conversó con Tierramérica al comenzar este mes de mayo, cuando oficialmente concluye la estación seca, que comienza en octubre en este país insular del Caribe.
Pero las autoridades tuvieron que tomar medidas de emergencia para proteger a cientos de miles de personas con el transporte de agua en camiones cisterna, análisis para modificar las fuentes de suministro en lugares con déficits del recurso, construir nuevas acometidas hídricas y profundizar y abrir pozos.
Para Ramírez, “en la agricultura sí se ha visto el impacto porque muchos productores no tienen turbina (sistemas de riego) y los animales reciben menos alimento por la falta de hierba”.
“Los campesinos son los que más padecen la situación porque su trabajo puede perderse o no rendir lo necesario”, valoró.
La etapa seca que concluye este mes dejó un mensaje claro sobre la intensificación en Cuba de sequías prolongadas y donde sus 11,2 millones de habitantes, que dependen sobre todo de las lluvias para tener agua en el sector residencial y el productivo.
El Centro del Clima del estatal Instituto de Meteorología reportó que la situación crítica al cierre de 2014 se agravó al concluir el primer trimestre de 2015, por un período “intenso y prolongado” de sequía que afecta a 63 por ciento del territorio, en especial a su mitad más occidental.
De las áreas afectadas, ocho por ciento correspondieron a déficits de lluvias de severos a extremos, 18 por ciento moderados y 37 por ciento débiles.
Hasta marzo las provincias más impactadas eran las occidentales de Pinar del Río, Mayabeque y Matanzas; las centrales de Cienfuegos y Villa Clara, y las orientales de Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo.
A fines de abril, por ejemplo, reportes de los medios locales informaron que las reservas de agua subterránea en la provincia de Ciego de Ávila presentaron la situación más crítica en las últimas cuatro décadas, con una falta de 61 por ciento de su capacidad explotable.
En algunas áreas del acuífero avileño, hasta se bombeó líquido del llamado punto muerto, que debe ser intocable porque se arriesga la intrusión salina en la fuente de agua y su consiguiente pérdida. Por ello, el ramo hidráulico redujo y vedó el riego en los sembrados en varias zonas.
Los medios locales califican como “graves” las consecuencias de la sequía, pero las autoridades no divulgan aún las pérdidas económicas sufridas por la escasez de agua y los esfuerzos extras para abastecer en carros cisternas a las poblaciones en situación crítica, para la ganadería y la agricultura.
La principal causa de la lenta recuperación de los acuíferos y el poco llenado de los embalses, 969 en todo el país, fueron las muy exiguas precipitaciones, según el Centro del Clima.
El problema se relaciona con el cambio climático y la consecuente elevación de temperaturas y los eventos naturales extremos.
El año pasado fue el más caluroso de los últimos 135 y el 26 de abril de 2015 figuró entre los días con mayor temperatura en medio siglo, con valores superiores a los 35 grados Celsius en 23 estaciones meteorológicas cubanas.
La estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información indicó que en 2014 el promedio total de lluvias en del país fue de 1.268 milímetros (1,26 litros por metro cuadrado), una caída de 17,2 milímetros con respecto a 2013.
Cuba califica entre los países de baja disponibilidad de agua por persona, con 1.220 metros cúbicos por habitante para todos los usos, que fuentes especializadas definen como “estrés hídrico moderado”.
“Todos los años vemos que disminuyen las lluvias históricas promedio”, dijo Alberto López, vicepresidente del gobierno de Cauto Cristo, un municipio rural de la provincia de Granma. “El año pasado fue atípico. Llovió más espacio de tiempo pero con volúmenes mínimos”, amplió en diálogo con Tierramérica.
“Por suerte desde hace bastante no pasa ningún huracán por aquí”, se alegró López, al tiempo que identificó a la sequía como el principal problema climático del municipio agropecuario de 21.000 habitantes.
“Dependemos del agua de lluvia… y más porque muy pocas fincas tienen sistema de bombeo de agua”, explicó.
Muy por debajo de su nivel habitual se vio el río Cauto, segundo más caudaloso de la nación caribeña y que pasa por este municipio oriental de 550 kilómetros cuadrados, constató Tierramérica. El funcionario reveló que la presa Cauto El Paso, la tercera más grande del país, tenía el embalse en 30 por ciento de su capacidad.
Por su parte, Manuel Sánchez, de la no gubernamental Asociación Nacional de Agricultores Pequeños en Granma, explicó a Tierramérica que las bajas precipitaciones impiden que embalses como el Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba, aporten agua de calidad al río Cauto para bajar sus altos niveles de salinidad.
“El agua que llega a la población sabe salada, lo que significa que prácticamente no sirve para el consumo humano y afecta la agricultura”, amplió. “Cuando hay sequía se reduce el volumen de agua y también la calidad del líquido disponible, trayendo problemas de salud y a los suelos”, especificó.
“En los últimos años los episodios de sequía se han incrementado en Cuba trayendo consecuencias muy perjudiciales”, alertó la investigadora Cecilia M. Fonseca, del Centro del Clima, en el artículo “Las condiciones de sequía y estrategias de gestión en Cuba”.
La experta recordó la sucesión de varios eventos extremos, que “acarrearon ingentes molestias a la población, cuantiosas pérdidas económicas y significativos daños sobre el medio ambiente”.
Entre 2004 y 2005 se reportó el suceso seco más crítico del último siglo de registros meteorológicos en el país, con pérdidas equivalentes a 40 millones de dólares. Y entre 2009 y 2010 la mitad occidental de la isla sufrió la sequía más severa en su historia.
Especialistas y la población revisaron otras cuestiones como el despilfarro y la deficiente gestión del ramo, porque en varios territorios hasta 50 por ciento del agua bombeada se fuga por salideros en redes envejecidas sin el adecuado mantenimiento.
“Se necesita implementar más medidas de racionalización y preservar las cuencas de aguas subterráneas siguiendo las normas sanitarias vigentes, límites de explotación y no contaminar ríos, lagos y pozos”, indicó a Tierramérica la especialista rusa Viera Petrova, residente en Matanzas desde 1970.
Alertó, además, sobre la vulnerabilidad de las comunidades costeras, donde se deben extremar cuidados para proteger las fuentes de agua de la intrusión salina.
Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, la sequía pasó a ser en 2013 el principal desastre en número de personas afectadas en América Latina y el Caribe. Más de 1,7 millones de personas sufrieron en 2014 la escasez de agua sobre todo en Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua.
Publicado originalmente por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.
Editado por Estrella Gutiérrez