El decrecimiento: una salida al estancamiento sistémico
Federico Demaria
¿Pero qué entendemos por decrecimiento? Este artículo esboza una explicación basada en el libro de recién publicación: Decrecimiento: Un Vocabulario para una Nueva Era .
En estos tiempos en que muchos intelectuales, políticos y economistas nos dicen que nada de lo que ellos consideran fundamental puede ser cuestionado, el decrecimiento es un término provocador que pone en discusión el falso consenso de que necesitamos crecimiento económico. El crecimiento tiene un precio, es alto, y no merece la pena. Tenemos que poner en el centro de la política la redistribución y la democracia real. Queremos prosperidad sin crecimiento, y se puede, ¡podemos!
El decrecimiento no ha de entenderse literalmente. Con él defendemos la hipótesis de que es posible vivir mejor con una vida más sencilla y en común, mediante otro tipo de sociedad y economía centradas en la redistribución de los recursos, la sostenibilidad de la vida y del medio ambiente y una democracia real. La propuesta no es reducir el PIB -no hay nada peor que una sociedad dependiente del crecimiento donde no hay crecimiento- sino generar nuevas preguntas y buscar alternativas a la sociedad que tenemos hoy en día basada en un sistema económico capitalista.
Si la recesión es menos de lo mismo, el decrecimiento es simplemente diferente. Propone abandonar la obsesión por el crecimiento económico, que beneficia a unos pocos y arruina a la mayoría. Como alternativa, podemos tratar de alcanzar políticas públicas y estilos de vida que contribuyan al bienestar de las personas, la justicia social y la sostenibilidad ecológica.
El crecimiento ha fracasado en la consecución de estos objetivos. Las investigaciones demuestran que no está relacionado con el bienestar de las personas. En cambio, se puede tener prosperidad sin crecimiento.
El crecimiento, que debería significar progreso y bienestar, tiene muchas consecuencias indeseables. De hecho, el crecimiento económico siempre tiene unos costes, y estos ya son mayores que los beneficios. Incluso antes de la crisis, había sacrificios. La burbuja inmobiliaria ha destrozado nuestro territorio, y ahora nos encontramos con 5 millones de casas vacías y más de 200.000 personas desahuciadas y endeudadas. Hoy en día se están pidiendo aún más sacrificios a las ciudadanas y ciudadanos españoles. Pensemos en los recortes, la reforma laboral o la disminución de los salarios (que llaman eufemísticamente "aumentar la competitividad del país"). Todo esto se justifica con relanzar el crecimiento. Nos dicen que ahora hay recuperación, pero ninguno de nosotros está notando algún tipo de beneficio. Mariano Rajoy ha admitido que "la recuperación no ha llegado a todos por igual". La verdad es que solo ha llegado a los poderosos, como los banqueros. La crisis será historia solo cuando se acabe con el paro y la desigualdad.
Decrecimiento no significa menos bienestar. Si no se puede salir del estancamiento sistémico en el cual vivimos con crecimiento, ¿que es lo que podemos hacer? España es una economía madura y es poco probable que pueda volver a crecer al 3-4% como antes. De hecho, la burbuja inmobiliaria demuestra que ha sido necesario endeudarse para crecer. Ahora tenemos que crecer para pagar la deuda, lo cual deriva en una lógica perversa. Necesitamos salir de este círculo vicioso.
La cuestión central no es generar más riqueza, sino redistribuir la que tenemos. De hecho, España es el país de la OCDE donde, con la crisis, más han aumentado las desigualdades económicas. Es necesario revertir esta tendencia. Una prioridad, por ejemplo, sería afrontar el paro con medidas como la reducción de la jornada laboral, el reparto del trabajo y una renta básica ciudadana.
Hasta poco hubiéramos podido pensar que era difícil convencer a los Gobiernos de la necesidad de no seguir creciendo. Sin embargo, los Gobiernos se cambian con las elecciones. Hay una efervescencia política en España que es prometedora. Hay partidos como Equo o las CUP que hablan de decrecimiento desde hace tiempo, o como Podemos, que ha criticado la obsesión por el crecimiento económico. Por otra parte, cada vez son más las personas que se pronuncian de manera individual o en colectivos sociales contra el crecimiento ilimitado y sus consecuencias.
Y también hay investigadores y académicos estudiando y elaborando alternativas, como los tres mil participantes de la cuarta conferencia internacional sobre decrecimiento. Nuestro colectivo Research & Degrowth, ha realizado 10 propuestas de políticas públicas a favor de una prosperidad sin crecimiento y que pueden facilitar una transición hacia el decrecimiento. Entre ellas, están abolir el PIB como indicador de progreso económico, establecer límites ambientales, implantar una renta básica y una renta máxima, reestructurar y eliminar parte de la deuda, optimizar el uso del parque inmobiliario, limitar la publicidad, trasformar el sistema fiscal o eliminar ayudas a actividades contaminantes para destinarlas a otras sostenibles.
En Decrecimiento: Un Vocabulario para una Nueva Era, el libro que acabamos de publicar en inglés y que Icaria publicará en castellano, tratamos estos análisis y propuestas con más detalle. Con él pretendemos contribuir a generar debate social y movilizar a los actores públicos y privados para conseguir una sociedad económicamente más justa, solidaria y respetuosa con el medio ambiente.
Algunos tachan el decrecimiento de utópico. En realidad, la verdadera utopía, en el sentido de falta de realismo, es pensar que podemos seguir con un crecimiento económico infinito en un mundo finito. Hemos comprobado ya que el crecimiento tiene un coste muy elevado que afecta a pilares básicos de nuestra vida. No solo es imposible, tampoco es necesario ni deseable. Ya lo dijo en 1977 André Gorz, fundador de la ecología política y el primero en utilizar la palabra decrecimiento: "La falta de realismo consiste en imaginar que el crecimiento económico todavía puede dar lugar a un mayor bienestar humano". Ha llegado el momento de hacerle caso.
------------
Decrecimiento, una palabra que irá sonando cada vez con más fuerza
La Ecoaldea UCM
España. El pasado 5 de Mayo tuvo lugar en el campus de Somosaguas la mesa redonda “El Decrecimiento ante las Urnas”, con motivo de las I Jornadas Decrecentistas de la UCM. Precedida de una “Bicicletada por el Decrecimiento”, esta mesa redonda sobre Decrecimiento y Elecciones 2015, bajo la etiqueta #DecrecimientoyUrnas, sentó a discutir juntas a Inés Sabanés (nº 3 de la candidatura Ahora Madrid), a Yayo Herrero (Ecologistas en Acción) y a Miki (Decrece Madrid) sobre las posibilidades de que el Decrecimiento se abra paso en las instituciones políticas este año 2015 en el Estado español.
Este debate, que se produjo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM solo dos días después de que concluyera el IV Encuentro de Decrecimiento en Granada, fue organizado por el colectivo La Ecoaldea UCM, en colaboración con Decrece Madrid, y aunque podría pasar desapercibido como un debate más de los tantos que tienen lugar en campaña electoral, reflejó muy claramente un hecho: lo que estamos viviendo es un cambio de paradigma mucho más profundo de lo que muchos imaginan, una re-evolución social con muchas papeletas para colarse próximamente también en las instituciones políticas. Un debate que fue relevante tanto por lo que se habló, como por lo que faltó por hablar. Y por con quien faltó por hablar, pues de no haber dimitido días antes de la dirección de Podemos, la mesa redonda habría contado también con la participación de Juan Carlos Monedero.
De este debate, que puedes ver en Youtube haciendo click aquí, podemos sacar al menos tres conclusiones que apuntan a que actualmente el mundo camina hacia una gran transformación de la que no se está informando en los grandes medios de comunicación: 1) que el Decrecimiento es una idea cada vez más extendida en el imaginario colectivo; 2) que el Decrecimiento es una forma de organización social y de vida que se está constituyendo como una alternativa real cada vez más sólida al modelo capitalista; y 3) que muchas de las propuestas del Decrecimiento están incluidas en los programas de partidos que están intentando aprovechar la “ventana de oportunidad” que se ha abierto en el panorama político español.
La idea de que no es posible un crecimiento ilimitado en un planeta de recursos limitados ha ido ganado terreno en los últimos años en los debates mediáticos, como demuestra el hecho de que sean personas como Ada Colau, Juan Carlos Monedero o Pablo Iglesias, entre otros firmantes del Manifiesto Última Llamada, de planteamientos decrecentistas, quienes están liderando algunos de los más importantes procesos de cambio institucional que vivimos actualmente. O como reflejan los debates dentro de Podemos entre quienes apuestan por el Decrecimiento (donde deberían estar principalmente los firmantes del citado Manifiesto), y quienes son más partidarios de las políticas keynesianas de reactivación de la economía en la línea de Juan Torres y Vicenç Navarro.
Si asumimos, en palabras de Luis González (quien también participó en estas I Jornadas Decrecentistas de la UCM), que debemos “tender a acoplar la actividad de las sociedades a los recursos disponibles en un determinado territorio”, si asumimos que podemos vivir “mejor con menos”, cabe preguntarse qué posibilidades tiene este movimiento, que principalmente plantea la necesidad de decrecer, de abrirse paso en las instituciones políticas ante el panorama electoral de este año 2015. Al respecto, las palabras de Yayo Herrero en la mesa redonda del pasado 5 de mayo fueron rotundas: “Sí o sí, el Decrecimiento se va a colar en las instituciones, la cuestión es cómo” .
Por otro lado, no podemos perder de vista las palabras del ausente en el debate, Juan Carlos Monedero, quien ante el previsible terremoto mediático que pudiera ocasionar la que habría sido su primera aparición pública, prefirió no asistir. Tras la dimisión de sus cargos en Podemos, y pese a no haber acudido a la mencionada mesa redonda sobre #DecrecimientoyUrnas, el ex-secretario de Proceso Constituyente y Programa de Podemos afirmó explícitamente ante las cámaras de “Otra Vuelta de Tuerka” el pasado domingo junto a Pablo Iglesias: “Estamos en un momento histórico de crisis civilizatoria, […] tenemos que repensar el Decrecimiento. Hemos machacado a medio planeta Tierra y ya no hay posibilidades de seguir con esa actitud”. Palabras que se corresponden no solo con que Monedero sea firmante del Manifiesto Última Llamada, sino en general con toda la trayectoria del profesor y político, que en varios de sus libros y artículos ya ha defendido la necesidad de apostar por el Decrecimiento.
En definitiva, como afirmó Inés Sabanés, para entender lo que en realidad está ocurriendo actualmente, “a los ejes derecha-izquierda y arriba-abajo, hay que añadir un tercero: crecimiento-decrecimiento”. Sin duda alguna, la palabra Decrecimiento será una palabra que irá sonando con cada vez más fuerza en los meses y años venideros. Una palabra cuya grandeza está en ser un “ariete” contra el pensamiento productivista y desarrollista que solo se basa en el crecimiento económico a costa de la sobreexplotación del planeta. Una palabra que es únicamente un “eslogan político” detrás del cual confluyen muchas tradiciones e iniciativas en marcha desde hace mucho tiempo, todas con un elemento en común: el replanteamiento de la relación de la humanidad consigo misma y con el resto de las especies y de la naturaleza. Una palabra, el Decrecimiento, que es solo la consecuencia irrefutable de un hecho irrefutable: el colapso climático, económico, energético… y que es portadora de un profundo cambio de conciencia: el resultante de asumir la necesidad de un “Decrecimiento sereno” hacia una sociedad en armonía.