Chile: Intelectuales, artistas y científicos debaten sobre la nueva Constitución

Para María Victoria Peralta, Premio Nacional de Educación, es «una oportunidad de construir un Chile mejor, más equitativo desde las bases, que permite la elaboración de una Constitución con participación de sectores realmente representativos». También opinan el músico Mario Rojas, presidente de la Unión Nacional de Artistas, la académica Elisa Loncon y el científico Cristian Vargas.

Una clara opción por la creación de una nueva Constitución a través de una Asamblea Constituyente manifiestan actores del mundo de la ciencia, la cultura, el ámbito académico e indígena.
«A estas alturas, no existe ninguna posibilidad de otra alternativa. Ni tampoco ‘cualquier proceso constituyente'», advierte Mario Rojas, presidente de la Unión Nacional de Artistas (UNA). «Debe ser a través de plebiscito y Asamblea Constituyente», exige.
«Yo pienso que el eje central de las demandas es el cambio de la Constitución. Las demandas sectoriales, en su gran mayoría, están ligadas a un cambio estructural, que abra la puerta a un trato más justo y equitativo. Erradicar de raíz las leyes de amarre que se acarrean desde la dictadura y permitir una más efectiva participación transversal en las materias que afectan a la ciudadanía», comenta el músico y escritor.
Los artistas, científicos y académicos se han reunido en diversos foros para debatir la situación actual. Por dar un ejemplo, una gran cantidad de trabajadores de la cultura se reunió dos veces –de forma masiva– en un Cabildo Artístico Cultural en la sede del sindicato Sidarte, para elaborar un documento cuyas conclusiones entregarán próximamente.
Una posibilidad real
Impensada hace solo algunos meses, académicos como Elisa Loncon subrayan que la posibilidad de una nueva Constitución hoy es real.
«Es posible y esta posibilidad se gestó con las movilizaciones de la gente en la calle a lo largo de Chile», destaca la profesora de la U. de Santiago, que ha participado en los diálogos triestamentales de la casa de estudios para discutir los eventos actuales.
«Hay demandas acotadas y esa es una nueva Constitución. Después de tres semanas de movilizaciones, el único que no quiere entender es el Presidente. La demanda es asamblea constituyente, constituyente plurinacional, agregamos a los pueblos indígenas. Piñera habla de un Congreso constituyente, sin embargo, el Congreso hoy está desprestigiado porque no representa el sentir del pueblo. Más bien vendieron las demandas del pueblo al mejor postor, es lo que dice la gente», critica.
«La sociedad civil se ha autoconvocado a un proceso constituyente, quiere participar en la definición de este mandato fundacional para Chile. Ahora al Gobierno le corresponde escuchar y cumplir la voluntad del pueblo para que esta Constitución se haga viable», remata.
Origen ilegítimo
Una de las coincidencias claves entre los consultados es la deslegitimidad de la Carta Magna actual, por su origen dictatorial. Redactada entre cuatro paredes, fue aprobada en un referéndum sin registros electorales ni capacidad de control opositor.
«Es una Constitución rígida que no permite mayores cambios y resguarda los intereses de ciertos sectores privilegiados, y porque está desactualizada en diversos temas, entre ellos, los sociales», destaca María Victoria Peralta, Premio Nacional de Educación de 2019.
De hecho, los especialistas critican que no resguarda debidamente derechos claves. Eso puntualiza Cristian Vargas, biólogo marino, oceanógrafo y profesor titular de la Universidad de Concepción.
«Si la revisamos en detalle, podremos notar que es una Constitución que no reconoce derechos sociales, como la vivienda, el agua y, peor aún, no garantiza derechos esenciales como educación, salud y seguridad social».
Tampoco incluye a grupos constitutivos de la nación, como los pueblos ancestrales: ni sus derechos, sus idiomas, su cultura ni territorios, critica Loncon, ni representa los valores de la sociedad de nuestra época.
«Fue impuesta sin mediar consulta alguna y los gobiernos posdictadura no fueron capaces de cambiarla, porque la democracia y la justicia se ejercieron ‘en la medida de lo posible'», lamenta.
Participación local
Los entrevistados han participado de diversas formas, en sus lugares de trabajo, en el debate sobre lo que acontece en el país.
Vargas, por ejemplo, integrante del Centro Musels, destaca que este tiene la ventaja de ser un grupo de científicos que vienen de diversas disciplinas, ecólogos, sociólogos, economistas, oceanógrafos, químicos, etc.
Esto «sin lugar a duda genera una discusión mucho más enriquecedora que la que puede generar un grupo desde la monodisciplina», afirma.
Este debate, en palabras de Peralta, es una oportunidad de construir un Chile mejor, más equitativo desde las bases, que permite la elaboración de una Constitución con participación de sectores realmente representativos.
En su caso, la conversación ha estado marcada por definir una ciudadanía plural e inclusiva de sujetos con especificidades e intereses diversos; la concepción de un Estado solidario y garante que favorezca el desarrollo de las personas; el resguardo del bienestar y dignidad de las personas en relación con sus contextos naturales, sociales y culturales, en todas las etapas de la vida, así como la libertad como valor esencial en relación con el bien común.
Participación ciudadana
Los consultados además consideran clave la participación ciudadana en la elaboración de una nueva Carta Fundamental. «Es el único camino», en palabras del presidente de la UNA.
La Premio Nacional de Educación también apoya «totalmente» este formato, si se organiza adecuadamente y es validada la participación y forma de hacerlo.
También para el biólogo marino la ciudadanía debería poder ejercer y  buscar ejercer su influencia en el proceso de toma decisiones y ejecución de las acciones tendientes a la generación de una nueva Constitución.
«Si Chile quiere reforzar su condición de nación democrática, debe encontrar los caminos para reconocer los derechos individuales de las personas, así como los derechos sociales, incluido el derecho a la protección y conservación de los servicios ambientales», dice. «La factibilidad pasa por analizar las fórmulas que permite la legislación chilena actual para dar vida a una nueva Constitución».
Anhelos
En cuanto a sus anhelos para la nueva Carta Magna, los especialistas citan derechos universales, pero también referentes a sus áreas de trabajo. Rojas, de hecho, pide «equidad y respeto a los derechos ciudadanos en todos los estratos socioeconómicos».
«Sin ser un experto en estas temáticas, pienso hay tres derechos esenciales que definen una Nueva Constitución. Una Constitución que asegure el derecho a la educación, derecho a la salud, el derecho a participación de todos los grupos sociales, incluidos los derechos de pueblos originarios, y derecho a la seguridad social (en materias como) desempleo, invalidez, y jubilación, entre otros», dice Vargas, por su parte.
Desde su ámbito de trabajo, cree que una nueva Carta Magna debe incorporar otro derecho fundamental, el derecho al uso de recursos naturales «esenciales» para el bienestar humano, y eliminar el modelo establecido de la privatización de los recursos naturales, tal como es el caso del agua.
«Un derecho que es de uso de todas y todos en Chile, y el país ha entregado sus derechos a particulares para su administración y uso exclusivo. Hoy en día esta en manos de transnacionales, mineras o empresas del rubro agrícola. Chile, de hecho, es el único país del mundo en el que el agua es privada».
También Loncon espera, entre otros puntos, que se plasme un Chile plurinacional, que restituya, por ejemplo, el derecho al agua «y ver cómo proteger los ríos de la explotación de las empresas agrícolas y forestales».
«En la Constitución también deben estar presente las lenguas indígenas, que constituyen Derechos Humanos fundamentales, los que han vulnerado desde hace 200 años. Que todos los niños y las niñas de pueblos originarios sean respetados por su identidad. Es fundamental el respeto al ser humano por su condición humana», pide.
En un tema tan sensible como la educación, Peralta quiere que esta sea reconocida como un derecho y bien social desde que se nace, «lo que significa garantizar este enfoque junto con la gratuidad y equidad de las ofertas y propuestas educativas, entre otros».
Además debería, en sus palabras, plantear en carácter perentorio la calidad, la inclusión y la flexibilidad de las propuestas educativas a las diversidades de las comunidades, así como la participación informada y representativa de grupos relevantes y especializados, en la definición de sus objetivos, currículos y otros dispositivos técnicos.

Fuente El Mostrador - Imagenes: BBC - Insurgencia Magisteral - America Latina en Movimiento

Entradas populares de este blog

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Sobre transgénicos, semillas y cultivos en Latino América

Antártida: qué países reclaman su soberanía y por qué