El desastre ambiental en las costas de Brasil no tiene fin

Más de 400 playas de 527 localidades en una franja de unos 3.000 kilómetros en las regiones del Nordeste y Sudeste han sido víctimas en los últimos tres meses de las manchas de un petróleo que sigue llegando a la costa sin que nadie sepa por el momento cuál es el origen. Miles de vecinos y voluntarios participan en los trabajos de limpieza mientras que el gobierno de Jair Bolsonaro trata de restar importancia al tema, muy posiblemente para evitar críticas internacionales como las recibidas por los incendios de la Amazonia y para frenar el impacto en el sector turístico.

El testimonio verbal de los vecinos y las imágenes y datos recogidos de forma sistemática por diversos grupos locales y entidades ecologistas confirman no sólo la gravedad de la contaminación, sino que la marea negra sigue extendiendo sus efectos ( O óleo nào acabou, dice el lema actual de la organización Guardioes do Litoral) ante la pasividad de las autoridades del país.“Llevamos tres meses de trabajos de limpieza y todavía no vemos el final, necesitamos ayuda”, explica desconsolada Myriam Martínez Sánchez, una joven barcelonesa instalada desde hace 10 años en isla de Boipeba, en el litoral del estado brasileño de Bahía, y que ahora colabora con los grupos de voluntarios anti-óleo .
Boipeba es “una isla paradisiaca, sin coches ni carreteras; con manglares, piscinas naturales llenas de arrecifes y corales, una de las zonas más preservadas del Brasil y del planeta”, explica esta psicóloga que trabajó durante siete años en el departamento de recursos humanos de la empresa Inditex hasta que decidió “dejarlo todo” y poner en marcha y gestionar una eco-pousada (hotel ecológico) en Boipeba.
Esta idílica tranquilidad está desapareciendo por momentos con la llegada de manchas de petróleo que se acumulan en la arena, las rocas y la fauna sin que los voluntarios puedan evitarlo por no dar abasto.
La población local trabaja en su mayoría de la pesca y el marisqueo pero, con la contaminación en el agua y las playas, “prácticamente ya no pueden salir a pescar ni vender sus productos”, afirma Myriam con conocimiento de causa. El turismo también se está resintiendo de esta situación.
Sin pistas
El único petrolero sobre el que se tenían sospechas niega tener ninguna relación
“Creíamos que el gobierno accionaría rápidamente el Plan Nacional de Contingencia y, junto con la empresa Petrobras, sacarían el petróleo detectado en alta mar antes de que llegara a la costa”, recuerda Myriam Martínez.
Pero la realidad ha sido muy diferente. Según los grupos que tratan de limpiar las manchas de petróleo, el gobierno Bolsonaro ha estado tres meses de brazos cruzados, sin ni siquiera aclarar el origen del vertido. Las mareas y las corrientes marinas han hecho –y siguen haciendo– el resto.
La graduada en oceanografía Mariana Thévenin, una de las portavoces del grupo de voluntarios Guardioes do Litoral explica a La Vanguardia desde Salvador de Bahía que esta misma semana se han detectado nuevas manchas de petróleo en zonas más al sur de las conocidas hasta ahora, por lo que se teme que la contaminación del litoral esté muy lejos de poder darse por acabada.
Además del impacto visual en las playas –que sigue siendo importante–, Thévenin destaca a este diario que “los efectos ambientales más graves y de difícil solución son las manchas de petróleo que se están acumulando en los arrecifes de corales y los manglares, en zonas naturales de gran riqueza biológica”.
La gran mayoría de los trabajos de limpieza del petróleo que ha llegado a las playas de la región Nordeste de Brasil –y esta misma semana también en la región Sudeste– lo llevan a cabo voluntarios y vecinos con muy poca ayuda de las autoridades y el ejército (.)
“La situación sigue siendo realmente incierta, sobre todo porque seguimos sin saber realmente dónde se encuentra el origen del problema, ni cómo solucionarlo”, apunta Thévenin vía telefónica.
Visto desde un país como el nuestro que vivió el desastre del Prestige , con imágenes casi en directo de los “hilitos de plastilina” (en palabras de Mariano Rajoy en noviembre de 2002) que salían del pecio sumergido, parece inconcebible que ni las autoridades ni los científicos hayan podido descubrir todavía ni el buque ni el punto de vertido del óleo que está contaminando el litoral brasileño desde finales de agosto.
En una de sus escasas declaraciones sobre esta situación, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, afirmó el domingo 3 de noviembre en una entrevista con TV Record que el derrame de petróleo –que en aquella fecha había contaminado ya más de 300 playas de la región Nordeste del país– es una “acción criminal”.
(Foto: Antonio Lacerda / EFE)

Sin dar muchos detalles sobre el caso, el polémico jefe de gobierno brasileño admitió que “el petróleo que ha llegado hasta ahora a la costa y ha sido recogido es una pequeña cantidad de lo que parece que se vertió al mar. Lo peor está por venir, y todo indica que las corrientes llevan esta contaminación hacia la costa de Brasil”.
Según la agencia Reuters, la Policía Federal de Brasil investigó el pasado mes de septiembre al petrolero Bouboulina , de la empresa Delta Tankers y que navega en la actualidad con bandera griega, como el posible origen del vertido en alta mar.
Algunas fuentes no contrastadas indicaban que este buque podría haber perdido accidentalmente una parte de su carga de petróleo procedente de Venezuela a unos 700 kilómetros de la costa de Brasil.
Falta de respuesta
El plan de emergencia aprobado en el 2013 fue activado en este caso con 41 días de retraso
La empresa propietaria ha negado en las últimas semanas cualquier relación con la contaminación en el litoral brasileño.
En una nota oficial publicada en Atenas por Delta Thankers, el 4 de noviembre, se especificaba que ni esta compañía ni los mandos específicos del Bouboulina habían recibido hasta la fecha ninguna consulta o requerimiento de autoridades o servicios de policia de Brasil.
Según esta fuente de la empresa petrolera, el Bobubulina “zarpó de Venezuela con la carga completa el 19 de julio con destino al puerto de Malaca, Indonesia”. “El buque llegó a su destino sin ningún problema durante el viaje y descargó la totalidad del petróleo sin que se detectara ninguna fuga”, indicaba la nota oficial desmintiendo una de las escasas hipótesis de las autoridades y la policía de Brasil.
Además de lamentar la ineficacia en la investigación y la escasez de medios para contener la contaminación, grupos de voluntarios como Guardioes do Litoral han criticado que el gobierno de Bolsonaro siga tratando de minimizar el impacto de la contaminación, llegando incluso a negar que la pesca procedente de las zonas afectadas pueda contener restos de contaminación por crudo nocivos para la salud humana.
(Antonio Lacerda / EFE)

No obstante, desde el pasado 29 de octubre está prohibida la pesca de camarón y langosta en buena parte de las zonas contaminadas.
Brasil cuenta con unos pocos protocolos de acción contra la contaminación por petróleo de Sudamérica. La elaboración del denominado Plan Nacional de Contingencia para Incidentes de Contaminación por Petróleo se inició durante el mandato de Lula da Silva y fue aprobado en el 2013, con Dilma Rousseff como presidenta.
Ante el primer caso de grave de contaminación después de aprobarse esta estrategia, con la aparición de las primeras manchas de petroleo en la región Nordeste a finales del pasado mes de agosto, el gobierno de Jair Bolsonaro tardó 41 días en decretar su activación. Y no fue hasta el 5 de octubre que el presidente de Brasil firmó un decreto ordenando una investigación oficial sobre el caso.
Entre las víctimas de los vertidos de petróleo podría encontrarse un cachalote cuyo cadáver fue descubierto el jueves en la playa de Porto Seguro, una ciudad turística del estado de Bahía.


Fuente: https://www.lavanguardia.com/natural/20191117/471673716646/marea-negra-playas-brasil-contaminacion-costa-petroleo.html

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