Necesitamos hablar sobre el futuro: ¿Continuamos con El colectivo "Extinción Rebelión"? ¿O es hora de algo nuevo?
Esta es una carta de amor a Extinction Rebelión. Un movimiento al que le dediqué el último año de mi vida. Por el que perdí trabajos. Por el que me arrestaron. Por el que puse todo en espera. Un movimiento en el que yo creí. Un movimiento que creyó en mí. Un movimiento que cambió el debate. Y un movimiento que ahora necesita cambiar. También es una carta dirigida a quienes nos han criticado. Una disculpa. Una respuesta. Y, en última instancia, una invitación.
Sam Knights
Sé que algunos de mis amigos encontrarán esta carta demasiado crítica. Otros la encontrarán demasiado indulgente. De cualquier manera, no me importa. Espero que, en última instancia, sea honesta. No la escribo para apaciguar o aplacar a nadie. Ambas partes tienen razón en algunas cosas, y ambas partes se equivocan en otras. Pero espero que podamos ponernos de acuerdo en una cosa. Este año ha cambiado todo.
Las huelgas escolares. El Movimiento Sunrise (USA). El movimiento Hora cero (USA). El mundo de las minorías finalmente se ha despertado con algo que el mundo de las mayorías ha estado tratando de decirnos durante décadas. El mundo está en llamas. La gente está muriendo. Los niños se mueren de hambre. Las compañías de combustibles fósiles se niegan a cambiar. Y tenemos que contraatacar.
En abril, el Reino Unido se convirtió en el primer país en declarar una emergencia climática, tras una quincena de protestas continuas de Extinction Rebelión (XR). Una campaña masiva de desobediencia civil no violenta que vio carreteras bloqueadas, rotondas ocupadas y puentes transformados en jardines.
Si se promulga el New Deal Verde significaría la propiedad pública de las principales industrias, una redistribución radical de la riqueza, la derogación de todas las leyes antisindicales y un objetivo de cero emisiones netas para 2030
Fue, más que nada, un desafío. Un reto para el sistema actual. Una advertencia a nuestros políticos y a nuestros líderes de que si no podían responder a la crisis climática con la seriedad y la escala que exige, si no estaban dispuestos a imaginar un futuro sin muerte ni destrucción, sin poder ni opresión, entonces lo haríamos nosotros. Tú y yo. La gente común y corriente.
El mes pasado, el Partido Laborista dio el primer paso para responder a este llamamiento a favor de la justicia climática y ecológica. Todavía le queda un largo camino por recorrer, pero los cambios en la política son increíblemente alentadores. En su conferencia anual en Brighton, los miembros del partido y los sindicatos trabajaron mano a mano para aprobar la política más radical y progresista jamás presentada: el New Deal Verde. Si se promulga, esto significaría la propiedad pública de las principales industrias, una redistribución radical de la riqueza, la derogación de todas las leyes antisindicales y un objetivo de cero emisiones netas para 2030.
Un mes después Extinction Rebellion celebró su Rebelión de octubre en Londres. Por un gran número de razones diferentes, no tuvo el impacto de nuestras protestas en abril. Esta vez la gente sabía de qué iba la cosa. Algunas de nuestras acciones fueron asombrosamente hermosas. Algunas de nuestras acciones fueron dolorosamente estúpidas. Nuestras protestas fueron prohibidas. Nuestros sitios fueron desalojados. Fue un final decepcionante para la quincena.
Por supuesto, no fue en absoluto un fracaso. En menos de un año, habíamos protagonizado dos de los mayores acontecimientos de desobediencia civil en la historia del Reino Unido. Y, en octubre, habíamos vuelto a crecer. Más gente bajó a los sitios y más gente se quedó para defenderlos. Pero no había ningún barco rosa en Oxford Circus. No había un hermoso jardín en el puente. Definitivamente se sentía algo distinto.
Al mismo tiempo, nos enfrentamos a una enorme crítica desde todas partes. Internamente, también estuvimos involucrados en un debate feroz y apasionado sobre el futuro de nuestro movimiento. En Extinction Rebelión, siempre hemos pedido un cambio de sistema. Siempre hemos hablado de libertad, igualdad y solidaridad. Pero muchos de nosotros ahora pensamos que necesitamos ser más específicos. Queremos que XR sea proactiva en su lucha contra el racismo. Queremos que el movimiento desarrolle un análisis más profundo del capital y el control, y que reconozca más públicamente las crisis del capitalismo y el colonialismo que son —en gran parte— responsables de esta crisis.
El Movimiento de Huelgas Escolares y XR han cambiado la forma en que nosotros, en el mundo de las minorías, pensamos sobre la emergencia climática y ecológica. Dentro de cada industria e institución hay ahora cientos de personas que han sido persuadidas para hacer algo. La opinión pública británica considera que el cambio climático es más importante ahora que nunca y el Partido Laborista tiene una de las políticas más progresistas y ambiciosas de todos los partidos de Europa.
Este año, el debate ha cambiado. Y tenemos que cambiar con ello.
Sam Knights
Sé que algunos de mis amigos encontrarán esta carta demasiado crítica. Otros la encontrarán demasiado indulgente. De cualquier manera, no me importa. Espero que, en última instancia, sea honesta. No la escribo para apaciguar o aplacar a nadie. Ambas partes tienen razón en algunas cosas, y ambas partes se equivocan en otras. Pero espero que podamos ponernos de acuerdo en una cosa. Este año ha cambiado todo.
Las huelgas escolares. El Movimiento Sunrise (USA). El movimiento Hora cero (USA). El mundo de las minorías finalmente se ha despertado con algo que el mundo de las mayorías ha estado tratando de decirnos durante décadas. El mundo está en llamas. La gente está muriendo. Los niños se mueren de hambre. Las compañías de combustibles fósiles se niegan a cambiar. Y tenemos que contraatacar.
En abril, el Reino Unido se convirtió en el primer país en declarar una emergencia climática, tras una quincena de protestas continuas de Extinction Rebelión (XR). Una campaña masiva de desobediencia civil no violenta que vio carreteras bloqueadas, rotondas ocupadas y puentes transformados en jardines.
Si se promulga el New Deal Verde significaría la propiedad pública de las principales industrias, una redistribución radical de la riqueza, la derogación de todas las leyes antisindicales y un objetivo de cero emisiones netas para 2030
Fue, más que nada, un desafío. Un reto para el sistema actual. Una advertencia a nuestros políticos y a nuestros líderes de que si no podían responder a la crisis climática con la seriedad y la escala que exige, si no estaban dispuestos a imaginar un futuro sin muerte ni destrucción, sin poder ni opresión, entonces lo haríamos nosotros. Tú y yo. La gente común y corriente.
El mes pasado, el Partido Laborista dio el primer paso para responder a este llamamiento a favor de la justicia climática y ecológica. Todavía le queda un largo camino por recorrer, pero los cambios en la política son increíblemente alentadores. En su conferencia anual en Brighton, los miembros del partido y los sindicatos trabajaron mano a mano para aprobar la política más radical y progresista jamás presentada: el New Deal Verde. Si se promulga, esto significaría la propiedad pública de las principales industrias, una redistribución radical de la riqueza, la derogación de todas las leyes antisindicales y un objetivo de cero emisiones netas para 2030.
Un mes después Extinction Rebellion celebró su Rebelión de octubre en Londres. Por un gran número de razones diferentes, no tuvo el impacto de nuestras protestas en abril. Esta vez la gente sabía de qué iba la cosa. Algunas de nuestras acciones fueron asombrosamente hermosas. Algunas de nuestras acciones fueron dolorosamente estúpidas. Nuestras protestas fueron prohibidas. Nuestros sitios fueron desalojados. Fue un final decepcionante para la quincena.
Por supuesto, no fue en absoluto un fracaso. En menos de un año, habíamos protagonizado dos de los mayores acontecimientos de desobediencia civil en la historia del Reino Unido. Y, en octubre, habíamos vuelto a crecer. Más gente bajó a los sitios y más gente se quedó para defenderlos. Pero no había ningún barco rosa en Oxford Circus. No había un hermoso jardín en el puente. Definitivamente se sentía algo distinto.
Al mismo tiempo, nos enfrentamos a una enorme crítica desde todas partes. Internamente, también estuvimos involucrados en un debate feroz y apasionado sobre el futuro de nuestro movimiento. En Extinction Rebelión, siempre hemos pedido un cambio de sistema. Siempre hemos hablado de libertad, igualdad y solidaridad. Pero muchos de nosotros ahora pensamos que necesitamos ser más específicos. Queremos que XR sea proactiva en su lucha contra el racismo. Queremos que el movimiento desarrolle un análisis más profundo del capital y el control, y que reconozca más públicamente las crisis del capitalismo y el colonialismo que son —en gran parte— responsables de esta crisis.
El Movimiento de Huelgas Escolares y XR han cambiado la forma en que nosotros, en el mundo de las minorías, pensamos sobre la emergencia climática y ecológica. Dentro de cada industria e institución hay ahora cientos de personas que han sido persuadidas para hacer algo. La opinión pública británica considera que el cambio climático es más importante ahora que nunca y el Partido Laborista tiene una de las políticas más progresistas y ambiciosas de todos los partidos de Europa.
Este año, el debate ha cambiado. Y tenemos que cambiar con ello.
Como activistas, nos pasamos la vida pensando en la mejor manera de comunicarnos con el mundo exterior. Escribimos artículos tratando de ganarnos a la gente. Damos discursos tratando de persuadir a la gente de que tenemos razón. Vamos a sus lugares de trabajo y a sus centros comunitarios. Nos organizamos. Nos movilizamos. Confiamos en abrirnos paso.
Al hacerlo, a veces corremos el riesgo de descuidarnos unos a otros. Porque este tipo de conversaciones nos resultan aún más difíciles, ¿no? Porque, en última instancia, todos tenemos visiones muy diferentes del futuro, diferentes experiencias del pasado y diferentes concepciones del presente. Porque ¿qué sentido tiene hablar, de todos modos, cuando los casquetes polares se están derritiendo, y los océanos están subiendo, y la gente está siendo asesinada en nuestras selvas tropicales?
Pero hablar entre nosotros es importante. Y, ahora mismo, hay una cuestión muy importante que todos tenemos que discutir:
¿Continuamos con XR? ¿O es hora de algo nuevo?
Me duele escribir esas palabras.
Me uní XR hace un año. Sé que eso no suena como un tiempo muy largo, pero el movimiento estaba todavía en su infancia por aquel entonces. De hecho, ni siquiera habíamos empezado. Organizamos nuestra primera protesta el 31 de octubre de 2018 y, para mi sorpresa, más de mil personas se presentaron. Entre ellos había una niña de quince años llamada Greta Thunberg, que había venido desde Suecia en un coche eléctrico con su padre. En los medios de comunicación nos apoyaron Vandana Shiva, Noam Chomsky y el ex arzobispo de Canterbury Rowan Williams.
Desde entonces, he tenido una serie de roles diferentes dentro del movimiento. He trabajado en el equipo de medios de comunicación y mensajería, en el equipo de estrategia política y, cuando funcionaba, en el equipo de respuesta rápida. Amo este movimiento con todo mi corazón. Nuestros activistas son, sin excepción, algunas de las personas más amables, más reflexivas y más apasionadas que he conocido.
Aunque no estemos de acuerdo en algunas cuestiones, quiero reconocer que nada de lo que escribo aquí es personal. Los movimientos de masas no funcionan como grupos de presión reformistas. No tenemos nuestras opiniones dictadas desde arriba. El desacuerdo es natural. De hecho, el desacuerdo es esencial. En este caso, simplemente tengo una diferencia de opinión.
Durante el último mes, el movimiento ha participado en un feroz debate sobre nuestro futuro colectivo y estoy seguro de que este debate continuará en las semanas y los meses venideros. Espero que pueda unirse más gente. Espero que más gente pueda unirse y presionar para mejorar las cosas. Porque, ahora mismo, XR realmente necesita cambiar. Y si no puede cambiar, está acabado.
Desafortunadamente, no creo que pueda ser parte de ese cambio.
El último año ha sido uno de los mejores de mi vida. Pero también ha sido uno de los peores. Fui arrestado a principios de este año y el juicio acaba de concluir, ocho meses después. Mientras tanto, he perdido mi trabajo y he sido presa de la policía. Estoy pensando en el cambio climático desde el momento en que me despierto hasta el momento en que me voy a dormir y el efecto en mi salud mental ha sido realmente perjudicial. Realmente necesito un descanso.
Es una de esas viejas ironías del activismo climático: que al luchar por un estilo de vida más sostenible, a menudo nos vemos obligadas a vivir una existencia totalmente insostenible. No quiero quemarme completamente. Así que me estoy tomando un tiempo ahora para ser más útil en el futuro. Tal vez vuelva a XR. Realmente no lo sé.
Pero todavía me siento culpable por irme. Así que quería decir algo antes de hacerlo.
Las críticas a XR son correctas.
No me refiero a los grupos de expertos de la derecha que nos llaman terroristas. O los periódicos sensacionalistas que nos llaman hipócritas. O los columnistas conservadores que se niegan a comprometerse con la ciencia. Obviamente, están todos locos. Ya lo sabemos. Podemos pasar de ellos y seguir adelante.
Pero las críticas que hemos recibido de la izquierda. No todas, por supuesto. Pero la mayoría de ellas. La mayoría de ellas tienen razón. En su razonamiento. En su análisis. En cómo necesitamos cambiar.
Si XR va a ser un proyecto político a largo plazo, entonces necesita poner la justicia climática y ecológica en el centro de todo lo que hace. Necesita defender proactivamente los derechos de los migrantes y solidarizarse con los que están en primera línea de esta crisis. Necesita pedir reparaciones y avanzar en las conversaciones sobre la deuda climática, los derechos a la tierra y el ecocidio. Necesita articular mejor cómo extendemos y reformamos nuestra democracia rota. Necesita reimaginar nuestro sistema financiero global y, al hacerlo, proporcionar una crítica matizada de nuestro sistema económico actual. Necesita entender cómo la crisis climática se cruza con cuestiones de raza, clase, género y sexualidad. Tiene que dejar de lanzar mensajes tan estúpidos sobre cómo la prisión es encantadora, y ser arrestada es divertido, y la policía es genial. Esta es la lucha por la justicia social más importante de todas nuestras vidas. Y tenemos que empezar a actuar como tal.
Dicho esto, también reconozco la magnitud de este reto.
Al hacerlo, a veces corremos el riesgo de descuidarnos unos a otros. Porque este tipo de conversaciones nos resultan aún más difíciles, ¿no? Porque, en última instancia, todos tenemos visiones muy diferentes del futuro, diferentes experiencias del pasado y diferentes concepciones del presente. Porque ¿qué sentido tiene hablar, de todos modos, cuando los casquetes polares se están derritiendo, y los océanos están subiendo, y la gente está siendo asesinada en nuestras selvas tropicales?
Pero hablar entre nosotros es importante. Y, ahora mismo, hay una cuestión muy importante que todos tenemos que discutir:
¿Continuamos con XR? ¿O es hora de algo nuevo?
Me duele escribir esas palabras.
Me uní XR hace un año. Sé que eso no suena como un tiempo muy largo, pero el movimiento estaba todavía en su infancia por aquel entonces. De hecho, ni siquiera habíamos empezado. Organizamos nuestra primera protesta el 31 de octubre de 2018 y, para mi sorpresa, más de mil personas se presentaron. Entre ellos había una niña de quince años llamada Greta Thunberg, que había venido desde Suecia en un coche eléctrico con su padre. En los medios de comunicación nos apoyaron Vandana Shiva, Noam Chomsky y el ex arzobispo de Canterbury Rowan Williams.
Desde entonces, he tenido una serie de roles diferentes dentro del movimiento. He trabajado en el equipo de medios de comunicación y mensajería, en el equipo de estrategia política y, cuando funcionaba, en el equipo de respuesta rápida. Amo este movimiento con todo mi corazón. Nuestros activistas son, sin excepción, algunas de las personas más amables, más reflexivas y más apasionadas que he conocido.
Aunque no estemos de acuerdo en algunas cuestiones, quiero reconocer que nada de lo que escribo aquí es personal. Los movimientos de masas no funcionan como grupos de presión reformistas. No tenemos nuestras opiniones dictadas desde arriba. El desacuerdo es natural. De hecho, el desacuerdo es esencial. En este caso, simplemente tengo una diferencia de opinión.
Durante el último mes, el movimiento ha participado en un feroz debate sobre nuestro futuro colectivo y estoy seguro de que este debate continuará en las semanas y los meses venideros. Espero que pueda unirse más gente. Espero que más gente pueda unirse y presionar para mejorar las cosas. Porque, ahora mismo, XR realmente necesita cambiar. Y si no puede cambiar, está acabado.
Desafortunadamente, no creo que pueda ser parte de ese cambio.
El último año ha sido uno de los mejores de mi vida. Pero también ha sido uno de los peores. Fui arrestado a principios de este año y el juicio acaba de concluir, ocho meses después. Mientras tanto, he perdido mi trabajo y he sido presa de la policía. Estoy pensando en el cambio climático desde el momento en que me despierto hasta el momento en que me voy a dormir y el efecto en mi salud mental ha sido realmente perjudicial. Realmente necesito un descanso.
Es una de esas viejas ironías del activismo climático: que al luchar por un estilo de vida más sostenible, a menudo nos vemos obligadas a vivir una existencia totalmente insostenible. No quiero quemarme completamente. Así que me estoy tomando un tiempo ahora para ser más útil en el futuro. Tal vez vuelva a XR. Realmente no lo sé.
Pero todavía me siento culpable por irme. Así que quería decir algo antes de hacerlo.
Las críticas a XR son correctas.
No me refiero a los grupos de expertos de la derecha que nos llaman terroristas. O los periódicos sensacionalistas que nos llaman hipócritas. O los columnistas conservadores que se niegan a comprometerse con la ciencia. Obviamente, están todos locos. Ya lo sabemos. Podemos pasar de ellos y seguir adelante.
Pero las críticas que hemos recibido de la izquierda. No todas, por supuesto. Pero la mayoría de ellas. La mayoría de ellas tienen razón. En su razonamiento. En su análisis. En cómo necesitamos cambiar.
Si XR va a ser un proyecto político a largo plazo, entonces necesita poner la justicia climática y ecológica en el centro de todo lo que hace. Necesita defender proactivamente los derechos de los migrantes y solidarizarse con los que están en primera línea de esta crisis. Necesita pedir reparaciones y avanzar en las conversaciones sobre la deuda climática, los derechos a la tierra y el ecocidio. Necesita articular mejor cómo extendemos y reformamos nuestra democracia rota. Necesita reimaginar nuestro sistema financiero global y, al hacerlo, proporcionar una crítica matizada de nuestro sistema económico actual. Necesita entender cómo la crisis climática se cruza con cuestiones de raza, clase, género y sexualidad. Tiene que dejar de lanzar mensajes tan estúpidos sobre cómo la prisión es encantadora, y ser arrestada es divertido, y la policía es genial. Esta es la lucha por la justicia social más importante de todas nuestras vidas. Y tenemos que empezar a actuar como tal.
Dicho esto, también reconozco la magnitud de este reto.
El papel del activista es reimaginar el mundo. Tenemos que reconquistar el mundo, pero primero tenemos que reconquistar la imaginación. Debemos intentar articular nuestros sueños para el futuro y, al hacerlo, debemos reconocer que esos sueños no siempre están plenamente formados. Ese proceso es largo y arduo. En última instancia, tenemos que ir todas juntas. Con amor y empatía. Con generosidad de espíritu.
XR necesita cambiar. Pero cualquiera que piense que el cambio puede ocurrir de la noche a la mañana te está tomando por tonto. Una solidaridad significativa y una educación política eficaz no se producen en un abrir y cerrar de ojos. El trabajo por delante va a ser lento. Va a llevar tiempo. Va a ser difícil.
Una de las preguntas más importantes a las que nos enfrentamos ahora es cómo esa labor más profunda, lenta y vital puede seguir teniendo lugar en el marco de una respuesta de emergencia a la crisis climática. El movimiento ecologista siempre ha sido un equilibrio entre correr demasiado rápido y caminar demasiado lento. Nuestros lemas dicen: "Actúa ahora", "di la verdad", y "se nos acaba el tiempo". Pero, ¿cómo se supone que debemos "decir la verdad" si nunca nos detenemos a considerarla? ¿Si nunca nos paramos a comprobar nuestros propios privilegios y escuchar las experiencias de los demás?
No podemos seguir pensando que estas dos cosas son contradictorias, o que de alguna manera compiten entre sí. Comprender la crisis climática e imaginar un futuro más progresista va de la mano con la necesidad de actuar ahora. Uno influye en el otro. De hecho, enriquece nuestro activismo. Nos hace mejores.
Hablemos del movimiento de hoy.
Los movimientos de masas son confusos. Es lo mejor de ellos y lo peor de ellos.
Extinction Rebelión es un movimiento de masas descentralizado formado por miles de personas diferentes. Académicos, políticos, escolares, científicos, abuelos, médicos, enfermeras, carteros, maestros, abogados, sacerdotes, rabinos. Ahora hay grupos de XR en más de sesenta países diferentes y en todos los continentes, excepto en la Antártida. Todos actuamos de forma autónoma. No hay una línea de mando central. No hay líderes. Y nuestros críticos a menudo olvidan eso.
No se puede negar que la rebelión de abril logró alterar la percepción pública de lo que es y lo que no es posible, no sólo en el movimiento verde más amplio, sino en todos los grupos de activistas de todo el país. En cada pueblo, calle y casa. Juntos creamos un espacio de debate. Hemos demostrado que la desobediencia civil no violenta funciona y, al hacerlo, hemos creado un espacio no sólo en sentido figurado, sino también muy literal.
Ocupando cinco lugares emblemáticos del centro de Londres, transformamos las calles de la ciudad en escenarios públicos en los que la democracia podía florecer. Tuvimos charlas, debates, mítines, asambleas, actuaciones, conciertos, lecturas de poesía y todo lo demás. Hablamos de economía, política, ciencia, raza, clase, género, sexualidad, religión, capitalismo, colonialismo, poder, crecimiento, decrecimiento, el derecho a la protesta, el ecocidio, las reparaciones, la deuda climática, anarquismo, socialismo, democracia. Hablamos de todo lo que pudimos con todos los que conocíamos. Soñamos juntas. Intentamos imaginar el futuro.
Por supuesto, este trabajo no se hizo solo. Se hizo junto a otros movimientos emergentes, como el movimiento de huelga escolar en Europa y el movimiento Sunrise en América. Aprendimos de los movimientos de justicia que nos precedieron y rendimos homenaje a los activistas de la mayoría del mundo. Aprendimos de las personas que se encuentran en primera línea de esta crisis y que han estado liderando este movimiento durante décadas y nos consideran -con razón- como relativamente recién llegados. A menudo hablamos en el movimiento climático del efecto desproporcionado que nosotras, en el mundo de las minorías, hemos tenido en el mundo de las mayorías. Somos responsables de la gran mayoría de las emisiones de carbono y, sin embargo, son las personas de los países menos responsables de esta crisis las que más están sintiendo los efectos de la misma. Pero hablamos menos de la respuesta desproporcionada de nuestros activistas. Durante demasiado tiempo hemos permitido que las comunidades indígenas y los grupos activistas del Sur Global hagan la mayor parte de nuestro trabajo de resistencia por nosotros, y ahora intervenimos en el último momento y reclamamos todo el crédito.
XR ciertamente ha caído en esta trampa. Algunas de las personas de nuestro movimiento han permitido que sus egos huyan con ellas. Pero creo que eso está cambiando. Y creo que seguirá cambiando, para mejor. La semana pasada hubo protestas en más de sesenta ciudades de todo el mundo, desde Mumbai hasta Ciudad del Cabo, desde Dublín hasta Nueva York, desde Banjul hasta Islamabad. Cada interación de este movimiento es diferente a la siguiente. Un grupo en Ghana, por ejemplo, no puede usar las mismas tácticas con un grupo en Francia. Por supuesto, la esencia del movimiento sigue siendo la misma. Pero todo lo demás puede cambiar. De hecho, la capacidad de cambiar, y cambiar rápidamente, es una parte clave de nuestro éxito.
XR cambia con cada nueva persona que se une a nosotros. Nuestra estructura descentralizada significa que, siempre que se atenga a nuestros valores y principios clave, puede empezar a organizar una acción o a planificar una protesta o a escribir un discurso sin pedir permiso o tener que cumplir un mandato para ello.
Esto es lo que nos permitió crecer tan rápidamente. Lo que alentó a que surgiera naturalmente una enorme diversidad de tácticas a medida que la gente se sentía empoderada para tomar medidas de cualquier manera que tuviera sentido para ellas. Eso fue lo que hizo que trabajáramos rápido y nunca nos dejáramos tiempo para quedarnos atascados. Para las que estamos en la oficina central, sabíamos que las cosas marchaban no cuando las organizabamos nosotras mismas, sino cuando empezaban a ocurrir cosas que no conocíamos.
Por supuesto, también hay varios problemas con este modelo de organización que justifican una conversación mucho más larga. Una estructura que se basa en el empoderamiento de las personas para que salgan y actúen, a menudo también tiene dificultades para tomar sus propias decisiones internas. Y también le será difícil lidiar para suavizar el poder y responder con sensibilidad a cuestiones relacionadas con privilegios o conflictos.
XR necesita cambiar. Pero cualquiera que piense que el cambio puede ocurrir de la noche a la mañana te está tomando por tonto. Una solidaridad significativa y una educación política eficaz no se producen en un abrir y cerrar de ojos. El trabajo por delante va a ser lento. Va a llevar tiempo. Va a ser difícil.
Una de las preguntas más importantes a las que nos enfrentamos ahora es cómo esa labor más profunda, lenta y vital puede seguir teniendo lugar en el marco de una respuesta de emergencia a la crisis climática. El movimiento ecologista siempre ha sido un equilibrio entre correr demasiado rápido y caminar demasiado lento. Nuestros lemas dicen: "Actúa ahora", "di la verdad", y "se nos acaba el tiempo". Pero, ¿cómo se supone que debemos "decir la verdad" si nunca nos detenemos a considerarla? ¿Si nunca nos paramos a comprobar nuestros propios privilegios y escuchar las experiencias de los demás?
No podemos seguir pensando que estas dos cosas son contradictorias, o que de alguna manera compiten entre sí. Comprender la crisis climática e imaginar un futuro más progresista va de la mano con la necesidad de actuar ahora. Uno influye en el otro. De hecho, enriquece nuestro activismo. Nos hace mejores.
Hablemos del movimiento de hoy.
Los movimientos de masas son confusos. Es lo mejor de ellos y lo peor de ellos.
Extinction Rebelión es un movimiento de masas descentralizado formado por miles de personas diferentes. Académicos, políticos, escolares, científicos, abuelos, médicos, enfermeras, carteros, maestros, abogados, sacerdotes, rabinos. Ahora hay grupos de XR en más de sesenta países diferentes y en todos los continentes, excepto en la Antártida. Todos actuamos de forma autónoma. No hay una línea de mando central. No hay líderes. Y nuestros críticos a menudo olvidan eso.
No se puede negar que la rebelión de abril logró alterar la percepción pública de lo que es y lo que no es posible, no sólo en el movimiento verde más amplio, sino en todos los grupos de activistas de todo el país. En cada pueblo, calle y casa. Juntos creamos un espacio de debate. Hemos demostrado que la desobediencia civil no violenta funciona y, al hacerlo, hemos creado un espacio no sólo en sentido figurado, sino también muy literal.
Ocupando cinco lugares emblemáticos del centro de Londres, transformamos las calles de la ciudad en escenarios públicos en los que la democracia podía florecer. Tuvimos charlas, debates, mítines, asambleas, actuaciones, conciertos, lecturas de poesía y todo lo demás. Hablamos de economía, política, ciencia, raza, clase, género, sexualidad, religión, capitalismo, colonialismo, poder, crecimiento, decrecimiento, el derecho a la protesta, el ecocidio, las reparaciones, la deuda climática, anarquismo, socialismo, democracia. Hablamos de todo lo que pudimos con todos los que conocíamos. Soñamos juntas. Intentamos imaginar el futuro.
Por supuesto, este trabajo no se hizo solo. Se hizo junto a otros movimientos emergentes, como el movimiento de huelga escolar en Europa y el movimiento Sunrise en América. Aprendimos de los movimientos de justicia que nos precedieron y rendimos homenaje a los activistas de la mayoría del mundo. Aprendimos de las personas que se encuentran en primera línea de esta crisis y que han estado liderando este movimiento durante décadas y nos consideran -con razón- como relativamente recién llegados. A menudo hablamos en el movimiento climático del efecto desproporcionado que nosotras, en el mundo de las minorías, hemos tenido en el mundo de las mayorías. Somos responsables de la gran mayoría de las emisiones de carbono y, sin embargo, son las personas de los países menos responsables de esta crisis las que más están sintiendo los efectos de la misma. Pero hablamos menos de la respuesta desproporcionada de nuestros activistas. Durante demasiado tiempo hemos permitido que las comunidades indígenas y los grupos activistas del Sur Global hagan la mayor parte de nuestro trabajo de resistencia por nosotros, y ahora intervenimos en el último momento y reclamamos todo el crédito.
XR ciertamente ha caído en esta trampa. Algunas de las personas de nuestro movimiento han permitido que sus egos huyan con ellas. Pero creo que eso está cambiando. Y creo que seguirá cambiando, para mejor. La semana pasada hubo protestas en más de sesenta ciudades de todo el mundo, desde Mumbai hasta Ciudad del Cabo, desde Dublín hasta Nueva York, desde Banjul hasta Islamabad. Cada interación de este movimiento es diferente a la siguiente. Un grupo en Ghana, por ejemplo, no puede usar las mismas tácticas con un grupo en Francia. Por supuesto, la esencia del movimiento sigue siendo la misma. Pero todo lo demás puede cambiar. De hecho, la capacidad de cambiar, y cambiar rápidamente, es una parte clave de nuestro éxito.
XR cambia con cada nueva persona que se une a nosotros. Nuestra estructura descentralizada significa que, siempre que se atenga a nuestros valores y principios clave, puede empezar a organizar una acción o a planificar una protesta o a escribir un discurso sin pedir permiso o tener que cumplir un mandato para ello.
Esto es lo que nos permitió crecer tan rápidamente. Lo que alentó a que surgiera naturalmente una enorme diversidad de tácticas a medida que la gente se sentía empoderada para tomar medidas de cualquier manera que tuviera sentido para ellas. Eso fue lo que hizo que trabajáramos rápido y nunca nos dejáramos tiempo para quedarnos atascados. Para las que estamos en la oficina central, sabíamos que las cosas marchaban no cuando las organizabamos nosotras mismas, sino cuando empezaban a ocurrir cosas que no conocíamos.
Por supuesto, también hay varios problemas con este modelo de organización que justifican una conversación mucho más larga. Una estructura que se basa en el empoderamiento de las personas para que salgan y actúen, a menudo también tiene dificultades para tomar sus propias decisiones internas. Y también le será difícil lidiar para suavizar el poder y responder con sensibilidad a cuestiones relacionadas con privilegios o conflictos.
También significa que ocasionalmente la gente haga algo estúpido. Como enviar flores a una estación de policía. O saltar encima de un tren.
Por cierto, no estoy culpando a personas individuales por estas acciones. Aunque los individuos necesitan asumir una parte de la culpa, estos errores no pueden ser descartados como simplemente accidentales. Son parte de nuestro movimiento. Son manifestaciones de una idea. O una táctica. O evidencia de nuestra ignorancia.
Como todos los buenos movimientos, necesitamos mirarlos y aprender de ellos.
La infame acción del tren es, en mi opinión, un buen caso de estudio de los límites del activismo descentralizado. Fue planeado por una pequeña fracción del movimiento, con la oposición de la abrumadora mayoría de nuestros activistas, y sin embargo se permitió que sucediera bajo la bandera XR. Ese día absorbió toda la cobertura de los medios de comunicación, distrayendo de acciones más reflexivas y alterando la percepción que tuvo el público de nuestras protestas. Sin embargo, sólo fueron unas diez o quince personas las que estuvieron convencidas de que funcionaría.
Vale la pena decir que este mismo grupo intentó hacer exactamente lo mismo durante la rebelión de abril. En ese momento, teníamos una forma más jerárquica aún de organizarnos; establecimos un organismo que supervisaba toda la rebelión llamado Equipo de Respuesta Rápida, que supuestamente estaba formado por representantes de diferentes subgrupos de la organización, pero que básicamente eran sólo quince personas del equipo central. Yo estaba en la reunión cuando por fin se puso fin a esta acción y puedo decirles que la habrían realizado en abril, si no llega a ser porque un par de nosotras amagamos con renunciar públicamente si la hacían.
Hay ciertos grupos en XR que creen que la interrupción económica es la única estrategia que vale la pena seguir. Esto estaba profundamente arraigado en la génesis del movimiento y en una visión estratégica de la que no se puede disuadir a muchos de sus miembros originales. Están decididos a perturbar las redes de transporte y a hacer que las personas sean detenidas en masa. Esta visión se presenta a veces como la visión principal de XR, porque algunos de los fundadores la defienden a viva voz en los medios de comunicación, pero de hecho ahora es una posición relativamente marginal. La mayoría de las activistas tienen una teoría del cambio mucho más matizada, que se basa en una vasta multitud de tácticas.
Tenemos que encontrar estructuras diferentes si queremos conseguir victorias diferentes.
En un movimiento de masas descentralizado, los que tienen las voces más fuertes son los que dominan. Por lo tanto, el desafío es construir un movimiento progresista que no sea presa de estas voces.
Creo que ha llegado el momento de deshacernos de nuestras formas de trabajo antidemocráticas. Nuestro movimiento ha sido excepcionalmente eficiente en la movilización de miles de personas, pero ahora necesita pensar largo y tendido sobre el principio de evaluar lo realizado. En este momento, no hay ningún tipo de evaluación.
Tenemos que pensar muy bien cuál es nuestro propósito y qué esperamos lograr. Cuando fui arrestado en febrero por protestar pacíficamente fuera de una conferencia sobre petróleo y gas, yo había organizado la acción bajo mis propias condiciones. Para ser sincero, no estoy dispuesto a que me arresten por estar sentado en medio de una carretera. Veo la necesidad de ello y admiro a quienes lo hacen, pero personalmente quería hacer algo más significativo y enviar un mensaje político más claro. La tensión psicológica de ser arrestado, luego acusado y finalmente tener que ser juzgado es inmensa. Como joven, no voy a hacer ese sacrificio por puro capricho. La acción que organicé fue diferente. Fue una protesta dirigida con un propósito muy específico. Tenía mensajes sobre las prácticas neocoloniales de las empresas de combustibles fósiles en África.
En otras palabras: si iba a rebelarme, quería hacerlo en mis propios términos.
XR siempre se ha basado en acciones simbólicas para construir el movimiento. Cuando empezamos, movilizamos a la gente eligiendo objetivos con astucia política, con dominio en cómo cubrir las noticias, y luego encontrando formas en las que la gente pudiera ser incluida instantáneamente en el grupo. Esto es algo, para ser franco, en lo que la mayoría de los grupos activistas no son muy buenos. Con un movimiento envalentonado, dirigimos nuestra atención a las acciones de participación masiva que fueron diseñadas para maximizar la perturbación económica. Algunas de ellas funcionaron mejor que otras. La mayoría de ellas, al analizarlas objetivamente, fracasaron en nuestros propios términos: no causaron muchos trastornos económicos y tampoco transmitieron nuestra idea. Pero tuvieron éxito donde otras fallaron: atrajeron a la gente.
Con cada nuevo activista viene una nueva teoría del cambio. Se multiplican. Coexisten. No son particularmente fáciles de precisar.
No se reconoce a menudo que las que estamos en el corazón de XR somos generalmente mucho más radicales que las personas que nos apoyan. De la misma manera, el movimiento más amplio es a menudo más cauteloso o más liberal que la gente del equipo central. Hay gente que piensa que la palabra "rebelión" es un florecimiento retórico limpio, y luego estamos nosotras, que pensamos que es absolutamente esencial.
Lo que me atrajo a XR fue la llamada a cambiar de sistema.
Contrariamente a lo que algunos comentaristas quieren hacer creer, XR fue prácticamente el único grupo en 2018 que tuvo una crítica sistémica de la crisis climática y que estaba dispuesto a gritar sobre ella. Por supuesto, hubo y hay otros grupos. Pero creo que merece la pena ser sincero: su mensaje ni llegó ni era equiparable al empuje y ambición por pasar a la acción. Crucialmente, XR también da el primer paso hacia una solución racional y coherente: la desobediencia civil no violenta en una escala que nunca antes habíamos visto.
Creo que las críticas a XR por ser demasiado liberal o carecer de un análisis de clase son en gran medida exageradas. XR es, después de todo, un sucesor natural del Occupy movement. Siempre me sorprende la poca frecuencia con que se establece esta conexión. La mayoría de los coordinadores de la Rebelión de Extinción estaban involucrados en Occupy. Ojalá hubiéramos hablado más de esto. Ojalá hubiéramos aprendido más de él. Pero tienen un buen análisis del capital y del control. No me malinterpreten, la mensajería todavía necesita mejorar mucho. Pero hemos sido muy claros sobre la necesidad de un cambio de sistema. En un reciente informe para el Policy Exchange (institución educativa en UK), se nos describió como "un movimiento anticapitalista que no contempla la posibilidad de acomodarse a una economía de libre mercado". Fui señalado, al igual que algunas de mis amigas, por nuestros análisis de la situación actual basados en la clase.
Por cierto, no estoy culpando a personas individuales por estas acciones. Aunque los individuos necesitan asumir una parte de la culpa, estos errores no pueden ser descartados como simplemente accidentales. Son parte de nuestro movimiento. Son manifestaciones de una idea. O una táctica. O evidencia de nuestra ignorancia.
Como todos los buenos movimientos, necesitamos mirarlos y aprender de ellos.
La infame acción del tren es, en mi opinión, un buen caso de estudio de los límites del activismo descentralizado. Fue planeado por una pequeña fracción del movimiento, con la oposición de la abrumadora mayoría de nuestros activistas, y sin embargo se permitió que sucediera bajo la bandera XR. Ese día absorbió toda la cobertura de los medios de comunicación, distrayendo de acciones más reflexivas y alterando la percepción que tuvo el público de nuestras protestas. Sin embargo, sólo fueron unas diez o quince personas las que estuvieron convencidas de que funcionaría.
Vale la pena decir que este mismo grupo intentó hacer exactamente lo mismo durante la rebelión de abril. En ese momento, teníamos una forma más jerárquica aún de organizarnos; establecimos un organismo que supervisaba toda la rebelión llamado Equipo de Respuesta Rápida, que supuestamente estaba formado por representantes de diferentes subgrupos de la organización, pero que básicamente eran sólo quince personas del equipo central. Yo estaba en la reunión cuando por fin se puso fin a esta acción y puedo decirles que la habrían realizado en abril, si no llega a ser porque un par de nosotras amagamos con renunciar públicamente si la hacían.
Hay ciertos grupos en XR que creen que la interrupción económica es la única estrategia que vale la pena seguir. Esto estaba profundamente arraigado en la génesis del movimiento y en una visión estratégica de la que no se puede disuadir a muchos de sus miembros originales. Están decididos a perturbar las redes de transporte y a hacer que las personas sean detenidas en masa. Esta visión se presenta a veces como la visión principal de XR, porque algunos de los fundadores la defienden a viva voz en los medios de comunicación, pero de hecho ahora es una posición relativamente marginal. La mayoría de las activistas tienen una teoría del cambio mucho más matizada, que se basa en una vasta multitud de tácticas.
Tenemos que encontrar estructuras diferentes si queremos conseguir victorias diferentes.
En un movimiento de masas descentralizado, los que tienen las voces más fuertes son los que dominan. Por lo tanto, el desafío es construir un movimiento progresista que no sea presa de estas voces.
Creo que ha llegado el momento de deshacernos de nuestras formas de trabajo antidemocráticas. Nuestro movimiento ha sido excepcionalmente eficiente en la movilización de miles de personas, pero ahora necesita pensar largo y tendido sobre el principio de evaluar lo realizado. En este momento, no hay ningún tipo de evaluación.
Tenemos que pensar muy bien cuál es nuestro propósito y qué esperamos lograr. Cuando fui arrestado en febrero por protestar pacíficamente fuera de una conferencia sobre petróleo y gas, yo había organizado la acción bajo mis propias condiciones. Para ser sincero, no estoy dispuesto a que me arresten por estar sentado en medio de una carretera. Veo la necesidad de ello y admiro a quienes lo hacen, pero personalmente quería hacer algo más significativo y enviar un mensaje político más claro. La tensión psicológica de ser arrestado, luego acusado y finalmente tener que ser juzgado es inmensa. Como joven, no voy a hacer ese sacrificio por puro capricho. La acción que organicé fue diferente. Fue una protesta dirigida con un propósito muy específico. Tenía mensajes sobre las prácticas neocoloniales de las empresas de combustibles fósiles en África.
En otras palabras: si iba a rebelarme, quería hacerlo en mis propios términos.
XR siempre se ha basado en acciones simbólicas para construir el movimiento. Cuando empezamos, movilizamos a la gente eligiendo objetivos con astucia política, con dominio en cómo cubrir las noticias, y luego encontrando formas en las que la gente pudiera ser incluida instantáneamente en el grupo. Esto es algo, para ser franco, en lo que la mayoría de los grupos activistas no son muy buenos. Con un movimiento envalentonado, dirigimos nuestra atención a las acciones de participación masiva que fueron diseñadas para maximizar la perturbación económica. Algunas de ellas funcionaron mejor que otras. La mayoría de ellas, al analizarlas objetivamente, fracasaron en nuestros propios términos: no causaron muchos trastornos económicos y tampoco transmitieron nuestra idea. Pero tuvieron éxito donde otras fallaron: atrajeron a la gente.
Con cada nuevo activista viene una nueva teoría del cambio. Se multiplican. Coexisten. No son particularmente fáciles de precisar.
No se reconoce a menudo que las que estamos en el corazón de XR somos generalmente mucho más radicales que las personas que nos apoyan. De la misma manera, el movimiento más amplio es a menudo más cauteloso o más liberal que la gente del equipo central. Hay gente que piensa que la palabra "rebelión" es un florecimiento retórico limpio, y luego estamos nosotras, que pensamos que es absolutamente esencial.
Lo que me atrajo a XR fue la llamada a cambiar de sistema.
Contrariamente a lo que algunos comentaristas quieren hacer creer, XR fue prácticamente el único grupo en 2018 que tuvo una crítica sistémica de la crisis climática y que estaba dispuesto a gritar sobre ella. Por supuesto, hubo y hay otros grupos. Pero creo que merece la pena ser sincero: su mensaje ni llegó ni era equiparable al empuje y ambición por pasar a la acción. Crucialmente, XR también da el primer paso hacia una solución racional y coherente: la desobediencia civil no violenta en una escala que nunca antes habíamos visto.
Creo que las críticas a XR por ser demasiado liberal o carecer de un análisis de clase son en gran medida exageradas. XR es, después de todo, un sucesor natural del Occupy movement. Siempre me sorprende la poca frecuencia con que se establece esta conexión. La mayoría de los coordinadores de la Rebelión de Extinción estaban involucrados en Occupy. Ojalá hubiéramos hablado más de esto. Ojalá hubiéramos aprendido más de él. Pero tienen un buen análisis del capital y del control. No me malinterpreten, la mensajería todavía necesita mejorar mucho. Pero hemos sido muy claros sobre la necesidad de un cambio de sistema. En un reciente informe para el Policy Exchange (institución educativa en UK), se nos describió como "un movimiento anticapitalista que no contempla la posibilidad de acomodarse a una economía de libre mercado". Fui señalado, al igual que algunas de mis amigas, por nuestros análisis de la situación actual basados en la clase.
En la rebelión de octubre, la policía prohibió toda actividad de XR —de una forma que aún no sabemos si es legal— después de que interrumpimos el distrito financiero con una serie de cortes de carretera. Hemos desafiado constantemente a los ricos y a los poderosos y como resultado hemos sido blanco de ataques. Si la respuesta de la policía fuera ilegal, no sería la primera vez. Hace dos meses, la policía me prohibió participar en la Conferencia del Partido Laborista, a pesar de no tener antecedentes penales y de ser un delegado electo de la conferencia. Más tarde, la policía admitió que se habían comportado incorrectamente.
Tenemos que recordar que una resistencia significativa al sistema actual siempre será suprimida por un Estado violento y censurador. Nuestras críticas al capitalismo nos han puesto en contacto directo con la violencia del Estado. Pero no podemos permitir que esto nos disuada de hacerlo. De hecho, de una manera extraña, es una señal de que nuestras protestas funcionan. Es imperativo que en el centro del movimiento tengamos una crítica coherente del modelo económico actual y —lo que es más importante— una idea de cómo es una economía más verde y sostenible.
También es importante reconocer nuestro propio privilegio al hablar de la clase. La derecha ha atacado sistemáticamente a XR por ser un movimiento de "clase media". Es cierto que muchas de las personas que protestan con XR son de clase media, como lo son muchas personas en el movimiento verde más amplio. Esto tiene que cambiar. Pero el equipo central no es abrumadoramente de clase media y tampoco lo son los fundadores. El problema es nuestra mensajería. Nuestros mensajes atraen a cierto tipo de personas, mientras que inadvertidamente excluyen a otras. Por lo tanto, no estamos movilizando a la gente de las zonas desfavorecidas de Londres, estamos movilizando en gran medida a la gente de clase media que vive en el campo. Esto no puede ser. Tenemos que escuchar a la clase obrera y educar a la clase media. No intentemos correr antes de que podamos caminar.
Sin embargo, también vale la pena aplicar un poco de contexto. XR ha tenido mucho éxito en movilizar a un gran número de personas muy rápidamente; el primer equipo que dirigí tenía gente que acababa de dejar sus lucrativos trabajos en la ciudad y gente que venía a la oficina durante los huecos que tenían entre una cita y otra de la oficina de empleo. Para ser franco, muchos de los grupos activistas que critican rutinariamente a XR no son tan inclusivos ni tan diversos. Muchos de ellos están dirigidos por activistas educados en Oxford y Cambridge que actúan de una manera particular y se comunican con un vocabulario específico. Siempre me he sentido como en casa en estos grupos, pero no podemos pretender que todo el mundo lo haga. XR no ha tenido éxito en movilizar a la clase obrera, pero tampoco lo ha tenido nadie. Es importante que todas lo reconozcamos.
Soy miembro del Partido Laborista y lo he sido desde que Jeremy Corbyn se convirtió en líder en 2015. Mi política siempre ha estado enraizada en la lucha de clases y también mi activismo climático. Es cierto, por supuesto, que no todos en Extinction Rebellion comparten mi política. La gente se siente atraída por este movimiento por muchas razones diferentes: necesitamos aferrarnos a esta capacidad de movilizar a la gente y unirla, con cuidado y compasión, en un viaje hacia la conciencia de clase. La forma en que el movimiento climático habla de la clase es una de las conversaciones más importantes que todos necesitamos tener en las próximas semanas y meses.
Por supuesto, nunca debemos rehuir hablar de un cambio de sistema.
XR se basa en modos revolucionarios de activismo. Aspira a una revolución pacífica, no en el sentido convencional de la palabra, sino de una manera más profunda, más reflexiva y más empática. No estamos preparadas para ser un grupo activista reformista. Queremos transformar todos los aspectos de nuestra sociedad. Y creemos en la gente —en el poder de la gente común y corriente como usted y yo— para hacer eso por nosotras mismas.
Al pasar a la segunda fase de XR no debemos perder el corazón radical de nuestro movimiento.
La desobediencia civil no violenta es una de las herramientas más importantes en la lucha por la justicia climática. De hecho, ha sido una de las herramientas más importantes en la lucha por la justicia en todo el mundo, desde el movimiento de derechos civiles hasta las sufragistas. En las últimas semanas, he visto a la gente argumentar que todas las formas de perturbación son erróneas. Algunos de estos argumentos se han vuelto francamente surrealistas. En un mundo desigual e injusto, los modos de resistencia serán obviamente complicados y comprometidos debido a la situación real a la hora de organizarlos. Pero la respuesta no es deshacerse de la desobediencia civil, sino hacer mejor la desobediencia civil.
Sin embargo, no debemos confundirnos entre tácticas revolucionarias que funcionan y tácticas revolucionarias que no funcionan. Gran parte de la investigación que originalmente sustentó nuestra organización se basa en revoluciones y rebeliones bajo regímenes represivos y dictaduras. Aunque ciertamente hay algunas lecciones más amplias que aprender aquí, sería una tontería pensar que se pueden trasladar fácilmente a un contexto político diferente. Nuestra estrategia de arresto es profundamente defectuosa. De hecho, como ya he dicho antes, ha sido una posición relativamente marginal desde hace tiempo. Pero no hemos sido capaces de articular cuál es nuestra nueva estrategia, si es que la tenemos.
También tenemos que reconocer las enormes críticas que han recibido nuestras estrategias pasadas. En particular, gran parte de estas críticas proceden de personas de color. Y con razón.
Entonces, hablemos de raza. XR tiene un problema racial.
Tenemos que recordar que una resistencia significativa al sistema actual siempre será suprimida por un Estado violento y censurador. Nuestras críticas al capitalismo nos han puesto en contacto directo con la violencia del Estado. Pero no podemos permitir que esto nos disuada de hacerlo. De hecho, de una manera extraña, es una señal de que nuestras protestas funcionan. Es imperativo que en el centro del movimiento tengamos una crítica coherente del modelo económico actual y —lo que es más importante— una idea de cómo es una economía más verde y sostenible.
También es importante reconocer nuestro propio privilegio al hablar de la clase. La derecha ha atacado sistemáticamente a XR por ser un movimiento de "clase media". Es cierto que muchas de las personas que protestan con XR son de clase media, como lo son muchas personas en el movimiento verde más amplio. Esto tiene que cambiar. Pero el equipo central no es abrumadoramente de clase media y tampoco lo son los fundadores. El problema es nuestra mensajería. Nuestros mensajes atraen a cierto tipo de personas, mientras que inadvertidamente excluyen a otras. Por lo tanto, no estamos movilizando a la gente de las zonas desfavorecidas de Londres, estamos movilizando en gran medida a la gente de clase media que vive en el campo. Esto no puede ser. Tenemos que escuchar a la clase obrera y educar a la clase media. No intentemos correr antes de que podamos caminar.
Sin embargo, también vale la pena aplicar un poco de contexto. XR ha tenido mucho éxito en movilizar a un gran número de personas muy rápidamente; el primer equipo que dirigí tenía gente que acababa de dejar sus lucrativos trabajos en la ciudad y gente que venía a la oficina durante los huecos que tenían entre una cita y otra de la oficina de empleo. Para ser franco, muchos de los grupos activistas que critican rutinariamente a XR no son tan inclusivos ni tan diversos. Muchos de ellos están dirigidos por activistas educados en Oxford y Cambridge que actúan de una manera particular y se comunican con un vocabulario específico. Siempre me he sentido como en casa en estos grupos, pero no podemos pretender que todo el mundo lo haga. XR no ha tenido éxito en movilizar a la clase obrera, pero tampoco lo ha tenido nadie. Es importante que todas lo reconozcamos.
Soy miembro del Partido Laborista y lo he sido desde que Jeremy Corbyn se convirtió en líder en 2015. Mi política siempre ha estado enraizada en la lucha de clases y también mi activismo climático. Es cierto, por supuesto, que no todos en Extinction Rebellion comparten mi política. La gente se siente atraída por este movimiento por muchas razones diferentes: necesitamos aferrarnos a esta capacidad de movilizar a la gente y unirla, con cuidado y compasión, en un viaje hacia la conciencia de clase. La forma en que el movimiento climático habla de la clase es una de las conversaciones más importantes que todos necesitamos tener en las próximas semanas y meses.
Por supuesto, nunca debemos rehuir hablar de un cambio de sistema.
XR se basa en modos revolucionarios de activismo. Aspira a una revolución pacífica, no en el sentido convencional de la palabra, sino de una manera más profunda, más reflexiva y más empática. No estamos preparadas para ser un grupo activista reformista. Queremos transformar todos los aspectos de nuestra sociedad. Y creemos en la gente —en el poder de la gente común y corriente como usted y yo— para hacer eso por nosotras mismas.
Al pasar a la segunda fase de XR no debemos perder el corazón radical de nuestro movimiento.
La desobediencia civil no violenta es una de las herramientas más importantes en la lucha por la justicia climática. De hecho, ha sido una de las herramientas más importantes en la lucha por la justicia en todo el mundo, desde el movimiento de derechos civiles hasta las sufragistas. En las últimas semanas, he visto a la gente argumentar que todas las formas de perturbación son erróneas. Algunos de estos argumentos se han vuelto francamente surrealistas. En un mundo desigual e injusto, los modos de resistencia serán obviamente complicados y comprometidos debido a la situación real a la hora de organizarlos. Pero la respuesta no es deshacerse de la desobediencia civil, sino hacer mejor la desobediencia civil.
Sin embargo, no debemos confundirnos entre tácticas revolucionarias que funcionan y tácticas revolucionarias que no funcionan. Gran parte de la investigación que originalmente sustentó nuestra organización se basa en revoluciones y rebeliones bajo regímenes represivos y dictaduras. Aunque ciertamente hay algunas lecciones más amplias que aprender aquí, sería una tontería pensar que se pueden trasladar fácilmente a un contexto político diferente. Nuestra estrategia de arresto es profundamente defectuosa. De hecho, como ya he dicho antes, ha sido una posición relativamente marginal desde hace tiempo. Pero no hemos sido capaces de articular cuál es nuestra nueva estrategia, si es que la tenemos.
También tenemos que reconocer las enormes críticas que han recibido nuestras estrategias pasadas. En particular, gran parte de estas críticas proceden de personas de color. Y con razón.
Entonces, hablemos de raza. XR tiene un problema racial.
De hecho, la mayoría de los grupos activistas lo tienen. El movimiento verde especialmente. Pero, por el mero hecho de que este problema no nos concierna únicamente a nosotros, nunca deberíamos ser autocomplacientes con esto. De hecho, tenemos que poner la lucha por la igualdad racial en el centro de todo lo que hacemos.
En 2015, el director ejecutivo de Amigos de la Tierra describió el movimiento climático como "un gueto de clase media blanca". Estudio tras estudio ha revelado la sorprendente falta de diversidad dentro de las ONG y organizaciones de justicia climática. Por supuesto, hay algunas excepciones notables y se han hecho algunos progresos en la última década. Pero, desde el principio, no debería haber sido así. El cambio climático es una crisis racializada. No reconocerlo equivale a supremacía blanca.
Cualquiera que le diga que el problema racial se da exclusivamente en XR no sabe nada sobre la historia del movimiento climático en el Reino Unido. Pero eso no absuelve a XR de su completa y total incapacidad para participar en asuntos de raza. De hecho, lo hace aún más condenatorio. Esta es una de las cuestiones más importantes en el movimiento climático británico y nuestra voz ha estado notablemente ausente.
Una vez más, vale la pena señalar en qué aspectos nuestros críticos han simplificado a veces sus críticas. Hay mucha gente de color organizando roles en todo el movimiento.
Este año, cuando se hicieron estas críticas por primera vez, recuerdo haber hablado sobre esto con una de nuestras coordinadoras más activas Ella dijo: "Cuando dicen que no hay negros en el movimiento, son ellos los que están blanqueando mi contribución como mujer negra, son ellos los que no reconocen mi liderazgo".
Pero hay una gran diferencia entre tener gente negra en tu movimiento y ser proactivamente antirracista en todo lo que haces.
Cuando me uní por primera vez a XR, me dijeron que no hablara sobre el capitalismo o el colonialismo en nuestras cuentas en las redes sociales. Obviamente, lo hice, pero el consejo me sorprendió. La lógica era que desanimaba a la gente y que deberíamos utilizar una retórica más universal y accesible. Obviamente, lo que constituye lo universal es en sí mismo una decisión racializada. Y si no hablas de poder y privilegio, entonces estás tomando la decisión política de dirigir tus mensajes hacia algunos grupos, excluyendo a otros. Vale la pena decir, para que conste, que este consejo raramente provino de personas dentro del propio equipo de medios de comunicación. Era de los coordinadores de otras partes de la organización y estaba formulada en términos de estrategia e identidad.
También he sido testigo de la exclusión de las personas de color de los espacios activistas. Recientemente, una joven de color tuvo que dejar un grupo organizador después de compartir sus experiencias de racismo dentro del movimiento ambiental y se le dijo si ella, y no las personas que la habían hecho sentir mal recibida, debían considerar su lugar en el movimiento. La censura en este nivel no es sólo una forma de exclusión, es una forma de violencia. No creo que estas actitudes prevalezcan en XR, pero ciertamente están ahí. Y en este momento no tenemos los procedimientos ni las estructuras para hacerles frente. Esto tiene que cambiar.
En 2015, el director ejecutivo de Amigos de la Tierra describió el movimiento climático como "un gueto de clase media blanca". Estudio tras estudio ha revelado la sorprendente falta de diversidad dentro de las ONG y organizaciones de justicia climática. Por supuesto, hay algunas excepciones notables y se han hecho algunos progresos en la última década. Pero, desde el principio, no debería haber sido así. El cambio climático es una crisis racializada. No reconocerlo equivale a supremacía blanca.
Cualquiera que le diga que el problema racial se da exclusivamente en XR no sabe nada sobre la historia del movimiento climático en el Reino Unido. Pero eso no absuelve a XR de su completa y total incapacidad para participar en asuntos de raza. De hecho, lo hace aún más condenatorio. Esta es una de las cuestiones más importantes en el movimiento climático británico y nuestra voz ha estado notablemente ausente.
Una vez más, vale la pena señalar en qué aspectos nuestros críticos han simplificado a veces sus críticas. Hay mucha gente de color organizando roles en todo el movimiento.
Este año, cuando se hicieron estas críticas por primera vez, recuerdo haber hablado sobre esto con una de nuestras coordinadoras más activas Ella dijo: "Cuando dicen que no hay negros en el movimiento, son ellos los que están blanqueando mi contribución como mujer negra, son ellos los que no reconocen mi liderazgo".
Pero hay una gran diferencia entre tener gente negra en tu movimiento y ser proactivamente antirracista en todo lo que haces.
Cuando me uní por primera vez a XR, me dijeron que no hablara sobre el capitalismo o el colonialismo en nuestras cuentas en las redes sociales. Obviamente, lo hice, pero el consejo me sorprendió. La lógica era que desanimaba a la gente y que deberíamos utilizar una retórica más universal y accesible. Obviamente, lo que constituye lo universal es en sí mismo una decisión racializada. Y si no hablas de poder y privilegio, entonces estás tomando la decisión política de dirigir tus mensajes hacia algunos grupos, excluyendo a otros. Vale la pena decir, para que conste, que este consejo raramente provino de personas dentro del propio equipo de medios de comunicación. Era de los coordinadores de otras partes de la organización y estaba formulada en términos de estrategia e identidad.
También he sido testigo de la exclusión de las personas de color de los espacios activistas. Recientemente, una joven de color tuvo que dejar un grupo organizador después de compartir sus experiencias de racismo dentro del movimiento ambiental y se le dijo si ella, y no las personas que la habían hecho sentir mal recibida, debían considerar su lugar en el movimiento. La censura en este nivel no es sólo una forma de exclusión, es una forma de violencia. No creo que estas actitudes prevalezcan en XR, pero ciertamente están ahí. Y en este momento no tenemos los procedimientos ni las estructuras para hacerles frente. Esto tiene que cambiar.
En abril pasado, mi amiga Farhana y yo coordinamos nuestra estrategia de negociación política. Esto implicó la construcción de una campaña que esperábamos que obligara a los políticos a reunirse con nosotras y que, en última instancia, terminara con el Parlamento del Reino Unido declarando una emergencia climática y ecológica. Al final, nuestra estrategia tuvo éxito: al día siguiente de reunirnos con Michael Gove y John McDonnell, el Reino Unido se convirtió en el primer país en declarar una emergencia climática. Sigue siendo la mayor victoria que XR puede reclamar legítimamente.
Pero mi liderazgo (como joven) y el liderazgo de Farhana (como persona de color) fueron desafiados sistemáticamente. Farhana es una de las personas más conocedoras y experimentadas de XR; es una ex autora principal (lead author) del IPCC y ha estado trabajando en la ONU durante décadas. El hecho de que alguien como ella renuncie a su trabajo para unirse a nosotros debería ser una historia a defender, no alguien a quien marginamos. Durante la rebelión de abril, Farhana y yo fuimos vistos como reformadoros políticos simplemente por reunirnos con políticos, tal como se nos ordenó que hiciéramos. Se desencadenó un proceso de resolución de conflictos en nuestra contra y también fuimos objeto de una petición abierta en la que se pedía que Farhana fuera expulsada del movimiento. No me cabe duda de que gran parte de esta desconfianza, consciente o no, se debbía al racismo.
Todos —especialmente aquellas de nosotras de izquierdas que pretendemos defender la justicia— tenemos la responsabilidad de descolonizar nuestro pensamiento, nuestra teoría y nuestras prácticas activistas.
Algunos de nosotros hemos estado hablando de justicia climática desde el principio. No es cierto que no se haya hecho ningún trabajo sobre cuestiones de justicia climática, o para impulsar esta estrategia en el movimiento más amplio. La Juventud de XR ha trabajado muy de cerca con la Red de Solidaridad Internacional de XR para levantar las voces del Sur Global y para solidarizarse con la lucha indígena. Muchas de las personas que se incorporan ahora tienen un análisis político mucho mejor y están ayudando a cambiar y remodelar el movimiento a su propia imagen. De manera similar, los grupos locales tienden a hablar mejor de la justicia climática. Y tal vez fue mejor resumido por Extinction Rebellion Scotland, quien trajo una gran pancarta a la Rebelión de Octubre que simplemente decía: "Descolonizar XR".
Generalmente, el problema no es que no haya gente hablando de justicia climática dentro de XR, porque la hay. El problema es que la justicia climática no está profundamente arraigada en los valores y principios del movimiento.
En la Rebelión de Octubre, un sitio web llamado la Rebelión de la Justicia Global propuso añadir una cuarta demanda enfocada en la justicia climática y ecológica, vagamente basada en la cuarta demanda de XR en los Estados Unidos. Este importante sitio web fue organizado por una gran coalición de grupos, incluyendo muchos grupos formalmente afiliados a XR. Esta cuarta exigencia debería ser ahora adoptada formalmente por Extinction Rebellion en el Reino Unido. Pero la justicia climática no puede ser algo a lo que añadimos al final de nuestras demandas, como una idea de última hora. Tiene que estar profundamente arraigada en todo lo que hacemos.
Los mensajes en torno a las detenciones han resultado especialmente problemáticos. En parte, esta crítica se ha centrado en la estrategia de las detenciones masivas y aquí tenemos que reconocer que las experiencias de cada una con el sistema judicial siempre van a ser diferentes. A principios de este año, escribimos en el manual de la Rebelión de la Extinción: "Para XR es evidente que la policía sigue siendo estructuralmente racista, injusta y violenta, particularmente hacia los grupos oprimidos". No hemos hecho lo suficiente para mitigar o protegernos contra esto.
Como con todas estas críticas, la reacción puede ser, por supuesto, exagerada. Martin Luther King comprendió bien la táctica de los arrestos masivos. En Alabama, el movimiento de derechos civiles obtuvo una de sus victorias más significativas cuando decidió llenar las cárceles con manifestantes. En 1963, seiscientos niños fueron arrestados, una jugada que incomodó profundamente a muchos otros líderes de los derechos civiles. Miles de hombres y mujeres negros terminaron en celdas policiales, al igual que Martin Luther King. Y, en última instancia, la campaña fue un éxito. La ciudad de Birmingham rechazó la segregación y las protestas llevaron a una de las victorias más significativas del movimiento de derechos civiles: la adopción de la Ley de Derechos Civiles.
Los arrestos masivos han sido una herramienta importante de la resistencia negra durante mucho tiempo. Pero afrontémoslo: hay una gran diferencia entre Martin Luther King diciéndote que te arresten y un tipo blanco de Gales. El movimiento de los derechos civiles fue un movimiento diseñado por personas negras para personas negras. XR no lo es y, por lo tanto, la estrategia debe cambiar o, como mínimo, adaptarse. Y también deben adaptarse los que están en posiciones de poder.
Y por eso vamos hacia ese cambio. Con valor y con amor.
Pero mi liderazgo (como joven) y el liderazgo de Farhana (como persona de color) fueron desafiados sistemáticamente. Farhana es una de las personas más conocedoras y experimentadas de XR; es una ex autora principal (lead author) del IPCC y ha estado trabajando en la ONU durante décadas. El hecho de que alguien como ella renuncie a su trabajo para unirse a nosotros debería ser una historia a defender, no alguien a quien marginamos. Durante la rebelión de abril, Farhana y yo fuimos vistos como reformadoros políticos simplemente por reunirnos con políticos, tal como se nos ordenó que hiciéramos. Se desencadenó un proceso de resolución de conflictos en nuestra contra y también fuimos objeto de una petición abierta en la que se pedía que Farhana fuera expulsada del movimiento. No me cabe duda de que gran parte de esta desconfianza, consciente o no, se debbía al racismo.
Todos —especialmente aquellas de nosotras de izquierdas que pretendemos defender la justicia— tenemos la responsabilidad de descolonizar nuestro pensamiento, nuestra teoría y nuestras prácticas activistas.
Algunos de nosotros hemos estado hablando de justicia climática desde el principio. No es cierto que no se haya hecho ningún trabajo sobre cuestiones de justicia climática, o para impulsar esta estrategia en el movimiento más amplio. La Juventud de XR ha trabajado muy de cerca con la Red de Solidaridad Internacional de XR para levantar las voces del Sur Global y para solidarizarse con la lucha indígena. Muchas de las personas que se incorporan ahora tienen un análisis político mucho mejor y están ayudando a cambiar y remodelar el movimiento a su propia imagen. De manera similar, los grupos locales tienden a hablar mejor de la justicia climática. Y tal vez fue mejor resumido por Extinction Rebellion Scotland, quien trajo una gran pancarta a la Rebelión de Octubre que simplemente decía: "Descolonizar XR".
Generalmente, el problema no es que no haya gente hablando de justicia climática dentro de XR, porque la hay. El problema es que la justicia climática no está profundamente arraigada en los valores y principios del movimiento.
En la Rebelión de Octubre, un sitio web llamado la Rebelión de la Justicia Global propuso añadir una cuarta demanda enfocada en la justicia climática y ecológica, vagamente basada en la cuarta demanda de XR en los Estados Unidos. Este importante sitio web fue organizado por una gran coalición de grupos, incluyendo muchos grupos formalmente afiliados a XR. Esta cuarta exigencia debería ser ahora adoptada formalmente por Extinction Rebellion en el Reino Unido. Pero la justicia climática no puede ser algo a lo que añadimos al final de nuestras demandas, como una idea de última hora. Tiene que estar profundamente arraigada en todo lo que hacemos.
Los mensajes en torno a las detenciones han resultado especialmente problemáticos. En parte, esta crítica se ha centrado en la estrategia de las detenciones masivas y aquí tenemos que reconocer que las experiencias de cada una con el sistema judicial siempre van a ser diferentes. A principios de este año, escribimos en el manual de la Rebelión de la Extinción: "Para XR es evidente que la policía sigue siendo estructuralmente racista, injusta y violenta, particularmente hacia los grupos oprimidos". No hemos hecho lo suficiente para mitigar o protegernos contra esto.
Como con todas estas críticas, la reacción puede ser, por supuesto, exagerada. Martin Luther King comprendió bien la táctica de los arrestos masivos. En Alabama, el movimiento de derechos civiles obtuvo una de sus victorias más significativas cuando decidió llenar las cárceles con manifestantes. En 1963, seiscientos niños fueron arrestados, una jugada que incomodó profundamente a muchos otros líderes de los derechos civiles. Miles de hombres y mujeres negros terminaron en celdas policiales, al igual que Martin Luther King. Y, en última instancia, la campaña fue un éxito. La ciudad de Birmingham rechazó la segregación y las protestas llevaron a una de las victorias más significativas del movimiento de derechos civiles: la adopción de la Ley de Derechos Civiles.
Los arrestos masivos han sido una herramienta importante de la resistencia negra durante mucho tiempo. Pero afrontémoslo: hay una gran diferencia entre Martin Luther King diciéndote que te arresten y un tipo blanco de Gales. El movimiento de los derechos civiles fue un movimiento diseñado por personas negras para personas negras. XR no lo es y, por lo tanto, la estrategia debe cambiar o, como mínimo, adaptarse. Y también deben adaptarse los que están en posiciones de poder.
Y por eso vamos hacia ese cambio. Con valor y con amor.
Ahora es el momento de ser valiente.
Y a veces el acto más valiente no es un acto en absoluto. Es detenerse. Para reflexionar. Para escuchar. Para aprender. Y para cambiar.
Y si este último año nos ha enseñado algo, nos ha enseñado que ahora es el momento de cambiar. Un cambio significativo. Un cambio radical. Un cambio de sistema. Y todos tenemos que hablar de cambiar. Tenemos que aceptar que esto será lento. Tenemos que reconocer que habrá muchos más errores en el futuro. Que esta es la naturaleza de la resistencia. Pero eso, juntas, podemos lograrlo.
Tenemos que hablar unos con otros, estar unos al lado de otros. Necesitamos mostrarle a la gente cómo es una visión más amorosa del mundo. Debemos transformar este movimiento en un movimiento con justicia en su corazón. Con amor y compasión profundamente incrustados en todo lo que hacemos.
En abril, hicimos sonar la alarma. Ahora tenemos que apuntar hacia las salidas de emergencia.
El camino que tenemos por delante es más largo que el que ya hemos recorrido. No se puede negar que va a ser difícil. Después de todo, estamos intentando transformar todos los aspectos de nuestra sociedad actual. Para reinventar el mundo. Y para hacerlo a nuestro ritmo.
El debate sobre el futuro de XR es un debate en el que todas debemos participar.
Entonces, ¿cómo va a ocurrir ese cambio?
Bueno, aquí hay algunas sugerencias que podemos implementar de inmediato:
1. Adoptar una cuarta demanda central sobre justicia climática y ecológica, que exija reparaciones, derechos sobre la tierra, leyes de ecocidio y un enfoque renovado sobre la igualdad racial y económica.
2. Elegir a todos los titulares de roles centrales y establecer formas democráticas en las que todo el movimiento pueda decidir sobre las cuestiones más importantes. Si algo es particularmente polémico, tiene que haber un proceso para desencadenar una votación.
3. Acabar con los ridículos mensajes sobre la prisión como un lugar divertido para estar. Del mismo modo, poner fin a los mensajes simplistas en torno a la labor policial. Trabajar con otros activistas para ampliar otras causas de justicia social ahora.
4. Establecer capacitaciones para todos los activistas y organizadores sobre justicia climática e igualdad racial. Organizar debates públicos sobre la política y las ideas del movimiento ecologista. Proporcionar maneras en las que los activistas y el público en general puedan educarse a sí mismos.
5. Concentrarnos en construir relaciones con otros grupos activistas y en establecer el vínculo entre el cambio climático y otras cuestiones políticas importantes. No quiero ser parte de tu revolución si no es interseccional.
6. Involucrar a todos —incluido el movimiento climático en general— en debates abiertos sobre el futuro del movimiento y hacia dónde debemos ir ahora. Recuerda que el futuro va a ser humilde. La revolución no se llevará a cabo bajo una sola bandera. Requerirá que todos trabajemos juntos. Para levantanos juntos. Por la justicia. Y compasión. Y el amor.
¿Y más allá de eso? Bueno, realmente no lo sé. Pero supongo que ya es hora de que tengamos la conversación, ¿no?
Mientras tanto, si todavía estás pensando en unirte a la Rebelión de la Extinción, entonces por favor hazlo. Ahora es el momento para nuevos activistas con nuevas ideas. Lo que suceda a continuación será duramente ganado y amargamente disputado. Ahora no es el momento de criticar a XR desde la barrera. Ahora es el momento de transformarla. Para cambiarla. Para echar una mano diseñando su futuro. Para apoyar al Grupo de Solidaridad Internacional. Ponte detrás de nuevos grupos como XR Liberation. Amplificad las voces de los jóvenes, de la clase obrera, de la gente de color. Únete a la Rebelión por la Justicia Global.
Sé que esto puede sonar intimidarte, pero definitivamente valdrá la pena.
Después de todo, de eso se trata el verdadero activismo.
Fin
Y a veces el acto más valiente no es un acto en absoluto. Es detenerse. Para reflexionar. Para escuchar. Para aprender. Y para cambiar.
Y si este último año nos ha enseñado algo, nos ha enseñado que ahora es el momento de cambiar. Un cambio significativo. Un cambio radical. Un cambio de sistema. Y todos tenemos que hablar de cambiar. Tenemos que aceptar que esto será lento. Tenemos que reconocer que habrá muchos más errores en el futuro. Que esta es la naturaleza de la resistencia. Pero eso, juntas, podemos lograrlo.
Tenemos que hablar unos con otros, estar unos al lado de otros. Necesitamos mostrarle a la gente cómo es una visión más amorosa del mundo. Debemos transformar este movimiento en un movimiento con justicia en su corazón. Con amor y compasión profundamente incrustados en todo lo que hacemos.
En abril, hicimos sonar la alarma. Ahora tenemos que apuntar hacia las salidas de emergencia.
El camino que tenemos por delante es más largo que el que ya hemos recorrido. No se puede negar que va a ser difícil. Después de todo, estamos intentando transformar todos los aspectos de nuestra sociedad actual. Para reinventar el mundo. Y para hacerlo a nuestro ritmo.
El debate sobre el futuro de XR es un debate en el que todas debemos participar.
Entonces, ¿cómo va a ocurrir ese cambio?
Bueno, aquí hay algunas sugerencias que podemos implementar de inmediato:
1. Adoptar una cuarta demanda central sobre justicia climática y ecológica, que exija reparaciones, derechos sobre la tierra, leyes de ecocidio y un enfoque renovado sobre la igualdad racial y económica.
2. Elegir a todos los titulares de roles centrales y establecer formas democráticas en las que todo el movimiento pueda decidir sobre las cuestiones más importantes. Si algo es particularmente polémico, tiene que haber un proceso para desencadenar una votación.
3. Acabar con los ridículos mensajes sobre la prisión como un lugar divertido para estar. Del mismo modo, poner fin a los mensajes simplistas en torno a la labor policial. Trabajar con otros activistas para ampliar otras causas de justicia social ahora.
4. Establecer capacitaciones para todos los activistas y organizadores sobre justicia climática e igualdad racial. Organizar debates públicos sobre la política y las ideas del movimiento ecologista. Proporcionar maneras en las que los activistas y el público en general puedan educarse a sí mismos.
5. Concentrarnos en construir relaciones con otros grupos activistas y en establecer el vínculo entre el cambio climático y otras cuestiones políticas importantes. No quiero ser parte de tu revolución si no es interseccional.
6. Involucrar a todos —incluido el movimiento climático en general— en debates abiertos sobre el futuro del movimiento y hacia dónde debemos ir ahora. Recuerda que el futuro va a ser humilde. La revolución no se llevará a cabo bajo una sola bandera. Requerirá que todos trabajemos juntos. Para levantanos juntos. Por la justicia. Y compasión. Y el amor.
¿Y más allá de eso? Bueno, realmente no lo sé. Pero supongo que ya es hora de que tengamos la conversación, ¿no?
Mientras tanto, si todavía estás pensando en unirte a la Rebelión de la Extinción, entonces por favor hazlo. Ahora es el momento para nuevos activistas con nuevas ideas. Lo que suceda a continuación será duramente ganado y amargamente disputado. Ahora no es el momento de criticar a XR desde la barrera. Ahora es el momento de transformarla. Para cambiarla. Para echar una mano diseñando su futuro. Para apoyar al Grupo de Solidaridad Internacional. Ponte detrás de nuevos grupos como XR Liberation. Amplificad las voces de los jóvenes, de la clase obrera, de la gente de color. Únete a la Rebelión por la Justicia Global.
Sé que esto puede sonar intimidarte, pero definitivamente valdrá la pena.
Después de todo, de eso se trata el verdadero activismo.
Fin
Fuente: Medium.com. Traducción de Agustin Gabino - Publicado en: https://www.elsaltodiario.com/mapas/extincion-rebelion-necesitamos-hablar-sobre-futuro - Imagenes:revo Prosperidad Sostenible - Performance de Extinction Rebellion en República Checa. - copyscyl.org - Matadero Madrid