“El futuro está en el pasado”
“Te gustaría mucho conocerla, se llama Adriana González Burgos”, me dijeron. “No es lo mismo leer una entrevista suya que escucharla en directo”. Quedamos en un local del centro. Unas horas después, de madrugada, salía su vuelo de vuelta a Argentina. “Gracias por haber sacado este rato para encontrarte con nosotras. Si te apetece nos vamos mejor a una cafetería”, le propongo. Ella sonríe. “Sí, mucho mejor, tengo ganas de un café”.
María González Reyes
El pelo liso y el flequillo se escapan por debajo del sombrero que tiene puesto. Nadie lleva aquí un sombrero así. Hace frío. Como si lo hubiéramos acordado, nos dirigimos a la esquina más íntima de la cafetería. Somos cuatro mujeres sentadas alrededor de una mesa.
Comienza diciendo que su voz es la de una activista kolla, feminista comunitaria, campesina y popular. Proviene de una familia originaria de la comunidad aborigen de Rodero-Humahuaca. Esa tierra a la que está vinculada de forma íntima está al norte de Argentina, en la provincia de Jujuy.
Cuando contacté con ella le dije que no quería hacer exactamente una entrevista, que la idea era juntarnos para charlar. Le pareció bien. Después, escribiendo y repasando las notas, me di cuenta de que había algunas palabras que eran centrales en lo que Adriana nos fue contando. Que esas palabras daban sentido a todo lo demás.
Oralidad
Nos habla de cosas que ya contó muchas veces. Se nota cuando hablas de algo que has repetido en otras ocasiones. Pero sus palabras están repletas de convicción y ganas. Como si transmitir oralmente el mensaje que trae fuera esencial para que nuestra piel sienta la convulsión de lo que está pasando en su tierra, a miles de kilómetros de aquí.
Trabajamos la defensa del cuerpo y del territorio desde una espiritualidad política
“Defiendo la tradición oral, que se respete la palabra”, dice. Adriana es también profesora en una universidad de Jujuy. Dice que la academia no recoge su oralidad, que la universidad tiene una hegemonía occidental, de episteme blanca. Dice que cuando nombran a los Pueblos Indígenas es para apropiarse de sus palabras, que a menudo son otras personas las que hablan por ellas. Por eso lleva allá donde va la voz de su pueblo. La defensa de sus territorios, su cosmovisión y su sentido del mundo. Para que se respete su voz. “Trabajamos la defensa del cuerpo y del territorio desde una espiritualidad política. Esta forma de pararse en el mundo es abrazada por muchas mujeres y personas disidentes. Un activismo en defensa de la vida y del territorio que tiene que ver con nuestra forma de estar como hijas y mujeres”.
Dice que su caminar tiene que ver con denunciar lo que ocurre. “Desde allí no te escuchan, nadie se hace eco, hay que venir porque cuando ya estás aquí es más difícil acallar nuestra voz”. Y añade: “La conquista y colonización de Abya Yala sucedió sin el conocimiento del pueblo europeo, pero hoy la colonización sí es conocida por Europa. Si el pueblo se calla es cómplice. La minería siempre ha sido motivo de conquista y colonización de nuestros territorios. Oro, plata y ahora, en nuestros pueblos, también el litio”.
Tierras comunales
Cuenta que en junio de 2023 se movilizaron para protestar contra la reforma de la constitución provincial que impulsó Gerardo Morales, el gobernador en ese momento. El objetivo de la reforma era la apropiación del litio que hay en ese lugar. No les consultaron. Pensaron que no tenían que hacerlo, muchas comunidades no tienen título de propiedad. “Son tierras comunales, si la tierra es tuya no tienes por qué certificarlo, nos pertenece por derecho ancestral”.
Hace una pausa. “El problema de esta reforma es que es ilegítima e ilegal porque no nos han consultado como establece el convenio 169 de la OIT, Ley nacional 24071, además, atenta contra la propiedad comunal y criminaliza la protesta social. Si nos quitan el derecho a nuestras tierras comunales nos quitan también la posibilidad de cuidar la naturaleza. Es una reforma racista, colonialista y patriarcal”. Y aclara, “cuando hablo de comunidad me refiero a la forma de vida que nos organiza”.
Comenta que las comunidades hoy eligen resistir a la extracción del litio. Dice que uno de los problemas del extractivismo es que implica el uso de mucha agua. “Si no hay agua no hay vida, por eso la cuidamos. Nuestra lucha no es solo contra la minería del litio sino que es también una defensa del agua y de nuestros territorios. Se nos criminaliza por cuidar el agua, la vida”.
Espiritualidad
Le preguntamos si puede hablar sobre la espiritualidad. Nos mira. “Somos personas en una integralidad, no estamos fragmentadas. Nos han perseguido por nuestras creencias, pero nuestros rituales son de tradición oral, por eso no han podido desaparecerlos. La espiritualidad es constitutiva de nuestra lucha, una lucha que es heredada, ancestral”.
Bebe otro sorbo de café, continúa. “Cuando en las luchas hacemos un corte de ruta damos un espacio al abuelo fuego, también ritualizamos ese espacio. Hay música, cantamos consignas, bailamos, hay comida comunitaria y ollas populares. Hay alegría en la lucha. Todo eso contiene una forma de enseñar a cómo resistir durante siglos. Hay un nosotros que forma parte del cosmos en horizontalidad. Si hay algo de verticalidad es la naturaleza la que está siempre arriba. La Pachamama, la luna, el sol, los ríos… son divinidades. Extraer el litio es atentar contra todo esto”.
Dice que creen que es posible recuperar la relación con la tierra desde una espiritualidad política, dando importancia a la ética y la estética, cuidando la manera de hacer.
Señala su sombrero, que sigue sobre su cabeza en esta esquina de la cafetería. “Mi sombrero está ritualizado y es una expresión de lucha, una forma de visibilizarla”, dice, “esta manera de hacer forma parte de mí desde que tengo noción del mundo, por eso llevo ceremonias y contacto con la tierra allá donde esté. Aquí en Europa se ve que hay una herida profunda por la separación con la madre Tierra, están espiritualmente separados de la naturaleza”.
Dice que ella trata de sanar con su mensaje el vínculo con la tierra allá donde está roto.
Futuro
“El futuro está en el pasado, si estamos aquí es porque nuestros ancestros cuidaron de la tierra para que estuviéramos. El capitalismo no comprende esto. En nuestra cosmovisión no cabe el aquí y ahora, y el capitalismo es justo eso, ese “presentismo”. No se piensa en una “transición” con el litio, se piensa en agotarlo todo ahora”.
Dice que los valores marcan la manera de estar en el mundo. Valores como la complementariedad y la reciprocidad, entre otros. “Esto no se da sólo entre las personas, es también con la Pachamama. Si actuáramos desde una ética de la reciprocidad en nuestros términos, este mundo sería muy diferente. Los pueblos indígenas, las feministas comunitarias, campesinas y populares tenemos mucho para aportar sobre cómo hacer este camino”.
Habla de que pensar en el futuro es tratar de recuperar la cultura milenaria, que todos los pueblos, en todos los lugares, han tenido relación con la naturaleza y que hay que recuperar ese conocimiento ancestral. “Y después de recuperarlo hay que sanarlo. La tierra se resiente, quizás por eso aquí en Europa hay tanta tristeza en las miradas. La gente está seria y acelerada, tiene algo roto. Nuestra forma de vida es una alternativa política y espiritual para el mundo”.
Dice que es el tiempo de las mujeres, de los pueblos indígenas, campesinos y populares. Que ahí está el futuro.
Defensoras de la tierra
Hablamos sobre el papel de las mujeres como defensoras de la tierra. “Si hay luchas y resistencias es porque nosotras estamos. Somos las que cocinamos en los cortes de ruta, las que ponemos el cuerpo cuando la policía quiere llevarse a algún compañero, las que nos enfrentamos a la gendarmería”. Continúa. “Las abuelas nos acompañan y nos abren el camino. Las muertas están, nuestras ancestras, están en su colectivo y su comunidad, nos dan fuerza”.
No se definen como ecofeministas, dicen que son defensoras de la tierra, porque es una forma de “ser”. Algo que se es intrínsecamente, una forma de estar en el mundo.
“Muchas mujeres son asesinadas por defender el territorio en el que viven, por cuidar la vida, por cuidar la Pachamama. Nosotras lo hacemos de manera diferente a otros feminismos de episteme blanca, incluimos el cuidado de nosotras, de lxs otrxs, pero también de la naturaleza”.
Reciprocidad
Seguiríamos preguntándole, pero el café ya se acabó hace rato. Nos despedimos en una librería cercana. En la pared tienen un cartel de un Encuentro Internacional de Feminismos Comunitarios, Campesinos y Populares que se hizo en su región. Sale ella dibujada. Recorre las imágenes con los dedos. Toca la olla para la comida comunitaria. Toca los cerros de colores. Toca la carretera cortada. Toca las mujeres que murieron pero están ahí. Toca la luna.
Me quedo pensando en todo lo que está haciendo su comunidad por mantener la vida. Pienso qué podemos hacer aquí para aplicar ese principio de reciprocidad.
María González Reyes es escritora, activista de Ecologistas en Acción y profesora de Educación Secundaria.
Fuente: https://ctxt.es/es/20240201/Politica/45100/adriana-gonzalez-jujuy-argentina-litio-tierras-comunales.htm - Imagen de portada: Adriana González Burgos, activista indígena de Jujuy, en su visita a Madrid. / Traficantes de Sueños