Seis ideas para que la agricultura deje de ser un ecocidio masivo

 

La agricultura es el mayor uso humano del suelo en términos de superficie, es decir, en términos de destrucción del hábitat. Tal y como se practica actualmente, destruye la capa superior del suelo, agota los acuíferos, contamina la tierra, el agua y el aire, crea zonas muertas en el océano y desplaza y mata a la fauna, por no hablar de sus efectos sobre el clima. He aquí seis cosas que deben suceder para que sea menos terrible:

Desmonetización:
Los agricultores deben recibir una buena compensación por su trabajo, pero ésta no debe depender de los caprichos del mercado ni de las políticas de amiguismo del Estado corporativo. Debemos desconectar la producción de alimentos del afán de lucro.
Descorporativización:
Esto quizás seguiría de forma natural a la desmonetización, pero debemos hacerlo explícito de todos modos. El suministro de alimentos debe estar en manos de las personas, no de entidades empresariales sin rostro.
Desmecanización:
La separación del cultivo de alimentos de las manos humanas ha sido un desastre. La contaminación y las enfermedades han acompañado a la mecanización, al igual que la disminución de la calidad y el sabor de los alimentos, ya que se cultivan principalmente para ser procesados. Utilizar menos máquinas significa que necesitaremos más humanos, pero el placer de trabajar al aire libre, más cerca de la naturaleza, atraería a muchos si se les diera la opción.
Re-localización:
Hay que reducir al máximo la distancia de la granja al plato. Es cierto que no todas las regiones del país pueden cultivar todo tipo de alimentos por simples razones climáticas, por lo que Florida y California siempre tendrán que intercambiar cítricos con Nueva Inglaterra y el noroeste del Pacífico para obtener manzanas, pero los días de los kiwis de Nueva Zelanda y la ensalada de 1500 millas tienen que terminar.
Re-estacionalización:
Esto sería en gran medida una consecuencia de la re-localización y lo que significa es que ya no todos los alimentos estarán disponibles todo el año. Los tomates frescos, el maíz dulce y las sandías serán un capricho de verano. Los meses más fríos serán el momento de la calabaza de invierno, las raíces y las verduras resistentes. En lugar de considerar este cambio como una dificultad, puede ser el comienzo de una nueva conciencia basada en el lugar. Nuestro desarraigo como cultura se ve exacerbado por nuestra desconexión de los ciclos de las estaciones en las que vivimos. Una vez que redescubrimos la exquisitez de los tomates como se cultivaban antes, madurados en la planta, calientes al sol, no querremos las abominaciones pálidas, firmes y harinosas que venden en invierno. Este atractivo de lo auténtico acaba por embotar el apetito por lo falso, y aplicarlo a la vida en general, no sólo a nuestra dieta, sería beneficioso para nosotros no sólo como individuos, sino como sociedad.
Re-naturalización:
Es hora de abandonar los insumos químicos, la modificación genética y el monocultivo. Nuestras prácticas deben volver a métodos re-generativos que trabajen con los procesos naturales, en lugar de contra ellos. Hemos desequilibrado tanto las cosas que el camino de vuelta a la salud será difícil, pero cuanto antes lo hagamos, mejor. En última instancia, este camino conduce a volver el paisaje a lago más natural (rewilding) y a las prácticas pre-agrícolas de cuidado de la naturaleza, pero ese es otro tema.

Fuente original: Kollibri Terre Sonnenblume - 27 de abril de 2023 - Traducido por Alejandro Thamm - Publicado en ClimaTerra: https://www.climaterra.org/post/seis-ideas-para-que-la-agricultura-deje-de-ser-un-ecocidio-masivo

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