El problema de los bosques
Por: Cristian Frers
Los bosques constituyen uno de los ecosistemas más valiosos del mundo. Contienen más del sesenta por ciento de la biodiversidad del planeta que, además de su valor intrínseco, tiene otros múltiples valores sociales y económicos: desde las importantes funciones ecológicas del bosque en términos de protección del suelo y de las cuencas, hasta el valor económico pecuniario y no pecuniario de los numerosos productos que pueden extraerse del bosque.
De los bosques no solo obtenemos una serie de bienes y servicios indispensables para nuestra supervivencia como: alimentos vegetales y animales, maderas, medicamentos y muchos productos más. Los bosques juegan un papel fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y caudales de agua y la conservación de los suelos. Por ello, las selvas y demás bosques son posiblemente el patrimonio natural más importante pero también el más amenazado y depredado por la mano del hombre. Cuando se elimina un bosque y el terreno es destinado, por ejemplo, a la explotación agrícola o ganadera, disminuye en gran medida la capacidad de la superficie terrestre para controlar su propio clima y composición química. Una de las mayores amenazas para la vida del hombre en la Tierra es la deforestación. Desnudar el planeta de sus bosques y de otros ecosistemas como de su suelo, tiene un efecto similar al de quemar la piel de un ser humano. Los bosques ayudan a mantener el equilibrio ecológico y la biodiversidad, limitan la erosión en las cuencas hidrográficas e influyen en las variaciones del tiempo y en el clima. Asimismo, abastecen a las comunidades rurales de diversos productos, como la madera, alimentos, combustible, forrajes, fibras o fertilizantes orgánicos. La deforestación no es un proceso reciente en Argentina. Desde hace tiempo nuestros ecosistemas forestales comenzaron a recibir la presión humana debido a la extracción de madera para distintos usos. Esta tendencia se ha profundizado en los últimos años debido al avance de la frontera agrícola. Al mismo tiempo, los argentinos comenzamos a percibir que éste es un problema grave. Un informe revela que Argentina pierde 250 mil hectáreas de bosques cada año, y que las norteñas provincias de Salta y Chaco son las más afectadas por la tala indiscriminada. Según indica este documento, la deforestación es un proceso con impactos gravísimos que se ha profundizado en los últimos años, principalmente a raíz del avance de la frontera agrícola. Recién en los últimos años comenzamos a darnos cuenta que éste es un problema realmente grave. De acuerdo a las estadísticas, en el 2002 se estimaba que Argentina contaba con 33 millones de hectáreas de bosque, y desde esa fecha se están perdiendo anualmente unas 250 mil hectáreas. Los ambientalistas no dudan en calificar esta pérdida de contundente, y afirman que en algunas regiones específicas la deforestación avanza a ritmos aún más acelerados. Según este estudio, en la denominada región del Chaco Seco el 70 % de los bosques nativos fue eliminado, en beneficio de la producción agrícola. Otra región que se encuentra especialmente amenazada por las empresas madereras es la selva de las Yungas, que comprende también territorios de las provincias de Salta, Jujuy y Tucumán, constituyendo una de las zonas más ricas en biodiversidad del continente americano. El informe asegura que estos impactos sobre el ambiente explican los más recientes desastres naturales que han afectado a varias provincias argentinas: grandes sequías, inundaciones y aumentos sin precedentes en los niveles de contaminación. Las causas de la deforestación se pueden dividir en dos, las causas directas y las causas indirectas. Entre las principales causas directas están: 1) La explotación maderera de los bosques. El madereo, cuando se lleva a cabo con fines industriales, se realiza a gran escala, convirtiéndose en una de las principales causas de la deforestación a nivel mundial.
2) La sustitución de los bosques para la agricultura y la ganadería. El suelo de los bosques es un suelo pobre para dichas prácticas, por lo que a los pocos años se convierte en una tierra totalmente degradada.
3) La urbanización.
4) La minería y la actividad petrolera.
5) La construcción de infraestructuras, represas hidroeléctricas donde se inundan áreas boscosas, carreteras, entre otras.
6) Los incendios forestales.
7) La lluvia ácida. Las causas indirectas son aquellas que hacen que las causas directas existan. Algunas de ellas son: A) Los modelos de producción y consumo, que originan una gran demanda de madera, principalmente en los países desarrollados.
B) Malas políticas económicas y sociales, algunas de las cuales fomentan la sustitución de los bosques por la agricultura y ganadería a gran escala con el fin de abastecer el mercado internacional, y otras en cambio fuerzan a muchos campesinos pobres a destruir el bosque para poder cultivar la tierra y sobrevivir.
C) La industrialización incontrolada que provoca contaminación y ocasiona las lluvias ácidas. Las consecuencias de la deforestación son completamente negativas desde todo punto de vista. La deforestación implica la desaparición de especies animales y vegetales, debido a la perdida de su hábitat. Incide negativamente en la conservación del agua, originando inundaciones o sequías. Provoca la erosión del suelo, así como también el aumento de su temperatura. Como consecuencia se rompe el equilibrio ecológico. Todo esto perjudica a las poblaciones cercanas y a actividades como la agricultura, la ganadería y la pesca. También ocasiona un desequilibrio en el ciclo hidrológico y en el clima global. El efecto invernadero aumenta con la deforestación, ya que por un lado, disminuye la cantidad de árboles disponibles para captar el dióxido de carbono de la atmósfera, y por otro, los bosques al ser incendiados o cortados liberan el carbono que ya tienen acumulado en forma de dióxido de carbono, así, la concentración en la atmósfera de este compuesto aumenta, siendo el que más contribuye al efecto invernadero. Se estima que la deforestación constituye un tercio de todo el dióxido de carbono que la actividad humana libera a la atmósfera. Deforestación y cambios climáticos están, pues, íntimamente relacionados. Desde el punto de vista social y cultural, para los pueblos y comunidades indígenas que habitan y dependen de los bosques, la deforestación significa la pérdida de su fuente de supervivencia, y trae consigo la desnutrición, el aumento de enfermedades, la emigración y hasta la posible desaparición de la propia comunidad. Los programas forestales de cada país deben hacer partícipes a todos los interesados e integrar la conservación y el uso sostenible de los recursos biológicos. Asimismo, las capacidades nacionales de investigación forestal deben mejorarse y crear una red para facilitar el intercambio de información, fomentar la investigación y dar a conocer los resultados de las distintas disciplinas. Es necesario llevar a cabo estudios que analicen las causas de la deforestación y degradación ambiental en cada país, y debe fomentarse la cooperación en temas de transferencia de tecnología relacionada con los bosques, tanto Norte-Sur como Sur-Sur, mediante inversiones públicas y privadas, empresas mixtas, entre otras. Por otro lado, se requieren las mejores tecnologías de evaluación para obtener estimaciones fidedignas de todos los servicios y bienes forestales, en especial los que son objeto de comercio general. Mejorar el acceso al mercado de los bienes y servicios forestales con la reducción de obstáculos arancelarios y no arancelarios al comercio, constituye otra de las vías posibles, así como la necesidad de hacer un uso más efectivo de los mecanismos financieros existentes, para generar nuevos recursos de financiación a nivel nacional como internacional. Las políticas inversoras deben tener como finalidad atraer las inversiones nacionales, de las comunidades locales y extranjeras para las industrias sostenibles de base forestal, la reforestación, la conservación y la protección de los bosques.
Fuente: /www.portaldelmedioambiente.com/articulos/5640/el_problema_de_los_bosques