PICO de Petroleo: 1 X 1
“Joseph E. Stiglitz, premio Nóbel de Economía, ha sostenido que la Guerra de Irak es «Una guerra que no ha tenido más que dos vencedores: las compañías petrolíferas y los contratistas de defensa». A su vez Jay Hanson , cita a Robert Constanza quien señala: «En los años 50, los productores de petróleo descubrieron 50 barriles de petróleo por cada barril invertido en perforación y bombeo. Hoy, la cifra es de aproximadamente cinco barriles por cada uno gastado en obtenerlos. Hacia el año 2005, esa cifra alcanzará el uno por uno. En otras palabras, incluso si el precio de petróleo alcanza los 500 dólares por barril, no tendría sentido energético seguir buscando petróleo en los EE UU más allá del 2005, porque se consumiría más energía que la que se recuperaría. El creciente coste energético del petróleo motiva un bucle de realimentación positiva: dado que el petróleo se usa directa o indirectamente en todo y a medida que el coste de la energía se incrementa, los costes energéticos de todo lo demás se incrementan también, incluyendo otras formas de energía. Por ejemplo, el petróleo representa aproximadamente el 50% del combustible que se utiliza para la extracción del carbón.» …Miradas así las cosas, es posible entender hechos aparentemente tan irracionales para la conciencia de la humanidad como la invasión de Irak y la consecuente desestabilización de todo el orden político en el Medio Oriente, ya que vivimos en un mundo sediento de petróleo y que no pretende alterar significativamente sus modos de vida basados en el transporte individual y en el desplazamiento a largas distancias de todo tipo de bienes, incluso los alimentos perecibles. Boaventura de Sousa Santos sostiene a este respecto que América Latina es una pieza clave en las estrategias económicas actuales de las empresas transnacionales y los gobiernos del Norte global, ya que el sistema capitalista siempre necesita nuevos espacios para generar ganancia económica. De esta manera, la expansión del mercado ha llegado a convertir el agua, los servicios de salud, y la educación en mercancía. En este momento, la mercantilización de los recursos naturales, es la estrategia fundamental para la acumulación de capital a mediano plazo, poniendo la enorme biodiversidad de América Latina en el centro de la atención. En este contexto ha comenzado a plantearse como alternativa, e incluso como panacea, la producción de biodiesel; camino que inevitablemente conducirá a un alza aún mayor de los precios de los alimentos, condenando a la hambruna y a la desnutrición a nuevos y enormes contingentes de seres humanos que se sumarán a los ya hambrientos. El mejor ejemplo de esta dinámica irracional y perversa es el incesante aumento del hambre en el mundo, que muestra la contradicción entre la lógica de la vida (la producción de alimentos accesibles para la población mundial) y la lógica de la ganancia (la producción de los rentables bio-combustibles). Hay involucradas en la situación descrita varias dimensiones que queremos explorar, y que tienen relación con el futuro de nuestros países. ¿Será posible mantener sin explotación vastas zonas de nuestro continente frente a la presión que efectuarán sobre los recursos allí existentes los intereses del negocio petrolero y/o del agronegocio de la bioenergía? ¿Qué nuevas formas de expropiación y apropiación privada se inventarán para expandir las fronteras agrícolas? ¿Cuánto tiempo queda para que el mercado priorice la alimentación de las máquinas sobre la de los seres humanos? Quizás no estemos lejos de ello. Es necesario recordar que el precio medio de los alimentos se ha multiplicado en los últimos meses a nivel mundial y que tal como se señaló en la Cumbre Mundial de Seguridad Alimentaria se puede desatar una crisis mundial de alimentos que afecta aún más a los 854 millones de hambrientos y a los otros 3.000 millones de personas que sobreviven en el orbe con solo dos dólares diarios de ingresos y que deben gastar casi el 80% de sus menguadas entradas en adquirir esos productos. Si hoy cada 24 horas mueren por hambre y desnutrición 18.000 niños, es posible entonces que dicha cifra aumente aún mucho más. Adquiere así plena validez aquello que se ha preguntado en un artículo reciente Frei Betto «¿Quién se imaginó que tendría que entrar en una boutique para comprar arroz, frijoles, verduras y carne?» (del prólogo del Número 21)
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Antonio Elizalde
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