Gusano informático en equipos nucleares puede provocar “otro Chernóbil” según el embajador ruso ante OTAN





RIA NOVOSTI

El embajador ruso ante la OTAN, Dmitri Rogozin, alertó el pasado miércoles sobre el peligro de “otro Chernóbil”, tras la aparición de malware en equipos nucleares, e insistió en investigar el ‘caso Stuxnet’, gusano informático que afectó en septiembre de 2010 el trabajo de centrifugadoras en la central nuclear iraní de Bushehr.

“Las minas como ésta, si se colocan en equipos sensibles, pueden provocar otro Chernóbil”, declaró Rogozin tras reunirse ayer en Bruselas con sus homólogos de los países miembros de la OTAN.

Agregó que el Consejo Rusia-OTAN debería “armarse de coraje y proceder a la investigación del incidente” para después “definir sobre esa base el marco de la cooperación en materia de seguridad informática entre Rusia y Occidente”.

“Hasta ahora es un tema tabú y llevamos un año sin obtener respuesta alguna a nuestra recomendación de incluirlo en la lista de amenazas comunes”, dijo.

La introducción del gusano informático Stuxnet en un programa de la multinacional alemana Siemens afectó en septiembre pasado los ordenadores que controlan centrifugadoras de uranio en la central nuclear iraní de Bushehr.

“Los operadores veían en pantalla funcionamiento normal de centrifugadoras cuando, en realidad, estaban fuera de control”, recordó el diplomático.

Rogozin manifestó la confianza de que el asunto será examinado en un futuro próximo, pues “está relacionado con la seguridad de infraestructuras importantes”.

Expertos militares de Israel, citados por la prensa estadounidense, comprobaron recientemente que el Stuxnet es muy eficaz para alterar el trabajo de centrifugadoras como las instaladas en Bushehr. Uno de los componentes del malware las hace funcionar en un modo incorrecto, mientras que otro transmite datos falsos sobre tal labor.

La explosión de un reactor en la central nuclear soviética de Chernóbil, el 26 de abril de 1986, es el accidente más grave registrado hasta las fecha en las plantas de energía atómica. Provocó la muerte de 31 trabajadores y la evacuación de centenares de miles de personas desde una vasta zona que sigue contaminada hasta hoy.

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