“La crisis energética se encuentra en el fondo de la actual situación de crisis…” (Primera parte)

Entrevista a Urra Urbieta, quien ha publicado numerosos artículos y otras contribuciones académicas, como el libro “Las mentiras de la crisis…”, que ha obtenido un considerable éxito en las redes sociales.

Urra Urbieta: “La crisis energética se encuentra en el fondo de la actual situación de crisis…”

Así,  tu interés por la economía nace ya durante tu adolescencia...
Sí, aunque solo contaba 16 primaveras en mi haber y mis intereses conscientes eran bastante más mundanos que la “compleja” economía de los medios de comunicación (no se estudiaba nada relacionado con la economía o la sociología en el bachillerato de ciencias), ya había cosas que me producían asombro y me despertaban dudas. Decidí estudiar Ciencias Económicas y Empresariales en Valencia porque…, la verdad, porque entonces nuestro sistema prometía y laureaba un futuro de trabajo más confortable y seguro que el del restaurante familiar gracias a una buena formación superior. Durante la carrera me pareció sorprendente que ninguna de las corrientes económicas que estudiábamos mantuviese una perspectiva sistémica de la economía, la economía como un sistema dentro del sistema mayor de la biosfera; todo se veía fragmentado y desvinculado, y apenas relación del sistema económico o la economía con el medio en el que se desarrolla.
Eso generó un incremento en tu interés por la temática económica…
Efectivamente, mi interés por la economía, por tratar de entenderla, fue creciendo a partir de mi incorporación como Profesor Ayudante en la Facultad de Economía, a medida que progresaba en mis estudios de doctorado, en el desarrollo de mi tesis doctoral y, sobre todo, a medida que empezar a viajar por el mundo me permitió comenzar a contrastar en primera persona teoría y práctica. La hiperespecialización de mis estudios sobre la psicología humana ante las decisiones empresariales me llevó a darme cuenta de cómo la cultura, con su miríada de estereotipos y prejuicios, modifica nuestra percepción de la realidad, socializa e institucionaliza nuestra percepción de la realidad, desvinculándonos cada vez más de nuestros orígenes, de la naturaleza y sus implacables termodinámica y ecología. Comencé a revisar y a actualizar mis conocimientos de Ecología, Física, Biología, Historia y  Sociología, y empecé a atar cabos…
¿Qué te impulsa a escribir Las mentiras de la crisis?
El libro surge a colación de escribir en un foro de coches. Como explico en la introducción del libro, cuando me vi en la necesidad de cambiar de coche como consecuencia de mis circunstancias de salud, me informé; entonces encontré el PortalNissan.com en Internet. Comencé a echar una mano aquí y allá, a gente que tenía dudas y necesitaba información y conocimiento de los que yo disponía, en principio sobre motores. Fui observando que por allí frecuentaba gente curiosa e inquieta. Un día, uno de mis alumnos me envió un documental “crítico”. Era Octubre de 2008 cuando vi el embuste de Zeitgeist Addendum , y decidí realizar un experimento en el Portal, “LAS MENTIRAS DE LA CRISIS...”. La gente empezó a visitar el post, animándome. Las visitas crecieron a un, para mí, sorprendente ritmo. Este libro no es más que una parte de la historia de lo que ocurrió en el Portal desde entonces hasta el 2 de Julio de 2010; un conjunto de explicaciones, de reflexiones, de fuentes, de propuestas de lecturas y de acciones en torno a la idea de que si la economía y el sistema económico continúan dando la espalda a la naturaleza y a la física, tenemos la receta perfecta para el desastre; pues el sistema económico, como subsistema menor de un subsistema mayor finito y limitado, nuestra biosfera, en realidad se rige por las mismas inapelables leyes que ésta.
Los optimistas dicen que nos encontramos ante un cambio de ciclo que propiciará un nuevo modelo económico. Pero, ¿cuántas bajas pueden ocasionar el frenazo económico y un obligado cambio de modelo generado por el colapso que estamos viviendo?
Que nos ha tocado ser testigos de grandes y profundos cambios está fuera de discusión; que lo que está sucediendo sea tan solo un ciclo más dentro de la lógica del sistema económico, es más que cuestionable. La evidencia que se acumula apunta más bien a una profunda crisis sistémica que cuestiona profundamente todo nuestro modelo de desarrollo industrial, e incluso nuestra expansiva y extendida cultura antropocéntrica occidental. Pero centrándonos en la cuestión, creo que dependerá en gran medida de lo que hagamos, de las decisiones que colectiva e individualmente estamos adoptando y adoptemos frente a los retos que nos acucian. Que grandes cambios están encima, queramos o no, resulta evidente; lo que quizás está más en tela de juicio o en el terreno de la especulación es si esos cambios se producirán de manera ordenada, adaptativa y organizada, o si se darán a través de la violencia, el caos y la convulsión. En cualquier caso, creo que debemos ser conscientes de que la población mundial ha pasado de los apenas 1000 millones de personas en el año 1800, a más de 6000 millones en 2000, y a unos 7000 millones de personas a finales de 2011; todo gracias a un desarrollo sin precedentes de la agricultura industrializada, de la farmacoquímica industrializada y de la movilidad industrializada, que nunca hubieran sido posibles sin una fuente de energía abundante y continua como, primero, el carbón y posteriormente el petróleo y el gas natural. La cuestión es a cuántas personas podrán soportar los ecosistemas en su actual situación de deterioro en un mundo de carbón, petróleo y gas natural menguantes; eso sin considerar los crecientes desastres humanitarios y económicos que ya están ocurriendo debido al calentamiento global.
El capitalismo ha llegado a su límite de reproducción natural. Y después del capitalismo, ¿qué?
Quién sabe, ojalá tuviéramos bolas de cristal. Lo que estamos observando en prácticamente todo el mundo es un recrudecimiento de la lucha de clases que algun@s creían relegada a tiempos pretéritos. El modelo capitalista se extiende mediante la acumulación de capital a partir de la tasa de ganancia ampliada, que procede de la plusvalía del capital invertido; pero la plusvalía realmente solo se produce en la transformación industrial, a partir de alguna combinación particular de recursos, trabajo y capital. A medida que, cada vez más rápido, vamos alcanzando los límites de recursos y de carga de los ecosistemas en todo el mundo, la tasa de ganancia, la plusvalía, se desploma paulatinamente en todos los sectores.
¿A dónde conduce esta dinámica?
Nos lleva a que capital y capitalistas busquen la ganancia cada vez más por las vías que les restan: la economía financiera de casino, con elevadas apuestas y elevado riesgo, pero solo un espejismo virtual eventual en tanto que carece del mínimo respaldo de la economía real y productiva (Joseph Stiglitz y su equipo han estimado que, en 2010, el montante de la economía financiera mundial superaba en más de 70 veces la economía real; esto es, más de 70 veces el PIB mundial, alrededor de 48 billones europeos –millones de millones– de Euros según el Banco Mundial; o sea, que estamos hablando de unos, ¡3360 billones, con B, de euros!); el expolio mundial de la rentas del trabajo; y la erosión y descapitalización del Sector Público, del patrimonio perteneciente a todos los ciudadanos. Esto es lo que estamos contemplando, con especial virulencia desde los años 70 del siglo pasado, tal como muestran todos los indicadores. Pero, ese superlativo apalancamiento financiero de la economía real solo puede prosperar si la economía real sigue una senda de crecimiento que gradualmente permita ir convirtiendo toda esa magnitud estrictamente financiera en una magnitud real, riqueza tangible, contante y sonante.
¿Y qué factores deben darse para que este proceso se reproduzca?
Necesitamos, como condición sine qua non, una fuente de energía abundante, continua y barata de la que cada vez disponemos menos. Así, desde 2004 la oferta mundial de petróleo convencional es prácticamente inelástica, lo que significa que solo responde a los incrementos de demanda con aumentos de precio, porque ya no podemos producir mayor cantidad de petróleo convencional a nivel mundial. Incluso la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) ha reconocido que el “pico” mundial de petróleo convencional se produjo en 2006. A partir de ahí, ya hemos visto lo que ha ocurrido, un progresivo desmoronamiento de las finanzas mundiales, desde las hipotecas subprime y otros tipos de derivados financieros a la deuda soberana, pasando por el crédito en todos sus formas; una progresiva devaluación de los salarios en todo el mundo, particularmente en Europa y Estados Unidos; y una progresiva presión del capital sobre los gobiernos de todo el mundo para privatizar los servicios públicos, últimos reductos de “mercados cautivos”, en los términos mercantilistas del sistema, pues de una forma o de otra, antes o después, tod@s necesitamos educarnos y formarnos, tod@s vamos a tener circunstancias de salud, y a tod@s nos va llegar un día en que no podamos seguir trabajando y necesitemos de ciertos ahorros para acabar la vida de manera digna. Esto ya está aquí; si es futuro o no, es una cuestión que deberemos decidir entre tod@s, por acción o por omisión.
Afirmas que el decrecimiento se inició ya en los años 70 del siglo XX.
No; si hubiese sido así, muy probablemente otro gallo nos cantaría a estas alturas. Lo que afirmo reiteradamente es que en los años 70 del siglo pasado, hace 40 años (es que si no parece que hablemos de una época distante, cuando en realidad fue anteayer), la ciencia evidenció y constató con mayor certeza que nunca anteriormente que estábamos cada vez más peligrosamente cerca de los límites ecológicos y físicos de nuestro planeta azul. Hace 40 años se cumplieron las previsiones de Marion King Hubbert sobre el “pico” petrolero de Estados Unidos, que se produjo alrededor de 1973; se produjo la primera gran crisis del petróleo mundial (en parte como consecuencia de la guerra del Yom Kipur); se publicó el informe del MIT (Massachusetts Institute of Technology) sobre The limits to growth encargado por el Club de Roma; se establecieron las bases y el paradigma de la Economía Ecológica por figuras como Kenneth Boulding y Nicholas Georgescu-Roegen, entre otros; y cobró fuerza el movimiento ecologista mundial. En las mismas fechas, Estados Unidos, Richard Nixon, acuciado por una descomunal e impagable deuda pública, en parte engrosada por la enquistada contienda en Vietnam, decide unilateralmente la abolición definitiva del Patrón Oro y el establecimiento de un sistema mundial de cambios flotantes; a la vez, se inicia, desde el corazón del american way of life, un proceso mundial de desregulación financiera en todos los órdenes avalado por una vuelta a la doctrina liberal previa a la 1ª Guerra Mundial, abanderado por la Escuela de Chicago y la pseudoteoría de la Escuela Austríaca, y los experimentos del Chile de Pinochet, del reino Unido de Tatcher y de la Reaganomics posterior; y, por supuesto, desde esas fechas, se trata de esconder en “el baúl de los recuerdos” todo vestigio de Economía Ecológica o límites al crecimiento. No fue casualidad; además del cúmulo de circunstancias y procesos que desembocaron en ese nuevo orden que hemos denominado Globalización, una vez conscientes de la proximidad de los límites del crecimiento, las élites prefirieron apostar por la economía de casino, la ganancia especulativa y el expolio de las rentas del trabajo, toda vez que el crecimiento productivo, real, empezaba a contar con menores grados de libertad.
Se puede encontrar mucha información del sector que indica que el consumo de petróleo ha llegado a su cénit, y que a la crisis actual se va a sumar la ocasionada por la escasez de petróleo.
Bueno, una de las cosas buenas de las laureadas TIC es que, efectivamente, se puede encontrar mucha información sobre muchas cosas si sabes buscarla y dispones de un criterio bien formado y crítico para desgranar el trigo de la paja. Pero la realidad no sigue el proceso que planteas, sino uno bastante diferente. La demanda mundial de crudo goza de muy buena salud, de hecho no para de crecer porque nosotros y nuestro sistema somos verdaderamente adictos a la brea negra. Sin embargo, sí es cierto que desde 2008 la demanda ha caído ligeramente en Estados Unidos, Europa y Japón; pero no porque el consumo haya llegado a ningún cénit, sino porque el declive mundial de la producción de crudo convencional está presionando los precios al alza, como estamos observando, y los precios más elevados están destruyendo la demanda.  Sin embargo, globalmente la demanda permanece constante o incluso en aumento, porque ese descenso en la demanda occidental se ha visto compensado con el incremento de la demanda por parte de los emergentes.
En realidad, el “pico” o cénit del petróleo crudo convencional no está directamente relacionado con el consumo de petróleo, la demanda, sino con su producción, con la oferta. El cénit del petróleo crudo convencional, reconocido incluso por la IEA en 2006, como he señalado antes, es el momento en el cual se alcanza la tasa máxima de extracción global de petróleo y tras el cual la tasa de producción entra en un declive terminal. En otras palabras, en la litosfera muy probablemente queden reservas de petróleo para varios siglos; el problema es que la tecnología actual solo permite extraerlo en cantidades cada vez menores y de formas más costosas. ¿Por qué? Porque en realidad, la extracción de petróleo depende de la energía requerida en el proceso y no de su coste económico. Esto es lo que se conoce como Tasa de Rentabilidad Energética, o TRE, o el cociente entre la cantidad de energía total que es capaz de producir una fuente de energía y la cantidad de energía que es necesario emplear o aportar para explotar ese recurso energético; y su límite físico, marcado por la termodinámica, es 1, o sea, el momento a partir del cual hemos de invertir en el proceso de producción o extracción más energía que la que obtenemos mediante dicho proceso. Cuanto más cerca de ese límite, y a partir del mismo en el extremo, da igual la cantidad de dinero que se pueda invertir en la extracción, así fuere infinito, la muerte física, real, del sistema está asegurada, pues la cantidad de energía necesaria para producir energía supera a la cantidad de energía producida.
Y estamos cerca del límite…
Cada vez más cerca… Para que nos hagamos una idea, cuando se descubrieron y comenzaron a explotar comercialmente los primeros yacimientos de crudo allá por 1900, o incluso un poco antes, la TRE de un yacimiento convencional estaba en torno a 100:1 (con la energía equivalente contenida en un barril de crudo se podían extraer 100 barriles); en la actualidad, a medida que ese petróleo de más fácil acceso se ha ido agotando, la TRE de los mejores yacimientos de crudo convencional no supera la cifra de 20:1 o 15:1 (es necesaria la energía equivalente de entre 5 y 7 barriles de petróleo para obtener los mismos 100 barriles de antaño). Claro, en los yacimientos que todavía no hemos explotado, por su dificultad y coste debidos a su ubicación en aguas profundas o zonas remotas y con condiciones climatológicas extremas, la TRE se desmorona, precisamente debido a las ingentes cantidades de energía necesaria para lograr su dificultosa extracción, eso sin valorar sus elevados riesgos medioambientales, como hemos tenido ocasión de comprobar en numerosas ocasiones, y baste recordar el desastre en el Golfo de México provocado por la Deep Water Horizon de BP.
Y, ¿sucede algo parecido con el fracking?
En el caso del tan laureado fracking, como dato, la TRE del shale gas, o gas de esquistos de pizarra, no llega a 3:1 en el mejor de los casos; ocurre que el proceso de extracción costosísimo en términos energéticos se junta con una calidad energética de risa del gas en cuestión y con un declive aceleradísimo de los pozos, eso sin considerar los impactos ambientales catastróficos, fundamentalmente en acuíferos y niveles freáticos, tal como estamos viendo en Colorado estos días tras la devastación de los huracanes. Con todo, si cada vez demandamos más petróleo a nivel mundial, pero cada vez podemos extraer menos, parece que tenemos un serio problema; además, por desgracia de la física y la entropía, ninguna de la fuentes energéticas renovables goza de una TRE ni de lejos parecida a la del crudo convencional, con lo que ninguna de ellas, ni incluso cualquier mix de ellas, es sustitutiva de la energía neta que actualmente aun nos proporciona el crudo convencional. Y todas requieren de grandes cantidades de energía fósil para su escalamiento e industrialización… En resumen, la energía neta mundial disponible está en un claro declive irremediable (la propia IEA ofrece una estimación de alrededor de entre un 3% y un 5% de descenso anual de la productividad de los yacimientos convencionales), sin solución a la vista que permita sustentar un sistema económico industrial creado alrededor de un petróleo de calidad y abundante que ya es historia. ¿Es el fin del mundo? No, es el fin del sistema socioeconómico industrial tal como lo hemos vivido y pensábamos que sería siempre.
En cuanto a la crisis actual, como he señalado, la evidencia muestra que la causalidad es a la inversa de lo que propones: la crisis energética se encuentra en el fondo de la actual situación de crisis. Como apuntaba antes, desde 2004 la oferta mundial de petróleo convencional es prácticamente inelástica, lo que significa que solo responde a los incrementos de demanda con aumentos de precio porque ya no podemos producir mayor cantidad de petróleo a nivel mundial. De hecho, las dos instituciones mundiales que mejor información manejan (aunque no la publiquen toda ni sean precisamente modelos de transparencia) han reconocido que el “pico” mundial del crudo convencional se produjo en torno a 2006; una de ellas explícitamente, como he señalado antes para la IEA, y la otra, la USA Energy Information Administration (EIA), implícitamente. Y no solo eso, sino que, según las mismas solventes fuentes, desde 2006 la producción mundial de crudo se encuentra estancada en torno a los 87 millones de barriles al día (mbd) o en ligero retroceso (en realidad, la producción de crudo convencional está experimentando una tasa de descenso de en torno al 2%-3% anual desde 2006, que se ve eventualmente paliada por líquidos de inferior TRE y calidad energética).
¿Qué pasa con los países emergentes que se han apuntado al capitalismo en pleno decrecimiento?
Aunque, como acabo de argumentar, en realidad el decrecimiento mundial en su conjunto viene produciéndose tan solo desde 2007-2008, las causas profundas de la situación que vivimos se han gestado durante muchas décadas previas; quizás durante los 2 últimos siglos, me atrevería a decir, o incluso antes, a partir del descubrimiento de América por Occidente, o puede que incluso antes, a partir del descubrimiento de la agricultura. Lo que pasa con los países emergentes es que cuando han conseguido instaurar y reforzar sus sistemas institucionales, tras liberarse del colonialismo extractivo de los siglos XVII, XVIII y XIX, han optado por el mismo modelo de desarrollo capitalista occidental que ya estaba dando muestras de agotamiento en los centros mundiales de decisión. Desde 2007-2008 el decrecimiento mundial en su conjunto (la tasa de crecimiento del PIB mundial es claramente descendente), se puede descomponer en dos tramos: mientras las economías occidentales decrecen, las economías de los emergentes crecen. Se puede decir inequívocamente que el decrecimiento occidental está sufragando el crecimiento de los emergentes, aunque estos también están viendo disminuir sus tasas de crecimiento (en 2007, China crecía a una tasa interanual aproximada del 14’5%, mientras que en 2012 su crecimiento interanual se ha situado alrededor del 8’5%; esto supone un decrecimiento neto acumulado del 6%). Esto es especialmente evidente en términos energéticos: el descenso del consumo energético en Estados Unidos y Europa debido a la crisis se ha visto compensado con creces con el incremento de consumo energético de los emergentes.
Y, ¿qué situación global se genera?
La situación actual muestra que la apuesta tardía de los emergentes por el modelo desarrollista-extractivo capitalista solo presiona adicionalmente para acercarnos globalmente a los límites ecológicos planetarios; de hecho, es en los emergentes donde los problemas ambientales son mayores, donde la extracción es mayor y más rápida, donde el trabajo y “los comunes” son más expoliados, y donde la desigualdad socioeconómica es mayor. El principal conjunto de emergentes es el formado por los denominados BRICS (Brasil-Rusia-India-China-Sudáfrica). Pues bien, solo Rusia y, en menor medida, Brasil, son relativamente autosuficientes en términos energéticos; China depende del exterior en más de un 35% del petróleo y gas que consume (y eso gracias a que han incrementado vertiginosamente el consumo de carbón autóctono), mientras que India depende de las importaciones en más de un 98% de su consumo de crudo y gas. Lo que sin duda también está ocurriendo es un cambio en los centros de poder mundiales, donde los BRICS están comenzando a ocupar una posición geoestratégica proporcional al peso de sus economías en el mundo. Aunque, sin duda, en los próximos años veremos crecer sus problemas internos y las revueltas sociales a medida que sus ingentes poblaciones constaten que el prometido desarrollo no es más que una quimera que se les vende tratando de ocultar que la práctica totalidad de los beneficios solo nutre las arcas de sus élites....

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