LA SAGRADA FUMATA DEL ECOCIDIO
Por Carlos Fermín
Cuando se trata de proponer un Mundo más pacifista, humanista y bien intencionado entre quienes aceptan el privilegio de existir; siempre se ha tenido que lidiar con el trío de la discordia, conllevado por el átono de la Ciencia, el dogma de la Religión y lo verde de la Ecología. Pese a ello, los himnos, las razas y las banderas, nos siguen desuniendo irreconciliablemente, gracias al pago que: las armas, el odio y las drogas, se encargan de rentabilizar en el efímero transitar de la Vida.
Sabemos que el Hombre jamás cambiará sus inicuas miserias espirituales en la “Madre Tierra”, mientras el dinero siga marcando el rumbo de su inevitable autodestrucción. Lo que nos duele, es ver como toda esa letal distorsión de la realidad “real” que vivimos, hace que paguen justos por pecadores, que el fin justifique el medio y que se presione el gatillo del “Ecocidio”, fruto del sacrilegio que aflora en la infernal historia de nunca acabar.
El sinfín de recursos naturales, especies de flora y fauna, que recrean al templo sagrado de la Naturaleza, deben enfrentar la perversión de quienes: irrumpen, explotan y se lucran a cambio de la destrucción del Medio Ambiente. La insaciable deforestación de la Amazonía, la negación de expandir el uso de energías renovables y la deposición de residuos sólidos en las profundidades del mar, sólo demuestra la traicionera indiferencia ecológica que se padece a diario.
Es triste observar como el Clero, no ha incentivado de forma sistemática, una conciencia ecosocial en los feligreses que yacen en la Tierra. Por desgracia, el problema se extiende a la gran cantidad de cultos, sectas y credos que forman parte de la cotidianidad de sus adeptos. Nunca realizan campañas masivas de reciclaje o de reforestación de áreas públicas. Tampoco promueven una “Cultura Ahorrativa” en el uso de la electricidad entre sus devotos. Al no aprovechar el gran poder de convocatoria de sus rituales, misas y ceremonias, para llevar el mensaje ecológico a la familia universal, se insta a la impunidad medioambiental que relatábamos anteriormente. Además, que no tienden a fijar una posición unilateral ante problemáticas ambientales latentes a escala global, lo que evidencia un aislamiento total ante dichos inconvenientes.
Creemos que detrás de valores para la Vida, como la honestidad, el respeto y la solidaridad que se promueven en las citas bíblicas religiosas, se esconde el gran valor de la “Ecología”, que debería aflorar naturalmente en las personas que reciben ese mensaje sacro. Lo absurdo, es que la mayoría de los individuos que asisten a esos templos, no asumen un rol activo en la defensa del Medio Ambiente y sus recursos naturales. De hecho, suele existir un total desconocimiento de conflictos ecológicos latentes, como: el “Efecto Invernadero”, el “Calentamiento Global” o el “Cambio Climático”. Sólo consumen los minutos que se padecen en la oralidad de un sermón, que no termina por fructificar su hierática señal de luz en la realidad “real” que cotejan sus devotos.
Allí se evidencia, la razón por la que los antivalores de la Sociedad Moderna, se han encargado de rentabilizar el lado espiritual que apremia a cada persona. ¿Te imaginas que antes, durante o después de la Misa, se le dedicara “obligatoriamente” unos segundos al mensaje ecológico? Si el Padre mientras oficiara la ceremonia divina, dijera frases célebres como: “No boten basura en las calles”, “Cuiden lo azul de las playas” o “Desenchufen los electrodomésticos”. Si se multiplicaran esas simples palabras en cada templo bendito a nivel global, sin duda que el Mundo sería un lugar mucho más armonioso para nuestra “Pachamama”.
Por desgracia, siempre ocurren violentos daños ecológicos que requerían de una actitud proactiva por parte del Clero. Sin embargo, ancestralmente ha existido una pasividad en ponderar esos agravios medioambientales. La explosión de la plataforma “DeepWater Horizon” en abril del 2010, trajo consigo un extremo desastre ambiental en el Golfo de México, tras la incontenible fuga del petróleo. El infernal “rustiqueo” de las carreras “Fun Race 4x4” en la Gran Sabana de Venezuela, destruyó de forma irreparable el equilibrio ecológico que se hallaba en la gran diversidad biológica que alberga. El vertido de seis millones de metros cúbicos de aguas ácidas y lodos contaminados en las cuencas de los ríos Agrio y Guadiamar, en el Parque Nacional de “Doñana” en España, liberó una gran cantidad de líquidos tóxicos de muy bajo pH (alta acidez). Y el accidente nuclear en Fukushima 1, en el país asiático de Japón, que devino tras el colosal Terremoto de 8,9 grados de magnitud en la escala de Richter, se encargó de contaminar aguas freáticas, perjudicó la cadena trófica y asfixió de gas metano a la atmósfera.
Son ecocidios que no sólo debieron ser oportunamente repudiados por autoridades eclesiásticas, sino que necesitaban de la predisposición en intentar dar solución a las problemáticas medioambientales. No obstante, la indiferencia ecológica otra vez se hizo sentir en la psiquis de sus celestiales santidades, para no realizar campañas comunicacionales globales que aprovecharan lo “positivo” del caos colectivo y crear una feroz reflexión ecológica en la gente. Por el contrario, tras el derrame petrolero en el Golfo de México, se observó como un Vocero oficial del Clero, desde la tranquilidad de una estación radial romana, simplemente afirmaba que los desastres naturales ocasionados por la mano del Hombre dejaban una “lección de humildad”. El problema, es que las palabras se las lleva el viento y una Institución de referencia mundial para todos sus creyentes, debería asumir un rol protagónico como agente de cambio que genere respuestas positivas en el planeta “Tierra”
Lo más triste, es que esa conducta sólo deja un gran signo de interrogación en sus feligreses, quienes sienten “creer” sin saber en lo que realmente creen. Toda esa confusión socio-cultural, obliga a que la persona inicie un proceso de “autodescubrimiento”, capaz de replantear su modo de vida con la Naturaleza. Un pequeño gran detalle, que demuestra la apatía del Clero en preservar lo azul del cielo, se aprecia en la legendaria junta del “Cónclave”, al ver como la “fumata” o nube de humo que sale a través de la chimenea que se instala en el tejado de la “Capilla Sixtina”, es el resultado de quemar las boletas de la elección papal. La incineración del papel, genera contaminación ambiental, debido a que se liberan gases tóxicos en la atmósfera, por causa del proceso de combustión. En épocas decembrinas, no debes utilizar el “Musgo” al adornar el pesebre, ya que esa planta escasea en los linderos de la Naturaleza. No adquieras luces navideñas para darle más vistosidad a tus decoraciones. Es un innecesario malgaste eléctrico.
Ya es hora que organizaciones, asociaciones sin fines de lucro y organismos públicos, se fusionen para atacar daños ecológicos que perjudican la sana interacción Hombre-Medio. Si el Instituto para las Obras de Religión (IOR), la ONU, la Unesco y Greenpeace, se decidieran a atacar en conjunto: el “bullying” o acoso escolar, el tráfico ilegal de fauna exótica, la violencia intrafamiliar y los antivalores que nos fulminan a diario, se podrían generar acciones mancomunadas de usufructo colectivo. Cada país emplearía sus propios entes sociales y ONGs que participan realmente en el seno de las comunidades, para impulsar charlas, talleres y reuniones en colegios, plazas y hogares que permitiría la aceptación integral en las personas de valores para la Vida y por ende la inyección del gran valor de la “Ecología”.
Dicen que todos los caminos conducen a Roma. Pero, salir al balcón y decir “Abdicarit”, mientras la guerra “Made in USA” se encarga de aniquilar el sufrir ajeno, no ayudará a que se olviden las promesas del genocidio. Salir al balcón y decir “Salve ad omnes”, mientras los antivalores “Made in USA”, se encargan de transculturizar la mente de millones de almas perdidas, no ayudará a que los antivalores se inmolen en el horizonte del etnocidio. Salir al balcón y decir “Abysso”, mientras la gente pelea a muerte por una gota de agua, los niños fallecen en el frío de la calle y el mar del ecocidio se hace cada vez más “rojo”, es la triste historia de nunca acabar.
Vivimos dentro de una Sociedad Moderna, presa de sus propios prejuicios, banalidades e injusticias. Dicen que nadie está libre de pecado. Es una oración simple pero efectiva. Nadie está libre de pecado. El problema, es que el Hombre ha encontrado la forma de rentabilizar sus errores y dejar que el sentimiento de culpa aflore sólo después de la última cena. El mercader de antivalores, se encarga de satisfacer la absurda demanda consumista, que se aprovecha de fiestas con matices religiosos, para lucrarse en medio de las nocivas publicidades que transmiten los medios privados de TV y a la necesidad de la gente en sentir todo lo frívolo, superficial y fútil que llevan a cuestas.
Nunca hay que generalizar en los inciertos caminos del Destino. Claro que existen familias prestas a valorar lo espiritual, la religiosidad y la sana convivencia entre todos. Por supuesto que hay personas de gran nobleza, que aman al prójimo y apoyan la lucha ecológica. El problema, es que esa condición humana, es una actitud en verdadero peligro de extinción a escala universal. Sólo mira a tu alrededor y verás la ira que aguarda en la gente. El intento de perdernos en liturgias que esclavizan un dogma a ciegas, sólo nos deja en la oscuridad infinita de lo desconocido.
¿Te imaginas que la Tierra no tuviera el poder de auto-regenerarse? Que si talaras un árbol, jamás se pudiera replantar. Que si quemaras un área verde, jamás se pudiera reforestar. Que si cometieras un error, jamás se pudiera perdonar. Si esa fuera la ley de la Vida, los Seres Humanos serían definitivamente un triste recuerdo perdido en el Universo. Todos los días se elevan plegarias al cielo, para que el Universo se decida a presionar el botón de la sagrada “Extinción” y que los Seres Humanos sean un triste recuerdo en el Universo. Pero, es preferible asumir un compromiso de respeto por el planeta Tierra y juntos rezar para que sus genuinos misterios naturales gocen de nuestra sentida devoción.
carlosfermin123@hotmail.com - Publicado en: hechoecologico.weebly.com
Cuando se trata de proponer un Mundo más pacifista, humanista y bien intencionado entre quienes aceptan el privilegio de existir; siempre se ha tenido que lidiar con el trío de la discordia, conllevado por el átono de la Ciencia, el dogma de la Religión y lo verde de la Ecología. Pese a ello, los himnos, las razas y las banderas, nos siguen desuniendo irreconciliablemente, gracias al pago que: las armas, el odio y las drogas, se encargan de rentabilizar en el efímero transitar de la Vida.
Sabemos que el Hombre jamás cambiará sus inicuas miserias espirituales en la “Madre Tierra”, mientras el dinero siga marcando el rumbo de su inevitable autodestrucción. Lo que nos duele, es ver como toda esa letal distorsión de la realidad “real” que vivimos, hace que paguen justos por pecadores, que el fin justifique el medio y que se presione el gatillo del “Ecocidio”, fruto del sacrilegio que aflora en la infernal historia de nunca acabar.
El sinfín de recursos naturales, especies de flora y fauna, que recrean al templo sagrado de la Naturaleza, deben enfrentar la perversión de quienes: irrumpen, explotan y se lucran a cambio de la destrucción del Medio Ambiente. La insaciable deforestación de la Amazonía, la negación de expandir el uso de energías renovables y la deposición de residuos sólidos en las profundidades del mar, sólo demuestra la traicionera indiferencia ecológica que se padece a diario.
Es triste observar como el Clero, no ha incentivado de forma sistemática, una conciencia ecosocial en los feligreses que yacen en la Tierra. Por desgracia, el problema se extiende a la gran cantidad de cultos, sectas y credos que forman parte de la cotidianidad de sus adeptos. Nunca realizan campañas masivas de reciclaje o de reforestación de áreas públicas. Tampoco promueven una “Cultura Ahorrativa” en el uso de la electricidad entre sus devotos. Al no aprovechar el gran poder de convocatoria de sus rituales, misas y ceremonias, para llevar el mensaje ecológico a la familia universal, se insta a la impunidad medioambiental que relatábamos anteriormente. Además, que no tienden a fijar una posición unilateral ante problemáticas ambientales latentes a escala global, lo que evidencia un aislamiento total ante dichos inconvenientes.
Creemos que detrás de valores para la Vida, como la honestidad, el respeto y la solidaridad que se promueven en las citas bíblicas religiosas, se esconde el gran valor de la “Ecología”, que debería aflorar naturalmente en las personas que reciben ese mensaje sacro. Lo absurdo, es que la mayoría de los individuos que asisten a esos templos, no asumen un rol activo en la defensa del Medio Ambiente y sus recursos naturales. De hecho, suele existir un total desconocimiento de conflictos ecológicos latentes, como: el “Efecto Invernadero”, el “Calentamiento Global” o el “Cambio Climático”. Sólo consumen los minutos que se padecen en la oralidad de un sermón, que no termina por fructificar su hierática señal de luz en la realidad “real” que cotejan sus devotos.
Allí se evidencia, la razón por la que los antivalores de la Sociedad Moderna, se han encargado de rentabilizar el lado espiritual que apremia a cada persona. ¿Te imaginas que antes, durante o después de la Misa, se le dedicara “obligatoriamente” unos segundos al mensaje ecológico? Si el Padre mientras oficiara la ceremonia divina, dijera frases célebres como: “No boten basura en las calles”, “Cuiden lo azul de las playas” o “Desenchufen los electrodomésticos”. Si se multiplicaran esas simples palabras en cada templo bendito a nivel global, sin duda que el Mundo sería un lugar mucho más armonioso para nuestra “Pachamama”.
Por desgracia, siempre ocurren violentos daños ecológicos que requerían de una actitud proactiva por parte del Clero. Sin embargo, ancestralmente ha existido una pasividad en ponderar esos agravios medioambientales. La explosión de la plataforma “DeepWater Horizon” en abril del 2010, trajo consigo un extremo desastre ambiental en el Golfo de México, tras la incontenible fuga del petróleo. El infernal “rustiqueo” de las carreras “Fun Race 4x4” en la Gran Sabana de Venezuela, destruyó de forma irreparable el equilibrio ecológico que se hallaba en la gran diversidad biológica que alberga. El vertido de seis millones de metros cúbicos de aguas ácidas y lodos contaminados en las cuencas de los ríos Agrio y Guadiamar, en el Parque Nacional de “Doñana” en España, liberó una gran cantidad de líquidos tóxicos de muy bajo pH (alta acidez). Y el accidente nuclear en Fukushima 1, en el país asiático de Japón, que devino tras el colosal Terremoto de 8,9 grados de magnitud en la escala de Richter, se encargó de contaminar aguas freáticas, perjudicó la cadena trófica y asfixió de gas metano a la atmósfera.
Son ecocidios que no sólo debieron ser oportunamente repudiados por autoridades eclesiásticas, sino que necesitaban de la predisposición en intentar dar solución a las problemáticas medioambientales. No obstante, la indiferencia ecológica otra vez se hizo sentir en la psiquis de sus celestiales santidades, para no realizar campañas comunicacionales globales que aprovecharan lo “positivo” del caos colectivo y crear una feroz reflexión ecológica en la gente. Por el contrario, tras el derrame petrolero en el Golfo de México, se observó como un Vocero oficial del Clero, desde la tranquilidad de una estación radial romana, simplemente afirmaba que los desastres naturales ocasionados por la mano del Hombre dejaban una “lección de humildad”. El problema, es que las palabras se las lleva el viento y una Institución de referencia mundial para todos sus creyentes, debería asumir un rol protagónico como agente de cambio que genere respuestas positivas en el planeta “Tierra”
Lo más triste, es que esa conducta sólo deja un gran signo de interrogación en sus feligreses, quienes sienten “creer” sin saber en lo que realmente creen. Toda esa confusión socio-cultural, obliga a que la persona inicie un proceso de “autodescubrimiento”, capaz de replantear su modo de vida con la Naturaleza. Un pequeño gran detalle, que demuestra la apatía del Clero en preservar lo azul del cielo, se aprecia en la legendaria junta del “Cónclave”, al ver como la “fumata” o nube de humo que sale a través de la chimenea que se instala en el tejado de la “Capilla Sixtina”, es el resultado de quemar las boletas de la elección papal. La incineración del papel, genera contaminación ambiental, debido a que se liberan gases tóxicos en la atmósfera, por causa del proceso de combustión. En épocas decembrinas, no debes utilizar el “Musgo” al adornar el pesebre, ya que esa planta escasea en los linderos de la Naturaleza. No adquieras luces navideñas para darle más vistosidad a tus decoraciones. Es un innecesario malgaste eléctrico.
Ya es hora que organizaciones, asociaciones sin fines de lucro y organismos públicos, se fusionen para atacar daños ecológicos que perjudican la sana interacción Hombre-Medio. Si el Instituto para las Obras de Religión (IOR), la ONU, la Unesco y Greenpeace, se decidieran a atacar en conjunto: el “bullying” o acoso escolar, el tráfico ilegal de fauna exótica, la violencia intrafamiliar y los antivalores que nos fulminan a diario, se podrían generar acciones mancomunadas de usufructo colectivo. Cada país emplearía sus propios entes sociales y ONGs que participan realmente en el seno de las comunidades, para impulsar charlas, talleres y reuniones en colegios, plazas y hogares que permitiría la aceptación integral en las personas de valores para la Vida y por ende la inyección del gran valor de la “Ecología”.
Dicen que todos los caminos conducen a Roma. Pero, salir al balcón y decir “Abdicarit”, mientras la guerra “Made in USA” se encarga de aniquilar el sufrir ajeno, no ayudará a que se olviden las promesas del genocidio. Salir al balcón y decir “Salve ad omnes”, mientras los antivalores “Made in USA”, se encargan de transculturizar la mente de millones de almas perdidas, no ayudará a que los antivalores se inmolen en el horizonte del etnocidio. Salir al balcón y decir “Abysso”, mientras la gente pelea a muerte por una gota de agua, los niños fallecen en el frío de la calle y el mar del ecocidio se hace cada vez más “rojo”, es la triste historia de nunca acabar.
Vivimos dentro de una Sociedad Moderna, presa de sus propios prejuicios, banalidades e injusticias. Dicen que nadie está libre de pecado. Es una oración simple pero efectiva. Nadie está libre de pecado. El problema, es que el Hombre ha encontrado la forma de rentabilizar sus errores y dejar que el sentimiento de culpa aflore sólo después de la última cena. El mercader de antivalores, se encarga de satisfacer la absurda demanda consumista, que se aprovecha de fiestas con matices religiosos, para lucrarse en medio de las nocivas publicidades que transmiten los medios privados de TV y a la necesidad de la gente en sentir todo lo frívolo, superficial y fútil que llevan a cuestas.
Nunca hay que generalizar en los inciertos caminos del Destino. Claro que existen familias prestas a valorar lo espiritual, la religiosidad y la sana convivencia entre todos. Por supuesto que hay personas de gran nobleza, que aman al prójimo y apoyan la lucha ecológica. El problema, es que esa condición humana, es una actitud en verdadero peligro de extinción a escala universal. Sólo mira a tu alrededor y verás la ira que aguarda en la gente. El intento de perdernos en liturgias que esclavizan un dogma a ciegas, sólo nos deja en la oscuridad infinita de lo desconocido.
¿Te imaginas que la Tierra no tuviera el poder de auto-regenerarse? Que si talaras un árbol, jamás se pudiera replantar. Que si quemaras un área verde, jamás se pudiera reforestar. Que si cometieras un error, jamás se pudiera perdonar. Si esa fuera la ley de la Vida, los Seres Humanos serían definitivamente un triste recuerdo perdido en el Universo. Todos los días se elevan plegarias al cielo, para que el Universo se decida a presionar el botón de la sagrada “Extinción” y que los Seres Humanos sean un triste recuerdo en el Universo. Pero, es preferible asumir un compromiso de respeto por el planeta Tierra y juntos rezar para que sus genuinos misterios naturales gocen de nuestra sentida devoción.
carlosfermin123@hotmail.com - Publicado en: hechoecologico.weebly.com