Patagonia Argentina: “La extorsión minera no genera adeptos, genera víctimas de abuso y explotación”
Por Fernanda Rojas
Es curioso cómo la metodología de captación de acólitos de las industrias extractivistas se asemeja a las técnicas de “hechizo” a las que recurren los proxenetas, los abusadores sexuales y los reclutadores para las sectas.
Ya hemos sido testigos de cómo repetidamente Minas Argentinas S.A. manipula las vulnerabilidades y las necesidades insatisfechas de la población para avanzar en sus objetivos. El caballito de batalla favorito de la maquinaria propagandística de los heraldos de la corporación megaminera es la promesa de una fuente laboral que no llegará, o llegará para pocos durante un tiempo limitado y con la terrible consecuencia de arrasar otras posibilidades de actividades productivas, generar más desempleo y necesidades insatisfechas.
Daniel Arroyo explica muy bien el espejismo del falso crecimiento económico y supuesto desarrollo de las industrias extractivistas como la megaminería: “…si una industria en una localidad genera quinientos puestos de trabajo haciendo desaparecer mil y, a la vez, transfiere el excedente económico hacia fuera, hay un incremento del PBI, dado que efectivamente crece la actividad económica de la ciudad. Sin embargo, dicho incremento no implica desarrollo, ya que no genera ni trabajo ni inclusión ni mejores condiciones de vida para la comunidad local”.
Sin embargo, la desocupación es una realidad presente y acuciante, y a la corporación le encanta explotar esa vulnerabilidad. Inclusive busca promover y sostener esa necesidad para luego llegar como el héroe salvador del momento. Pero para hacerlo necesita persuadir a la víctima de la misma manera que un abusador seduce, adoctrina y genera dependencia.
La corporación necesariamente tiene que recurrir a un proceso de persuasión coercitiva para convencer a la ciudadanía de que acepte pasivamente algo inherentemente negativo: la explotación desmedida de los bienes comunes, la contaminación del agua y de la tierra, la pérdida de capacidad productiva, la renuncia a un estilo tradicional de vida y a la autodeterminación...
Un artículo muy interesante de la Revista Argentina de Clínica Neuropsiquiátrica sobre cómo las sectas logran inducir dependencia y servidumbre pareciera estar describiendo la receta del “arte de la seducción” de las corporaciones en connivencia con los gobiernos. Allí se explica que “el conjunto de técnicas de persuasión coercitiva actúa básicamente en dos direcciones: una, aumentando la vulnerabilidad del sujeto para hacerlo más influenciable; otra, interviniendo manipuladoramente sobre él y su entorno para conseguir transformar sus formas de sentir, pensar y actuar”. Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.
La Licenciada María Lourdes Molina explica cinco etapas del proceso de persuasión coercitiva y los esquelenses hemos sido testigos de cómo la corporación minera aplica este esquema en un su propio experimento de cooptación social:
1. Seducción: promesas de trabajo, riquezas, regalos, dinero…
2. Captación: invitación a reuniones, visitas casa por casa
3. Conversión: se presenta una realidad alterada -“sin minería no tendríamos celulares, ni casas, ni coches ni cubiertos”, “no haremos minería a cielo abierto, sino por túneles”, “sin megaminería no hay desarrollo”, “no utilizaremos cianuro”, “no contaminaremos el agua”, “habrá trabajo y prosperidad para todos”- y se oculta la realidad (minería y megaminería no son la misma cosa, nosotros no necesitamos oro, plata, plomo o uranio para vivir, pero sí necesitamos agua…)
4. Adoctrinamiento: “el que está en contra de la megaminería es nuestro enemigo”, “este proyecto extractivo es la única salida posible”, “somos víctimas del egoísmo de la ciudadanía que se opone al extractivismo”,…
5. Acción: cooptar a otros sujetos, enfrentarse con vecinos que se oponen a la megaminería, presentarse como víctimas de la incomprensión social…
Recientemente la subsidiaria de la corporación canadiense Yamana Gold, Minas Argentinas S.A., organizó una reunión en la que incitó a firmar, ante escribana pública, un compromiso de participar activamente en la cooptación ciudadana a cambio de un supuesto puesto de trabajo en un futuro incierto. Queda así formalizado el acto de coerción y chantaje.
Profesionales y académicos, tanto argentinos como de otras partes del mundo, han explicado que las industrias extractivistas sólo se pueden instalar en las comunidades por medio de la fuerza, el engaño, la represión, la violación o la supresión de derechos humanos y ambientales. Sin embargo, Esquel fue la comunidad que logró decir “no” a tiempo. Sigamos defendiendo nuestro derecho a un ambiente sano, a la vida y a la autodeterminación. No caigamos víctima de quien nos daña pero dice hacernos un bien.
La corporación megaminera está ejerciendo formas graves de violencia en nuestra comunidad. La coerción es una de ellas, pero no la única. ¿Hasta cuándo permitirán las autoridades que la corporación megaminera abuse de la comunidad intentando convencerla de que es “por su propio bien”?
Bibliografía:
- Otra adicción: las sectas y su logro de inducir a dependencia y servidumbre, Amelia Musacchio de Zan – Revista argentina de clínica neuropsiquiátrica
- ARROYO, D, Desarrollo y Políticas Públicas. Nuevos desafíos para el Estado y la Sociedad. En el Desarrollo en un contexto posneliberal, FLACSO CICCUS, Buenos Aires, 2006.
- Ma. Lourdes Molina “Explotación sexual. Evaluación y tratamiento” Pág. 113
Publicado en: puertae.blogspot.com.ar