Exploradores en busca del silencio perdido: Quedan muy pocos lugares silenciosos en el mundo.

En estos tiempos ruidosos —con rivales políticos gritando en televisión, camiones avanzando con un estruendo por las calles y teléfonos inteligentes chillando— ¿quién no querría un poco de paz y silencio? Sin embargo, algunos amantes de la naturaleza han llevado su aversión un paso más allá, al trasladarse a una de las zonas más remotas, en busca de silencio total. 

Jerss Bidgood

El excursionista subió a paso lento por un camino de tierra hasta un valle, una ruta que no parecía tener nada de especial. No había vistas impresionantes de las montañas. Sin embargo, se detuvo repentinamente, jubiloso, tras caminar unos 6 kilómetros y medio. Había hallado lo que estaba buscando: silencio.
Armado con Google Maps, herramientas para cortar maleza y 16 años de experiencia haciendo senderismo en el área, Follensbee, un programador de Lebanon, New Hampshire, ha emprendido una búsqueda exhaustiva de las cuencas y los valles silenciosos de las Montañas Blancas de New Hampshire. “Veamos cómo experimentamos tres minutos de silencio”.
“Sé que debe haber lugares a donde pueda ir para tener tranquilidad”, expresó Follensbee, de 39 años, quien a la fecha ha trazado mapas de 23 sitios, aunque comparte las ubicaciones exactas de manera muy esporádica. (Si los lugares silenciosos son muy conocidos, “dejan de ser silenciosos”, razona).
Los conocedores del silencio afirman que es cada vez más difícil, aún en la naturaleza, escapar del sonido de vehículos, industrias y voces. Un estudio publicado el año pasado en la revista académica Science halló que la contaminación auditiva estaba duplicando los niveles de sonido en gran parte de las áreas protegidas en EE.UU..
El ruido que generan los humanos puede ser molesto, pero también peligroso para animales que dependen del oído para buscar su presa y evitar depredadores.
Lower Falls a lo largo de la autopista Kancamagus Highway en el Bosque Nacional de White Mountain en New Hampshire. 
(Tristan Spinski para The New York Times)

En el Estado de Washington, Gordon Hempton, un ecologista acústico, se ha dado a la tarea de preservar lo que llama “un centímetro cuadrado” de silencio en el Parque Nacional Olympic. Él y otros han expresado inquietud por el estruendo de jets de la Armada, pero dice creer que el Parque Nacional Olympic es sólo uno de 12 lugares en la zona continental de EE.UU. donde una persona podría pasar 15 minutos sin escuchar un solo sonido hecho por el hombre.
“Hay que defender los lugares silenciosos que quedan, así como limpiar lugares que deberían estar en silencio”, dijo.
En el Monumento Nacional Muir Woods, en California, los funcionarios tomaron medidas para aminorar el ruido, como colocar carteles exhortando a la gente a moderar la voz. Durante años, los conservacionistas que buscan minimizar el ruido de visitantes y del vuelo de helicópteros en el Gran Cañón se han topado con la oposición de negocios y tribus indígenas que dependen del turismo y la recreación.
Follensbee visitó uno de sus sitios el otro día y sacó su teléfono para grabar sonidos. Durante tres minutos, el ligero zumbido de los insectos, el crujido de las hojas y el llamado de las aves fue todo lo que se oyó. Luego llegó el chirrido de un vehículo, con el ruido de su motor aumentando a medida que se aproximaba.
“Es un poco decepcionante”, comentó Follensbee. “Estamos muy lejos de todo”.

Fuente: The New York Times - Imagen de portada: Nubes de tormenta reuniéndose al atardecer en el Bosque Nacional de White Mountain en las afueras de Fabyan, New Hampshire. (Tristan Spinski para The New York Times)

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