Varios 'avisos' que se dieron antes de la penúltima gran extinción se repiten ahora
Un aumento del CO2 y una bajada del molibdeno precedieron a la desaparición de casi el 90% de las especies marinas: Un ingente aumento de la concentración de dióxido de carbono en el océano, seguido de un descenso en picado de los oligoelementos cruciales para los seres marinos, precedieron una extinción masiva hace unos 183 millones de años -en el Jurásico temprano-. Como consecuencia de ello, perecieron casi el 90% de las especies del océano y el 75% de las terrestres, que sucumbieron bajo unas concentraciones de carbono más altas de las que se había estimado hasta el momento.
Verónica Pavés
Los investigadores, que publican sus resultados en la revista AGU Advances, midieron la disminución de la concentración de molibdeno en el océano. Este elemento es un metal esencial desde el punto de vista biológico, que se encuentra disuelto en el agua del mar. Lo que hallaron es que antes de un evento de extinción, este micronutriente disminuye hasta niveles residuales, debido a la falta de oxígeno en el sistema, dado que no le permite realizar reacciones de reducción ni oxidación, unas condiciones que se conocen como euxínicas.
LO MISMO QUE SUCEDE AHORA
Pero la investigación no se quedó solo con el dato de la disminución de este metal. “Nuestros hallazgos también nos ayudan a comprender cuánto carbono circulaba en el sistema marino-atmosférico y la realidad es que era una cantidad mucho mayor de lo que se pensaba anteriormente”, destacó uno de los autores del artículo, Jeremy Owens. Este científico añadió que posiblemente esas cantidades de carbono se dispararan a una “escala similar de los aumentos atmosféricos y oceánicos modernos debido a las actividades humanas".
Recreación de la penúltima extinción masiva | Dawid Adam Iurino
Y es que existe una relación inversamente proporcional entre el carbono y el molibdeno. De esta manera, cuando el molibdeno se redujo hasta 41 gigatoneladas, el océano disponía de 244.000 gigatoneladas de dióxido de carbono. Los investigadores analizaron rocas de tres localizaciones en la región de Alberta, en Canadá. Eran lugares que, a su vez, fueron parte del océano gigante que rodeaba el antiguo continente de Pangea.
Como la localización elegida estaba conectada en el pasado con el océano global, en un solo vistazo los investigadores podrían ver todo lo que había ocurrido en el océano global hace 183 millones de años.
La disminución del molibdeno, por tanto, también implica un aumento masivo de las concentraciones de carbono orgánico en el océano y, además, lo hace hasta un punto crítico en el que empieza a ser incompatible con la vida.
Según los cálculos de este grupo de investigación, en este caso la concentración de CO2 en el océano era varias veces mayor de lo que se había estimado hasta ahora. Estos cálculos, por otro lado, se hicieron tomando como referencia el dióxido de carbono liberado por los volcanes del mundo, por lo que los investigadores creen que se debería reformular para ser más acordes a la realidad.
Los resultados del grupo de investigación mostraron que esta disminución de molibdeno fue lo que precedió al comienzo de una extinción que se produjo un millón de años después y que duró aproximadamente dos millones de años en total, mucho más de lo que los científicos habían estimado previamente. Si bien es cierto que, tras la extinción, las condiciones del planeta se volvieron más propicias para la vida, el proceso de recuperación se demoró cientos de miles de años.
El proceso del cambio climático actual tiene mucho que ver con lo que pasó hace 183 millones de años. Como sucedió entonces, hoy cada vez se añade más CO2 a la atmósfera y al sistema en general, y corremos el riesgo de que se repliquen las consecuencias, señalan los investigadores.
Como entonces, el planeta se está enfrentando en la actualidad a una posible reducción de los micronutrientes metálicos de los que se compone el océano, entre ellos el molibdeno. Por tanto, el riesgo de una extinción debido al calentamiento global es un escenario futuro más que probable.
Es otro de los indicadores que muestran un gran riesgo de que se repita la historia, ahora con una sexta extinción global, pero en este caso debido a la acción del ser humano sobre el medio natural.
Estudio de referencia: https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1029/2022AV000671
Fuente: | phys.org