España: La Fiscalía pide pena de cárcel para los activistas climáticos que tiraron agua teñida al Congreso
La Fiscalía ha decidido acusar de un delito contra el patrimonio histórico a los 15 activistas climáticos que lanzaron agua teñida de remolacha contra el Congreso de los Diputados en abril del año pasado. Pide una pena de un año y nueve meses de cárcel y un pago a repartir entre ellos de 2.592,29 euros para el Estado y 713,57 euros para el Ayuntamiento de Madrid como responsabilidad civil, según han confirmado varios de los imputados.
Raúl Rejón
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La protesta se produjo el 6 de abril de 2022 cuando el colectivo Rebelión Científica se manifestó frente a la fachada del edificio del Congreso y arrojó agua teñida para alertar sobre la necesidad de adoptar medidas urgentes contra la crisis climática. Dos meses después, la Brigada Antiterrorista de la Policía arrestó a 15 de los activistas y les achacó, además de los daños al Patrimonio, un delito contra las instituciones del Estado.
Sin embargo, el pasado febrero, el juez de Instrucción que llevaba el caso decidió retirar esa parte de la acusación policial y dejar solo el delito de daños al patrimonio. En un principio, el letrado mayor de la Cámara había avalado que la sesión parlamentaria que se celebraba durante la tarde de la protesta había sido perturbada por el ruido de la calle, pero la entonces presidenta del Congreso, Meritxell Batet, informó al instructor de que, en realidad, “el curso de la sesión no fue suspendido ni interrumpido”. Ahí decayó la línea abierta por los agentes sobre el delito contra las instituciones estatales.
Con todo, la Fiscalía entiende ahora que la manifestación y el agua con remolacha son constitutivos de un delito contra los “bienes de valor histórico” recogido en el artículo 323.1 del Código Penal y que prevé pena de cárcel seis meses a tres años, por lo que solicita la apertura de juicio oral y ese tiempo de prisión. “Estamos esperando fecha para acudir al juzgado” ha comentado a elDiario.es uno de los implicados.
Fuente:https://www.eldiario.es/sociedad/fiscalia-pide-pena-carcel-activistas-climaticos-tiraron-agua-tenida-congreso_1_10705280.html - Imagen de portada: La acción de Rebelión Científica frente al Congreso. Jesús Hellín / Europa Press
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“¿Arrepentirme? Es un honor”: “Es el colmo intentar encarcelar por una supuesta acción de daños que no es tal”
Juan Bordera es actualmente diputado en Las Cortes valencianas por Compromís. Sacó el escaño en las últimas elecciones autonómicas de mayo. Pero, antes de la votación, llevaba “al menos 15 años” siendo activista por el clima. Este martes se supo que la Fiscalía le pide una pena de cárcel de 21 meses junto a otros 14 manifestantes de Rebelión por el Clima. Ellos habían lanzado agua coloreada a la fachada del Congreso de los Diputados en abril de 2022 para pedir a los gobernantes que se tomen en serio la crisis climática y dejen de esconder la cabeza debajo de la tierra. La Fiscalía considera que es un delito de daños a los bienes históricos.
Raúl Rejón
Bordera cuenta a la salida de un pleno de la Asamblea autonómica que no se arrepiente de la acción. “¿Arrepentirme? Es un honor”, contesta rápido a la espera de que el juez decida si los sienta finalmente en el banquillo. Para él se está jugando “la supervivencia de la raza humana”.
21 meses de cárcel no son ninguna broma. ¿Qué sensación se le queda a uno en el cuerpo al ver el escrito de la Fiscalía?
Pues que la justicia ya no es que sea ciega... la situación no puede ser más grave: el cambio climático se está acelerando, pero de una manera que yo creo que está dejando sorprendida hasta a una muy buena parte de la comunidad científica. Porque hay que resaltar que aquel día no éramos cuatro activistas. Ahí estaba Fernando Valladares, estaba Jorge Riechmann... Hay autoras del IPCC como Jules Steinberger o científicos de la NASA como Peter Kalmus que también están siendo parte de estas acciones con Rebelión Científica. Es el colmo intentar encarcelar por una supuesta acción de daños que no es tal.
Ustedes aseguran que los desperfectos al edificio no fueron tales...
La limpieza tardó 15 minutos en hacerse. Hubo un testimonio del primer perito en la vista oral que dijo que no había producido ningún daño. Esto lo queremos remarcar mucho. No solo no hicimos ningún daño, sino que estábamos allí para proteger hasta el propio edificio porque, al final, las consecuencias del cambio climático no van a dejar indemnes ni a la democracia, ni a nada ni a nadie. Y ya estamos cerca de un punto de no retorno. Oye, si a las pocas personas que nos atrevemos a hacer algo más que escribir algún artículo científico –que no hay que dejar de hacerlo, pero que está claro que con eso no basta–, nos llevan a prisión...
¿Se puede trazar un paralelismo entre su situación y la de otras protestas que hemos visto, como la batería de jornadas delante de la sede del PSOE por el acuerdo de investidura?
Hay que tener mucho cuidado con esa comparación, pero es verdad que ha sido muy diferente el trato de la Policía y del Estado en general. ¡Y de los medios de comunicación! El problema ahí es que, al final, se crea una cortina de humo con el supuesto problema de la amnistía, el golpe de Estado...para tapar el verdadero problema que es que el sistema actual no funciona para poner a salvo la vida, que es lo que reconocen los científicos del más alto nivel que está ocurriendo.
¿Qué le han dicho en su grupo parlamentario?
Apoyo total. Este miércoles un diputado del PP ha sacado a pasear un panfleto con la noticia y lo ha magnificado. Todos los compañeros de Compromís se han levantado y se han puesto a aplaudir. Los diputados del PSOE también han venido a felicitarme. Y esta es una batalla que tenemos que dar.
¿A cuál se refiere?
Normalizar que, ante una situación que se está dejando pudrir, hay que hacer algo que llame la atención. Y que eso es un aliado. Igual que las sufragistas o los Panteras Negras hicieron sus cosas para que todos y especialmente todas ganaran derechos, a los activistas nos toca llamar un poco la atención aun a riesgo de pasar un mal trago como el que he pasado en el Parlamento o tener que ir a juicio que, evidentemente, no va a ser bonito.
¿Puede servirles para dar la vuelta a la situación y utilizar el proceso de altavoz?
Totalmente. De hecho, esa era la idea cuando nos juntamos allí [en el Congreso] con científicos del más alto nivel –que estamos hablando de personas que publican en las revistas más prestigiosas–. Cuando te presentas con esa gente no vas a hacer vandalismo, lo que estás buscando es hacer aikido al sistema para que se vea, como mínimo, obligado a cuestionarse lo que está haciendo al respecto de una emergencia. Nadie de los que estuvimos allí pensábamos que en 2023 íbamos a batir todos los récords. Nos estamos yendo ya por el desagüe.
Un año de alarmas encadenadas...
En Catalunya están a punto de declarar la emergencia por sequía, aquí en la Comunitat Valenciana ha habido incendios criminales. Un reciente estudio de la Unión Europea que pienso citar en las Corts –porque este miércoles, a pesar de sacar la noticia contra mí no me han dado la palabra– dice que, por ejemplo, en el caso de la Comunitat Valenciana los daños por el cambio climático van a suponer mil millones de euros al año. Esto no va solo de salvar a las ballenas o solo de dinero: va de vidas de las personas. De trabajadores y trabajadoras que se van a ver cada vez más expuestas a fenómenos extremos.
¿Ve su proceso como un aviso: “Cuidado que podemos daros fuerte”?
Evidentemente. Ellos usan todas las armas que tienen a su disposición para criminalizar este tipo de protestas porque saben que son efectivas y nosotros tenemos que intentar usar todas las armas mediáticas que nos proporciona hacer este tipo de actos, aunque van en nuestra contra en lo personal porque nos ponen en problemas legales, problemas de gestión, de conflictos laborales para el futuro... pero tenemos que hacerlas porque suponen un un pulso –entre comillas–.
También se están dando algunas sentencias judiciales a favor de los que demandan más acción contra el cambio climático de sus gobiernos como en Portugal...
Cuando hacemos una acción luego hay que defenderla al máximo posible, pero también ir demandando, para conseguir el efecto contrario a lo que buscan en nuestro caso. Es decir, nos intentan criminalizar la protesta, nosotros vamos a seguir también peleando y planteando querellas criminales a las empresas y a los políticos responsables de no hacer nada.
¿Les supone un lastre en el día a día todo el proceso judicial que usted y sus compañeros están pasando?
Solo puedo hablar por mí y es un honor el estar en este tipo de situaciones porque creo que cuando, en el futuro, miremos estas acciones –de aquí a 10 o 15 años– y veamos lo que no se ha hecho, vamos a juzgarlas, como mínimo, como algo totalmente acertado. Se van a ver como '¡qué razón tenían! ¡Qué poco caso les hicimos! ¡Ojalá hubiéramos hecho más por haber ayudado a esta gente!“
Mucha gente nos comenta que qué valientes somos y querrían estar con nosotros, pero no todo el mundo tiene la situación para para hacer este tipo de cosas. Creo que cada vez hay más apoyos a este tipo de acciones Y en el día a día, pues sí, supone las molestias de tener que hablar con abogados, reuniones, llamadas, gente que se preocupa, amigos o familia que de repente ven alguna noticia. Pero bueno, contra eso no puedes hacer nada más que gestionarlo lo mejor posible y saber que estaba implícito en el lío.
¿Se arrepiente alguna vez?
No, no.. Esto va a ser considerado como algo necesario e incluso que, a lo mejor, nos quedamos cortos. Mucha gente nos comenta que qué valientes somos y querrían estar con nosotros, pero no todo el mundo tiene la situación para para hacer este tipo de cosas. Creo que cada vez hay más apoyos a este tipo de acciones.
¿No ve un riesgo en perder apoyo social al subir el listón?
A veces caemos en la trampa de la espectacularización: la siguiente tiene que ser más que la anterior y, en ocasiones, no todas son defendibles al 100%, pero juntar a la comunidad científica ante un parlamento pacíficamente, echarle un líquido que es remolacha para que en 15 minutos venga un equipo de limpieza y lo quite fácil es simplemente mandar un mensaje.
¿Lo entenderá, si finalmente hay juicio, el tribunal?
No solo es respetable, sino totalmente defendible como algo necesario ante una inacción de hoy que está manchada con la sangre de la gente de mañana. Y más visto el nivel de acción en España que está en una situación particularmente jodida. Estamos hablando de un país que es frontera con el desierto, que tiene sequía, una parte grande de su territorio en riesgo de desertificación y que, además, al no estar en el centro del poder, va a ser sacrificada. Nosotros deberíamos ser mucho más activos que otros. En todo caso, acciones como la nuestra son bastante inevitables porque son la respuesta de una sociedad ante un riesgo de extinción, a un riesgo de, como mínimo, empobrecimiento literal de la vida.
Entonces ¿periplos como el suyo están promoviendo más activismo?
Sí, sí. Hay diferentes colectivos que han replicado estas acciones en todos los países en los que al menos tenemos una cierta libertad. El cambio climático va cogiendo inercia y se acelera. No solo creo que se van a aplaudir este tipo de acciones, sino que si la respuesta sigue siendo así de mala, las reacciones se irán incrementando en cuanto a potencial de gente que participa y del riesgo que asuman para ejecutarlas.
¿Ve un riesgo de regresión en la acción climática entre los jóvenes?
Si eso se está dando, tendrá mucho que ver con que haya una serie de panfletos –me refiero a ejemplos como OKdiario– que sirven de ciénaga para que luego las redes sociales tengan material que difundir. Esto está llegando a los jóvenes y se equipara ese tipo de discurso de similares engendros con el de, por ejemplo, Fernando Valladares. Y el problema está ahí. O sea, no nos equivoquemos: yo creo que ahí habría que ser muy claros: o se endurecen los castigos a quienes siembran de bulos que literalmente están llenando de mierda los cerebros de la gente joven acerca de problemas tan graves como el cambio climático o la violencia hacia la mujer o la supervivencia de la raza humana, o lo que tenemos es el bulofascismo que le llaman algunos.
Fuente: https://www.eldiario.es