Holocaustos low-cost

Las diferencias entre el Holocausto y el genocidio de Rwanda son numerosas pero no son innumerables. Hay distingos léxicos y clasificatorios. Holocausto es una palabra compuesta de origen griego. Holo refiere a todo y causto a combustión: en un holocausto, la consunción de la víctima escogida ha de ser total. En la Segunda Guerra Mundial los alemanes mataron judíos europeos. Los habrían matado a todos pero el Tercer Reich fue derrotado militarmente y la cifra frenó en seis millones. En 1994 los hutus mataron tutsis hasta que se detuvieron y la cifra frenó antes del millón.  Hay distancias financieras, técnicas, logísticas. 

 
Alfredo Grieco y Bavio

Los anarco-capitalistas, y los anarquistas a secas, siempre citan como modelo de lograda anarquía a los trenes europeos. El sistema ferroviario funciona a la perfección sin Estado ni patrón. No hay autoridad ferroviaria suprema en Europa, no hay comisión continental que supervise, y pasan de un país a otro sin chocarse y esperan a tiempo a los pasajeros que cambian de vagón para seguir viaje. Los judíos deportados eran subidos al tren en París y otras estaciones europeas y llegaban en horario a Polonia para morir en las cámaras de Auschwitz, gasificados con productos de la nacional Hoechst y otras libres empresas.  
Versiones, conversiones, perversiones e inversiones de las minorías
Ni trenes ni barcos ni campos de exterminio ni cámaras de gas ni hornos crematorios en Ruanda. Los hutus gastaron 134 millones de dólares desviados de un Programa de Ajuste del FMI y el BM pero sólo 4,5 millones para comprar los machetes y cuchillos con que mataron al 70% del pueblo tutsi entre abril y junio de 1994. Sumando o alternado torturas, mutilaciones y violaciones. En las últimas tres décadas, a este periodista internacional al menos una vez al año colegas de otras áreas que buscan evitar errores le preguntan si fueron los tutsis que mataron a los hutus, o si fue al revés.
Ruanda y Burundi, países pequeños pero densamente poblados, eran gráficamente clasificados en el ‘África Negra’. Como el vecino y extenso Congo, pertenecían al Imperio belga. La administración colonial creó la división en castas. A la minoría tutsi (15% del total) dio gobierno y superioridad sobre la empobrecida mayoría tutsi (85%) en un régimen que perduró hasta 1961. Por las dudas, va de nuevo: fueron los hutus que mataron los tutsis. La minoría fue la víctima.
Al Estado de Israel se le ha reprochado distracción ante otros genocidios dada la unicidad del Holocausto. Sin embargo, siempre, y desde un principio, ha recordado y hecho recordar la violencia sufrida por la nación tutsi. Sólo que la posición política y social de que había gozado esa minoría en Ruanda desde el siglo XIX colonial y que capitalizaba aun en 1994 en nada se asemeja con la que padecían los judíos en Alemania y Europa Oriental en 1933. Hoy las comparaciones serían otras, invertidas.
De las selvas a los bosques, de los machetes a los valses
A veces las razzias de judíos eran muy lejos, y en Grecia o las soleadas islas del Egeo los nazis para deportar tenían que usar el barco antes que el tren. Aparentemente, en el Mediterráneo oriental había judíos por todas partes: nadie podría imaginar la bombardeada Gaza de hoy, Franja jüdenrein. Un eficaz colaborador de la deportación era de la Escuela Austríaca.
Tan fundamental son consenso popular y buena performance burocrática y tecnológica, que en un holocausto high cost el personal tiene perfil bajo. Kurt Waldheim vivió escondido a plena luz del día, militó en el Partido Popular austríaco, fue elegido en Nueva York secretario general de la ONU (1972-1981) y en su patria presidente (1986-1992). No pasó desapercibido por todos. La Unión Soviética le hizo saber que conocía su pasado, pero no lo delató. Un colaborador colabora, y colaboró dando facilidades a la KGB en operaciones especiales de espionaje en EEUU. Waldheim murió en su cama en 2007.
Clasificaciones primitivas y técnicas a mano alzada
La pelea por las clasificaciones no desaparece a los crímenes: Turquía niega el genocidio armenio, pero ya no niega que hubo masacres de armenios en 1915. Con los delitos, el planeamiento high cost, en cambio, puede esfumar la naturaleza misma de los actos. Y hacer que algunos parezcan merecedores de privilegios. En cambio, la falta de plan, la ejecución low costa, la penuria técnica, los delata. Como en los terribles ejemplos anteriores, sin embargo, la justicia y el castigo no está más asegurada en un caso que en el otro.
En el caso policial del funcionario provinciano apelado Chocolate, noticia que regocijó a medios argentinos siempre ávidos de noticias de corrupción de la política nacional, un rasgo de la historia no siempre fue puesto de realce. A pesar de que el agente bonaerense jamás habría sido advertido en su trabajo sin ello. Y es el tiempo que se demoraba en el cajero automático de un banco. Mucho tiempo. Hoy en los cajeros argentinos que funcionan –y, en cada banco, es más posible que antes encontrar hoy que no funcionan todos- se tarda más que antes porque cada pago requiere muchos más billetes que antes. La solución del Gobierno de imprimir billetes de 2 mil pesos es una respuesta directa no inadecuada a la situación, pero que los bancos no pudieron adecuar técnicamente, porque los cajeros no leen esos billetes. Aun con muchas tarjetas, antes Chocolate gastaba menos tiempo en sus extracciones.
Guante blanco y chocolate negro
En Chile, la financiación de la política no ha sido históricamente menos corrupta que en la Argentina. Ni ha sido tampoco una práctica donde derechas e izquierdas no se prestaran fuera de los recintos legislativos esa solidaridad que pudo añorarse dentro. Y acaso no haya resultado a la larga menos onerosa. Sin duda, fue más digna y disimulada. Si es que todo esto es en definitiva corrupción, pero esa discusión es otra.
Durante años recibieron los funcionarios chilenos en tiempos de la Concertación sobres con dinero dentro. Por mes. Puntuales. No se sabía. Cuando se supo, en tiempos de Ricardo Lagos Escobar, el gobierno tambaleó. Se unió a otros escándalos. Finalmente, la Justicia hizo justicia. No eran sobresueldos, ni menos coimas, sino ‘gastos de representación’. Siempre alguien cuestiona, y preguntaron por qué ni declaraban ni pagaban impuestos, los sobres. Esta vez zanjó la cuestión el equivalente chileno de la AFIP. Preguntada por el socialista José Miguel Insulza en nombre del Gabinete, la agencia tributaria respondió que no correspondía pagar impuestos porque era una mejora monetaria excepcional no salarial. El principio de que toda riqueza tributa aquí no regía, aparentemente. Y quien respondía, era un funcionario de la Administración pública nombrado por quienes le hacían esa pregunta.
La última gran elección de 2023 es en diciembre
Esta semanas, en el Chile del presidente Gabriel Boric, donde no se pagan sobresueldos, un escándalo de coimas y corrupción acapara la atención pública. Se conoció por la difusión de una conversación telefónica grabada. Nada de sórdidos cajeros automático platenses con gente haciendo fila esperando el turno de extraer u operar. Un abogado, ex dirigente del comunismo en tiempos de dictadura, y una socia, hablando con un empresario. El que paga millones para evitar pagar impuestos de miles de millones a la Oficina de Impuestos internos, que evita, gracias al estudio ubicado en la zona más cara de Santiago, que sabe dónde hay que depositar ‘sobres’, en qué escritorios. Sólo que en todas partes hacen falta más billetes, y sobre este tema era la conversación.
La difusión del audio, sin embargo, tiene una moraleja. Muestra que la corrupción no es primacía de la política y demuestra que la empresa privada y las élites profesionales son atletas olímpicos en las carreras de la coima provechosa. Ni la izquierda, ni el populismo, arman esquemas tan meditados como el costosísimo que ese solo audio refleja. La abogada del audio es ahora imputada colaboradora. Lo que en Brasil llaman ‘delatora premiada’. 

El 17 de diciembre es última gran elección hemisférica de 2023. Un plebiscito constitucional en Chile, que aceptará o rechazará el texto que aspira a sustituir a la vigente, que ordenó redactar el general Augusto Pinochet en 1980. En el segundo proceso constitucional en menos de dos años, en la integración de la Convención votada para redactar la nueva Carta Magna dominó la derecha y aun la extrema derecha de Republicanos, el partido de José Antonio Kast. Los sondeos no la dan ganadora del referéndum. El episodio del audio y de la corrupción derechista la augura perdedora. A no muchos metros de las oficinas de las corrupción están las oficinas de Sebastián Piñera, antecesor de Boric, dos veces presidente, y único presidente de derecha chileno después del fin de la dictadura.
En la misma zona del Oriente santiaguino que es el opulento ojo del huracán del escándalo había celebrado Kast su victoria en la primera vuelta de las últimas presidenciales. Perdió en la segunda. La segunda Constitución chilena propuesta en dos años también va a perder. A la derecha fome le espera la misma (mala) suerte que a la izquierda siútica. Esta semana, entretanto, fuera de la Casa Central de la Universidad de Chile, en plena Alameda santiaguin, se instaló un lloratorio público, que busca dar un espacio seguro para llorar o desahogarse.

Fuente: https://www.eldiarioar.com/opinion/holocaustos-low-cost_129_10719532.html     - Imagen de portada: Descanso en la marcha por la "Resistencia de los pueblos indígenas", en Santiago, el 9 de octubre de 2023, antes del día del "Encuentro de Dos Mundos", feriado nacional en Chile. XINHUA / Jorge Villegas  www.news.CN
 

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