Chile / Legados del Desierto: alteraciones geomorfológicas del Antropoceno

En enero de 2023, llegué a Sudamérica con el plan de atravesar el mayor y último santuario de naturaleza salvaje que queda en la Tierra, la Antártida, a bordo del rompehielos militar argentino Almirante Irìzar. A mi regreso, tuve la oportunidad de sumergirme en la selva amazónica del Perú y experimentar el contraste entre el Amazonas salvaje y la modernización que avanza rápidamente. Comencé a reconocer con otros ojos las dinámicas geopolíticas y económicas del Sur Global, siendo testigo de las incesantes transformaciones de la Tierra impulsadas por la acción humana.

“Quédate quieto, …la Tierra te hablará”
Proverbio aborigen

Texto por Lorenzo Poli

A finales del año, decidí iniciar desde Santiago de Chile un viaje por tierra de 16 meses por el continente sudamericano, para profundizar mi conocimiento de territorios y geopolítica. Entonces busqué investigar las grandes alteraciones antropogénicas de la globalización sobre la Tierra. Como arquitecto e ingeniero, expandiendo mi práctica hacia los reinos metafísicos de las artes, estoy impulsado por el deseo de confrontar los vacíos inconmensurables excavados por el Antropoceno. Mi viaje hacia los desiertos del Altiplano Andino, atravesando Chile, Argentina y Bolivia, ha sido de profunda transformación personal: biomas donde los extremos de la exploración científica, la sabiduría ancestral, la Naturaleza y las ambiciones extractivistas colisionan.
Los Desiertos de Atacama: Una Tierra de Extremos
El desierto de Atacama en Chile es uno de los lugares más áridos de la Tierra. Aquí, los misterios de nuestro Planeta se entrelazan con los enigmas de las galaxias exteriores: mientras los investigadores de la NASA profundizan en la resiliencia de la vida, en las condiciones más extremas de la Tierra para impulsar la colonización de Marte, los astrónomos investigan los misterios celestiales de la formación del Universo, llevando la curiosidad humana hacia la inmensidad del Cosmos.
Mientras tanto, las mismas tierras secas laten con el anhelo implacable de progreso de la humanidad. Durante casi dos siglos, organizaciones multinacionales han lanzado exploraciones mineras en las profundidades de la Tierra, transformando la superficie terrestre a extensiones planetarias visibles incluso desde la estratosfera.
Capas de civilizaciones y cosmovisiones perduran, imborrables por el tiempo, en los frágiles biomas desérticos. Estos desiertos tienen una atemporalidad única, como se capturó con narrativas visuales evocadoras y poéticas por Patricio Guzmán en el documental Nostalgia de la Luz, donde la historia humana y natural se entrelazan, resonando eternamente a través de las llanuras áridas. La sequedad del desierto preserva todo, es un lugar donde el tiempo se detiene.

Tierra Sagrada. Deidad nutridora y dadora de vida que encarna la fertilidad y el sustento. Geoglifos Licán Antai. Chile, 2024. ©Lorenzo Poli

Ecos Ancestrales y Huellas Modernas
He estado viajando por estas llanuras desérticas durante meses, escuchando a la Tierra y descifrando la profundidad de sus capas. He dormido la mayor parte del tiempo en la tienda de mi auto y entrelazado con la persistente presencia de la arena. Despertar en el profundo silencio del desierto, junto a los geoglifos milenarios preservados en el manto y el seno de la tierra árida, es una experiencia única y casi mística. Imagino a los atacameños (licanantay) viajando a lo largo de la ruta caravanera bajo cielos iluminados por la Luna, cruzando los desiertos de noche para protegerse del calor, guiados por las estrellas y caminando a lo largo del profundo lecho del río Loa.
Aquí la Tierra narra historias de la humanidad: a través de épocas y eones, los humanos han manifestado su presencia trazando rutas nómadas en expansiones desoladas, esculpiendo geoglifos y petroglifos en suelos terrestres, estableciendo asentamientos, erigiendo templos y vestigios ceremoniales, y tejiendo mitos y literatura que revelan ambiciones humanas y cosmovisiones.
Los geoglifos ancestrales de los atacameños veneran la Tierra como una deidad nutridora y dadora de vida, grabados con fines espirituales, propiciatorios o comunales.
Las huellas modernas y las gigantescas operaciones mineras, también graban la Tierra, pero profundizan en ella para extraer cobre, litio, molibdeno, oro y plata, elementos considerados críticos para la transición de los combustibles fósiles y el sustento de las economías capitalistas globales. Hoy en día, manifestamos nuestra presencia en la Tierra a través de enormes transformaciones geomorfológicas: la extracción y agotamiento de recursos en el ciclo interminable de acumulación.
Estas nuevas formas de “geoglifos” son incluso visibles desde el espacio, talladas por ambiciones sociales que van más allá de las intenciones de nuestros antepasados o comunidades aborígenes. Representan una nueva clase de geoglifos planetarios, no concebidos para significados sagrados o colectivos, sino como resultado de impulsos extractivistas globales. Mientras camino al borde de una de estas inmensas fosas mineras, me pregunto cómo las futuras generaciones, o incluso los visitantes interestelares, podrían interpretar estas vastas alteraciones en la superficie de la Tierra.

Profundidades Terrestres. La puerta a la alteración antropogénica terrenal. Mina Chuquicamata, Chile, 2024. ©Lorenzo Poli

El Sonido del Antropoceno
A las 5 am despierto en mi tienda  a más de 3,400 m de altitud, con los sonidos implacables de la excavación minera en Cerro Negro, cerca de Copiapó. El impacto del Antropoceno sacude mi cuerpo y mi alma. Bajo una densa capa de niebla solo puedo percibir los temblores de la tierra y el sonido de máquinas gigantescas. El nivel de mecanización de alguna de estas minas es inimaginable. Desde la Revolución Industrial, la tecnología ha avanzado a nuevas alturas, trayendo consigo un impacto ambiental incalculable.
Me acerco a uno de estos camiones mineros, importados de Japón o de los Estados Unidos. Los más grandes tienen un motor de 106,000 cc y pueden transportar hasta 400 toneladas de mineral por viaje. Las ruedas de 4 metros de diámetro requieren una grúa para ser cambiadas. Pueden consumir en condiciones extremas  hasta 380 litros de combustible en una sola hora.
La escala y el avance tecnológico sin precedentes de las operaciones mineras en Chile le han llevado a desempeñar un papel crucial en los mercados globales como el mayor productor mundial de cobre y uno de los mayores productores de litio, ambos minerales cruciales para la transición a tecnologías de ‘energía renovable’.

Komatsu 930E-5. ©Lorenzo Poli

Estos altiplanos están entre las regiones con la mayor densidad de minas activas e inactivas en el mundo. Desde liderar los mercados de nitrato de sodio a finales del siglo XIX hasta suministrar actualmente casi el 25% del cobre mundial, la región, incluida en el “Triángulo del Litio” (que comprende Chile, Bolivia y Argentina), posee también más del 60% de las reservas mundiales de litio (USGS 2023).
Las huellas del auge del nitrato, que ocurrió entre 1880 y 1930, permanecen profundamente grabadas en el paisaje. Esta era del nitrato llevó a masivas alteraciones de la tierra y, al mismo tiempo, desencadenó la Guerra del Pacífico, un conflicto que redibujó las fronteras geopolíticas y resultó en la explotación y muerte de miles en la industria del ‘Salitre’. Luego esta industria se desinfló en unos pocos años tras la invención de alternativas sintéticas.
 ¿Está el ‘boom del litio’ destinado a seguir la misma trayectoria de explotación y degradación ambiental, solo para desvanecerse con futuras innovaciones tecnológicas?

                                       Fantasmas del Salitre: Ecos de Humberstone, Chile 2024. ©Lorenzo Poli
 

Extractivismo: Alimentando el Capitalismo y el Imperialismo
Los flujos de materias primas han moldeado indudablemente el destino del continente sudamericano desde los primeros días de la colonización europea. Las dinámicas históricas y contemporáneas de la explotación de riquezas en Sudamérica impactan las estructuras económicas y de poder mundiales. Los mercados globalizados dependen en gran medida de la extracción a gran escala de bienes naturales, principalmente para la exportación.
Autores como E. Galeano, A. Quijano, W. Mignolo, I. Wallerstein, E. Gudynas, F. Coronil y N. Klein coinciden en que el extractivismo actúa como el sistema alimentario del capitalismo y el imperialismo. Suministra sistemáticamente las materias primas necesarias para sustentar y avanzar el capital mientras expande la influencia territorial. A lo largo de la historia, la extracción impulsó las búsquedas imperialistas, con potencias colonizadoras explotando las reservas de los territorios colonizados. En opinión de estos autores, hoy en día esta actividad refleja estas dinámicas, permitiendo que las corporaciones multinacionales y las naciones ricas ejerzan influencia sobre regiones económicamente más débiles.
Esta práctica exacerba las desigualdades socioeconómicas, beneficiando desproporcionadamente a las entidades adineradas mientras afecta negativamente a los países en desarrollo, manteniendo los desequilibrios de poder globales. Klein, en su libro Esto lo cambia todo: El capitalismo contra el clima, examina cómo los imperativos capitalistas y las prácticas extractivistas impulsan la degradación ambiental y el cambio climático, particularmente en el Sur Global.
Impacto Ambiental
Atravieso  en mi camioneta la ruta desde el Salar de Atacama a la Mina Escondida, dos de los sitios de minería de litio y cobre más grandes del planeta. Esto no es solo Chile, Argentina o Bolivia; esto no es solo un “triángulo”, este es un planeta globalizado, compartido por humanos con varios millones de otras especies vivas. Las búsquedas implacables de la humanidad transforman profundamente estos territorios áridos, los ecosistemas y las comunidades locales.
Mi garganta está seca, el calor y el polvo son insoportables. Soy superado por enormes camiones que transportan toneladas de litio y me envuelven en sus nubes de polvo. Me detengo para caminar entre miles de metros de nuevas tuberías de HDPE y PVC hechas de petróleo, destinadas a transportar millones de litros de agua necesarios para el procesamiento del litio. En toda mi vida, nunca había visto tantas tuberías, extendiéndose mucho más allá del horizonte arenoso. Leí que entre 168 millones y 185 millones de litros de agua son bombeados diariamente por las tres compañías de extracción de litio que operan en el Salar. Si esta agua se cargara en vagones de tren de un metro cúbico, el tren diario mediría entre 168 y 185 kilómetros de largo.

Sed Infinita. Tuberías de PVC para el procesamiento de litio en el Salar de Atacama. 2024. ©Lorenzo Poli

                                        Pozo 4. El eco lacerante de los nuevos nichos ecológicos. ©Lorenzo Poli

Mis pensamientos se desvían hacia las formas de vida en los salares cercanos, donde hace unos días vi flamencos poniendo huevos junto a estromatolitos arcaicos. Los estromatolitos son las pruebas más antiguas de vida, con algunas formaciones que datan de hace más de 3.5 mil millones de años. Son considerados el banco genético de la vida en el Planeta, proporcionando conocimientos críticos sobre la historia temprana de la Tierra, la oxigenación de la atmósfera, los ecosistemas microbianos antiguos y la evolución de la vida. Por esto, los científicos están deseosos de profundizar a través de ellos en la astrobiología y la posibilidad de vida extraterrestre. Tanto las minas de litio como estas criaturas primordiales usan las mismas fuentes de agua. En la Tierra, y probablemente en el Universo que pretendemos conocer, nada es más precioso para la vida que el agua.
Encuentro algunas vicuñas en mi camino hacia Mina Escondida, y me llevan con ellas hasta el Pozo 4. El valle que dejé atrás está completamente seco, excepto por la fuga de la tubería del pozo, liberando algo de agua en estas tierras áridas. Las vicuñas se reúnen alrededor del pequeño charco de descarga; un zorro ha hecho su guarida junto a la estructura de hormigón . El sonido de los pájaros cantando resuena desde dentro de la monolítica ‘jaula’, un nuevo “nicho ecológico” del Antropoceno. Los ecos de concreto estremecen las profundidades de mi alma.
¿Tenemos los seres  humanos el derecho de disponer exclusivamente del agua como si fuésemos la única forma de vida en este Planeta que depende de ella?
Perspectivas Biocéntricas y Reflexiones Metafísicas
Pasé la noche junto a una mina abandonada, y al amanecer, para mi sorpresa, reconocí algún tipo de patrones orgánicos y fractales en las nuevas fotos aéreas que tomé. Estas formaciones humanas emergen con los mismos principios auto-organizativos que los enjambres de insectos en busca de sustento (E. Bonabeau). Sin embargo, sólo aparentemente imitan la naturaleza de los sistemas biológicos.
A diferencia de los organismos vivos, que participan en procesos metabólicos que sostienen la vida, estas formaciones mineras antropogénicas están desvinculadas de los ciclos ecológicos y no apoyan la biodiversidad. Esto resalta la disonancia entre las actividades industriales humanas y los sistemas dinámicos e interconectados de la naturaleza.

Emergencia Ambiciosa. Los patrones auto organizados de la acumulación. ©Lorenzo Poli

Conocimiento Ancestral y Teorías Biocéntricas
La Teoría Gaia, desarrollada por J. Lovelock y L. Margulis en los años 70, postula que la Tierra en su conjunto funciona como un sistema complejo y autorregulador. El núcleo de la teoría es que todos los organismos vivos (excepto los humanos, aparentemente) interactúan con su entorno inorgánico para mantener condiciones propicias para la vida a escala planetaria. Basada en principios científicos, la idea de Lovelock es que la biosfera y los componentes físicos de la Tierra interactúan de manera sinérgica y autorreguladora para mantener las condiciones necesarias para la vida.
La teoría comparte similitudes con la cosmovisión de los indígenas atacameños, que ve la Tierra como una entidad viva donde todos los elementos —humanos, animales, plantas y paisajes— están interconectados. Veneran la Tierra como una entidad sagrada y nutridora y practican activamente una vida sostenible para mantener el equilibrio ecológico. Esta perspectiva es tanto espiritual como cultural, y se enfoca en una relación sagrada con la tierra. Los recientes esfuerzos de conservación en los humedales de río Loa ejemplifican cómo el conocimiento tradicional y la ciencia moderna pueden proteger los ecosistemas y cómo la actividad humana y la naturaleza podrían prosperar simbióticamente (Hidalgo, 2024).
“¿Algunas de las soluciones tecnológicas ‘sostenibles’ ofrecidas por el modelo geoeconómico actual incorporan características regenerativas y simbióticas?”.
Mientras conduzco hacia los Andes, reflexiono sobre el impacto del surgimiento de la ciencia moderna, nacida durante la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII, y la visión mecanicista de la Naturaleza introducida con esa transformación cultural. Los avances tecnológicos de la Revolución Industrial y la sobreexplotación de recursos naturales, que contribuyen a los desafíos ambientales actuales, se basan en la profunda dicotomía entre la actividad humana y los ecosistemas. ¿Algunas de las soluciones tecnológicas “sostenibles” ofrecidas por el modelo geoeconómico actual incorporan características regenerativas y simbióticas?
Arne Naess, fundador del movimiento de Ecología Profunda, argumentó que la crisis ambiental se origina en los valores antropocéntricos y en esta profunda desconexión de la naturaleza: en el fondo, la verdadera crisis no es ambiental, es una crisis de valores humanos.
¿Qué representa esta extensa mercantilización extractivista de la Tierra? ¿Cuál es su relación con los valores sociales que estos nuevos geoglifos exprimen?
Mi investigación continúa en Bolivia y Perú. El viaje hasta ahora por los desiertos preandinos ha sido profundamente transformador, reforzando mi creencia en la necesidad de una relación biocéntrica y simbiótica con la Tierra.
Desde octubre de 2023, he estado profundizando en las alteraciones antropogénicas en tres biomas muy diferentes: las remotas y vírgenes extensiones glaciares de la Antártida, amenazadas por la escala planetaria sin precedentes del impacto humano; los desiertos negentrópicos preandinos, donde los lentos ritmos de la Naturaleza revelan las cicatrices perdurables de siglos de explotación humana; y la Amazonía peruana, donde más de una cuarta parte de la biodiversa selva tropical ya se ha desvanecido en humo debido a la actividad humana. Regreso a la Amazonía en octubre de 2024, para explorar sistemas de conocimiento que buscan reconciliar la división entre los seres humanos y la Naturaleza, como parte de una residencia interdisciplinaria de arte, ciencia y sabiduría ancestral. Frente a estas amenazas planetarias, la conexión espiritual con el mundo Natural encontrada en el conocimiento ancestral de la Amazonía (me) ofrece destellos de esperanza: caminos hacia nuevas sociedades simbióticas y ecotópicas, enraizadas en una comunión más profunda y espiritual con la Tierra.

El Reino de la Acumulación. Mina Escondida, Chile, 2024. ©Lorenzo Poli

Fuente: Revista Endémico - https://endemico.org/legados-del-desierto/ Imagen de portada: Los Geoglifos del Antropoceno | los ciclos interminables de acumulación. Mina Chuquicamata. Chile, 2024. ©Lorenzo Poli

Entradas populares de este blog

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Sobre transgénicos, semillas y cultivos en Latino América

Antártida: qué países reclaman su soberanía y por qué