Residuos domésticos en la región, Bajo la alfombra
Por Jesica Salvatierra
Los residuos domésticos son una problemática ambiental cada vez más preocupante. El incremento de la población en las ciudades y los cambios de consumos son fundamentales en la producción de basura. Las técnicas de eliminación ya sea por vertido o por incineración siempre conllevan una contaminación al medio ambiente, por eso es fundamental tener una política derivada a cambiar los hábitos de consumo.
A lo largo de la historia, el problema principal de los residuos orgánicos e inorgánicos ha sido su eliminación. La disposición final de la basura doméstica de las grandes ciudades, encontró su solución arrojando los residuos a las periferias; ocultándolos bajo la tierra en rellenos sanitarios, lanzándolos a los ríos o simplemente con la quema de los mismos.
Cabe destacar, que en las áreas donde se ubican estos gigantes contenedores de residuos (muchos de ellos si tener las condiciones de sanidad necesarias), es en los alrededores de la ciudad, donde se ubican personas con bajos recursos en asentamientos precarios. Muchos de estos basurales conforman, no sólo los focos de infección y contaminación, sino un medio de vida para aquellos que se dedican a revolver la basura.
Actualmente, el cambio en la forma de vida y el crecimiento económico de los países de América Latina ha provocado un incremento en la generación de desechos domésticos y comerciales. La problemática se completa con el cambio en los hábitos de consumo y la composición diversificada de los residuos modernos (envases plásticos, latas, computadoras, entre otros).
Los electrodomésticos, las computadoras han creado nuevos y verdaderos cementerios de tecnología, compuestas de plásticos y materiales que no se degradan. Su eliminación es una preocupación del nuevo siglo, de manera que no es fácil encontrar un tratamiento de supresión eficaz y no contaminante, a no ser que se reciclen.
Asimismo, el crecimiento de la población en las grandes ciudades acompaña el incremento de los desechos. A raíz de ello, se ha convertido en una preocupación fundamental la problemática de la disposición final de los residuos que pueden llegar a ser contaminantes para el suelo, el agua y el aire dependiendo de la forma de su “eliminación”.
Según la Iniciativa Latinoamericana y Caribeña para el Desarrollo Sostenible (ILAC) “la población citadina de América Latina y el Caribe representa ya el 78 por ciento del total, el mayor índice de urbanización por continente, y la tendencia sigue siendo a una mayor concentración en las ciudades, cuyos habitantes están creciendo en el quinquenio 2005-2010 a una tasa de 1,7 por ciento cada año”. El desafío actual es contener la basura de las que las grandes urbes generan.
Para la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se denomina residuo doméstico a “todo material que no tiene un valor de uso directo y que es descartado por sus propietarios”. Estos se generan en las viviendas, oficinas, establecimientos educacionales, así como también en locales comerciales y restaurantes, incluidos aquellos que se generan en los hospitales, que presentan composiciones similares a los concebidos dentro de los hogares.
A su vez, dependiendo de su origen se encuentran subdivididos en residuos orgánicos e inorgánicos. Los primeros son aquellos que son biodegradables, es decir, que tienen la capacidad de fomentar y ocasionan procesos de descomposición. Si bien, la naturaleza los puede aprovechar como parte de la vida, cuando se acumulan posibilitan la multiplicación de microbios y plagas, convirtiéndose en potenciales fuentes de contaminación.
Los inorgánicos se componen de desechos como latas, botellas, metales, plásticos y otros productos de usos cotidianos de origen industrial. Estos tienen la particularidad de que tardan mucho tiempo en desintegrarse o no se descomponen, y por ello se los denomina no biodegradables.
Además, existen productos de uso cotidiano en el hogar que contienen componentes peligrosos, estos pueden ser pinturas, limpiadores, aerosoles, batería de automóviles, entre otros.
La problemática que enfrentan los países Latinoamericanos según un estudio de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) es que “es notable el cambio de composición en los residuos donde se encuentra un descenso en materiales biodegradables y por ello plantea desafíos para el tratamiento, recuperación y disposición de los RSU (Residuos Sólidos Urbanos)”.
Es decir, hay una mayor preponderancia de desechos inorgánicos, que no se descomponen y de elementos con características tóxicas. Sin embargo, en los últimos años en América Latina se han elaborado proyectos tendientes a mitigar esta situación, donde se procura la minimización de los residuos a partir de reducir, reutilizar y reciclar dichos elementos.
No obstante, muchos países del la región continúan teniendo problemas con la disposición de la basura y en los rellenos sanitarios, así como también los basurales a cielo abierto.
En el caso de Chile, con casi seis millones de habitantes su capital produce 210 mil toneladas de desechos por mes. Alrededor de 7 millones de toneladas de residuos sólidos al año. Aproximadamente el 50 por ciento de los esos residuos son de origen domiciliario.
La mayor parte de la producción de basura se concentra en la capital chilena, diversificada por distintos sectores de la población, donde se concentra los mayores ingresos se produce el 20 por ciento de los residuos, los sectores medios altos el 34 por ciento y los medios bajos el 32 por cinto. Los sectores más bajos son responsables de un 13 por ciento.
Estos residuos son derivados a vertederos o rellenos sanitarios, mecanismo por el cual los residuos son enterrados bajo la tierra y a la vista son simples montañas rodeadas de pájaros y algunos otros animales. Pero el olfato no engaña, el olor es penetrante, la descomposición lenta y progresiva se siente en el aire.
En los rellenos sanitarios la basura es dispuesta en capas, que es compactada con maquinaria, y alternada con una capa de tierra y otros materiales hasta que el sanitario se da por saturado. En este caso se deben disponer de la impermeabilización de los pozos de modo que los líquidos contaminantes que segregan los residuos no se mezclen con las aguas subterráneas.
Uno de los principales rellenos sanitarios de la Región Metropolitana chilena es “Lomas Los Colorados” que cuenta con 600 hectáreas, de las cuales 210 corresponden a la zona de disposición final de los residuos. Actualmente, está diseñado para recibir mensualmente alrededor de 150 mil toneladas de residuos.
Los problemas ambientales que pueden generar los de vertederos de basura a cielo abierto, o los que no cuentan con los controles sanitarios correspondientes son; contaminación del agua superfáciles y subterráneas (si no se ha impermeabilizado los pozos), contaminación de los suelos y la atmósfera (este inconveniente se intensifica cuando los residuos no son discriminados por su origen, como la acumulación diversa de materia orgánica, pilas, latas y otros, sin tener en cuenta la descomposición de cada elemento o la toxicidad de los mismos).
La proliferación de roedores, y potenciales vectores de transmisión de enfermedades y el envenenamiento de especies vegetales y animales, son riesgos a considerar. Para la salud humana la contaminación que liberan los vertederos son una importante cantidad de gases como metano, CO2 y gases tóxicos como el baceno. Además de ser los acusantes de diversas enfermedades.
En los casos donde los desechos son incendiados, el impacto es mucho mayor por que se liberan a la atmósfera productos clorados, algunos altamente tóxicos como las dioxinas, una de las sustancias más tóxicas declaradas cancerigena por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En Argentina, la situación de la disposición final los de residuos es similar. En la Provincia de Buenos Aires se halla el Cordón Ecológico con cinco rellenos sanitarios, de los cuales dos ya han sido cerrados y los otros tres cuentan con una vida útil de aproximadamente 5 años.
En el país, en los últimos tiempos se han ido cerrando basurales que se encontraban a cielo abierto. Se han ido generando programas de recuperación de los residuos mediante el reciclado o la reutilización de dichos elementos, con el objetivo de minimizar su impacto en el medio ambiente.
Pero esta política ambiental es producto de una conciencia más amplia, que abarca a toda la región y al mundo. Es una problemática ha resolver con vistas hacia el futuro de la vida y del planeta. Actualmente, la política ambiental ha tomado un papel importante en la agenda, así como también ha generado en los organismos internacionales una preocupación por la temática. Como es el caso de la ONU, la OMS, la CEPAL y el BID.
En este sentido, es importante destacar que se han ido generando políticas ambientales con dispositivos para la separación de los residuos, teniendo en cuenta su composición (orgánicos, inorgánicos y, algunos casos, los que son tóxicos). Es así como se seleccionan los elementos para ser reciclados (componentes que pueden volver a ser reutilizado industrialmente para la generación de productos) como por ejemplo el cartón, el papel, las latas, entre otras.
De esta manera, lo que anteriormente se desperdiciaba como basura, puede volver a ser reutilizado evitando la contaminación que podrían generar, fundamentalmente en aquellos productos inorgánicos. Todos aquellos productos que no puedan ser reciclados o reutilizados deberán necesariamente ser tratada con una técnica de eliminación.
Sin embargo, las técnicas de eliminación ya sea por vertido o por incineración siempre conllevan una contaminación al medio ambiente.
Es necesario que cada habitante del planeta tenga conciencia de lo que arroja a la basura, de que todo aquello que se desperdicia puede dañar al medio ambiente. También es importante que los mecanismos de eliminación procuren ser lo menos contaminante posible para evitar su impacto en la vida natural del planeta y de las personas.
Los Estados deberán comprometerse con el medio ambiente en todos sus aspectos, tanto a nivel técnico- procedimental en cuanto a la eliminación, como ambiental procurando el menor daño posible.
Para ello se deberán fomentar una iniciativa referida a concientizar sobre la selección y separación de los residuos, sobre aquellos productos que son altamente contaminantes para el medio ambiente y fundamentalmente tener una política derivada a cambiar los hábitos de consumo (aquellos que son más perjudiciales como residuos). El objetivo apunta a fomentar una educación fuertemente orientada a la temática ambiental.
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Jesica Salvatierra | Desde la Redacción de APM