La industria forestal, otra afectación a la población rural e indígena
Sudamérica se ha definido como espacio territorial prioritario por las empresas transnacionales del monocultivo y del agronegocio. Las consecuencias se repiten en todas la regiones; concentración de tierras en mano de empresas extranjeras, éxodo de la población rural, agotamiento de recursos hídricos, destrucción de la biodiversidad y pérdida de empleos.
Para algunos autores de moda la globalización es sólo el sinónimo de la total transferencia de mensajes, para otros el concepto tiene relación con la integración financiera del mundo que ahora funcionaría como una gran fábrica ligada a redes intermodales, donde cada país o ciudad, es un departamento más en la escala de manufacturación de un determinado producto. En esta línea, comenzó a materializarse el 31 de agosto del año 2000, durante la reunión de mandatarios sudamericanos efectuada en Brasilia, el plan IIRSA – Plan de Acción para la Integración de las Infraestructura de Sudamérica- que pretende conectar las zonas ricas en recursos naturales (biodiversidad, agua, gas, minerales, petróleo) con las principales ciudades y puertos del mundo. El objetivo es la construcción de una infraestructura multimodal de transporte -aéreo, terrestre y fluvial- que articule las operaciones de extracción de materiales y mercancías. Hablamos de cientos de oleoductos, puentes, gasoductos, hidrovías, tendidos de fibra óptica y carreteras que tienen como destino final contenedores, palets y otros medios de carga para llegar al mercado internacional.
En este proceso de ensamblaje, realizado en nombre de la eficiencia económica producida por la inversión extranjera y la creatividad tecnológica, se han comenzado a establecer nuevas dinámicas jerárquicas de centro y periferia. Latinoamérica vuelve a ser considerada una “zona de influencia” como lo fue durante la guerra fría para algunos gobiernos. Hoy, son las empresas transnacionales que gestionan los recursos naturales y los procesos de integración económica entre los países sudamericanos, las que están actuando para intervenir determinadas áreas. Un dato: Sólo el agronegocio de la soja y las plantaciones forestales para celulosa controlan más de 60 millones de hectáreas en el Cono Sur según las estadísticas de la Cepal 2012.
Para conocer en terreno estas problemáticas nos desplazamos a Brasil – zona Sur de Bahía- donde el monocultivo de eucalipto expansivo está arrasando la flora nativa causando graves impactos sociales y medioambientales.
“UNA TIERRA SIN HOMBRES PARA HOMBRES SIN TIERRA”
Brasil avanza rápido en la carrera lineal del progreso y para lograrlo se ha subido a la montaña rusa de la globalización y del capitalismo financiero. Novena economía del mundo, miembro estelar del Bric – grupo de potencias emergentes: que incluye a Rusia, India y China- ha logrado reducir la pobreza extrema y fortalecer la clase media hasta convertirla en un 50% de la población. Para las estadísticas se vuelve a repetir, después de siete décadas, el periodo que se conoció como el “milagro brasileño”, producido entre 1968 y 1973, durante el gobierno de Getulio Vargas. En esos años Brasil logró un salto cuantitativo en el desarrollo de su industria naval, petrolera, metalúrgica y agropecuaria. Esta última con un creciente costo ambiental y social en gran parte del territorio amazónico. Progreso versus medio ambiente se comenzaban a identificar como dos mundos antagónicos.
Desde 1970, bajo el lema “Una tierra sin hombres para hombres sin tierra” que consideraba la amazonía como una zona sin habitantes, se promueve un modelo pecuarista que intensifica la deforestación, mediante la tala y quema (incluso con Napalm) de millones de hectáreas de bosque para la cría de ganado.
Esta apuesta por el incremento de los recursos ganaderos como alternativa a la caída del mercado del caucho, frente a la aparición de la goma sintética, puso en riesgo la supervivencia de miles de seringueiros – recolectores de caucho, la mayoría obligados a producir en un régimen esclavista- que finalmente habían hecho de la extracción del látex una forma de vida. Así, miles de familias fueron expulsadas violentamente de las tierras que habían trabajado por generaciones. En esas encrucijadas sociales se encontró el propio ex presidente Lula da Silva – como presidente del Partido de los Trabajadores- con el líder sindical Francisco (Chico) Méndez legendario activista que plantó cara a los nuevos terratenientes por los derechos de los caucheros.
LA INDUSTRIA DEL PAPEL
En los países industrializados- que concentran el 20% de la población mundial- se consume el 87% del papel para escribir e imprimir. Estados Unidos es el principal país consumidor con un 29,6% del total, seguido por China con 8,9% y Japón con un 7,2%. La generación de desperdicio es la última etapa en la cadena de consumo y según cifras del World Watch Institute entre el 30 y el 40% de los residuos sólidos urbanos generados en Europa son papel y cartón.
Un informe del WRM (Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales,) alerta que ya se han definido zonas productoras de papel y pulpa donde la tierra es menos costosa, fértil, y donde las grandes empresas disponen de mano de obra barata. Sudamérica se ha definido entonces como un espacio prioritario que aporta además con subsidios estatales y un nivel bajo de control ambiental.
En el municipio de Caravelas estas secuelas son cada día más tangibles, uno de los mayores problemas es el desempleo que ya afecta a más del 80% de la población. “La agricultura de Caravelas era fuerte, generaba empleo y hubo una época en la que los agricultores tenían beneficios. Todos producían, tenían su tierra propia y la mayoría vivía bien en ellas. Con la implantación del monocultivo de eucalipto todo cambio”. Nos habla Isaías Marcelino, presidente de la Asociación de Trabajadores Rurales, organización que asesora a los agricultores aislados en la zona por la llegada de las empresas productoras de madera y celulosa (ver recuadro). Materias primas necesarias para la elaboración de papel y cartón.
EL PROBLEMA DE LA TIERRA
En Brasil el 43,5% de toda la tierra rural es de propiedad de latifundistas y empresas transnacionales. Según el Incra (Oficina de Colonización y Reforma Agraria) 31 mil terratenientes dominan 48 millones de hectáreas, son los hacendados del agro negocio – producción de soja, caña de azúcar, ganadería y celulosa -. La destrucción radical de la vida rural ha sido una constante consecuencia de los procesos modernizadores de la economía. El campesino fue el primer inmigrante. Desde la primera revolución industrial hasta hoy millones de agricultores se vieron obligados a cambiar el significado elemental del terruño por el espacio inasible de la ciudad. El desarraigo sigue siendo una constante. El sistema político económico les otorga poca protección y es así como se sienten estos agricultores, desprotegidos y aislados. Benedita da Conceição Costa de 77 años relata que “Muchos agricultores entraron en depresión, porque se quedaron pensando que gracias a las tierras tenían alimentos. Mucha gente fue engañada y se arrepintió después de vender. Muchos de los hijos de mis vecinos de tierra terminaron en la cárcel por culpa de la droga (crack) que comenzaron a tomar al llegar a la ciudad y verse sin trabajo”. Vive en Caravelas hace veinte años. Al dejar sus tierras se dio cuenta que dejaba una forma de vida y una fuente de trabajo y alimentos. En la ciudad debió comenzar a servir como lavandera en residencias particulares. Benedita ahora se dedica a vender bollos de mandioca casa por casa, algunos días la venta llega a 12 reales (5,97 Dólares).
La historia de Jorge Batista da Silva de 42 años no es distinta, su mirada sortea las sombras de un pasado duro. Recuerda claramente cómo las tierras de Aparayú, donde vivió hasta los doce años, les fueron arrebatadas a su padre por políticos de La zona que una tarde llegaron y las reclamaron como suyas.
“Hace 30 años atrás llegó aquí un conocido diputado a reclamar la tierra como suya. Mi padre la tenía toda cultivada, vivía ahí desde hace años, pero él le amenazó. Mi padre no quería violencia, no pudimos hacer nada, teníamos miedo”. Su voz, angustiada por el recuerdo se hiende. La rabia no se ha disipado con los años. “todos esos terrenos fueron robados y vendidos para Aracruz. El pueblo tiene miedo, tiene miedo de denunciar y reclamar lo que es de ellos, hay muchos amenazados de muerte, casos que no puedo citar en esta entrevista”. En los rostros de los campesinos desplazados se narran otras historias. La promesa de la ciudad como eterna fuente de progreso social y material tampoco se ha cumplido y han pasado a ser un número más en las barriadas periféricas.
El monocultivo ha reducido la población rural en el Estado de Bahía en casi un 60%, y la región, conocida por una rica producción de frutas y verduras es ahora la menos agro-productiva del territorio.
ABASTECER LOS MERCADOS DE PAPEL
No son muchas la actividades cotidianas que estén libres del uso de papel. Desde las primeras horas de la mañana hasta finalizar el día pasa por nuestra manos, papel higiénico, servilletas, periódicos, papel de impresión, papel-moneda, libros, etc.
La empresa Fibria, es una de las mayores productoras de pulpa de eucalipto del mundo. Sus operaciones tienen por base un área aproximada de 975 mil hectáreas en 254 municipios. Alex Sandro Lima es uno de sus ingenieros forestales desde hace siete años y está convencido de que es posible transformar la naturaleza y la sociedad a partir de una idea, siempre que se cuente con la tecnología apropiada. Desde este aforismo, afirma que realizan anualmente varias investigaciones científicas en las que intervienen instituciones nacionales e internacionales y laboratorios de universidades. Estos estudios se realizan con el fin de analizar los suelos, los factores hidrológicos y los ciclos de las lluvias para demostrar con hechos cuáles son los efectos maléficos o benéficos de la deforestación y el monocultivo. Según los datos obtenidos por la industria: “ El eucalipto no seca la tierra y no es verdad que nada más se puede plantar ahí, nuestros estudios demuestran que su consumo de agua llega a ser menor en un año que el de la propia mata atlántica” . Otro tema que se discute es que la raíz del eucalipto va hasta más de 30 metros en busca de agua, “ pero la verdad es que la raíz de un eucalipto de 5 o 6 años no traspasa los 2 metros de profundidad”. Para Alex otro hecho es que la tierra sigue siendo cultivable “porque nosotros plantamos desde hace 40 años en las mismas áreas y eso demuestra que es un negocio sustentable, además hacemos una fuerte inversión social en distintos sectores para que nuestros beneficios tengan repercusión positiva en la población”
EL FORO SOCIAL Y MEDIOAMBIENTAL DEL EXTREMO SUR
El Padre José Koopmans -religioso holandés que vivió 42 años en la ciudad bahiana Teixeira de Freitas- fue un conocido activista que denunció la degradación ambiental y social producida por la acción de las empresas (En su libro Más Allá Del Eucalipto resume la conflictiva historia vivida en la zona). En una de sus últimas entrevistas nos dijo que “las empresas son como sus plantaciones, se infiltran en todo, crean planes de formación irrelevantes, regalan computadores, financian centros culturales y así muy pocas personas pueden hacer una versión crítica de la situación”. Koopmans fue uno de los fundadores del Foro Social Medioambiental del Sur de Bahía en el que se reúnen anualmente los representantes de distintos colectivos afectados –etnias indígenas y campesinos desplazados, economistas, representantes de ONGs, etc- . En las asambleas se dan a conocer los casos que han logrado llegar a la justicia y se intercambia información sobre políticas medioambientales y derechos humanos para poder iniciar nuevas acciones legales en contra de las empresas. El concejal Joao Alves, uno de los pocos políticos que apoya esta iniciativa, piensa que el destino de la región sur ya se ha decidido tras bastidores porque existe un sistema altamente corrompido donde no se distingue quiénes son los empresarios y quiénes los gobernantes. “Funcionan como una mafia internacional que involucra a políticos y empresarios, inventaron una validación ambiental y social que no fue aplicada. Luego las empresas cambian sus directorios y los abogados públicos que llevan nuestras acciones legales son transferidos a otros Estados y se continúan ampliando las plantaciones”.
EL CASO CHILENO
En Chile, la industria forestal es la segunda actividad económica más importante del país después de la minería – existen 2,4 millones de hectáreas plantadas con especies exóticas de los géneros Eucaliptus y Pinus (Infor 2008) – Sólo dos empresas, Arauco y CMPC – de los grupos económico Angelini y Matte, respectivamente – concentran más del 65% de las exportaciones del sector.
El fomento de las plantaciones exóticas se inicia en 1974 a través de la promulgación del Decreto Ley 701, que regula el uso de los suelos con fines productivos y define a la industria del papel y la madera como bases retributivas rentables a gran escala. La racionalidad económica se impone sobre las legislaciones forestales previas – Ley de Bosques de 1931- de tendencia conservacionista.
Las propiedades de las empresas forestales se encuentran en mayor extensión en territorios con mayor concentración de población Mapuche rural (región de la Araucanía, Bío Bío, Los Ríos y Los Lagos). Situación que ha provocado duros enfrentamientos entre las comunidades – que reclaman el derecho a las tierras y a las cuencas hídricas – y las fuerzas policiales. En la Araucanía, desde 1999, estos hechos se han traducido en tomas reivindicativas de terreno, incendios de maquinaria forestal, desalojos, huelgas de hambre y violentos allanamientos de comunidades. Lo que ha dejado un saldo de tres jóvenes Mapuche muertos, un policía y varios heridos, incluido niños. Además, varios líderes Mapuche han sido formalizados por los tribunales de justicia y hoy cumplen condenas en distintas cárceles del país.
La dimensión simbólica de las tierras indígenas no está considerada en las legislaciones de los países de América Latina. Sus poblaciones siguen siendo consideradas dentro de la categoría de “no desarrolladas” y la relación con los recursos naturales que se encuentran en sus territorios se plantea como un problema de propiedad y usufructo. La tensión con las empresas, sean estas, mineras, forestales, energéticas o acuícolas se genera por una forma distinta de comprender la economía y el hábitat natural.
Este escenario se repite en la mayoría de los países latinoamericanos, aún cuando en septiembre de 2009 entró en vigencia el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre pueblos indígenas y tribales, ratificado por la mayoría de los Estados. En este documento se establece que los gobiernos deben establecer mecanismos de consulta ciudadana, en las ocasiones que se planifiquen actividades de desarrollo que puedan afectar a culturas tradicionales cuyas condiciones socioculturales y económicas sean distintas de otros sectores de la colectividad nacional.
Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la IX Región tiene el Índice de Desarrollo Humano más bajo de Chile con los mayores índices de desempleo (11,5%), migración (22,8%) y pobreza del país (27,1%) – En el cálculo total del IDH de regiones chilenas la Araucanía se encuentra en la posición Nº 12-. Lo que demuestra que el sector forestal no contribuye a mejorar la situación socioeconómica de la zona. Sin embargo, las ganancias de la industria aumentan y a pesar de la crisis económica mundial producida en la segunda mitad del 2008, exportó 5.452 millones de dólares y 4.219 en el 2010 (Infor 2010). Durante el 2009, el grupo Matte – Socio de Endesa en el proyecto Hidroaysén que pretende construir cinco centrales hidroeléctricas en la Patagonia – compró una de las principales unidades de la compañía Fibra, Guaíba, en el estado de Río Grande del Sur, en US$ 1.430 millones. Una superficie de aproximadamente 212 mil hectáreas, que equivale a 424 mil canchas de fútbol será plantada con eucalipto.
Vuelven a tomar vigencia entonces las palabras de Chico Méndez cuando decía a sus detractores “Todos queremos el progreso, pero teniendo en cuenta la participación colectiva de todos los sectores de la sociedad, incluidos los habitantes de nuestras selvas, campos y ciudades”. Méndez, fue asesinado a tiros por sicarios contratados por terratenientes ganaderos el 22 de diciembre de 1988.
Empresas productoras de madera y celulosa en Brasil
*Fibria (Antes Aracruz Celulosa) Sus monocultivos de eucalipto, abarcan más de 600 mil hectáreas en el norte del Estado de Espíritu Santo y la zona sur de Bahía. Ha ocasionado conflictos importantes desde que sus plantaciones invadieran tierras de los pueblos indígenas Tupinikim y Guaraní.
*Veracel Celulosa. Inicia sus actividades en el extremo sur de bahía en 1991 como Veracruz Florestal Ltda. En 1997 se asocia con la empresa sueca Stora y con la empresa finlandesa Enso. Invierte 1.200 millones de dólares para la construcción de una fábrica de celulosa. Los dineros provinieron de Veracel (45%), Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (BNDES) (40%) y el resto de European Investment Bank y Nordic Investment Bank. Desde su llegada, el éxodo rural en el Extremo Sur de Bahía llegó al 59,4.
*Grupo Suzano. En el 2011 comercializa 1,3 millones de toneladas de papel. Actualmente posee más de 700 mil hectáreas de terrenos en los estados de São Paulo. Bahía, Espíritu Santo, Minas Gerais, Tocantins y Maranhao.
Texto y Fotografías: Álvaro Hamamé V.
Lectura de fotos: Arriba izq. Brasil. Un desierto verde llaman los habitantes de Caravelas, municipio al sur de Bahía, al monocultivo de eucalipto que se extiende por sus tierras. Arriba centro. “El eucalipto no seca la tierra y no es verdad que nada más se puede plantar ahí”, asegura el ingeniero forestal de la empresa Fibria, Alex Sandro Lima. Arriba der. El eucalipto ha invadido las comunidades. Su monocultivo ha reducido la población rural en casi un 60% en el Estado de Bahía. Abajo izq. Jorge Batista junto a su madre. “El pueblo tiene miedo de denunciar y reclamar lo que es de ellos”. Abajo centro. La escasez de trabajo obliga a muchos jóvenes a quemar los restos de madera que sobran del corte del eucalipto para producir carbón, mineral que se vende ilegalmente a las grandes siderúrgicas de Brasil. Abajo der. Isaías Marcelino, Pdte. del sindicato de los trabajadores rurales de Caravelas, intenta, mediante esta organización, mejorar la calidad de vida de los campesinos.
El Ciudadano Nº136, segunda quincena noviembre 2012