La ecología política debe advertir todas las consecuencias de la crisis sistémica



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Se sabe que los empresarios a través de sus políticos y medios ocultan hechos. Lo poco conocido es que dirigentes de una izquierda ecologista tapan situaciones dramáticas futuras.
Objetivamente se agotan los combustibles, los minerales, los recursos pesqueros. El calentamiento global aumenta, escasea el agua, crece la población. Desparecen especies y selvas. Las potencias nucleares están en guerra fría. Hay un conjunto de crisis que representan el colapso del capitalismo.
Sin embargo no pocos desvían el discurso.
Un sector de izquierda exige el fin de los recortes en Europa y Estados Unidos, impulsar el crecimiento, disminuir la cesantía, respetar los derechos sociales de salud, educación, previsión, subir los impuestos para que los ricos paguen los daños que han provocado…
Algunos más compenetrados con la ecología hablan de un comercio regional de menor uso de transportes, modificar el modo de producción y consumo, un nuevo estilo de vida… Lo que demasiadas veces no se hace es presentar el panorama completo del colapso inscribiendo en él las medidas que se proponen, quizás porque no todas son congruentes con el poscapitalismo a la vista.
Tampoco se profundiza en la red que se deriva de cada sector crítico que se aborda. Así cuando se menciona la escasez de petróleo suele no decirse que significa menos cantidad de energía, cierre de industrias, paralización de vehículos, disminución de la producción de cereales, cesantía, hambre, reacción masiva y violenta de gente.
Finalmente se elude también proponer respuestas porque siempre serán duras y contrarias a lo que la población masivamente espera en una civilización dominada por la publicidad mercantil. ¿Qué se propone para reemplazar al trigo, a la carne? ¿Adónde vivirán los millones de habitantes de las regiones inundadas por los océanos? Pocas respuestas o más bien ninguna.
Extrañamente personas importantes y organismos del sistema se atreven a ir más lejos.
Dennis L. Meadows profesor emérito de la Universidad de Nueva Hampshire y coautor del fundamental Informe al Club de Roma, Los límites del crecimiento, de 1972, dice hoy que “En los próximo veinte años, entre hoy y 2030 veremos más cambios de los que ha habido en un siglo, en la política, en el medio ambiente, la economía, la técnica. Los problemas de la zona euro no representan más que una pequeña parte de lo que vamos a ver. Y estos cambios no se llevarán a cabo de manera pacífica”. Se refiere a “una sociedad que tiene cada vez menos capacidad de satisfacer necesidades elementales: alimentación, sanidad, educación, seguridad”.
El documento “Tendencias Globales 2030: Mundos alternativos” del Consejo Nacional de Inteligencia publicado en Washington previene que “De aquí a 2030, el agua puede convertirse en una fuente de conflictos más importante que la energía o los minerales, tanto a nivel intra como interestatal”. “El mayor cinturón de tensión hídrica del mundo se extiende a lo largo del norte de África, Oriente Medio, Asia central y del sur, y el norte de China”.
El sello de una posición socialista ecológica debe ser mostrar los hechos naturales y políticos que se esperan ocurran en el futuro próximo, las consecuencias de ellos y sus propuestas sostenibles y solidarias para enfrentarlas. No hacerlo es optar por la política llamada también de izquierda de continuidad del sistema productivo y consumista con mayor justicia.
La humanidad debe ser informada de todo. Los políticos con visión ecologistas deben asumir un realismo democrático.
El tema es el colapso de lo que hay y el inicio de otra civilización.
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