El agujero ártico de ozono se ‘agranda’
En concreto, el texto explica que, aunque "las reacciones químicas de cloro en la estratosfera del Ártico fueron las culpables últimas de la pérdida de ozono severo en invierno de 2011" El frío extremo y los productos químicos fabricados por el hombre, así como una atmósfera estancada, son los principales causantes del ensanchamiento del agujero de ozono del Ártico, que fue especialmente grave en el año 2011, según pone de manifiesto un nuevo estudio de la NASA.
En concreto, el texto explica que, aunque "las reacciones químicas de cloro en la estratosfera del Ártico fueron las culpables últimas de la pérdida de ozono severo en invierno de 2011", las temperaturas "inusualmente frías" y "persistentes" fueron claves a la hora "igravar esta destrucción".
Asimismo, añade que las condiciones atmosféricas poco comunes detuvieron el reabastecimiento de ozono estacional hasta abril. En concreto, hace referencia a los vórtices, que son "flujos turbulentos en rotación espiral con trayectorias de corriente", que se formaron en los trópicos e impidieron este proceso.
Este informe, publicado recientemente en el 'Journal of Geophysical Research-Atmospheres', recuerda que "ambos polos del planeta sufren pérdidas de ozono durante el invierno", sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en 2011, "el agotamiento de la capa de ozono del Ártico tiende a ser más leve y de menor duración que la de la Antártida".
La científica atmosférica de la NASA Susan E. Strahan ha afirmado que "2011 fue un año muy atípico" y, aunque los niveles de ozono sobre el Ártico "eran posiblemente los más bajos jamás registrados", el frío hizo que se impacto fuese mayor. "En más de treinta años de registros de los satélites no habíamos visto ningún periodo en el que el frío intenso durase tanto tiempo", ha apostillado.
Para determinar si la mezcla de productos químicos artificiales y el frío extremo o las condiciones atmosféricas excepcionalmente estancadas fueron los principales responsables de los bajos niveles de ozono observados en 2011, Strahan y sus colaboradores utilizaron un modelo de la química atmosférica y el transporte denominado Iniciativa Global Modeling (GMI, por sus siglas en inglés).
Un modelo que la científica atmosférica quiere utilizar ahora para estudiar el comportamiento de la capa de ozono en los polos durante las últimas tres décadas.
Por último, Strahan ha añadido que, a raíz de sus estudios, "no cree que sea probable que haya grandes pérdidas de ozono en el Ártico en el futuro, al menos de forma frecuente".
ECOticias.com – ep
En concreto, el texto explica que, aunque "las reacciones químicas de cloro en la estratosfera del Ártico fueron las culpables últimas de la pérdida de ozono severo en invierno de 2011", las temperaturas "inusualmente frías" y "persistentes" fueron claves a la hora "igravar esta destrucción".
Asimismo, añade que las condiciones atmosféricas poco comunes detuvieron el reabastecimiento de ozono estacional hasta abril. En concreto, hace referencia a los vórtices, que son "flujos turbulentos en rotación espiral con trayectorias de corriente", que se formaron en los trópicos e impidieron este proceso.
Este informe, publicado recientemente en el 'Journal of Geophysical Research-Atmospheres', recuerda que "ambos polos del planeta sufren pérdidas de ozono durante el invierno", sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en 2011, "el agotamiento de la capa de ozono del Ártico tiende a ser más leve y de menor duración que la de la Antártida".
La científica atmosférica de la NASA Susan E. Strahan ha afirmado que "2011 fue un año muy atípico" y, aunque los niveles de ozono sobre el Ártico "eran posiblemente los más bajos jamás registrados", el frío hizo que se impacto fuese mayor. "En más de treinta años de registros de los satélites no habíamos visto ningún periodo en el que el frío intenso durase tanto tiempo", ha apostillado.
Para determinar si la mezcla de productos químicos artificiales y el frío extremo o las condiciones atmosféricas excepcionalmente estancadas fueron los principales responsables de los bajos niveles de ozono observados en 2011, Strahan y sus colaboradores utilizaron un modelo de la química atmosférica y el transporte denominado Iniciativa Global Modeling (GMI, por sus siglas en inglés).
Un modelo que la científica atmosférica quiere utilizar ahora para estudiar el comportamiento de la capa de ozono en los polos durante las últimas tres décadas.
Por último, Strahan ha añadido que, a raíz de sus estudios, "no cree que sea probable que haya grandes pérdidas de ozono en el Ártico en el futuro, al menos de forma frecuente".