La humanidad intenta conjurar el riesgo nuclear
Néstor Núñez
AIN
En reciente declaración pública, el Movimiento de Países No Alineados (NOAL) exhortó a todas las naciones del orbe, en especial a las poseedoras de armas atómicas, a intentar lograr un acuerdo justo e equilibrado en la Cumbre Internacional sobre Desarme que se realizará en la sede de la ONU en septiembre próximo.
Para los NOAL, se trata de una urgencia global a partir de la existencia en el planeta de más de veinte mil artefactos atómicos, de los cuales un cuarto, es decir unos cinco mil, están listos para ser detonados de inmediato.
Y es que, paradójicamente, luego de la desaparición de la Unión Soviética y el ex campo socialista europeo, oponentes contra los cuales Estados Unidos desarrolló una larga y costosa carrera armamentista, esencialmente en el terreno de los arsenales de destrucción masiva, la gran potencia capitalista no abandona por un momento el incremento y modernización de tan peligrosos polvorines.
Por el contrario, ensimismados en la idea de lograr el hegemonismo mundial y colocar el planeta a sus pies, los círculos belicistas norteamericanos han llegado incluso a la instrumentación de programas como el titulado “escudo antimisiles”, que bajo falsos rótulos defensivos, lo único que persigue es brindar la posibilidad a Washington de realizar ataques atómicos sin que exista el riesgo de una respuesta similar a cuenta de los agredidos.
En pocas palabras, total impunidad para golpear y no recibir un solo rasguño.
Y, desde luego, para los posibles blancos de este siniestro plan, el más legítimo sentido de supervivencia les ha obligado a fortalecer sus defensas, en lo que se atisba como una nueva carrera armamentista en un planeta carcomido por la crisis económica, social y ecológica
Por demás, pesa sobre la preocupación mundial el hecho de que un estado rapaz como el Israel sionista sea, gracias al amplio apoyo estadounidense y del resto de Occidente, la quinta potencia nuclear del orbe, con más de doscientas bombas listas para ser lanzadas sobre quienes Tel Aviv considere “un peligro para su seguridad”.
De ahí que en el pasado noviembre, a instancias de Cuba y con el respaldo del resto de los NOAL, la Asamblea General de la ONU acordara realizar este año la mencionada Cumbre global sobre el Desarme Nuclear, en el entendido de que la humanidad no puede permanecer de brazos cruzados frente a aquellos que apuestan por su desaparición bajo el hongo atómico.
Esa instancia de Naciones Unidas, por encima de la abstención de los Estados Unidos, Israel, Gran Bretaña y Francia, decidió llevar a la tribuna tan espinoso asunto convencida de que, tal como lo ha expresado más de una vez el Movimiento de Países No Alineados, la mejor manera de librar a la especie humana del peligro nuclear es hacer detener el desarrollo de nuevos artilugios de muerte y destruir los ya existentes.
Imagenes: energianuclearccb.blogspot.com - equocuenca.wordpress.com
Para los NOAL, se trata de una urgencia global a partir de la existencia en el planeta de más de veinte mil artefactos atómicos, de los cuales un cuarto, es decir unos cinco mil, están listos para ser detonados de inmediato.
Y es que, paradójicamente, luego de la desaparición de la Unión Soviética y el ex campo socialista europeo, oponentes contra los cuales Estados Unidos desarrolló una larga y costosa carrera armamentista, esencialmente en el terreno de los arsenales de destrucción masiva, la gran potencia capitalista no abandona por un momento el incremento y modernización de tan peligrosos polvorines.
Por el contrario, ensimismados en la idea de lograr el hegemonismo mundial y colocar el planeta a sus pies, los círculos belicistas norteamericanos han llegado incluso a la instrumentación de programas como el titulado “escudo antimisiles”, que bajo falsos rótulos defensivos, lo único que persigue es brindar la posibilidad a Washington de realizar ataques atómicos sin que exista el riesgo de una respuesta similar a cuenta de los agredidos.
En pocas palabras, total impunidad para golpear y no recibir un solo rasguño.
Y, desde luego, para los posibles blancos de este siniestro plan, el más legítimo sentido de supervivencia les ha obligado a fortalecer sus defensas, en lo que se atisba como una nueva carrera armamentista en un planeta carcomido por la crisis económica, social y ecológica
Por demás, pesa sobre la preocupación mundial el hecho de que un estado rapaz como el Israel sionista sea, gracias al amplio apoyo estadounidense y del resto de Occidente, la quinta potencia nuclear del orbe, con más de doscientas bombas listas para ser lanzadas sobre quienes Tel Aviv considere “un peligro para su seguridad”.
De ahí que en el pasado noviembre, a instancias de Cuba y con el respaldo del resto de los NOAL, la Asamblea General de la ONU acordara realizar este año la mencionada Cumbre global sobre el Desarme Nuclear, en el entendido de que la humanidad no puede permanecer de brazos cruzados frente a aquellos que apuestan por su desaparición bajo el hongo atómico.
Esa instancia de Naciones Unidas, por encima de la abstención de los Estados Unidos, Israel, Gran Bretaña y Francia, decidió llevar a la tribuna tan espinoso asunto convencida de que, tal como lo ha expresado más de una vez el Movimiento de Países No Alineados, la mejor manera de librar a la especie humana del peligro nuclear es hacer detener el desarrollo de nuevos artilugios de muerte y destruir los ya existentes.