España: “El lobo ibérico tiene hoy una fragilidad genética incompatible con su recuperación”


A Luis Miguel Domínguez (Madrid, 1963) se le puede conocer por múltiples facetas. Su rostro se ha podido ver tanto en simposios académicos como en acciones como la destrucción de las “casetas de la muerte”, usadas para la caza del lobo ibérico en la Sierra de la Culebra. Naturalista, escritor, documentalista, activista, viajero, es autor de una decena de libros y de muchos más documentales y programas de televisión, siempre con la naturaleza por protagonista, de la fauna callejera de la urbes ibéricas a la biodiversidad de lo más profundo de la Amazonía.

Pablo Rivas
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto.

 
Aunque un ictus casi se lo lleva por delante en 2019, fruto del cual sufre hoy una minusvalía y un daño cerebral que se le hace “pesado, muy pesado”, el fundador del Gabinete de Historia Natural y de la plataforma Lobo Marley sigue hoy muy activo y escribiendo. En su último libro, Lobo: historia, ciencia y conciencia. Relato de una amistad traicionada por el hombre (Erasmus, 2024), quien ha sido una de las figuras clave para que el Canis lupus signatus goce hoy de la máxima protección legal en España y parte de Europa bucea entre la historia común del ser humano y el amenazado cánido.
Lo primero, cómo te encuentras. Me consta que el ictus se interpuso entre tus proyectos.


Sí, me vino un buen hostión. Un ictus es algo que no esperas por su virulencia. Estuve al borde de la muerte, en coma dos meses, y luchando salí adelante. A partir de ese momento he estado bregando con una discapacidad que evidentemente tengo y que me ha paralizado la parte izquierda de mi cuerpo. Quedé abocado a vivir en silla de ruedas toda la vida, pero me negué en rotundo. Con una rehabilitación durísima conseguí abandonar la silla y hoy camino con un bastón. Uno pensaba que conocía todo de la vida, pero no contaba con que me tuviera que desdoblar y vivir una nueva en estas condiciones.
Hay mucha literatura sobre el lobo, pero acabas de publicar un libro que plantea ser “un alegato en favor del lobo y su convivencia con nosotros desde una perspectiva poco transitada”. Cuéntame un poco más sobre esa perspectiva.

Los enemigos del lobo han encontrado desde hace siglos un arma contra él: el desprestigio. Si yo le quito el prestigio que como especie tiene en un ámbito indígena, por ejemplo —pues entre las culturas de Siberia o Alaska el lobo es una deidad—; si yo consigo bajar ese nivel y convertirlo en un bicho asqueroso, ladrón y asesino, entonces, si lo mato, me van a poner una medalla. Y esto es lo que ha pasado durante la historia con el lobo. Lo que he intentado en este libro es devolverle esa parte de prestigio y, sobre todo, la conciencia.
Hace falta explicar que el lobo es un taxón definitivo y esencial de la biodiversidad europea. Y hay que explicarlo 500 veces para que nadie te salga con que cinco ovejas suyas son más importantes que el lobo de todos. El libro se ha enfocado sobre todo en eso y he investigado en terrenos muy bonitos, terrenos que tienen que ver con la historia, con la antropología, que demuestran que lobos y humanos hemos ido de la mano durante largos periodos de la historia, a pesar de que se ha abierto la veda tantas veces.

El lobo ibérico no llega a 3.000 ejemplares, como mucho está en 2.500, afirma Domínguez DAVID F. SABADELL

El Canis lupus signatus, nuestro lobo ibérico, está en peligro de extinción. Lo afirmo sin duda alguna y con conocimiento de causa. Lo primero que te van a decir los enemigos del lobo es que no está en peligro, al contrario, que está creciendo en su población cada vez más. Pero no me cabe ninguna duda de que si no hubiéramos salido a la palestra, si no hubiéramos enarbolado la bandera del lobo y lo hubiéramos metido en la agenda política, el lobo hoy estaría extinguido o en vías de extinción absoluta.

Al respecto de esto, cito de tu libro: “A pesar de lo que muchos indocumentados piensan, el lobo ibérico ha estado en el umbral de la extinción, quizá mucho más cerca de desaparecer de lo que inicialmente se pensó”. No leemos demasiadas cosas así sobre el cánido en los medios.
 

Claro, porque con el tema del lobo hay un montón de deslealtades. Hay una parte de la comunidad científica en este país que ha sido comprada por la política de las comunidades autónomas antilobo. No han sido leales al hecho vital que considero que un biólogo debe enarbolar, que es estar a favor de la biodiversidad y de la defensa de la naturaleza. No es un problema de cuántos miles de lobos hay, es un problema sobre todo cualitativo: cuál es la variabilidad genética de esta especie, o sea, qué capacidad de resistir va a tener de cara al futuro un animal que ha estado abocado en los momentos de crisis de la especie a reproducirse entre familiares, como pasó en los años 70. Los lobos fueron tan perseguidos que al final tuvieron que copular entre hermanos, entre primos, entre miembros de la misma manada, y eso le ha llevado a tener una fragilidad genética incompatible con su recuperación como especie. Y los mismos que niegan el peligro de extinción del lobo ibérico son los que le han abocado a un cierto colapso genético. Tantos años de endogamia y persecución sin tregua le han convertido en una especie frágil en exceso.
El lobo hoy está en peligro. La falta de variabilidad genética del lobo es absolutamente incompatible con la resistencia que tienen que tener las especies silvestres para seguir tirando adelante. Y este hecho choca frontalmente con la única estrategia que ha sabido llevar la política ibérica y los gobiernos de todas estas épocas: a tiros. Solamente han sabido hacer los famosos controles poblacionales que han evitado que la cuota de renovación de los cachorros de las manadas sea imposible. Que Castilla y León mate al año 300 lobos es un sacrilegio. Que lo haga además Galicia, la Comunidad de Madrid o el País Vasco es absolutamente incompatible con la conservación de la especie. Y por eso Europa le dijo a España que no, porque el Convenio de Berna, que dice con claridad que el Canis lupus signatus es una especie de interés comunitario, fue aprobado en el Parlamento Europeo. No es un lobito solo de un gallego o de una señora de Valladolid. El lobo ibérico es una especie de toda Europa, y el Convenio de Berna obliga al Gobierno español a desarrollar una estrategia para la conservación de la especie. Por eso, cuando el Gobierno decidió que al lobo no se le va a cazar y que debe entrar en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, en Europa no solo dicen adelante, sino que lo celebran y empiezan a imitarnos otros países como Italia, Francia. Países donde, por cierto, en la medida en que la extrema derecha va avanzando va bajando el nivel de protección de la especie. La propia Ursula von der Leyen decidió que había que restarle protección al Canis lupus.

Ahora volvemos con Von der Leyen. Aunque sé que no te gusta hablar de números, me parece importante. El Canis lupus signatus es una especie de la que quedan apenas unos pocos miles de ejemplares: a lo sumo 400 manadas y en torno a 2.800 ejemplares, y eso si diésemos por buenas las cifras de la Fundación Artemisan, ligada al sector cinegético, que prefiere que ese número sea superior para que presionar para que el lobo sea cazado de nuevo. ¿Cómo es posible que, con números tan raquíticos, sigamos hablando de cupos de caza y controles de población?
 

El lobo ibérico no llega a 3.000 ejemplares. Como mucho está en 2.500. Es una vergüenza que alguien pueda manejar ese dato y decir que el lobo ibérico está a salvo. Es imposible que una especie importante como es el lobo, tenga solo 2.500 efectivos en un territorio y que pretendamos que eso se perpetúe para la historia.
Los números tienen siempre su trampa, y hay que ver de dónde los han sacado y cómo se han conseguido. Por eso a mí me gusta más hablar del tema genético, porque tengo la sensación de que el lobo es una copa de cristal de Bohemia: es una copa bonita, la tienes en tu mano y dices, ¡qué maravilla!, pero el cristal de Bohemia, con un simple toque, te lo puedes cargar en cualquier momento.

DAVID F. SABADELL

¿No tendría más sentido que el mundo ganadero estableciese el debate en torno a las técnicas para que el ganado no se vea demasiado afectado?
¿Sabes lo que pasa? Que tú y yo, al final, estamos abocados a hablar de ganadería cuando en el fondo tú me has dicho que me ibas a hacer una entrevista sobre el lobo ibérico, y eso es una puñetera equivocación. El debate de la conservación de las especies nunca debe pasar por el aro de los intereses socioeconómicos de ningún sector de la sociedad. ¿Los delfines o los cetáceos deben estar protegidos por las leyes internacionales? Seguramente me vas a decir que sí. Pero si yo te digo que la protección de los delfines la vamos a poner en manos de la cofradía de pescadores de la anchoa de Santoña porque los delfines de vez en cuando se zampan unos cuantos kilos de de boquerones, tú te vas a descojonar de mí. No podemos dejar en manos de esos grupos de interés algo que es de carácter patrimonialista como la defensa de nuestra fauna, que forma parte del decálogo de obligaciones que tienen los gobiernos que llevar a cabo.

Costó décadas que en España el lobo dejase de ser especie cinegética, susceptible de ser cazada, lo que fue una realidad en 2021. Ahora, la muerte del poni de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Vonder Leyen, supuestamente a manos de lobos, parece que puede dar al traste con la protección del cánido no solo en España, sino también en Europa.
 

Pero le hemos cortado el paso y diferentes tribunales europeos ya han dicho que no, que al lobo hay que protegerlo y que es una especie para Europa importantísima. Se ha cortado esa estrategia, por cierto conservadora y de derechas. Te digo esto porque habitualmente me suelen recriminar que hable de política hablando del lobo, y cada vez que me hacen esas preguntas me dan ganas de matar a alguien. ¿Dónde y cómo se resuelve esto? Con la política. Y mira hasta qué punto es así que la ultraderecha tiene al lobo en su punto de mira. Y es así en toda Europa: con Orbán en Hungría; con la ultraderecha de los Países Bajos…

¿Por qué los grandes carnívoros están en la agenda de la ultraderecha?
Tengo una teoría al respecto. Estos animales —lobos, osos y linces— son sobre todo territorio, decenas de miles de kilómetros cuadrados. Un lobo protegido por las leyes está, de alguna manera, modulando el uso del suelo de grandísimos territorios. Si te dedicas a conservar a la Curruca capirotada, no vas a tener este problema. Un lobo protegido por ley posiblemente está limitando la caza alrededor suyo y en torno a decenas de miles de kilómetros. Por eso la ultraderecha se empeña en quitarle la protección a los grandes carnívoros, porque le restan poder a la política paleta y local, que solo sabe utilizar el suelo a la manera de siempre: cazando, poniendo veneno, echando pesticidas. Estas grandes especies emblemáticas lo que están haciendo es un diseño de la conservación de la biodiversidad que la ultraderecha no quiere ver ni en pintura y por eso tenemos que estar muy atentos y salir en defensa del lobo. El lobo ha estado a punto de irse para siempre, aunque está hoy más protegido que nunca en la historia de España.
En 2023 alguien dejó dos cabezas de lobo en la puerta del Ayuntamiento de Ponga, en Asturias. Y entre otras imágenes, también vimos un lobo desmembrado colgado de un puente en Villanueva, también en Asturias, a finales del mismo año. Se repitieron acciones similares en muchos lugares. Parece que el crecimiento de la política ultra más rancia va unida a un incremento de la brutalidad contra el lobo a pesar de ser delito. Planteas en el libro que no se investigan lo suficiente estos crímenes.
Estoy absolutamente convencido de que la Guardia Civil de Ponga, por ejemplo, tiene una serie de órdenes que alguien les da, o siguen ellos de manera instintiva, por las que deciden no pisar el acelerador en las investigaciones. Ha pasado ya un año y medio y todavía la Guardia Civil no ha conseguido saber quién fue. Te puedo asegurar que tú y yo nos vamos a vivir a Ponga y en menos de una semana conocemos a todo el pueblo y todo el pueblo nos conoce. Es bastante habitual que haya poca investigación al respecto. En estos momentos mueren lobos en España, pero mueren por el furtivismo. Antes morían incluso con balas pagadas por ti y por mí, con nuestros impuestos y con órdenes oficiales de las comunidades autónomas.
La Guardia Civil no acaba de investigar el asunto como debiera y gana especialmente valor el trabajo de quienes defienden al lobo. En cuanto nos relajemos van a intentar extinguir a nuestros lobos, que han desaparecido delante de nuestras narices de Andalucía, por ejemplo. Andalucía, que fue siempre un territorio lobero, hoy ya no lo es. Hemos visto la cantidad de miles de millones de euros que se han invertido en la reintroducción del lince ibérico, y posiblemente alguien piense, “bueno, si se extingue el lobo, con fondos europeos y tal podremos reintroducirlos y volver a tenerlos en España”. Pues no, eso no va a pasar.

El lobo se ha dado reciente y definitivamente por extinguido en Andalucía, y si quedase alguno aislado ya no tiene capacidad de salir adelante, por desconexión con el resto de individuos y por falta de variabilidad genética. ¿Una reintroducción tendría sentido?
Por supuesto, estoy a favor de una reintroducción de lobos. Sería coherente, pero es muy complejo. Date cuenta que no tienes que reintroducir individuo por individuo, sino manadas enteras, pues es un animal que vive en sociedad. Tendrías que trabajar una reintroducción del tipo de lo que se ha hecho en Estados Unidos, en Yellowstone, un parque nacional. Luego tendrías que luchar contra una sociedad asustadiza, manipulada y manipulable que te va a volver loco. Lo mejor es hacer lo que estamos haciendo: preservar la población que todavía nos queda. El lobo va a aprovechar todas las circunstancias posibles para reconquistar el territorio de sus mayores. Los lobos tienen memoria y vuelven a los mismos sitios. Y el lobo está, de alguna manera, ya bajando hacia Andalucía, moviéndose por Extremadura. Son ejemplares dispersos, claro, que tienen un mandato atávico que es el de intercambiar genes, y cuando llegan a esos territorios no encuentran a una hembra o a un macho idóneo. De todo ese esfuerzo no tenemos nada al final.
Lo que a mí realmente me preocupa es la muerte silenciosa del lobo. No a tiros, sino la que puede producir una ineficaz gestión de su territorio que permita que algunos virus o bacterias puedan entrar en el mundo del lobo. Tenemos ya datos de leishmaniosis en lobo que han aparecido analizando una serie de heces el año pasado en la Sierra de la Culebra (Zamora). Esta es hoy todavía una Reserva Regional de Caza donde se hacen monterías y se sueltan perros de rehala a tope. Sueltan 400, 500 perros; perros que no solamente están hibridándose con el lobo ibérico y, por lo tanto, debilitando genéticamente a la especie, sino que, si no están adecuadamente vacunados y no llevan un control veterinario idóneo, van a dejar una cantidad de patógenos que son letales para los lobos. El moquillo, por ejemplo. Como un dogo argentino de una rehala no esté vacunado adecuadamente de parvovirus de moquillo, ese perro va a defecar, los lobos van a olfatear esa cagada y van a llevarse su problema de moquillo, lo que va a matar a una manada en menos de una semana. Este es el gran tema del lobo ibérico, una especie con una gran fragilidad. Cualquier evento externo puede acabar con él. Un simple pastor alemán que tengas y con el que te des un paseo una tarde por la Sierra de la Culebra puede acabar con 70, 80 o 90 lobos.
¿Qué hacer entonces en lugares como la Sierra de la Culebra?
Lo que dicen todos los científicos al respecto: prohibir cualquier actividad agropecuaria en territorio del lobo. La Sierra de la Culebra, con la que tantos zamoranos se cuelgan la medalla de que es el territorio con más lobo de toda Europa, tiene que dejar de ser una reserva regional de caza, porque esa actividad conlleva el peligro comentado. Hay trabajos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas que indican con claridad que en las zonas donde hay lobo no debería, en ocasiones, haber una actividad ganadera, y mucho menos una actividad cinegética. Estás manejando perros que son focos de contaminación patógena en un sitio que debería ser un santuario. El objetivo siguiente del Lobo Marley es que la Sierra de la Culebra deje de ser reserva regional de caza y pase a ser un santuario de la especie, un espacio natural protegido.
Hablando de enfermedades, parece que en el mundo actual, donde el equilibrio ecológico brilla por su ausencia, los servicios ecosistémicos que presta el lobo no son tenidos muy en cuenta. Nadie como ellos para eliminar superpoblaciones de ungulados, por ejemplo, o para acabar con ejemplares enfermos que tengan precisamente estas patologías. ¿Ese enfoque está presente en la sociedad?
Ninguna comunidad autónoma tiene capacidad para poder pagar los servicios ecosistémicos del lobo. Si cuantificamos realmente el trabajo que hace estaríamos hablando de miles de millones de euros. El lobo es el controlador más eficaz que hay de zoonosis, que son un gran problema ya no solamente para la especie humana, que ciertamente lo son, sino para el ganado. El lobo es capaz de cortar de cuajo esos problemas porque es un gran especialista. El cerebro del lobo está configurado de tal manera que, además de las neuronas que le permiten pensar, valorar y todo el trabajo cerebral puro, tiene neuronas olfativas. Cuando un jabalí se cruza con él, antes de ponerse a correr detrás para darle captura y muerte, huele a distancia la enfermedad que tiene. Sabe que ese jabalí tiene tuberculosis bovina. Lo sabe porque lo huele, lo capta a distancia y entonces se decide a ir a por él porque sabe que va a ser una presa fácil. Imagina qué sofisticación. Castilla y León es incapaz de pagar algo así. No hay Presupuestos Generales del Estado capaces de poder pagar algo así.
Para ir terminando. Cuentas en el libro que en el Peloponeso, donde se encuentran la mayoría de los lobos que quedan en Grecia, los pastores no tienen una guerra declarada contra ellos. A pesar de la intoxicación mediática y del auge de grupos como Vox, ¿ves posible un punto de conexión entre una opinión pública que claramente está dando la mano al lobo y el sector ganadero más a la ultraderecha?
Esta pregunta es muy buena y te la puedes hacer igualmente para el tema de violencia de género o para el tema homófobo. Curiosamente todos estos zotes que niegan la verdad del lobo son los mismos que niegan que las mujeres tienen un problema o que niegan el amor entre dos hombres. Estamos hablando entonces de una cuestión de carácter social, ni tan siquiera de ecología. Cuando hablamos de la protección y conservación del lobo ibérico yo no pienso en términos de ecología, sino sobre todo en términos de justicia auténtica, de justicia social e incluso de patrimonio cultural. Prefiero un país que cuida realmente todos aquellos elementos singulares, únicos en el planeta. El taxón Canis lupus signatus es único en el mundo, no hay una subespecie como la ibérica. No la hay. Un lobo sueco y un lobo ruso son el mismo lobo, pero un lobo ruso y un lobo español no son el mismo lobo, son subespecies diferentes y eso hace que en el caso nuestro el lobo solo tenga un camino posible: la protección por ley.
Yo he perdido mucha inocencia metiéndome en el tema del lobo. He trabajado toda mi vida por el mundo rural con toda mi ilusión. Todas mis series de televisión han echado un cable al mundo rural. Pero al que manejaba un desarrollo sostenible, no al del desarrollismo abiótico. Hoy tenemos un mundo rural enfrentado a la biodiversidad, como si la naturaleza fuera su su enemiga, y eso es inadmisible. El lobo es un aliado de la gente del campo, en ningún caso es el enemigo a batir.

Fuente:    - Imagen de portada: Luis Miguel Domínguez, fundador de la plataforma 'Lobo Marley' DAVID F. SABADELL

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