Estrellas fugaces
Nos perdimos por el camino antes de llegar. A veces pasa eso con los caminos, que te metes por uno y luego toca desandarlo. Por eso llegamos un poco despistadas y se nos olvidó mirar al cielo mientras cenábamos unas tortillas de patatas que siempre saben mejor cuando las comes en el campo. Buscamos la zona más despejada de robles y castaños y pusimos varias mantas sobre el suelo. Cuando nos tumbamos nos entró la risa. El cielo estaba lleno de nubes y no se veían las estrellas. A pesar de eso nadie se levantó y, mirando hacia arriba, comenzaron a salir anécdotas e historias al mismo ritmo al que empezaron a verse algunas estrellas.
María González Reyes
La tierra conservaba parte del calor del día y se sentía como un abrazo en las mañanas donde el suelo es escarcha. Cada cual puso a disposición del resto los conocimientos (no muy abundantes, por cierto) sobre astronomía y, en una oscuridad cada vez más densa, estuvimos charlando mucho rato mirando solo hacia arriba.
Vimos bastantes aviones y algunos satélites, pero nada fue celebrado con tanta emoción como la primera estrella fugaz que apareció, como tienen costumbre de hacer, sin pedir permiso. Entonces, alguien preguntó por qué se le daba tanta relevancia a ver estrellas fugaces si es algo que dura tan poco tiempo, si es algo que casi nunca se ve. Hubo un silencio.
Quizás no tenga que ver solo con el hecho en sí de ver algo que brilla en la noche por encima de todo lo demás. Quizás tenga que ver con lo que lo acompaña. Con tener que llegar a un lugar en el que estar alejada de cualquier luz intensa, lejos de las farolas y las carreteras y las ciudades. Con oler la tierra al final del día y sentir la sombra de los árboles aunque no haya luz. Con escuchar los sonidos del bosque como gotas de una lluvia fina sobre el suelo. Quizás tenga que ver con estar ahí, tumbada junto con los seres vivos que hacen la fotosíntesis y que permiten que ocurra toda la vida que viene después. Quizás se relacione con estar rodeada de gente con la que reír y compartir historias.
Quizás tiene que ver con que mirar la inmensidad de un cielo lleno de estrellas hace tener presente la excepcionalidad de todos los procesos que ocurren en la Tierra y que posibilitan que haya vida.
Quizás sea porque las estrellas fugaces, esos instantes mínimos, te recuerdan que quieres dejar de sentirte cómodamente insensible para estar incómodamente viva.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/vida-ya/estrellas-fugaces - Imagen de portada: DAVID F. SABADELL