Cómo hacer la transición ecosocial justa partiendo de la apatía y la resignación
Cómo pasar del desánimo a la esperanza, cómo transformar la impotencia y el desasosiego frente a la crisis ecosocial en una organización colectiva que pueda vehicular sus demandas para un futuro mejor, más justo, equitativo y respetuoso con el medio ambiente. La pregunta lleva rondando años entre colectivos ecologistas. Ahora, el Foro Transiciones aporta algunas claves que van desde objetivar la raíz del descontento social hasta la percepción y necesidad de consolidar imaginarios que abran las puertas a nuevas ideas encaminadas a marcar el largo camino que queda por recorrer.
Guillermo Martínez
A través de las respuestas y la conversación mantenida con medio centenar de personas de organizaciones sociales sensibilizadas con la cuestión ambiental –aunque no sea su campo de acción preferente–, el Foro ha efectuado un diagnóstico para saber el estado actual de la situación. José Luis Kois Fernández, sociólogo y miembro de la cooperativa Garúa, es autor del informe que han denominado Transición Ecosocial Justa, realizado junto a Alberto Brasero, Yayo Herrero y Helena Pariente.
“Vemos el deterioro progresivo de los ecosistemas, el empeoramiento climático, todo ello atravesado por el crecimiento de las desigualdades, el auge de la extrema derecha y la erosión de la democracia”, contextualiza Kois, que considera que en el conjunto de la población existe cierto sentimiento de desánimo compartido por el momento político y social en el que nos encontramos.
Punto de partida: descontento social y político
Ante esta ‘policrisis’, la capacidad de la gente para intervenir o revertir las tendencias se ve desde un prisma de impotencia e incapacidad. “Tenemos que ser realistas y saber de dónde partimos. Ahora mismo, estamos en un clima social y político de desánimo poco proclive a conseguir un entusiasmo colectivo que incite a la movilización”, continúa. De hecho, esa es una de sus principales conclusiones, ya que el informe señala que el trabajo de transformación cultural ha de contar con este sustrato de apatía y resignación.
En el marco de las reflexiones que el Foro Transiciones ha llevado a cabo también se percibe una profunda desconfianza y una creciente indiferencia hacia las instituciones públicas, a las que se observa como incapaces de hacerse cargo de la crisis, afirman en el documento. La decepción y falta de legitimidad también llega a los partidos políticos considerados progresistas.
Resultado: pérdida de intensidad democrática
Kois, ante este extremo, explica que esta percepción puede proceder del último ciclo político experimentado en España: “Hubo un impulso con el 15-M y la llegada a las instituciones, sobre todo ayuntamientos, de propuestas con enfoques más participativos. Si miramos bien la secuencia, vemos que los partidos políticos surgidos de ese descontento no han sido capaces de consolidar una nueva forma de interacción con la sociedad civil”.
Por otra parte, todo ello ha llevado a una pérdida de “intensidad democrática” en nuestras sociedades, añade el sociólogo, que se ha materializado en un repliegue quizá poco ambicioso a lo local, a lo micro, y cierta posibilidad de renuncia a una disputa por cambios más estructurales.
La imaginación como baluarte del futuro
Una de las cuestiones que podrían llegar a marcar un punto de inflexión, o al menos su inicio, en este estado de desasosiego es la capacidad de imaginar futuros esperanzadores diferentes, para lo que el Foro ha encontrado cierta dificultad. “Se da la paradoja que de que sabemos qué hay que hacer, qué alternativas impulsar y cómo desarrollarlas, pero somos incapaces de hacerlas efectivas”, comenta el autor del estudio.
A ojos de este especialista en la materia, los movimientos sociales “deberían cultivar una mirada que impulse las potencialidades de estas alternativas” y no obcecarse, como ocurre en algunas ocasiones, en sus carencias o sesgos.
En este sentido, las ideas propuestas caen en una excesiva simplicidad no resuelta congruente con los diagnósticos formulados y los procesos imaginados, tal y como refleja el informe. “Hay escasas propuestas sobre la gobernanza o la disputa del poder para realizarlo”, comentan.
Al contrario, algunos de los imaginarios se basan en el repliegue a lo pequeño y a las soluciones comunitarias y autoorganizadas a problemas como la vivienda, la salud pública, la energía o las migraciones forzosas, dando por hecho que la reducción de la escala resuelve la mayor parte de los problemas y obviando el monumental desafío que supone la propia contracción, reiteran.
Todo es posible desde lo colectivo
La reflexión colectiva se hace más necesaria si cabe al abordar estos futuros imaginados que, al final, reiteran algunos elementos que pueden resultar problemáticos y sobre los que es preciso reflexionar en conjunto. Según Kois, las soluciones planteadas, en ocasiones, “minimizan la importancia del papel que juega el Estado y las políticas públicas, cruciales para que la transformación sea universal y todo el mundo se pueda beneficiar de ella”.
Sin embargo, las conversaciones mantenidas con esas 50 personas sí dejaron pasar la luz necesaria para que de sus conclusiones se trasluciera que la transición ecosocial justa es un marco político que puede resultar “comprensible y esperanzador”, añaden en su informe. Además, la parte positiva es que ya existe un cuerpo básico de actuaciones y propuestas percibidas como necesarias y deseables que suponen una buena base de trabajo.
Reivindicar la biorregión y la colaboración público-comunitaria
Por otro lado, desde el Foro Transiciones han objetivado a la “biorregión” como escala territorial de intervención óptima. El sociólogo se congratula de este concepto, ya que facilita introducir una variable que, a veces, pasa desapercibida. Así lo explica: “La biorregión es la unidad de complejidad mínima que necesitamos para conseguir la transición. Aunque no es un concepto todavía cerrado, sí ayuda a abrir cierta perspectiva”. Kois se refiere a anclar en la realidad biofísica de un territorio las alternativas necesarias que también respeten su identidad territorial, cultural y colectiva.
Por último, las conclusiones del informe enfatizan la necesidad de desarrollar conocimientos, capacidades y actitudes para la colaboración público-comunitaria, entre las instituciones públicas y los movimientos que trabajan para la transición ecosocial justa.
Así pues, Kois reivindica una mayor apertura de la administración pública hacia la sociedad civil y los colectivos que la conforman: “La conflictividad entre una y otra es algo inmanente, y el conflicto es el motor del cambio. Por eso, debemos hacer que ese conflicto nos lleve a lugares más creativos, que construyan y no se queden en meras confrontaciones”, concluye.
Fuente: https://climatica.coop/como-hacer-transicion-ecosocial-justa/ - Imagen de portada: Una niña pinta en el suelo durante una concentración frente al Ministerio para la Transición Ecológica. Foto: EDUARDO ROBAINA.