Los Océanos se salvan en tu plato: Aquacidio.
Holocausto marino de pesca y la acuicultura como industrias de destrucción masiva: La alimentación humana de origen animal como fuente primordial de destrucción de los océanos, la urgencia de transicionar a dietas vegetales para salvarlos, y el silenciamiento de ello en los gobiernos y organizaciones ecologistas, ante una amenaza renovada de océanos muertos y extinción humana: una llamada a la acción.
Por Jaym*/Jaime del Val – Instituto Metabody
Con la colaboración de Rosa Mas y de Rebeldes Indignadas
Un nuevo estudio de Metabody y Rebeldes Indignadas presenta la pesca como industria más destructiva de la historia, seguida de la acuicultura, la ganaderia y la avicultura como principal fuente de destrucción de los océanos, que son vitales para el sostenimiento de la vida en la Tierra y están actualmente al borde del colapso, con una amenaza renovada de océanos muertos y extinción humana.
El estudio expone la urgencia de transicionar a dietas vegetales para salvar los océanos y la vida terrestre, y denuncia el silenciamiento del problema y las soluciones, no solo por parte de los gobiernos sino también de las principales organizaciones ecologistas, debido en gran parte al LOBBY pesquero y de la industria alimentaria, y hace una llamada a la acción.
Resumen
Los océanos, principales pulmones y mayor ecosistema de la Tierra, fundamentales en la regulación del clima terrestre, están gravemente deteriorados y amenazados y con ellos el total de la vida en la Tierra, humana incluida.
La principal causa de destrucción y amenaza a los océanos es, con diferencia, la pesca, la actividad humana más destructiva, seguida de la acuicultura, la ganadería y la avicultura: el conjunto de la Industria Alimentaria de Explotación Animal es la principal fuente de destrucción de los océanos.
La pesca devasta cada año 150 veces más fondos marinos que el total de la deforestación terrestre, como la mitad de África al año, y aniquila el 90% de las poblaciones de animales en una superficie 4 veces mayor que la agricultura mundial, más del 55% del océano, exterminando 8.000 millones de seres sintientes al día, como el total de la población humana.
Este estudio contrasta informes existentes y concluye que la pesca genera al menos tres veces más impactos en cambio climático que la aviación al destruir el mayor sumidero de carbono del planeta a la par que crea destrucción masiva de biodiversidad.
En destrucción de océanos la pesca va seguida de la acuicultura así como de la ganadería y avicultura, también grandes consumidores de pesca y con grave impacto propio en los océanos.
El total de alimentación humana de origen animal es pues la causa primordial de destrucción de los océanos, como lo es también de los bosques.
Para proteger y restaurar los océanos debería prohibirse la pesca sobre todo industrial y de arrastre, así como la acuicultura, la ganadería y la avicultura.
Por ello y ante la inacción de los gobiernos, la principal solución, imprescindible para poder restaurar y proteger los océanos es dejar de consumir productos animales.
El resto de actividades que afectan a la salud de los océanos aparte de la alimentación tiene que ver con el desastre de la llamada “economía azul” y con el resto de aspectos del sobreconsumo humano de energía, recursos, materias, minería, urbanización, vertidos y con la superpoblación, a los que se debe responder con un decrecimiento profundo de dichas actividades.
Pero todo ello es sistemáticamente silenciado, no solo por el total de gobiernos y la falsa Europa “verde”, que todavía permite la pesca de arrastre en la casi totalidad de Zonas Marinas Protegidas, y siendo España un país líder en dicha actividad, sino incluso por la casi totalidad de grandes organizaciones ecologistas, imposibilitando un cambio y una toma de conciencia para un cambio de dieta que podría venir de forma voluntaria de la sociedad. Urge desmontar ese silencio con una llamada a la acción individual y colectiva.
Introducción
Entre estudios* del tema alimentario y climático se suele afirmar que la ganadería es la industria más devastadora que existe. Pero hay una con un impacto directo aun más extremo: la pesca, seguida de la acuicultura. La pesca es la industria concreta que más directa y masivamente afecta a la pérdida de biodiversidad y es, con enorme diferencia, la principal fuente de destrucción de los ecosistemas marinos y de extinciones en el mar (IPBES 2019, 24-29), al afectar gravemente a más del 55% del total de los océanos, 4 veces más superficie que el total de la agricultura mundial (Kroodsma et al 2018), y destruir cada año 150 veces más superficie de fondos marinos que el total de la deforestación mundial (Watling y Norse 1998).
Cada año se extermina en torno a dos billones de peces en el mar, un 40% de forma “accidental”, con un 85-90% de las poblaciones de peces grandes aniquiladas (Graham et al 2024). Cada día mueren en el mar el equivalente a la humanidad entera, más de 8.000 millones de seres sintientes, a cargo de más de 4 millones de sofisticadas máquinas de matar, los barcos de pesca industrial (frente a por ejemplo los aprox. 25.000 aviones comerciales que existen) que usan cada día una cantidad de redes que podría dar 500 veces la vuelta a la tierra, emiten más CO2 que la aviación (sobre todo por la desforestación de fondos marinos), y que son una de las mayores fuentes de crimen organizado del mundo, incontrolables, móviles y ubicuas, en todas las aguas del mundo, una de las industrias con más esclavitud y asesinatos de observadores. La pesca también es la principal fuente de plásticos en los océanos, con un 75-86% proveniente de artilugios de pesca (Lebreton et al 2022) que son consumidos por el plancton y los peces, a menudo matándolos, y terminan como micro y nanoplásticos en nuestros cuerpos causando graves problemas de salud (Yee 2021).
La pesca es, junto a la ganadería, una de las actividades que más afectan al cambio climático al reducir de forma significativa la capacidad del océano de absorber carbono, destruyendo enormes sumideros de carbono al arrasar ecosistemas y biodiversidad. Según Watson et al 2020 los océanos absorben cada año más del 25% del CO2 excesivo generado, según Gruber et al 2019 han absorbido más del 30% de nuestras emisiones históricas de CO2. También crean más del 50% del oxígeno y absorben más de 90% del calor excesivo generado. Los océanos son el mayor pulmón de la tierra y la mayor reserva de carbono: absorben 15 a 20 veces más carbono que los bosques, gracias a la vida que hay en ellos, desde algas a ballenas y fitoplancton, y aves. Las grandes masas de agua regulan el clima, y por otra parte, el CO2 atmosférico es indispensable para procesos biológicos marinos. Sin embargo, un exceso de CO2 desplaza el equilibrio de las reacciones en las que interviene provocando la acidificación del mar, otro de los límites planetarios que estamos a punto de rebasar.
Los océanos son por ello la principal respuesta al cambio climático. Y son también la mayor reserva de biodiversidad, sobre todo animal, del planeta, donde se concentra la inmensa mayor parte de vida animal y protoctista, además de ser el origen de la vida. Ambas cuestiones están entrelazadas: la biodiversidad marina es lo que hace del océano un sumidero de carbono. Pero con el 85-90% de las poblaciones de peces colapsadas o aniquiladas los ecosistemas marinos están gravemente degradados. Con océanos enfermos, con ecosistemas degradados, extinciones masivas y con una capacidad mermada de absorción de CO2 en los océanos, los océanos no pueden seguir funcionando como principal sumidero de carbono y principal respuesta al cambio climático.
Pero además esta industria representa una amenaza para el total de la vida, al ser los océanos cruciales al sostenimiento de todos los ciclos terrestres: de oxígeno, carbono, temperatura, hielo, agua, fenómenos meteorológicos y corrientes, sedimentación, nutrientes, ciclos de gases y creación de hábitats, entre otros: Sin océanos vivos no puede haber vida en la tierra y la degradación de los océanos puede muy pronto hacer imposible la vida humana. Por supuesto esto se suma al colapso simultáneo de otros ecosistemas clave como la Amazonía, también deforestada sobre todo debido a los alimentos basados en la explotación animal.
Mientras, la acuicultura, que se ha multiplicado por 60 en las últimas décadas, explota y extermina a más de un billón de peces, moluscos y crustáceos en granjas donde también muere prematuramente cerca del 50% por las condiciones extremas de toxicidad y hacinamiento. La acuicultura es fuente de ataques masivos contra el bienestar animal que resultan en enfermedades masivas de peces y vida marina, y de contaminación a través de productos químicos tóxicos utilizados en la acuicultura (desinfectantes, pesticidas, antibióticos) que terminan en los océanos y en nuestros cuerpos, incluidos metales pesados venenos (Sultana 2020).
Gran parte de de la pesca es para alimentar a los peces de la acuicultura, y gran parte de la pesca y acuicultura es para alimentar ganado y avicultura. La ganadería y avicultura son a su vez es la principal fuente de contaminación oceánica y principales responsable de las más de 700 zonas muertas en los océanos debido a nitratos de agricultura (que es mayormente para alimentar animales) y purines de las granjas.
El resto de actividades que afectan a la salud de los océanos aparte de la alimentación tiene que ver con el desastre de la llamada “economía azul” y con el resto de aspectos del sobreconsumo humano de energía, recursos, materias, minería, urbanización, vertidos y superpoblación, a los que se debe responder con un decrecimiento profundo de dichas actividades.
La misma causa principal de destrucción de océanos que aquí denunciamos, la Industria Alimentaria de Explotación Animal, es la principal causa de deforestación y destrucción de ecosistemas terrestres, como ponemos en evidencia en el estudio “Los incendios se apagan en tu plato”.
Habida cuenta la inacción y silencio sobre este tema de los gobiernos, incluido el español y la falsa Europa “verde” que aun permite la pesca de arrastre en la casi totalidad de Zonas Marinas Protegidas, y siendo España un país líder en dicha actividad, siendo un tema aun más silenciado que el de los impactos de la ganadería, concluimos que urge ante todo movilizar a la sociedad para un cambio de dieta y sistema alimentario, eliminando productos basados en la explotación animal, seguido de otras medidas que detallamos al final. Sin embargo dicha medida clave de transición a dietas vegetales, reconocida por más de 100 informes internacionales, como se recoge en el informe Alimentos de Destrucción Masiva, es silenciada también por las grandes organizaciones ecologistas (con excepción de Sea Shepherd y pocas más), imposibilitando un cambio y una toma de conciencia para un cambio de dieta que podría venir de forma voluntaria de la sociedad. Urge desmontar ese silencio con una llamada a la acción individual y colectiva.
La Pesca: La mayor máquina de destrucción de la historia
Según Mood et al 2024 en torno a 2 billones de peces mueren cada año por la pesca, sin contar pesca ilegal, fantasma y el 40% de peces descartados, lo que, sumado, daría una cifra muy superior a 3 billones por año. Esto significa más de 30 veces más individuos exterminados por año que el total de ganadería y avicultura (unos 80.000 millones) y cerca de 100 billones desde el auge de la pesca industrial tras la Segunda Guerra Mundial. Es la cifra de individuos que en dicho estudio calculan para las 74 a 83 millones de toneladas de pesca registrada anual en el periodo 2000-2019, de las cuales un 20% son anchoas.
Según esto cada día mueren en el mar el equivalente a la humanidad entera, más de 8.000 millones de seres sintientes a cargo de más de 4 millones de sofisticadas máquinas de matar, los barcos de pesca industrial (frente a por ejemplo los aprox. 25.000 aviones comerciales que existen) que usan cada día una cantidad de redes que podría dar 500 veces la vuelta a la tierra, emiten más CO2 que la aviación (sobre todo por la desforestación de fondos marinos), y que son una de las mayores fuentes de crimen organizado del mundo, incontrolables, móviles y ubicuas, en todas las aguas del mundo, una de las industrias con más esclavitud y asesinatos de observadores.
La flota de cinco países, entre ellos España, acapara el 85% de la pesquería en alta mar. España es uno de los líderes mundiales en pesca industrial y de arrastre. China lidera claramente, y otros países de Asia (Taiwán, Japón, Korea, SurAsia), también Canadá, USA, Argentina y otros países de Europa, sobre todo del norte y en el Mar Báltico, de los más afectados tanto por la pesca de arrastre tanto como por la acuicultura y por las zonas muertas por contaminación de la agricultura.
Esclavitud y crimen internacional: la pesca ilegal es una de las actividades ilegales más extendidas y lucrativas del mundo, figura como 3ª actividad ilegal más lucrativa tras el tráfico de drogas y de armas. Dicha pesca ilegal constituye un 20-30% del total de la pesca, una cantidad astronómica. La pesca en alta mar es una de las actividades más desreguladas, ubicuas y deslocalizadas, incontrolables y asociadas al crimen internacional y la esclavitud humana, frente a la que los gobiernos no muestran ni voluntad ni capacidad, (y ante lo cual dejar de comer pescado es la que se presenta como única opción ética y política para frenar esa actividad). Según la organización Oceana Europe, en costas mediterráneas, como por ejemplo las valencianas, la pesca ilegal de arrastre causa daños aún mayores sobre los fondos marinos al impactar aun más en áreas protegidas (en las que por otro lado, salvo raras excepciones, también se permite la pesca legal), lo que pone de manifiesto la dificultad de regular esta actividad, siendo las autoras de estas prácticas embarcaciones pesqueras fondeadas en los puertos y, por tanto, fácilmente identificables.
La muerte de los peces es en general atroz, ya que, en general, en lugar de practicarse matanza ni aplicar tipo alguno de criterio de “bienestear animal” el pez agoniza lentamente ahogándose, aplastado o desgarrado, a miles de millones por día.
El 40% o más de lo que se pesca es tirado muerto al mar, como “bycatch” o “bykill”, una captura y muerte colateral o “accidental”, incluyendo a cientos de miles de tiburones, delfines, ballenas o tortugas gigantes entre otras muchas especies, muerte que no es accidental sino intrínseca al uso de redes gigantescas que serían inconcebibles en tierra. O sea, se mata inútilmente a más de un billón de seres sintientes al año en el mar, destruyendo cadenas tróficas y ecosistemas de forma masiva y afectando a todos los elementos de la cadena, desde el fondo marino a las aves. La muerte de ballenas afecta a los ecosistemas de fitoflankton, cruciales para la regulación de la vida marina
Además, un tercio de los alimentos se desechan cada año, con lo que de lo que se explota, mata y produce -incluida la muerte de cerca de 1 billón de seres sintientes- un tercio de la destrucción subyacente ha sido para nada.
4 veces más superficie que la agricultura
Según el estudio de Kroodsma et al 2018 entre otros, la pesca industrial actúa anualmente en más del 55% de los océanos, una superficie 4 veces mayor que el total de agricultura mundial y más que todos los continentes juntos, aniquilando especies y dando lugar a la destrucción de cadenas tróficas enteras, desde algas y corales a aves, y a extinciones masivas a unas escalas inimaginables. Es con inmensa diferencia la mayor fuente de destrucción de los océanos y ecosistemas de la Tierra.
Mapa de la cobertura anual de la pesca comercial. Fuente: Kroodsma et al 2018
150 veces más que la deforestación
Según Watling y Norse 1998 la pesca de arrastre destruye al año una superficie de fondos marinos 150 mayor que el total de la deforestación terrestre, 1.500 millones de hectáreas, como la mitad de África, al año, o como la mitad de Portugal cada día, si bien en realidad la superficie diariamente afectada podría equivaler a la superficie de los Estados Unidos de América (sin Alaska), lo que indica que la actividad se realiza numerosas veces al año sobre los mismo fondos sin darles la posibilidad de regenerarse.
Según Sala et al 2021 la superficie afectada sería de 490 millones de hectáreas, tres veces menos pero 50 veces más que la deforestación terrestre.
Redes del tamaño de catedrales arrasan todo lo que encuentran a su paso en el fondo marino, y un 40% de animales mueren “accidentalmente”, incluidas ballenas, delfines, tiburones y tortugas gigantes, por cientos de miles o millones al año, algo que sería inconcebible en tierra (si por ejemplo se cazara con redes gigantes en la sabana de África y para capturar gacelas se cazara por accidente a todo elefante, girafa y león además de árboles y arbustos).
Más abajo veremos las consecuencias de esta destrucción para el cambio climático.
Fuente: https://metabody.eu/es/los-oceanos-se-salvan-en-tu-plato/ - Resto de informe de 40 páginas en el pdf : https://metabody.eu/wp-content/uploads/2024/10/LOS-OCEANOS-SE-SALVAN-EN-TU-PLATO-1.pdf - Este Estudio es un Apéndice del Informe Alimentos de Destrucción Masiva.
Octubre 2024