De regalo un paraíso
Por: Gideon Long
BBC, Tierra del Fuego
No es cosa de todos los días que un banco de Wall Street, Nueva York, se encuentre en posesión de un pedazo de tierra 50 veces del tamaño de Manhattan, cubierta de un bosque prístino, pastizales y montañas nevadas.
Pero ésa es la situación en la que se halló el banco Goldman Sachs en 2002, cuando compró un paquete de deudas y activos de una compañía estadounidense llamada Trillium.
El proyecto de conservación que resultó de esa transferencia, en el sur de Chile, es considerado por el banco y sus socios -una organización no gubernamental con sede en Estados Unidos- como un ejemplo de cómo los sectores público y privado pueden colaborar para salvaguardar una de las últimas zonas vírgenes del mundo.
Los ecologistas chilenos son más escépticos, pero aún así han aplaudido ampliamente el proyecto.
La historia de lo que ahora es conocido como la reserva natural Karukinka data de 1990, cuando Trillium compró terrenos en un conjunto de islas inhóspitas entre Chile y Argentina, en Tierra del Fuego, muy cerca del límite sur del continente americano.
275.000 hectáreas
La compañía tenía planeado usar los terrenos para la explotación forestal y quería dedicarse a talar la lenga ( Nothofagus pumilio ), un árbol endémico de la región.
No pasa muy seguido que uno adquiera determinados valores y se entere de que tiene 275.000 hectáreas en Tierra del Fuego
Tracy Wolstencroft, Goldman Sachs
Diversos grupos ambientalistas se opusieron al proyecto, que eventualmente fracasó.
Fue entonces que Goldman Sachs dio el paso al frente y compró los activos de Trillium, incluidas estas tierras.
"No pasa muy seguido que uno adquiera determinados valores y se entere de que tiene 275.000 hectáreas en Tierra del Fuego", dijo la directora de la sección sobre Mercados Ambientales de Goldman Sachs, Tracy Wolstencroft.
"A medida que nos enterábamos de lo que teníamos, nos fuimos percatando de que se trataba de una propiedad muy especial", añadió.
Protección
El banco consideró vender las tierras, pero se dio cuenta de que enfrentaría la misma oposición que tuvo Trillium.
Por eso, tomó una decisión que ahora algunos ambientalistas consideran radical e inteligente: le donó las tierras a la organización ecologista Wildlife Conservation Society (Sociedad de conservación de la vida silvestre - WCS), con sede en Nueva York.
El presidente de WCS, Steve Sanderson, dijo que la donación marcó un antes y un después en las políticas de conservación, no sólo porque el banco regaló los terrenos, sino también porque inyectó US$12 millones de su dinero para garantizar la protección de la zona durante muchos años.
En la reserva hay 700 especies de plantas, incluidos varios tipos de musgo que se cree que sólo viven en estas islas. También hay cóndores, águilas, pájaros carpinteros patagónicos y muchas otras aves.
"Por nuestra parte, creemos que el sector privado tiene que ayudar en la conservación, o fracasaremos", dijo Sanderson.
"Goldman Sachs, por su lado, se dio cuenta de que tenía que tomar en consideración los factores ambientalistas en sus practicas comerciales o fracasaría", añadió.
Turismo
El plan ahora es abrir Karukinka a los visitantes, con el fin de que llegue a ser autosuficiente.
Creemos que el sector privado tiene que ayudar en la conservación, o fracasaremos. Goldman Sachs, por su lado, se dio cuenta de que tenía que tomar en consideración los factores ambientalistas en sus practicas comerciales o fracasaría
Steve Sanderson, presidente de WCS
Ya algunos intrépidos excursionistas y pescadores han comenzado a visitar la reserva, atraídos por su belleza salvaje y sus ríos repletos de truchas.
"Queremos un turismo de bajo impacto y estamos desarrollando senderos para que la gente pueda disfrutar del lugar en visitas de una jornada", explicó Sanderson.
WCS también quiere incluir una visita a Karukinka en los programas de los cruceros que cada año hacen el trayecto por las heladas vías navegables de Tierra del Fuego rumbo a la Antártida.
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¿Y qué beneficios obtiene Goldman Sachs de este proyecto?
Después de todo, regaló un enorme terreno, acompañado de una buena cantidad de dinero, aparentemente a cambio de nada tangible.
La respuesta, en pocas palabras, es una buena publicidad: al posibilitar el establecimiento de Karukinka, Goldman Sachs mejoró sus credenciales verdes.
Tracy Wolstencroft señala que el proyecto ayudó a que las preocupaciones medioambientales pasaran a formar parte integral de la filosofía empresarial del banco.
Desde entonces, Goldman Sachs ha desarrollado su propia política medioambiental que, entre otras cosas, le ha llevado a invertir más de US$2.000 millones en proyectos de energía renovable.
Sin ilusiones
En Chile, los ecologistas no se hacen muchas ilusiones. Sospechan que si el banco hubiera podido vender las tierras en 2002 y sacarles beneficio, lo habría hecho.
Un solo vistazo del paisaje me bastó para darme cuenta de cuán diferente era de cualquier otra cosa que yo hubiera visto jamás
Charles Darwin
"Se dieron cuenta de que no había nadie a quién vendérselas porque iba a seguir la oposición y nosotros lo íbamos a llevar ante la justicia", dijo Malú Sierra, quien participó activamente en la campaña contra el plan de tala de Trillium.
Ella también se queja de que el banco y WCS no han mantenido a los activistas locales completamente informados sobre cómo se está desarrollando el proyecto.
Sin embargo, a pesar de su escepticismo, la mayoría de los ecologistas consideran que la donación de Goldman Sachs es algo positivo.
Crisis financiera
¿Qué pasará ahora con Karukinka y, de hecho, con muchos otros proyectos de conservación de otras partes del mundo que reciben ayuda filantrópica?
Debido a la situación económica actual, uno se pregunta si Goldman Sachs y otras grandes instituciones financieras podrán ser tan generosas con su dinero como en el pasado.
"Estamos en medio de una crisis crediticia y el mercado financiero es muy diferente de lo que era hace seis meses, y más aún de como era cuando comenzamos la transferencia de esta propiedad", reconoce Tracy Wolstencroft.
"Sin embargo, no creemos que los objetivos de Karukinka corran peligro y no vacilaríamos en hacer algo así de nuevo", añade.
Darwin
Mientras tanto, en Karukinka la vida no ha cambiado mucho desde la década de 1830, cuando Charles Darwin visitó las islas.
"Un solo vistazo del paisaje me bastó para darme cuenta de cuán diferente era de cualquier otra cosa que yo hubiera visto jamás", escribió Darwin en su diario, mientras el barco en que viajaba, el Beagle, se acercaba a Tierra del Fuego.
Casi dos siglos después, sigue siendo un lugar de una belleza áspera y aislada.
La WCS, con un poco de ayuda de Goldman Sachs, espera conservarlo de esa manera.
Nota de BBCMundo.com:
http://news.bbc.co.uk/go/pr/fr/-/hi/spanish/business/newsid_7913000/7913345.stm