Una prostituta corporativa neozelandesa en la tierra del Sol Naciente
Comentario por el Capitán Paul Watson - Conseguir un puesto como vasallo de relaciones públicas es un gran trabajo. No has de levantar cargas pesadas, tienes un buen sueldo, oportunidades de viajar y de que tu nombre aparezca en los periódicos y muchas ventajas. Sin embargo se necesita ser de una clase para llevar a cabo bien ese trabajo. Es un trabajo que requiere de falta de compasión, mínima conciencia, pasión por el arte del engaño y una personalidad bien aislada, ávida de poder y blanqueada con una capa de inmoralidad. Esta clase de relaciones públicas trabajan como profesionales mercenarios, una forma de prostituta corporativa desprovista de moral donde lo que importa son los honorarios por los servicios prestados.
Estos servicios normalmente consisten en vender al público una idea, una marca, una persona o una corporación a través de los medios de comunicación. Algunas personas tienen un don natural para ello. Sacan tanto brillo a sus exposiciones que pueden vender la idea para que un incompetente se presente como presidente de los Estados Unidos y la gente lo comprará. En realidad gracias al genio de Karl Rove, lo compraron dos veces.
Básicamente las relaciones públicas consisten en empaquetar y vender tonterías y las compañías de relaciones públicas conocen su arte. Saben lo qué vende y quien es el mejor para venderlo. Si una compañía con un mal historial medioambiental y de trabajo está buscando una imagen más amable, entonces no necesitan más que hacerse con los servicios de un defensor medioambientalista de la justicia social y así tenemos a Adam Werbach como el ex presidente del Sierra Club ahora apresurado por Wal-Mart.
O Patrick Moore, una vez presidente de Greenpeace y ahora encabezando su propia compañía ecologista de relaciones públicas para representar a los granjeros de salmón, taladeros, ingeniería biogenética, industria química y nuclear. Patrick, quien una vez dijo estupendamente, “No importa lo que sea verdad, sólo importa lo que la gente cree que es verdad,” vende a sus clientes con la lógica de que los productos han de ser buenos o ¿por qué lo apoyaría sino el ex presidente de Greenpeace?
Desde luego la respuesta tanto para Adam y Patrick es simple. Una palabra, ¡dinero! Y he de decir que Moore y Werbach son bastante buenos vendiendo cualquier cosa para sus jefes y los jefes saben lo que cuesta conseguir clientes y tenerlos sujetos.
El secreto de una buena compañía de relaciones públicas es la imaginación y la habilidad de hacer trucos y estafas. La industria ballenera japonesa no ha sido capaz de comprender esto. Desde luego es una industria arcaica, que sobrevive como el pan de molde del día anterior dentro de una sociedad corporativa ultra moderna y los balleneros son poco más que restos salvajes de una era pasada, cuando la única idea de respeto por la naturaleza y por otras especies era considerada herética.
Por tanto, esto apoya el hecho que los balleneros eligieran a un completo incompetente como su portavoz de relaciones públicas para el mundo Occidental. Los balleneros japoneses tienen como portavoz a un neozelandés llamado Glen Inwood y están contentos con su trabajo. Para nosotros, el hombre es un acierto que no tiene precio.
Un buen relaciones públicas debería al menos entender su posición pero Inwood no lo entiende. Debería entender los principios básicos de la diplomacia pero Inwood no lo entiende.
En lugar de ello, se basa en la retórica repetitiva y declaraciones simplistas a los medios. Si lo que intenta es ganarse los corazones y las mentes de la gente de Nueva Zelanda o de Australia, entonces no lo está haciendo demasiado bien. Pero les gusta como habla en Tokio y es un Kiwi que se comería tanto una ballena como la montaría ya que él es de este tipo de tíos.
A Glen Inwood, de descendencia maorí, le gusta asociarse a la imagen Maorí, creyendo que eso le confiere credibilidad frente a sus clientes. Cuando un periodista le pregunta el por qué escogió trabajar para los balleneros asesinos, Inwood responde diciendo: “La respuesta es porque tienen el derecho de hacerlo. No es que diga que no crea que las ballenas son criaturas magnificas, simplemente no creo que sean sacrosantas, a pesar de los excelentes esfuerzos del Acta de Protección de Mamíferos Marinos de 1978 (su error, el año es realmente el 1972) para hacerlo. La otra respuesta es más complicada pero está relacionada con la creencia medioambiental de que la mejor manera de monitorizar y proteger los stocks de ballenas y conseguir transparencia es acabar con la moratoria y volver a una caza comercial de ballenas donde las regulaciones sean obedecidas.”
Defender la matanza despiadada no es tarea fácil. Los japoneses no tienen el derecho de masacrar ballenas en peligro en el Santuario de Ballenas del Antártico. Decir que la mejor manera de proteger a las ballenas es matándolas es la clase de justificación ridícula que esperamos de esos que se ganan la vida fabricando mentiras para justificar la explotación. En esta declaración admite también que los japoneses no están obedeciendo las regulaciones a pesar de la moratoria.
Inwood tiene una gran saco de trucos que argumentan que comer ballena no es distinto de comer cordero, que los Maorís una vez cazaron ballenas así que por qué no los japoneses, incluso de lo insultante que es para la cultura Maorí rescatar ballenas varadas porque son un regalo de Tangaroa.
He hablado con unos cuantos maoris y creen que Inwood es un insulto para su cultura. Inwood ha girado la espalda a su gente, etiquetando de ‘intolerantes’ a los neozelandeses amantes de las ballenas por el hecho de oponerse a la caza de ballenas de Japón y describiendo la película Whale Rider como una ‘estupidez romántica.’
Los estudios como relaciones públicas de Mr. Inwood parecen estar limitados a la escuela de propaganda de Joseph Goebbles, si repites una mentira muy a menudo y muy alto algunas personas pueden empezar a creérsela.
Inwood, fundador de la agencia de relaciones públicas Omeka, tiene un método predecible diseñado para demonizar a sus adversarios. Simplemente emplea siniestras etiquetas repetitivas para inspirar una imagen en la mente de la gente. Por ejemplo, en cada comunicado de prensa o entrevista describe a la Sea Shepherd Conservation Society como una organización ‘eco-terrorista’.
No existen bases legales para hacer tal acusación. Sea Shepherd nunca ha sido condenado por terrorismo ni ningún miembro de la tripulación de Sea Shepherd ha sido condenado por delito en conexión a las acciones de Sea Shepherd. Pero a las prostitutas PR no les importan los hechos o evidencia, sólo imágenes y memes.
Eco-terrorismo es un meme, una idea o una herramienta usada para socavar la creencia. El único problema para Inwood es que la palabra terrorismo se emplea tan libremente en estos tiempos que ha perdido cualquier significado real. No importa si una persona está defendiendo a las ballenas, boicoteando la pesca de atún, protestando por la guerra en Irak o presentándose a presidente de los Estados Unidos, la oposición que escoge usar esta etiqueta por estar en desacuerdo tienen un sentido tan equivocado de la palabra de tanto abusar de ella que podrían llamarnos perfectamente ‘cara caca’ en el espíritu infantil del juego de poner nombres a las cosas.
Pero más preocupante para sus clientes corporativos, los balleneros, es el hecho de que Inwood les haya hecho un flaco favor disparando su retórica al tuntún como un cowboy rápido desenfundando pero lento en la parte estratégica de la toma de decisiones. Por ejemplo, hacer una petición pública a Australia y Nueva Zelanda de prohibir la entrada de Sea Shepherd en sus puertos es simplemente una muestra de incompetencia diplomática. Un abogado nunca hace una pregunta de la que no conoce de antemano la respuesta y un diplomático nunca hace públicamente una petición a un gobierno sin conocer la postura de éste.
Cuando Australia declaró públicamente que el barco de Sea Shepherd, Steve Irwin, podría repostar y hacer uso de los puertos australianos a pesar de la petición, resultó muy embarazoso para Japón y la industria ballenera quedó bastante desprestigiada por culpa de Inwood aunque no pueden acusarle sin desprestigiarse a sí mismos admitiendo que se equivocaron al contratar sus servicios. El trabajo de Inwood parece garantizado y eso es bueno para nosotros. Nos gusta donde está, nos encanta tenerlo como oponente porque está constantemente ahogándose con sus calcetines.
Y me he divertido bastante con la elocuencia tonta de Inwood. Nos ha llamado piratas (no nos importa, de hecho somos eco-piratas) y nos ha llamado criminales, aunque nunca hayamos sido condenados de ningún crimen, pero nos reímos cuando nos llama ‘locos actores veganos de circo’.
La semana pasada comparó nuestra lucha contra los balleneros con un hombre que golpea a su esposa al decir: “Es el mismo argumento de un marido que pega a su mujer, sabes, se vio obligado a golpearla. No es en absoluto un argumento,” añadía.
Comparar a un hombre que golpea a su esposa con la flota ballenera masacrando violentamente a mil ballenas es desde luego absurdo, pero esta es la escuela de relaciones públicas de Ronald Reagan donde comparas cualquier cosa con algo para que la mayoría de la gente pueda identificarlo. Para situarlo en un contexto adecuado, si un hombre viera a su esposa asesinando a sus hijos entonces por supuesto habría un argumento para golpearla. Estaría moralmente obligado a golpearla.
Una de las últimas tonterías de Inwood me describía como un ‘esquizofrénico paranoico’. No sabía que Glen hubiera estado ejerciendo psiquiatría sin licencia, pero las voces dentro de mi cabeza me decían que lo ignorara o sino él estaría allí para atraparme, oh lo olvidaba, está ahí para atraparme, ¿lo está?
Inwood también está bastante encantado en su última táctica constante de mencionar al Steve Irwin como el buque holandés. En cada comunicado hace hincapié en la bandera holandesa. Por supuesto pretende intimidar a los holandeses y que nos retiren nuestra bandera. Los japoneses creen que si no podemos ondear la bandera en nuestro barco nos neutralizarán y eso ya ha funcionado con Canadá, Gran Bretaña, las Islas Caimán y Belice pero creo que Holanda tiene más integridad y en las palabras del Capitán Barbosa de la Perla Negra, no ‘cedemos’ a las demandas de Japón.
La Haya no acepta órdenes de Tokio y si deciden que nuestro comportamiento no nos califica para ondear su bandera entonces respetaremos su decisión, pero eso no hará que dejemos de seguir interceptando y hostigando las actividades ilegales de las flota ballenera japonesa.
El año pasado vi a Glen Inwood en el encuentro de CBI en Santiago de Chile. Nunca he hablado con él. Siempre está de pie o se aleja de mí. Lo que recuerdo es que cada vez que lo miraba, él desviaba la mirada. Me dijo todo lo que necesitaba saber.
Fuente: Sea Shepherd Conservation Society
http://www.oceansentry.org/lang-es/menu-sea-shepherd/noticias/1616-a-kiwi-corporate-whore-in-the-land-of-the-rising-sun.html
Escrito por Sea Shepherd Conservation Society