Contaminaciones con plomo, nueva ilustración del dilema ecológico chino




Los recientes casos de niños contaminados con plomo son los últimos de una serie de escándalos ecológicos en China, donde el respeto medioambiental se supedita al crecimiento económico.
Más de 30 años de crecimiento económico, que han convertido a China en la tercera economía mundial, también la han aupado al primer puesto entre los países más contaminados.
Numerosas ciudades viven sumidas regularmente en una niebla tóxica, mientras que cientos de miles de ciudadanos ya no tienen acceso al agua potable.
Las lluvias ácidas arrasan gran parte del país y no cesan los casos nuevos de contaminación por fábricas.
"El principal problema es que la aplicación de la ley a nivel local sigue siendo escasa. Como disponen de pocos recursos para controlar a las industrias, las empresas se libran de las sanciones", subraya Ma Tianjie, de Greenpeace China.
En los dos últimos casos, unos índices anormalmente altos de plomo fueron detectados en más de 2.000 niños que viven cerca de fundiciones de Hunan (centro) y Shaanxi (norte). Las fábricas fueron cerradas y las autoridades prometieron esclarecer los hechos.
Estos casos, que han ocupado las primeras páginas de la prensa china, podrían ser sólo la punta del iceberg por la vieja costumbre de querer tapar los problemas a nivel local, según Ma.
"Es muy probable que haya muchos casos parecidos que sencillamente no han sido revelados", dijo.
Sin embargo, los militantes ven señales alentadoras, como ese acuerdo, hace seis años, que impone estudios de impacto medioambiental y una opinión del público antes de cualquier autorización para proyectos industriales.
Además, desde este año, China exige a los Gobiernos locales que den a conocer regularmente las principales informaciones sobre el medio ambiente.
"Es una buena noticia. Las personas concernidas tienen derecho a saber lo que sucede", dice Ma Jun, que dirige una ONG en Pekín, el Instituto de Asuntos Públicos y medioambientales.
Pero reconoce que mandar aplicar esta regla implicará un cambio de envergadura en el funcionamiento bajo la dirección de un Partido Comunista poco acostumbrado a la transparencia.
En 2007, un informe del Banco Mundial había revelado que 750.000 chinos morían prematuramente debido a la contaminación del aire y del agua, una estadística que desapareció de la versión final.
Y los militantes ecologistas siguen acosados.
En 2007, Wu Lihong, que luchó años contra la contaminación industrial de uno de los principales lagos chinos, en el este, fue condenado a cuatro años de cárcel por fraude, acusación que muchos consideran un pretexto.
Dos años antes de su condena, Wu fue alabado por el Parlamento chino como un "guerrero ecologista".
"Si nos situamos en una perspectiva histórica, China ha hecho mucho camino en cinco años por lo que respecta a la transparencia medioambiental, pero sigue siendo rudimentaria", señala Ma Jun.
Y destaca que las ambiciones de Pekín de cara a una economía menos contaminante no son compartidas necesariamente por las autoridades locales.
"Las prioridades gubernamentales puede que hayan cambiado, pero acabar con los intereses a nivel local no es tarea fácil", dice Ma Jun.
Según los medios de comunicación chinos, estas resistencias locales condujeron hace dos años al poder central a abandonar su proyecto de instaurar un PNB 'verde', que debería tener en cuenta los daños producidos por la contaminación.

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