ESPAÑA: La economía del incendio forestal
Autor: Purificación González de la Blanca
A las fechas que estamos, en este país se han producido más de diez mil incendios forestales, con 77.000 has. arrasadas. Hay algo más, aparte del pirómano que denunciara Machado en su maravilloso poema “Por tierras de España”, porque desde hace tiempo se han ido tejiendo en todo el territorio español unas tramas que extienden sus tentáculos por distintos sectores sociales, institucionales y bancarios, alimentadas por los incendios forestales, que constituyen la economía del incendio, hoy fuertemente implantada y fortalecida (¿o creada?) al amparo de una descentralización con cuyo caos autonómico se ha vuelto incontrolable.
En lugar de basar la defensa forestal en una política de prevención, el sistema se ha montado en torno al incendio. Los múltiples beneficios que obtenemos de los montes no mueven cuentas bancarias (favorecer la lluvia, impedir la erosión, recargar los acuíferos, amortiguar el clima, ser hábitat de especies animales y vegetales, suministrar leña, frutos, etc.), pero si el monte arde el dinero circula abundantemente: desde unas contrataciones de personal que se realizan para la extinción (prorrogándose si los montes continúan ardiendo), pasando por la contratación (o compra) de hidroaviones, helicópteros, suministros de bombas, mangueras, equipamientos y productos químicos para sofocar las llamas, empresas de maquinaria pesada para abrir pistar forestales, personal para la saca de madera, que alimenta a un enjambre de empresas, madereras y papeleras, recalificaciones de terrenos o contrataciones de empresas de viveros y repoblaciones, etc., etc. Todo un tinglado económico, cada vez con mayor implantación, que coronan empresas como TRAGSA Y EGMASA, alguno de cuyos empleados ha sido implicado en incendios forestales. La dramática situación que atraviesa la vegetación de nuestros montes, abocada a desaparecer en algunos años si este ritmo de destrucción se mantiene, es un exponente del desastre de la gestión forestal (y medioambiental, en general) en España, que comienza por el saqueo del agua de los montes, dejándolos secos como la yesca, para desviarla hacia los complejos urbanísticos y turísticos, y termina por implantar toda una economía basada en el incendio. Intencionadamente se ignora lo obvio, que hay que cuidar las masas forestales durante todo el año, realizando labores de prevención y de protección de sus recursos (como el mencionado del agua), manteniendo limpios los cortafuegos y empleando a personal que conozca bien el terreno, lo que no suele suceder con todos los contratados para la extinción. Porque la mejor gestión es aquella que evita que el incendio se desencadene. Una vez producido debe ser atajado por quienes trabajan en el monte durante todo el año, en política de prevención, lo conocen, están dotados de medios adecuados,…y no se van a ver beneficiados por el incendio. Teniendo en cuenta que si el fuego no se controla en los primeros veinte minutos, se va de las manos. El incendio no puede tener beneficiarios. La madera quemada debe ser inmovilizada (¿Saben que España exporta madera para las fábricas de papel de Francia?), la recalificación urbanística de los terrenos quemados debe ser prohibida, los lugareños no deben beneficiarse de contrataciones por causa del incendio, etc., etc. Son cuestiones elementales. Ante el desastre forestal en que estamos sumidos, el gobierno central tendría que tomar cartas en el asunto, retomando las competencias en la materia, porque la situación es de emergencia nacional. ¿Cómo se puede regular ni controlar nada con 18 gobiernos? ¿Por qué tienen que detenerse las cuadrillas cuando el incendio entra en otra autonomía? Es de locura. Urge desmantelar las tramas incendiarias de este país. Mientras tanto los montes van a continuar ardiendo… aunque cada vez quede menos que quemar.
Purificación González de la Blanca Cofundadora de AGADÉN Cofundadora de CODA (actual Ecologistas en Acción)
http://www.portaldelmedioambiente.com/articulos/6220/la_economia_del_incendio_forestal
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Las repoblaciones con pinos y eucaliptos favorecen los incendios forestales
Ecologistas en Acción exige un replanteamiento de la gestión forestal de los montes, modificando paulatinamente las masas repobladas de pinar y eucaliptos hacia las formaciones autóctonas, ya que buena parte de los grandes incendios forestales se han debido a sucesivas reforestaciones con especies pirófitas, fundamentalmente pinos y eucaliptos que favorecen los grandes incendios.
Ecologistas en Acción denuncia que buena parte de los grandes incendios (más de 500 hectáreas) del presente año se han producido sobre zonas de pinar repoblado o sobre zonas de matorral evolucionadas en áreas ya reiteradamente incendiadas.
Mientras que rara vez se produce un gran incendio en bosques maduros autóctonos, concretamente este año sólo se ha producido uno en Cabañeros y ha sido provocado. Esto se debe a que las quercíneas resisten mejor el avance del fuego, ayudan a extinguirlo, y, a la vez, se regeneran mejor del fuego. Mientras que los pinares alimentan al fuego con la resina de los árboles y, además no rebrotan, por lo que tras un incendio en un pinar sólo rebrota matorral.
Aunque los principales responsables de los incendios forestales son las personas que accidental o intencionadamente lo provocan, no es casualidad que la superficie arbolada mas afectada por los incendios forestales en la década 1996-2005 haya sido de pinus pinaster (27,96%), de pinus halepensis (11,32%) y de Eucalyptus glopbulus (9,76%).
La suma de la superficie quemada de las dos principales especies de eucaliptos en dicha década alcanza el 15,48%, pese a que la superficie total de distribución de las diferentes especies de eucalipto es cuatro veces inferior a la de la encina, 500.000 hectáreas de eucaliptos frente a 2 millones de hectáreas de encinas.
Un ejemplo de esta situación, es el incendio iniciado el 28 de julio en Arenas de San Pedro (Ávila), donde ardieron mas de 5.000 ha. Y en la que se ha aplicado una gestión forestal productivista de los montes, primando las sucesivas reforestaciones con especies pirófitas como los pinos, lo que ha convertido la zona en uno de los puntos negros por superficie forestal quemada y por incendios forestales del centro peninsular.
Esta problemática se ha dado ya en años anteriores, por ejemplo en el pavoroso incendio forestal de Minas de Riotinto, en 2004, con dos fallecidos y 35.000 hectáreas calcinadas en las provincias de Huelva y Sevilla (Andalucía). El frente de fuego se encontró con cientos de hectáreas de cultivos forestales, particularmente, de eucaliptos, con lo que la progresión del fuego estaba más que asegurada, ya que estas especies alóctonas actúan como propagadoras del fuego.
Otro claro ejemplo es Galicia, donde se producen la mayoría de los incendios y donde más de un tercio de su superficie está ocupada por repoblaciones con especies pirófitas como pinos y eucaliptos. La alta frecuencia de incendios está relacionada, en parte, con la sustitución que se ha realizado de la vegetación autóctona por pinos y eucaliptos, convirtiendo estas zonas en mas susceptibles de incendiarse.
Por todo ello, Ecologistas en Acción considera esencial un replanteamiento de la gestión forestal de nuestros montes, modificando paulatinamente las masas repobladas de pinos y eucaliptos hacia las formaciones autóctonas. Se deberían sustituir los monocultivos de eucaliptos y pinos por frondosas autóctonas y renunciar a repoblar con estas especies pirófitas las áreas incendiadas. Además se deberían fragmentar los extensos cultivos propensos al fuego mediante rodales de vegetación resistente con árboles caducifolios autóctonos, tales como robles, castaños, encinas o alcornoques, que se regeneran bien tras los incendios.
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