“El agronegocio ha fracasado, los campesinos y campesinas podemos alimentar al mundo”
Con motivo de la 37º Sesión del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la ONU (CSA), en el que estará presente una delegación de campesinos y campesinas de La Vía Campesina junto con otros actores de la sociedad civil, para seguir la reunión y participar en los debates, La Vía Campesina reitera su demanda de soluciones basadas en los principios de soberanía alimentaria. En el orden del día figuran temas importantes como la tenencia de la tierra, la volatilidad de precios, las cuestiones de género y la nutrición, así como las inversiones en agricultura.
El acaparamiento de tierras es uno de los ejemplos más patentes y escandalosos de cómo el sistema industrial que domina el ámbito de los alimentos está empujando a la pobreza a un número creciente de campesinos y campesinas y consumidores y consumidoras. En el mundo se producen suficientes alimentos para alimentar a la población pero estos no llegan a la gente a causa de obstáculos como el monopolio del acceso a la tierra, el dominio de los recursos productivos y la creciente concentración del control sobre la cadena alimentaria. Necesitamos que los gobiernos adopten medidas eficaces y contundentes para prohibir esas prácticas y que emprendan políticas en apoyo de los agricultores sostenibles.
Como explica Ibrahim Coulibaly, un campesino de Mali: “Asegurar que quienes producen los alimentos tengan acceso a la tierra, a los recursos y a los mercados, debería ser la prioridad fundamental cuando se debaten las soluciones a la crisis alimentaria. Son los campesinos y campesinas quienes más están invirtiendo, no las grandes empresas. Las iniciativas industriales dirigidas a la obtención de beneficios no harán sino debilitar la posición de los campesinos y campesinas y los consumidores y consumidoras”.
Henry Saragih, coordinador internacional de La Vía Campesina, denuncia que “La volatilidad de los precios es una consecuencia directa de las políticas neoliberales que consideran que los alimentos son una materia prima como otra cualquiera; las grandes empresas agroalimentarias y los bancos siguen especulando con los productos agrícolas y a la vez presionan para una mayor desregulación del comercio para aumentar su control sobre la cadena alimentaria”
Una de las soluciones son los mecanismos públicos de regulación de los mercados, que deben ponerse en práctica y concluirse a escala nacional y regional.
Considerando el papel fundamental de las mujeres en la producción de alimentos y ante la violencia estructural y patriarcal que sufren, Fatimatou Hima, una campesina de Niger declara:
"La campaña contra la violencia que se ejerce sobre las mujeres es una de las prioridades de La Vía Campesina. Tenemos que cambiar de modelos de producción de alimentos y caminar hacia modelos locales más sostenibles, en lugar de comer comida basura industrial acompañada de complementos nutricionales."
En la manifestación de los "Indignados" de Roma [1] , Angel Strappazone declaró:
“Los productores y productoras de alimentos tenemos que organizarnos y luchar en común. Los Estados deben reconocer el papel clave que desempeñan estas organizaciones de base. Somos nosotros y nosotras, no los bancos ni la gran empresa agroalimentaria, los que tenemos soluciones reales. La voz de las personas más afectadas por la crisis debe oírse en todo el mundo. Demandamos cambios reales y globales. ¡YA!”
Se necesita una gobernanza fuerte y clara para encontrar soluciones que pongan un remedio eficaz a la crisis financiera, climática y alimentaria actual. El Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) es el espacio legitimo en el que deben debatirse y adoptarse las políticas internacionales en materia de alimentación y agricultura.
El acaparamiento de tierras es uno de los ejemplos más patentes y escandalosos de cómo el sistema industrial que domina el ámbito de los alimentos está empujando a la pobreza a un número creciente de campesinos y campesinas y consumidores y consumidoras. En el mundo se producen suficientes alimentos para alimentar a la población pero estos no llegan a la gente a causa de obstáculos como el monopolio del acceso a la tierra, el dominio de los recursos productivos y la creciente concentración del control sobre la cadena alimentaria. Necesitamos que los gobiernos adopten medidas eficaces y contundentes para prohibir esas prácticas y que emprendan políticas en apoyo de los agricultores sostenibles.
Como explica Ibrahim Coulibaly, un campesino de Mali: “Asegurar que quienes producen los alimentos tengan acceso a la tierra, a los recursos y a los mercados, debería ser la prioridad fundamental cuando se debaten las soluciones a la crisis alimentaria. Son los campesinos y campesinas quienes más están invirtiendo, no las grandes empresas. Las iniciativas industriales dirigidas a la obtención de beneficios no harán sino debilitar la posición de los campesinos y campesinas y los consumidores y consumidoras”.
Henry Saragih, coordinador internacional de La Vía Campesina, denuncia que “La volatilidad de los precios es una consecuencia directa de las políticas neoliberales que consideran que los alimentos son una materia prima como otra cualquiera; las grandes empresas agroalimentarias y los bancos siguen especulando con los productos agrícolas y a la vez presionan para una mayor desregulación del comercio para aumentar su control sobre la cadena alimentaria”
Una de las soluciones son los mecanismos públicos de regulación de los mercados, que deben ponerse en práctica y concluirse a escala nacional y regional.
Considerando el papel fundamental de las mujeres en la producción de alimentos y ante la violencia estructural y patriarcal que sufren, Fatimatou Hima, una campesina de Niger declara:
"La campaña contra la violencia que se ejerce sobre las mujeres es una de las prioridades de La Vía Campesina. Tenemos que cambiar de modelos de producción de alimentos y caminar hacia modelos locales más sostenibles, en lugar de comer comida basura industrial acompañada de complementos nutricionales."
En la manifestación de los "Indignados" de Roma [1] , Angel Strappazone declaró:
“Los productores y productoras de alimentos tenemos que organizarnos y luchar en común. Los Estados deben reconocer el papel clave que desempeñan estas organizaciones de base. Somos nosotros y nosotras, no los bancos ni la gran empresa agroalimentaria, los que tenemos soluciones reales. La voz de las personas más afectadas por la crisis debe oírse en todo el mundo. Demandamos cambios reales y globales. ¡YA!”
Se necesita una gobernanza fuerte y clara para encontrar soluciones que pongan un remedio eficaz a la crisis financiera, climática y alimentaria actual. El Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) es el espacio legitimo en el que deben debatirse y adoptarse las políticas internacionales en materia de alimentación y agricultura.
Instamos a los gobiernos a que afronten sus responsabilidades y promulguen medidas y políticas concretas basadas en los principios de la soberanía alimentaria.