Cambio climático, el vuelo sin retorno
2015 nos muestra lo certero que fueron los pronósticos sobre el cambio climático en el 2000.
Se llama cambio climático a la modificación del clima con respecto al historial climático a una escala global o regional. Tales cambios se producen a muy diversas escalas de tiempo y sobre todos los parámetros meteorológicos: temperatura, presión atmosférica, precipitaciones, nubosidad, etc. En teoría, son debidos tanto a causas naturales (Crowley y North, 1988) como antropogénicas (Oreskes, 2004). (Wikipedia)
La Tierra es el planeta dónde habitamos. Es el tercer planeta en distancia desde el Sol en nuestro Sistema Solar. Es el mayor de los cuatros planetas terrestres de nuestro Sistema Solar, seguido de Venus, Marte y Mercurio. Tiene un único satélite natural conocido simplemente como Luna. Es actualmente el único planeta donde se conoce la existencia de vida y al tener el 71% de su superficie cubierta de agua, también el único con este equilibrio del vital elemento. Se calcula que tiene unos 4.500 millones de años de existencia y que la vida surgió unos 1.000 millones de años después. Los seres humanos son una de las especies dominantes de este planeta, con aproximadamente 7.000 millones de individuos organizados en unos 200 estados soberanos independientes.
En el 2000 "Una verdad incómoda" de Al Gore llegaba a las pantallas con un pronóstico para muchos fatalista, que pensaban que sólo se trataba de una propaganda política para cautivar a los "abraza árboles".
"¿Qué calentamiento global decían algunos? Es un invento de los medios de comunicación". De eso, mucho puede ser cierto, pero el pronóstico de Al Gore no estaba tan errado, lo estamos viviendo...
Sólo en 2015 hemos visto los mayores registros de calor en el océano, en Pakistán y en la India, donde se llevó la vida de 1.000 personas. Según la ONU, 14 de los 15 años más calurosos de la Tierra han ocurrido después del 2000.
Más cerca, en Chile, este fin de semana las costas del centro del país sucumbieron ante marejadas épicas que sobrepasaron la avenida Perú en Viña del Mar y que arrasó con restaurantes, hoteles, paseos y costaneras, por sobre la línea de marea alta. En Talca, un viento huracanado sacó de cuajo la estructura y el techo del principal terminal de buses, algo nunca antes visto.
El norte de Chile, por segunda vez en un mismo año, fue víctima de intensas lluvias que se transformaron en aludes de barro y en socavones, dejando al menos seis fallecidos y 1.000 damnificados. ¿No es esto parte del cambio climático?
Lo cierto de esta historia es que todo está conectado, principalmente en el océano donde se generan los grandes cambios. La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a un taller para periodistas sobre conservación marina realizado por la Earth Journalism Network.
En la jornada el académico de la Universidad de Concepción, Osvaldo Ulloa, expuso sobre los cambios que está viviendo el océano y sobre cómo las corrientes, la temperatura del agua, la cantidad de oxígeno puede generar cambios que a la vez derivan en los fenómenos que estamos viendo día a día y los que vendrán dentro del siglo.
El dióxido de carbono que es generado por la humanidad en las industrias y grandes ciudades también llega al océano, provocando el aumento de la temperatura, los deshielos de los polos y la acidificación del agua que afecta principalmente a los arrecifes de coral y a toda la cadena trófica.
Por otra parte, tenemos a compañías mineras chilenas que apuestan por verter sus desechos en el mar, debido al cierre de relaves mineros y al cada vez más colapsado uso del espacio terrestre, usando el Pacífico como una alfombra donde ocultar la basura.
2015 es el año que nos muestra que el cambio climático sí está ocurriendo y que si no hacemos nada por amortiguarlo el escenario podría volverse aún peor... de nosotros depende que exista un punto de retorno.
Fuente: veoverde.com - Imagenes: En octubre de 2014, las morsas que acostumbraban reunirse en los hielos, llegaron hasta una playa de Alaska. Los osos polares corren serio peligro por los deshielos en el Ártico