Contaminación lumínica


Cuando este tipo de contaminación supera los límites es prácticamente imposible observar las estrellas.

Esto impide ver bien las estrellas, e incluso la luna puede quedar eclipsada. El efecto es agravado por las partículas, aerosoles y gases que reflejan las ondas electromagnéticas. Hong Kong es la urbe del planeta más contaminada lumínicamente, según un estudio de la Universidad de Tokio: la noche allí es mil veces más brillante que el límite fijado por la comunidad científica.

Entre las investigaciones detalladas sobre esta cuestión, la más importante fue la que dio lugar al primer atlas mundial de brillo cenital en 2001, el único que existe hasta la fecha para medir este factor a nivel global. El estudio, elaborado por científicos italianos y estadounidenses a partir de datos e imágenes de satélite, reveló que la mitad de los europeos y dos tercios de los estadounidenses no pueden contemplar la Vía Láctea a simple vista. Andalucía, Levante, Madrid, Cataluña, Cantábrico-Valle del Ebro y el eje atlántico (La Coruña-Lisboa) son áreas contaminadas en la península ibérica.
En cuanto a ciudades, Madrid, Barcelona y Sevilla son los puntos más iluminados. Como el problema parece ir a más, la Asociación Internacional para el Cielo Oscuro (IDA, por sus siglas en inglés) se ha propuesto conservar en lo posible la nocturnidad del firmamento y colabora con el proyecto Skyglow.
Sus promotores son los fotógrafos Gavin Heffernan y Harun Mehmedinovic, que muestran en sus imágenes cómo sería la bóveda celeste si las urbes estadounidenses no sufriesen un exceso de iluminación. Una de las primeras localizaciones elegidas ha sido la ciudad de Los Ángeles: según la IDA, el brillo de sus luces es visible desde un avión situado a más de 320 kilómetros de altura.

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