Crónica de la ocupación de un puerto


El Ground Control Climate and Agricultural Camp de Ámsterdam ha sido la primera iniciativa de un verano de acciones climáticas



El pasado 1 de julio un grupo de activistas climáticos empezaron la construcción de un campamento ocupando en un pedazo de tierra situado en el puerto de Ámsterdam, Países Bajos. Del 1 al 8 de julio, Ground Control Climate and Agricultural Camp ha sido un campo de acción climática en el corazón del puerto, al oeste de la ciudad de Ámsterdam. Después de una semana viviendo y trabajando en el campo como etnógrafa, éste es el relato de lo vivido durante estos días.


El campamento se pensó como la primera acción de un verano de acciones climáticas en campamentos que se están o han desarrollado a lo largo de Europa como el de Gasteiz (Frackanpada) en julio; Bure (Anti Authoritarian and Anti Capitalistic Camp), Rheinland (Klima Camp), Peak District (Earth First) o Bern (Energiewende). Además, todos estos encuentros tienen como objetivo crear una masa crítica de cara a la celebración del COP21 en París, el 7 y 8 de diciembre de 2015.
El pequeño prado donde se puso en marcha el campamento se encuentra en un lugar paradigmático del crecimiento económico de Ámsterdam, entre uno de los muchos canales que sirven de muelle para las grandes barcazas transportadoras de gas, carbón e hidrógeno. La elección del puerto de la ciudad como primer campamento climático del año no es casual. El puerto es el gran nodo de distribución de carbón, crudo sin refinar y soja para la alimentación de animales a nivel global. Así mismo, el puerto es el nudo que encarna, con su incesante movimiento de barcos, trenes y camiones los desastres medioambientales y sociales que traen consigo las energías fósiles y la industria agrícola del monocultivo.
La geografía política y humana del puerto se transformó con la presencia de los campistas climáticos. Durante siete días el lote de tierra abandonado se transformó en un vibrante campamento de tiendas de campaña que acogían a activistas de todas partes de Europa, una gran tienda para las asambleas, otras más pequeñas para otros talleres, la cocina, la tienda de campaña para información y recibimiento, otra para el equipo legal, para el equipo de prensa, el creativo, la enfermería, los mediadores de conflictos. Internet, música que se genera con paneles solares, duchas y baños, un comedor protegido del sol durante una insólita ola de calor en una Ámsterdam normalmente fría, generaron un caldo de cultivo para las culturas de lo común y la acción directa.
Desde el primer día la amenaza del desalojo estuvo presente, pero el equipo legal logró un acuerdo con el Ayuntamiento y su alcalde: nos quedamos hasta el domingo y a partir de entonces nos trasladamos hasta el miércoles a ADM, un lugar mítico también en el puerto, probablemente el espacio ocupado más antiguo de los Países Bajos.
La vocación del campamento es pensar de forma colectiva y abierta cómo intervenir las siguientes cuestiones: ¿cómo podemos encontrar alternativas sostenibles a la generación de energía? ¿Cuáles son las salidas para una agricultura que permita crear suelo cultivable, en lugar de destruirlo? Otro de los objetivos, quizá de los más innovadores del campo, es el de conectar el cambio climático con las prácticas de agricultura y ganadería. ¿Qué alternativas agrícolas hay y cómo podemos ponerlas en práctica? ¿Qué conocimientos alternativos se han generado para compartirlos? ¿Qué grupos hay ya trabajando para crear redes decontacto sólidas?
A lo largo de la semana, mientras iba llegando más gente, también iba creciendo la riqueza de los contenidos en el campamento. En una de las actividades tuvimos la oportunidad de visibilizar mediante una visita guiada al puerto los puntos calientes de la crisis energética global. Así, hicimos visible algo que normalmente no sólo está invisibilizado, sino deliberadamente escondido en los lugares más inaccesibles y protegidos de la ciudad. En uno de los lugares que visitamos pudimos observar las montañas de carbón traído de Rusia, Colombia o Estados Unidos, listos para ser cargados en barcos y trenes hacia otras partes de Europa. Esas montañas negras escondidas en el laberíntico puerto, ocultas tras árboles, protegidos por perros y trabajadores de seguridad son la realidad del puerto. Sin embargo, el puerto es interpretado por la autoridad portuaria como un paraíso ecológico de aves, orquídeas raras y otras especies en los grandes carteles que han ido plantando junto a los carriles bici, para explicar la diversidad de flora y fauna de éste. Pero la realidad es su industria del carbón, soja y crudo que emite toneladas de CO2 a la atmósfera cada año y crea condiciones de trabajo insalubres para los trabajadores.


La creación de un nodo para compartir conocimiento y conocer a otros activistas fue la práctica principal de los días de acampada. Pero no sólo de pedagogía se trata, sino de crear vínculos entre las personas participantes y realizar acciones directas. Así, el sábado 4 de julio se celebraron los Climate Games, los juegos que fueron antesala para la semana de acción que se está preparando para París. Éstos son unos juegos serios: hacer políticas de la esperanza. Son juegos entre activistas y el 'equipo azul'. Este último tiene la legitimidad del Estado, pero los otros participantes tienen una legitimidad bastante distinta, la de aquellos que piensan críticamente y quieren hacer una política del cambio.
Los juegos se celebraron durante más de seis horas, pusieron en marcha a distintos grupos de activistas que se dispersaron a lo largo del puerto, haciendo acciones en diferentes localizaciones. Un grupo de scouts seguíamos a los activistas, dando cuenta de la situación y subiendo las acciones a tiempo real a una plataforma online moderada por el centro de medios y el equipo legal. El juego era sencillo: intervenir el paisaje cultural y político del puerto y actuar sobre éste, no sólo deconstruirlo críticamente. Así, durante más de seis horas el puerto fue el patio de recreo de los activistas. Una de las acciones se celebro en el sector del carbón del puerto. Unos valientes en barca se lanzaron al canal con una gran pancarta hacia la montaña de carbón. Pero el equipo azul interrumpió la acción. 
Simultáneamente, otro grupo de activistas interrumpió las vías de tren que alimentan de carbón a las industrias del puerto, encadenándose a ellas. Otro grupo de mujeres escaló uno de los tanques de soja de la mayor industria de soja del mundo, Cargill, colocando una pancarta en dos de sus tanques. Cargill importa la soja de grandes monocultivos de Estados Unidos y Brasil. Una vez en Holanda, se transforma en proteína que exportan a otros países para alimentar a ganado, principalmente ganado porcino y vacas. Mientras tanto, una rave se iba moviendo por todo el puerto mientras duraron los juegos, para acompañar. Éstas sólo son unas breves descripciones de aquel día. En su página web se pueden ver reportajes, fotos, y algún vídeo de juegos celebrados otros años. 






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