Los monocultivos del hambre


El problema de la agricultura y la alimentación no puede plantearse en los términos clásicos Norte-Sur, es un problema de modelos. Lo mismo que les pasa a los campesinos del sur, les ocurre a los agricultores familiares del Norte. En ambos casos es un modelo dominante de agroindustria y agroexportación que los desplaza y en cada caso ellos defienden un modelo de agricultura familiar, frente a este modelo dominante.

Es por eso que en este momento nos encontramos con alianzas entre productores del Sur y agricultores familiares de los países del Norte, porque el modelo agroexportador se basa en pagar precios muy bajos a los productores, estén en Estados Unidos o en Nicaragua. Esa es la base para que las grandes transnacionales como Cargille, Parmalat o Nestlé, puedan competir: comprar barato para luego vender caro. Esto ha creado las condiciones para una alianza nueva entre organizaciones campesinas en los países del Sur y organizaciones de agricultores familiares en Europa, Estados Unidos o Japón. Por primera vez las organizaciones campesinas tienen una expresión internacional como es Vía Campesina, que une a los campesinos del Sur con los agricultores familiares de los países del Norte en la lucha contra el modelo agroexportador y contra organismos internacionales como la OMC.
Lamentablemente hay mucha confusión en el debate sobre alimentos y comercio. Hay muchos que querrían que pensáramos que comprando un producto de Argentina, Nicaragua, Ghana, o la India, estamos apoyando al pueblo campesino de esos países, cuando la verdad es todo lo contrario. Al comprar el producto de agro-exportación estamos apoyando directamente un modelo de exclusión social. Para los campesinos del Sur es mucho mejor que dediquemos mayores esfuerzos en apoyar a nuestros propios agricultores locales, comprándoles a ellos. No se puede seguir creyendo en el mito de que lo que resuelve problemas en el sur, es abrir los mercados del norte. Esto es una falacia. Lo que necesitan los países del Sur es poder cerrar sus propios mercados a las exportaciones subvencionadas de los países del Norte y poder subvencionar su propia agricultura local, para cubrir sus necesidades locales y nacionales de alimentación.

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