Los chilenos que frenaron a una minera con rifas, podcast, revistas y poder vecinal

Los vecinos de El Portezuelo de Culiprán, en la región metropolitana de Santiago, llevan más de dos décadas viendo cómo su municipio se convierte en una zona de sacrificio. “El año 1997 nos pusieron un vertedero de basura, luego, el año 2016, unas torres de alta tensión… también tenemos que soportar el hedor de la industria de los pollos y de una avícola cercana. ¿Y ahora aguantar una cantera de puzolana que enfermara a nuestra gente? No lo íbamos a permitir”, recuerda María Fernanda Núñez.

Andrea Lagos G.

La mujer de 43 años, ingeniera en sistemas y madre de un niño de 9, es analista en un consorcio privado y, de manera voluntaria ejerce desde hace siete años como presidenta de la junta de Vecinos y como vocera de la Coordinadora Rural Sur. La organización trabajó para detener el proyecto Cantera de Puzolana, que pretendía explotar a cielo abierto toneladas de este mineral para la industria de cemento.
Nuñez y sus vecinos de Culiprán y otros sectores como Popeta, Mandinga, San Juan, Los Guindos y Tantehue, pequeñas aldeas rurales que suman unos 7.000 habitantes en total, se oponían a la cantera que creían que contaminaría el aire con polvillo blanco y las napas subterráneas de agua. También creían que aceptar la minería implicaría perpetuar sus tierras como “una eterna zona de sacrificio, sin vuelta atrás”, narra Núñez.
Tras una lucha de dos años por la que hicieron rifas para financiarse y revistas y podcast para difundir sus mensajes, el 2 de junio de 2023 lograron que Melón S.A., la compañía detrás del proyecto, desistiera del proceso de evaluación de impacto ambiental de la Cantera Puzolana que se quería instalar en el sector rural de Popeta, una zona agrícola donde se cultivan papas, choclos y hortalizas. La cuenca Culiprán-Popeta es una reserva acuífera de la Región Metropolitana y fue la cuna de la Reforma Agraria cuyo lema fue “La tierra para quien la trabaja”.
Para conseguir frenar la explotación de la Cantera de puzolana, los vecinos se agruparon en la Coordinadora Rural Sur: desde un club de jinetes, otro deportivo, una asociación de padres, juntas de vecinos, clubes de madres, feriantes, una organización ecológica y otras personas naturales.

Vecinos voluntarios después de una jornada de limpieza en la cuesta de Culiprán. EMILIA CHÁVEZ NUÑEZ

“Los vecinos se informaron, leyeron y participaron. No queríamos que nos pasara lo mismo que con el vertedero y las torres de alta tensión. Esta vez no. Antes fuimos ignorantes, ahora no. Por eso, empezamos a concientizar y a investigar porque no manejamos el tema minero. Tuvimos que acercarnos a expertos: avanzamos con un topógrafo, un ingeniero y con personas que trabajaban en las minas para que nos explicaran qué pasaría en nuestra comunidad si se instalaba esa cantera”, relató Andrea Irrazabal, miembro de la coordinadora.
El sector donde querían instalar la cantera es hábitat de especies endémicas. Los cerros de Culiprán pertenecen al cordón montañoso de la Cantillana, una zona de bosque esclerófilo que se encuentra sólo en cinco partes del mundo: “La cantera de puzolana se instalaría cerca del estero Popeta donde hay fuentes de agua dulce a poca profundidad, por lo que el desarrollo del proyecto tenía altas posibilidades de contaminar estas napas de agua, según se indicaba en los estudios ambientales presentados”, explica Ángela Peñaloza, integrante de la Coordinadora Rural Sur y presidenta de la Organización Ecológica La Huella de Culiprán.
La puzolana es una roca volcánica fragmentada y de composición basáltica que se utiliza como aislante en la construcción y fabricación de cemento y derivados. “El polvillo blanco estaría en suspensión y lo respiraría toda nuestra gente. ¿Cómo íbamos a permitirlo? Nos dijeron que pondrían eucaliptos alrededor de la cantera para frenarlo, pero todos sabemos que ese árbol requiere varios litros de agua para subsistir, agua que nuestros agricultores necesitan para los cultivos. Mi padre es agricultor, se dedica a cultivar porotos, ¿cómo iba a regar si el agua se usaría para los eucaliptos?”, cuestionó la dirigente Núñez.
Para los vecinos, la contaminación o el desvío de agua si plantaban los eucaliptos hubiera puesto aún más tensión en la Provincia de Melipilla, donde se ubica el Valle de Culiprán, que ya sufre de escasez. “El Decreto 3 declaró como ‘zona de escasez hídrica’ a las comunas de Curacaví, María Pinto y Melipilla, Región Metropolitana. La actual y futura disponibilidad de agua potable y su calidad está en riesgo por este proyecto, ya que podrían utilizar grandes cantidades de agua y contaminar las napas subterráneas que abastecen a las comunidades rurales (APR), pozos particulares y el riego agrícola que permite la subsistencia de la agricultura familiar campesina, tan característica de esta zona”, comunicó el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales.
Rifas y podcast
La Coordinadora Rural Sur no tenía fondos para enfrentar un eventual juicio contra la minera Melón S.A., propietaria legal de los terrenos donde se ubica el yacimiento de puzolana, por lo que organizaron una rifa con la que pagaron un abogado especialista en derecho medioambiental que les asesoró en un principio. Los vecinos de todos los sectores donaron premios para la rifa: roperos, electrodomésticos, cajas de pasteles o tratamientos capilares. Y así, con la venta de números, contrataron a Álvaro Toro Vega, conocido por la defensa de comunidades en diversos conflictos ambientales chilenos.

Juanita Andrea Irrazabal y vecinos hacen una colecta de firmas contra la cantera de Puzolana. SEBASTIÁN SANTANDER

“Los números de la rifa los vendíamos en la Feria de Mujeres Las Palmeras, en las plazas, en los partidos de fútbol. Así que al mismo tiempo que reuníamos plata para pagar al abogado, nos encargábamos de informar a los vecinos qué era lo que estaba ocurriendo y en qué se podía convertir nuestra comunidad si no frenábamos la instalación de la Cantera de Puzolana “, relata la vocera María Fernanda Núñez.
Además, la coordinadora redactó una revista con contenido ambiental que repartió entre los vecinos. Además, grabaron un podcast con información ecológica y cultural relativa a su lucha. Este contenido lo difundían en un espacio radial donado, en Spotify y en sesiones en vivo de Instagram. Allí, tres representantes de la coordinadora —Sebastián Santander, María Fernanda Nuñez y Andrea Irrazabal— narraban las peripecias que hacían para conseguir audiencias con distintas secretarías ministeriales, ministros y hasta el mismo presidente, Gabriel Boric.
“Un día me soplaron que el Presidente Gabriel Boric estaba en el restorán de mi tío, El Álamo, almorzando. Partí con la tesorera de la junta de vecinos, su hijo y su nieto a contarle el conflicto ambiental en el que estábamos. ¡Corrimos! Los guardias de seguridad nos atajaron, pero luego nos permitieron saludarlo. Ahí conversamos con él. Le conté que si no paraban la cantera, íbamos a respirar polvo blanco todos nosotros. Fue un hito difícil de olvidar”, cuenta María Fernanda Núñez mientras muestra un video de celular. Aunque la imagen sólo enfoca las piernas del mandatario porque quien lo grabó se puso muy nervioso al tenerlo en frente. Tras la conversación, le regalaron a Boric un té de cacao con menta. Y también la revista autogestionada que explicaba sus demandas.
Ser de campo
“Nos acercamos a las autoridades porque queríamos mostrarles qué era el Valle de Culiprán- Popeta: un lugar verde, no el desierto que estaban inventando. Y logramos el objetivo: nos vieron. Nosotros somos la cuna de la Reforma Agraria, nos enorgullece decir de dónde venimos, que nuestros antepasados son campesinos que trabajaron la tierra y que lucharon para que esta tierra fuera libre y para quien la trabaja. Eso es lo que fuimos a contar a Santiago. A mí me enorgullece decir que soy de campo”, dice Maria Fernanda Nuñez en uno de los programas de la coordinadora colgados en Spotify.
“Una vez nos perdimos en Santiago buscando la oficina de la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, con la que teníamos reunión. Llegamos atrasados, corriendo, pero llegamos”, contó Sebastián Santander en el programa radial grabado al que invitan a las vecinas y vecinos a conversar sobre cultura local campesina y trabajo medioambiental. Un registro de ese programa puede escucharse en Spotify.

Sebastián Santander en una actividad informativa en la Feria de Mujeres las Palmeras. MARÍA FERNANDA NÚÑEZ

En julio de 2022 finalizó el proceso de Participación Ciudadana, por el que los vecinos pudieron ingresar sus observaciones al proyecto “Cantera de Puzolana”. “Nos afecta directamente como habitantes de El Molino de Culiprán por la contaminación de nuestro hogar, el agua, el aire, la flora, y fauna. Somos la última reserva acuífera de la Región Metropolitana, y además nos encontramos en emergencia hídrica y agrícola”, se lee en una de las cartas que envió la Coordinadora Rural Sur para exigir el fin de la iniciativa. “También influirá directamente en nuestro modo de vida, en la forma de desplazarnos y en la ruralidad propiamente tal de nuestra comunidad. Además exigimos nuestro derecho constitucional de vivir en un ambiente libre de contaminación”.
En otro de los textos, Andrea Irrazabal pedía parar el proyecto por el daño que podría provocar “a la salud de las personas por la alta emisión de polvos y silicio en el aire, la alteración de nuestro sistema de vida, nuestra cultura y nuestro ecosistema”. Y así la comisión se llenó de cartas en contra de la cantera. Fueron tantas las observaciones ciudadanas que acusaban falencias técnicas en los estudios presentados que finalmente la comunidad logró que fuera retirado del Servicio de Evaluación Ambiental el 2 de junio de 2023.
El representante de Minera Melón fue escueto en el fin del proyecto: “A través de la presente solicito retirar del sistema de evaluación de Impacto Ambiental la Declaración de Impacto Ambiental del proyecto “Cantera Puzolana Melipilla”. Sin otro particular, saludo atentamente a usted”, escribió al Servicio de Evaluación Ambiental.
Cuando una de las líderes de la Coordinadora Rural Sur, Andrea Irrazabal, vio esta carta subida a la página del Servicio de Evaluación Ambiental, no lo podía creer. Justo esa semana ella estaba de turno para revisar el avance de la causa. “El corazón me saltaba a mil. Me puse nerviosa. Empecé a llamar a mis compañeros por Whastapp. ¡No me contestaban! Yo leía, volvía a leer, pero quería estar segura de lo que estaba leyendo, de que Cementos Melón realmente se estaba desistiendo del proyecto. Lo dudamos, le preguntamos a nuestro abogado y sí era cierto. ¡Lo hablamos logrado! Todo el esfuerzo valió la pena”, suspiró Andrea Irrazabal.
Ese mismo día -juntos- hicieron un podcast en vivo en Instagram que luego subieron a Spotify. Era el episodio número 31 de “Unidos por el Valle”. La comunidad entera los tapó de comentarios. La pelea había llegado a su fin. “Entre todos nos salvamos de una cantera contaminante al Valle de Culiprán y los Altos de Popeta. Por un buen tiempo podremos respirar tranquilos”, fue el broche de oro que lanzó el equipo de la “Coordinadora Rural Sur”. Era el día Internacional del Medio Ambiente, así que pudieron celebrar con ganas. Hasta bien tarde.

Miembros de la coordinadora rural y vecinos de Culiprán y Popeta reunidos con la diputada Camila Musante. SEBASTIÁN SANTANDER

Fuente: https://elpais.com/america-futura/2023-08-27/los-chilenos-que-frenaron-a-una-minera-con-rifas-podcast-revistas-y-poder-vecinal.html
Imagen de portada: María Fernanda Núñez, vocera de la Coordinadora Rural, reparte revistas informativas en la feria Las Palmeras de Culiprán. SEBASTIÁN SANTANDER

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