Futbol, masculinidad y una mochila cargada de mierda
El escándalo de Luis Rubiales por el beso forzado que este le dio a la jugadora Jenni Hermoso,es el escándalo de los hombres. Lo ocurrido es una pequeña muestra de lo que viven las mujeres en su puesto de trabajo, en su casa, en el transporte público y en cualquier resquicio de luz pública y privada. Un escándalo de nuestras vergüenzas. De todos nosotros. Somos socializados desde pequeños para encajar en la estructura de dominio patriarcal en la que se permite invadir el espacio personal de una mujer. A muchos no les gustará leer esto, pero también tendrán esa mochila cargada de mierda.
Sergio García Ramos
Todos los hombres somos machistas al haber sido socializados desde nuestra primera etapa en un eje social de dominio masculino. Ser socializados en una estructura patriarcal crea monstruos. Y el primer paso para deshacerse de la mochila es reconocerlo. El segundo, trabajarlo. Se puede evitar ser un monstruo, otra cosa es que se quiera. Tenemos una responsabilidad histórica, pero una responsabilidad que nos debe pesar sobre los hombros.
Algunas voces dicen que se ha avanzado mucho en materia de igualdad de género en los últimos años. Tal vez sea verdad. Pero tales avances son, sobre todo, a nivel legislativo. Para avanzar realmente hay que complementarlo con transformar el tejido social y su cultura. Y eso pasa, sobre todo, por ir a la raíz, al foco. Transformar la información, la comunicación y hasta la mínima pincelada de los procesos de socialización. En todas las etapas de la vida nos socializamos. Pero, sobre todo, en las primeras fases: infancia y adolescencia. La educación maternal y paternal y de las instituciones de educación pública son fundamentales. Las madres y los padres no sólo educan a sus hijas e hijos, también a las de los demás a través de sus propias hijas e hijos. Es un proceso lento, pero fundamental. Imprescindible para comprender lo que significa el consentimiento, el respecto a los y las demás y el no adoptar relaciones de poder entre iguales.
Hace muchos años que yo dejé de tener sólo grupos de amigos varones, precisamente para no tener que lidiar con el asco. El asco que encarna la burbuja patriarcal de grupos de amigos que, reunidos sin complejos por la falta de presencia femenina, se sienten libres e impunes de reproducir la estructura patriarcal de la que hemos mamado en búsqueda de aprobación homosocial. Y esto, desgraciadamente, no es excepción, es la norma. Se comienza con la normalización y banalización de un beso no deseado que descoloca a la víctima – con la complicidad de personalidades y medios que quitan hierro al asunto – y se acaba con una violación grupal.
Nuestras subjetividades se construyen en el seno de los grupos de pares y en conexión con las interacciones sociales producidas en los centros educativos. Y también en las redes sociales. Que muchos tengan como referentes a personajes políticos y/o del mundo de Internet que representan un comportamiento masculino análogo a Torrente, es un problema social de primer orden. Pese a ser una estructura transversal, que socializa a los hombres por igual sin importar que seas de derechas o de izquierdas, hay que preguntarse por qué quienes defienden a Rubiales y demás esperpentos siempre caen del mismo lado: políticos de derecha y extrema derecha, influencers y medios de comunicación reaccionarios.
Lo que hoy se ve entre los adolescentes y adultos en los centros educativos y puestos de trabajo es el ambiente heterocentrista, el machismo y la LGTBIfobia como norma entre los mismos. La reproducción de los estereotipos de género y de los roles es el día a día. Reproducir una masculinidad hegemónica, donde hay que parecer lo más masculino y heterosexual posible, es una actitud sexista por la que muchos hombres pasan en búsqueda de aprobación homosocial y de oponerse a todo lo que encarne feminidad. Para no verse desplazados hay que demostrar hombría. Y estos hechos son perpetuos, porque la masculinidad exige que sea demostrada constantemente. Feminidad y homosexualidad es considerado sinónimo en el orden de sentido hipermasculino.
No es difícil observar varones en una postura de tensión y constante alerta para demostrar, a la mínima que pueden, hombría. Suena y es patético, pero es el orden social de dominio en el que vivimos y que hace que los hombres nos comportemos de esa forma tan ridícula, y peligrosa. Que Rubiales se agarre los testículos tras una celebración y bese sin consentimiento a Jenni Hermoso es una reproducción de esa masculinidad que requiere ser demostrada constantemente y en donde se permite la apropiación masculina del cuerpo de las mujeres.
Sólo se podrán tirar los pilares del sistema patriarcal si los hombres reconocemos el problema y nuestra responsabilidad histórica como autores materiales de esta estructura de dominio. Pero las noticias que vemos cada día en los medios nos hacen ser pesimistas a todas. Que sólo unos pocos futbolistas masculinos, que se pueden contar con los dedos de las manos, se hayan pronunciado al respecto es de pura vergüenza. A esta sociedad le queda un enorme trecho de décadas que avanzar en materia de igualdad de género.
Algunos hombres no se sentirán aludidos con estas palabras, pero es que aquellos que no se atrevan a asumir su mochila y sus vergüenzas serán un caso perdido. Y ninguno somos libres de reproducir esos sesgos, pero sí se tiene la oportunidad de trabajárselos y de transformar la masculinidad en otra cosa alejada de la agresividad y el sexismo. De salir – y escapar – de una burbuja que emana podredumbre para poner sobre la mesa actitudes, privilegios y comportamientos. El escándalo de la agresión sexual de Rubiales es el escándalo de los hombres. Uno más que encarna este sistema de dominio en el que cada uno de nosotros tenemos que asumir nuestra propia mierda.
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Después de que la FIFA decidiese el sábado suspender temporalmente de sus funciones al presidente del organismo, la Fiscalía de la Audiencia Nacional española abrirá diligencias contra Luis Rubiales por el beso forzado que este le dio a la jugadora Jenni Hermoso y que podría ser constitutivo de un delito de agresión sexual. Además, la Fiscalía ha ofrecido a la futbolista la posibilidad de emprender acciones legales contra el presidente de la Real Federación Española de Fútbol.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/masculinidad-en-demolicion/rubiales-masculinidad-una-mochila-cargada-mierda