El “Pangeísmo”: viaje al interior de una filosofía que sueña con cambiar el mundo

El pangeísmo es un movimiento filosófico nacido en el siglo XXI, como consecuencia de la crisis climática, ecológica, sanitaria, política, ética, social y económica global, que busca «la sostenibilidad pacífica de la humanidad en la Tierra», a partir de valores como la fraternidad universal y la salud de los ecosistemas. El pangeísmo no es una religión, sino una declaración de intención, una filosofía de vida que indica una búsqueda individual y colectiva particular. Por eso, los pangeístas suelen introducirse como tales, para manifestar, a través del simbolismo que contiene esta palabra, «todo lo que les gustaría mejorar de su presente» (personal y comunitario) y «la meta por la cual trabajan» (hacia dónde aspiran llegar).

El pangeísmo se basa en 3 principios fundamentales, «cuidar de la tierra, el aire, el agua y la biodiversidad que habita en el planeta», «cuidar de las personas» y «compartir justamente», y establece ciertos objetivos mínimos, colectivos e individuales, que sirven como guía de vida para los practicantes. El movimiento promueve un relato global de unidad, inspirado en el paradigma colectivo de la sostenibilidad, que se traduce en una nueva identidad cosmopolita, ecosistémica y justa, cuya construcción es plural y libre de personalismos, y parte de los objetivos en común, no de las diferencias.

Máximo Mazzocco sueña con un mundo mejor. Es un joven argentino, nacido en la ciudad de Buenos Aires, que se encuentra transitando su tercera década. Quería ser historiador, filósofo griego o novelista barroco. Empezó por la carrera de Filosofía e Historia en la Universidad del Salvador. Pero no fue historiador, filósofo griego ni novelista barroco. Su empatía por los seres vivos y la crisis socioambiental global lo impulsó a cambiarse a Ciencias Ambientales: “Crecí viendo los graves problemas estructurales que tenemos en la sociedad y decidí que ayudar a mejorarlos era lo que quería hacer con mi vida”. Maxi tiene hoy 33 años, es embajador global de la juventud en un programa de Naciones Unidas, integra el Comité Directivo de un Fondo para la Justicia Climática, tiene una Licenciatura en Ciencias Económicas (USAL) y una Maestría en Gestión Ambiental (ITBA). “Importa prepararse, pero al final del día lo que cuenta es lo que hacés en la práctica”, enseña.

Por Federico González Chapur

En mayo de 2008, con apenas 17 años reunió alrededor de veinte personas para protestar frente al Congreso Nacional por el uso de agrotóxicos tras descubrir que los tenía en sangre: “Hicimos la gran Greta (Thunberg) pero en ese entonces no nos dio bola nadie”. En 2013, empezó a tocar timbres por los departamentos y casas de Buenos Aires sin ningún sponsor ni financiamiento. En ocho meses visitó más de 400 casas con el objetivo de concientizar vecinos en reducir, reutilizar y reciclar: “¡Por suerte me dieron pelota!”. Dio un paso más y decidió armar una ONG llamada Eco House Global con el objetivo de “poner lo ambiental en los primeros lugares de la agenda política, pública y privada y conectar a la mayor cantidad de personas posible en torno a la sostenibilidad”. Maxi, con más de quince años trabajando en acciones socioambientales, se declara abiertamente pangeísta: “Por primera vez encontré una definición de mí mismo que encierra casi todo lo que me gustaría decirle a alguien en pocas palabras”. En una distendida charla con Infobae, cuenta qué es el pangeísmo y cómo puede ser el canal para cumplir su sueño de mejorar el mundo.
Pangea es una palabra que acarrea unos 300 millones de años de historia, era en la que existía un único continente, una única tierra (pan: toda; gea: tierra). Los movimientos de las placas tectónicas habían provocado la fragmentación de Pangea en los continentes actuales. En 2012, la revista Nature publicó un estudio elaborado por tres científicos que predijeron, mediante modelos geológicos, la conformación de un nuevo supercontinente (una nueva Pangea) a partir de los movimientos tectónicos actuales -proceso que llevaría otros millones de años-.

Cuidar de la tierra, el aire, el agua y la biodiversidad que habita en el planeta, cuidar de las personas y compartir justamente, son los tres principios básicos del pangeísmo (EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda/Archivo

El pangeísmo, entonces, se presenta como una nueva corriente filosófica que enraizó sus bases en la unidad conceptual de Pangea, teniendo como eje la sostenibilidad pacífica del ser humano en la Tierra. Nació silenciosamente en Argentina, crece en Latinoamérica y ya ingresó en Europa: “Es una respuesta al mundo de hoy, ante la crisis ecológica, climática, social, económica, política, sanitaria, emocional, ética, existencial. Nace ante la falta de un piso: si la base se mueve constantemente por la ley del cambio, necesitamos un lugar seguro dónde pararnos”.
Consultado sobre qué grandes aprendizajes le ha dejado la vida, y cómo los relaciona con la filosofía de vida pangeísta, Máximo contó que con apenas 29 años recibió una noticia que nadie desea escuchar: se le había diagnosticado un extraño tipo de cáncer. “La enfermedad fue mi mayor maestro”, dice. Después de más de diez años de experiencia en el rubro de la sostenibilidad, donde provocó grandes campañas ambientales, diseñó políticas públicas y educó a miles de personas a través de sus programas, Maxi cuenta que finalmente pudo “abrazar, asimilar, entender y aceptar que todo está en constante cambio”.
- ¿Cómo relacionás este aprendizaje con el pangeísmo que hoy te identifica?
- Actualmente, la sostenibilidad es una declaración de intención, una búsqueda y una utopía. Sin darnos cuenta, nos aferramos tanto al sueño que nos olvidamos de su principal paradoja: en un mundo sometido al cambio, donde -en palabras de Heráclito- no es posible entrar en un mismo río dos veces, lo sostenible, en sí, no existe. Queremos ser sostenibles en lo que naturalmente es insostenible, y domesticar la incertidumbre con infinitas posibilidades. La búsqueda de la sostenibilidad, entonces, es una especie de: ¿cómo sostenernos sana y equilibradamente en un mundo que está permanentemente modificándose?

"La palabra pangeísta es utilizada con frecuencia para referirse a una persona que anhela un mundo mejor y trabaja cotidianamente en pos del famoso bien común", dice Máximo Mazzocco

Para Máximo, el pangeísmo es “un signo de honestidad, claridad y transparencia” con respecto a sus intenciones en la vida. Insiste: “Orwell decía que, en tiempos de engaño universal, decir la verdad (o poner las cartas sobre la mesa desde el vamos) se convierte en un acto revolucionario”. De esta manera, esta creciente filosofía de vida se convierte en un horizonte en el que comulgan principios, objetivos y valores acerca de hacia dónde ir, cómo vivir y obrar, con un fuerte contenido ético.
Tal es así que existe una página web donde se puede encontrar la descripción y declaración universal de los objetivos y principios pangeístas, habiendo tres sobre los que se edifica esta filosofía: cuidar de la tierra, el aire, el agua y la biodiversidad que habita en el planeta, cuidar de las personas y compartir justamente.
A su vez, los objetivos que plantea el corpus del pangeísmo se dividen en dos a lo largo de una enumeración no taxativa: treinta objetivos colectivos y siete objetivos individuales. Ellos proponen una “maduración individual emocional, mental, espiritual, energética y corporal” para luego actuar en pos de objetivos colectivos, algo no menor teniendo en cuenta que muchas de las antiguas ideologías o filosofías solían polarizar entre colectivistas e individualistas, olvidando de valorizarse las unas a las otras: “Lo que me parece súper innovador y refrescante en el pangeísmo es la búsqueda individual, porque lo micro hace a lo macro, y viceversa. Si no estoy bien conmigo mismo es difícil que pueda trabajar en lo colectivo a largo plazo. Además, la simpleza de los objetivos invita a que todos puedan ser parte. Por ejemplo, trabajar para desarrollar mi inteligencia emocional personal y utilizarla en beneficio de mi salud y de los que me rodean, es algo universal, así como ser más solidarios, compasivos, honestos, sostenibles, alimentarnos saludablemente o elevar nuestro sentido de ética. ¿Quién no estaría de acuerdo en esto? Después, que cada uno elija cómo prefiere llegar a Roma”.
¿Cuáles son los objetivos colectivos? Tan solo algunos de los treinta enumerados: fomentar la libertad de pensamiento; erradicar la pobreza en todas sus formas; garantizar educación de calidad equitativa e integral; alcanzar la igualdad entre los géneros; frenar la pérdida de diversidad biológica; hacer uso de los ecosistemas terrestres y marinos para satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las del futuro. “Si uno lee los objetivos colectivos e individuales se da cuenta de que la mayoría de las personas que obra por un mundo mejor son pangeístas. Lo he charlado con decenas de personas; solo faltaba una palabra para definirnos simple e integralmente”.
Asimismo, el pangeísmo sugiere una base común: “Al presentarme como pangeísta me recuerdo diariamente cuál es mi intención con lo que hago en esta vida. Hoy, por ejemplo, cuando escucho hablar a dos partidos políticos opositores, pareciera que tienen misiones esencialmente distintas, que no patean para el mismo lado; una Argentina libre de hambre, pobreza y corrupción, donde se garantice una vida saludable, se facilite el acceso a la justicia, se proteja los ecosistemas naturales, entre muchos otros”. En este sentido, el movimiento filosófico busca tender puentes, dar cuenta de una misma búsqueda a través de una sola palabra. “Cuando me pierdo en la vorágine de la vida del siglo XXI, una simple palabra me sirve de mapa, de brújula, de guía entre los médanos del constante cambio”.
Luego, aparece el pluralismo, el cual Máximo lo define como “muchas maneras de hacer bien las cosas”. Por naturaleza, el pangeísmo promueve la diversidad de formas y confía en que existen distintos caminos para acercarse a la sostenibilidad: “Una vez que sabemos hacia dónde ir, aparece el cómo. Al aceptar que la diversidad es lo más valioso que tenemos en común. El pangeísmo no reemplaza ni excluye, sino todo lo contrario. Uno puede ser pangeísta y cristiano, pangeísta y ateo, pangeísta y peronista, pangeísta y antiperonista. La clave está en darnos cuenta de que, al mencionarlo, nos recordamos que, más allá del cómo, buscamos los mismos resultados”.
Más aún, el rol de los jóvenes argentinos fue fundamental para dar inicio al movimiento: “Nuestro país es el mundo del revés. Somos el octavo país más grande del mapa (lleno de recursos), con tan solo cincuenta millones de habitantes, y la mitad es pobre. Ante tanta inestabilidad histórica, la nueva generación de jóvenes exige una hoja de ruta clara, un hacia dónde vamos, un basta de ahogarnos en un vaso de agua”. Y este espíritu es fácil de contagiar.
Para concluir una distendida conversación sobre pangeísmo, sentenció: “En resumen, la palabra pangeísta es utilizada con frecuencia para referirse a una persona que anhela un mundo mejor y trabaja cotidianamente en pos del famoso bien común. ¿Cómo le explico a alguien que no soy solo ambientalista, sino que trabajo en esa área específica porque no puedo hacer todo al mismo tiempo, pero que en realidad sumo granitos de arena para que se cumplan todos los objetivos de desarrollo sostenible -o similares- y que además trabajo en mí mismo para ser una mejor persona cada día, sin ser perfecto ni un santo? Para mí, el pangeísmo es identidad, algo que a muchos nos faltaba”.

https://www.infobae.com/sociedad/2023/08/21/es-argentino-tiene-33-anos-y-se-identifica-pangeista-viaje-al-interior-de-una-filosofia-que-suena-con-cambiar-el-mundo/

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